184. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Peligro de la riquezas


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


VIII. JESÚS EN PEREA

(Diciembre año 29 - Abril año 30)

184.- PELIGRO DE LAS RIQUEZAS

TEXTOS

Mateo 19, 23-26

Entonces dijo Jesús a sus discípulos: "Yo os aseguro que un rico difícil­mente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos." Al oír esto, los discípulos se asombraban mucho y decían: "Entonces, ¿quién se podrá salvar?" Jesús mirándoles fijamente, dijo: "Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible."

Marcos 10, 23-27

Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: "¡Qué difí­cil será que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!" Los discí­pulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Más Jesús tomando de nuevo la palabra, les dijo: "Hijos, ¡que difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios." Pero ellos se asombraron aún más y se decían: "Pues, ¿quién se podrá salvar?" Jesús, mirándoles fijamente, dijo: "Para los hombres es imposible, más no para Dios, porque todo es posible para Dios."

Lucas 18, 24-27

Viéndole Jesús, dijo: "¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una agu­ja, que el que un rico entre en el Reino de Dios." Los que oyeron, dijeron: "Pues, ¿quién se podrá salvar?" Respondió: "Lo imposible para los hom­bres, es posible para Dios."


INTRODUCCIÓN

El pasaje anterior del Evangelio, donde el joven rico abandona al Señor y desprecia la invitación que le hace, para que le siga en pobreza voluntaria, por el apego que tenía a sus riquezas, da ocasión al Señor para que hable de los peligros de las riquezas.

La comparación que hace el Señor "es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos" no hay que entenderla al pie de la letra. Es una imagen que se repite en la lite­ratura oriental y que lo que significa es la gran dificultad de una cosa.

MEDITACIÓN

Ciertamente el Señor ha propuesto antes la pobreza voluntaria como un consejo evangélico para los que aspiran a una entrega total a su persona y a su Reino; no la propone como un mandamiento que hay que seguir.

Con todo, hay una pobreza a la que son llamados todos los que quieran en­trar en el Reino de Dios, en la vida eterna. Es la pobreza en espíritu, es de­cir, el desapego del corazón humano de todas las riquezas, el estar dis­puesto a perderlas todas antes que ofender a Dios. Esta pobreza espiritual sí es un mandato del Señor. El apego indebido a las riquezas es lo que hace que se conviertan esas riquezas en ocasión próxima de pecado. Y el no tener apego a las riquezas supone que se utilicen de acuerdo a la volun­tad de Dios, en ayuda sincera y eficaz de los más pobres y necesitados, para bien de la comunidad humana.

Pero qué difícil es que el que abunda en riquezas tenga un corazón despe­gado de ellas. Qué difícil es que el que tenga riquezas haga un uso recto de ellas. Cristo muestra esta dificultad por medio de la imagen del camello que no puede entrar por el ojo de una aguja.

Los bienes terrenos arrastran el corazón del hombre, lo convierten en auto-suficiente, soberbio: Las riquezas llegan a constituir para él una especie de idolatría, como nos dirá San Pablo (Cfr. Col 3,5) Más aún, es fuente de otros muchos pecados, sobre todo del pecado de la injusticia, de la falta de caridad sincera y efectiva con el prójimo. Es, por tanto, bien difícil poseer muchas riquezas y entrar en el Reino de Dios.

Los apóstoles conocían muy bien que la mayor parte de los hombres está dominada por la sed de riquezas. De ahí su asombro ante esta doctrina de Cristo, según la cual parecía que muy pocos se podrían salvar.

La naturaleza humana, abandonada a sus propias fuerzas naturales, no puede superar los obstáculos que las riquezas ponen en el camino de la salvación del alma. Pero la gracia de Dios lo puede todo. Es un principio fundamental del Evangelio: La observancia de los mandamientos y de los consejos evangélicos es superior a la capacidad natural del hombre, pero no a las fuerzas sobrenaturales que nos comunica Dios con su gracia. Este es el sentido de la respuesta del Señor a sus discípulos: "Para los hombres esto es imposible: pero todo es posible para Dios."

(Cfr. Medit. sobre la primera Bienaventuranza de "los pobres en espíritu". Medit. 27)



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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