P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
183.- EL JOVEN RICO -
LA POBREZA VOLUNTARIA
TEXTOS
Mateo 19, 16-22
En esto se le acercó
uno y le dijo: "Maestro, ¿qué he de hacer yo de bueno para conseguir la
vida eterna?" Respondióle: "¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno?
Uno solo es el Bueno. Más si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos." "¿Cuáles?", replicó él. Y Jesús le dijo: "No
matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás testimonio falso,
honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Díceles, entonces, el joven: "Todo esto lo he guardado, ¿qué más me
falta?" Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, vete, vende lo que
tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y
sígueme." Al oír estas palabras, el joven se marchó apenado, porque tenía
muchos bienes.
Marcos 10, 17-22
Se ponía ya en
camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó:
"Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida
eterna?" Jesús le respondió: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio,
honra a tu padre y a tu madre:" El, entonces, le contestó: "Maestro,
todo eso lo he guardado desde mi juventud" Jesús, fijando en él su mirada,
le amó y le dijo: "Sólo una cosa te falta: vete, vende lo que tienes y
dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y
sígueme." Pero él, al oír estas palabras, se entristeció y se marchó apenado,
porque tenía muchos bienes.
Lucas 18,18-23
Uno de los
principales le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia
la vida eterna?" Respondióle Jesús: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie
es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no
mates, no robes, no levantes testimonio falso, honra a tu padre y a tu
madre." El le dijo: "Todo eso lo he guardado desde mi juventud."
Oyendo esto Jesús, le dijo: "Aún te falta una cosa. Vende cuanto tienes y
repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos: luego, ven y
sígueme." Oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
INTRODUCCIÓN
La persona que se
acerca a Jesús es un joven, como señala Mateo, que reconoce en Jesús a un
Maestro excepcional y acude a él para hacerle la pregunta más transcendental de
toda la vida: Cómo conseguir la vida eterna. Notemos que la palabra
"bueno" aplicada a Jesús como maestro, no solía usarse entre los
judíos; estaba reservada para sólo Dios y la Ley. Si la usa aquí este joven es
porque advertía algo muy excepcional en Jesús.
Lucas nos dice que
quien acudió a Jesús era "uno de los principales." No hay que entenderlo
como si se tratara de una autoridad judía o de un miembro del Sanedrín. Lucas
se refería a que el joven pertenecía a una familia distinguida y conocida por
sus riquezas.
MEDITACIÓN
1) "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno
sino sólo Dios."
Antes de responder
Jesús a la pregunta del joven sobre lo que hay que hacer para heredar la vida
eterna, le hace reflexionar sobre el calificativo de "bueno" que le
ha atribuido, que como hemos indicado sólo solía predicarse de Dios o de la Ley
de Dios.
Juan Pablo II comenta
así las palabras del Señor:
"Cristo
quiere decir: sólo Dios es el último fundamento de todos los valores; sólo él
da sentido definitivo a nuestra existencia humana. Sólo Dios es bueno, lo cual
significa: en El y sólo en El todos los valores tienen su primera fuente y su
cumplimiento final; en El, 'el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin' (Apoc 21,6).
Solamente en El hallan su autenticidad y confirmación definitiva. Sin El -sin
referencia a Dios- todo el mundo de los valores creados queda como suspendido
en un vacío absoluto, pierde su transparencia y expresividad. El mal se
presenta como bien y el bien es descartado." (Carta Apostólica a los
Jóvenes del Mundo, 1985; n. 4)
Y con referencia a
la pregunta del Señor: "¿Por qué me llamas bueno?", no hay que
entenderla como si negase Cristo ese atributo referido a su persona. Cristo
quiere que el joven profundice en el conocimiento de su persona. El joven ha
mostrado admiración por Jesús y ha visto tal bondad y sabiduría en él, que le
califica como se calificaba al mismo Dios: Maestro "bueno".
Juan Pablo II
continúa su explicación del texto diciendo: "Es como si dijera: el hecho
que yo sea bueno, da testimonio de Dios. 'El que me ha visto a mi ha visto al
Padre' (Jn 14,9)."
Es una invitación
implícita al joven para que pueda llegar al misterio más profundo de la persona
de Cristo, a la fe sobrenatural en él, que es también condición necesaria para
alcanzar la vida eterna.
2) "Si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos"
Jesús responde al
joven que en la observancia de todos los mandamientos de la Ley de Dios está el
camino cierto para entrar en la herencia de la vida eterna.
Es la enseñanza
que continuamente repite el Señor en su predicación. "No todo el que me
diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que haga la
voluntad de mi Padre Celestial." (Mt 7,21). "Si ustedes me aman,
guardarán mis mandamientos."(Jn 14,15)."Si guardan mis mandamientos,
permanecerán en mi amor" (Jn 15,10).
El joven responde
con sinceridad que siempre se ha esforzado por cumplirlos; y decimos que su
respuesta fue sincera, porque el Señor corresponde a esta confesión del joven
con una mirada llena de amor: "Jesús, fijando en él su mirada, le
amó."
Es el premio que
el Señor concede a todos los que viven en la observancia de sus mandamientos:
"Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará y vendremos
a él para hacer nuestra morada en él." (Jn 14, 23)
El alma en gracia,
el alma convertida por la gracia en Templo del Espíritu Santo, es contemplada
por el Padre y el Hijo con infinita complacencia, y vienen a hacer su morada en
ella.
3) "Si quieres ser perfecto, vete, vende lo
que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los Cielos; luego, ven
y sígueme"
En la mirada de
amor del Señor hacia el joven había una especial predilección por él. Es
cierto que para conseguir la vida eterna es suficiente observar los
mandamientos, pero existe un camino de perfección más alto al que Dios llama a
los que quiere y que es un don inapreciable de su bondad. A este camino de
perfección llama el Señor a este joven.
Cristo llama a
este joven a un seguimiento radical para que, renunciando a todo, le acompañe
en su misión apostólica y redentora. La renuncia a todos los bienes supone un
gran sacrificio, pero como recompensa valiosa encontrará al Señor siempre a su
lado, vivirá con él, le seguirá a todas partes: y, además, se encontrará con
un ingente tesoro en la vida eterna.
Anteriormente
meditamos cómo el Señor proponía también a sus apóstoles el camino del
celibato, como un camino de suma perfección en su seguimiento y para colaborar
al Reino de Dios. (Cfr. med. 181) Ahora el Señor propone el camino de la
pobreza voluntaria, de la renuncia a todos los bienes materiales, como el camino
de mayor perfección para la entrega total a Cristo y a su Reino.
Este llamado de
Cristo al celibato y a la pobreza voluntaria persiste en la Iglesia a través de
todos los siglos. Es lo que llamamos la vocación sacerdotal o religiosa. Y la
correspondencia a esta vocación y la fidelidad en ella es fuente de los mayores
beneficios del Señor, fuente de inmensa paz y alegría. No existe en la tierra
vocación más sublime que la vocación a seguir este camino de perfección, que
necesariamente lleva a una entrega en plenitud de amor a Cristo, a una
colaboración verdaderamente divina a la obra misional de Cristo, a la
instauración del Reino de Dios en este mundo.
4) "Al oír estas palabras, el joven se
marchó apenado, porque tenía muchas riquezas"
El joven, al oír la invitación del Señor,
debió sentir una emoción negativa n su corazón. Su corazón estaba muy apegado a
sus riquezas; y esas riquezas le aseguraban una vida fácil, cómoda, muy
regalada, y, por supuesto, tener abiertas las puertas en todas partes. El Señor
le pedía la renuncia a todo eso, no como cosa estrictamente necesaria para
conseguir la vida eterna, sino como acto de generosidad en el servicio a Dios.
Hasta allí no llegaba la generosidad del joven, ni podía llegar teniendo el corazón
al servicio de las riquezas. Pero como sentía esa admiración por el
"Maestro Bueno", sintió tanta tristeza y pena de dar la negativa al
Señor, que ni si9uiera se atrevió a comunicársela de palabra, sino que se la
dio a entender dejándole rápidamente, marchando dese de su lado. Aquel joven
perdió la oportunidad de haber sido uno de los apóstoles de Cristo al comienzo
de la Iglesia y de que hoy fuera venerado por todos los cristianos. Pero lo más
importante es que despreció el don extraordinario que el Señor le ofrecía, que
le traería una mucha mayor felicidad, incluso aquí en la tierra, y un aumento
de gloria indescriptible.
Cada vez son más
los jóvenes de hoy día que repiten la historia de este evangelio. Tal es el
ansia de riquezas, comodidades y atracciones que el mundo ofrece, que el
llamado de Cristo a este seguimiento radical de los consejos evangélicos es
inmediatamente acallado y hasta despreciado por muchos jóvenes. Y, sin embargo,
hoy más que nunca necesita el Señor de vocaciones sacerdotales y religiosas.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
Volver al índice de la serie AQUÍ
Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario