ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO A - 1° SEMANA

 


Anoche cuando dormía*


Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que una fontana fluía

dentro de mi corazón.

 

Di, ¿por qué acequia escondida,

agua, vienes hasta mí,

manantial de nueva vida

de donde nunca bebí?

 

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que una colmena tenía

dentro de mi corazón;

 

y las doradas abejas

iban fabricando en él,

con las amarguras viejas

blanca cera y dulce miel.

 

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que un ardiente sol lucía

dentro de mi corazón.

 

Era ardiente porque daba

calores de rojo hogar,

y era sol porque alumbraba

y porque hacía llorar.

 

Anoche cuando dormía

soñé, ¡bendita ilusión!,

que era Dios lo que tenía

dentro de mi corazón.

(Antonio Machado)



*ANOCHE CUANDO DORMÍA - Texto de apoyo de Rezandovoy




I Domingo de Adviento - A: Estén despiertos


Hoy es el primer domingo de Adviento y el primer día del NUEVO AÑO LITURGICO (ciclo A). Nos llama a la esperanza.

Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita

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Catequesis del Papa sobre el discernimiento: 9. La consolación


 

PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 23 de noviembre de 2022

[Multimedia]

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Seguimos con las catequesis sobre el discernimiento del espíritu: cómo discernir lo que sucede en nuestro corazón, en nuestra alma. Y después de haber considerado algunos aspectos de la desolación —esa oscuridad del alma— hablamos hoy de la consolación, que sería la luz del alma, y que es otro elemento importante para el discernimiento, que no debe darse por descontado, porque se puede prestar a equívocos. Nosotros debemos entender qué es la consolación, como hemos tratado de entender bien qué es la desolación.

¿Qué es la consolación espiritual? Es una experiencia de alegría interior, que consiente ver la presencia de Dios en todas las cosas; esta refuerza la fe y la esperanza, y también la capacidad de hacer el bien. La persona que vive la consolación no se rinde frente a las dificultades, porque experimenta una paz más fuerte que la prueba. Se trata por tanto de un gran don para la vida espiritual y para la vida en su conjunto. Y vivir esta alegría interior.

La consolación es un movimiento íntimo, que toca lo profundo de nosotros mismos. No es llamativa, sino que es suave, delicada, como una gota de agua en una esponja (cfr. S. Ignacio de L., Ejercicios espirituales, 335): la persona se siente envuelta en la presencia de Dios, siempre de una forma respetuosa con la propia libertad. Nunca es algo desafinado, que trata de forzar nuestra voluntad, tampoco es una euforia pasajera: al contrario, como hemos visto, también el dolor —por ejemplo, por los propios pecados— puede convertirse en motivo de consolación.

Pensemos en la experiencia vivida por san Agustín cuando habla con su madre Mónica de la belleza de la vida eterna; o en la perfecta leticia de san Francisco —asociada además a situaciones muy duras de soportar—; y pensemos en tantos santos y santas que han sabido hacer grandes cosas, no porque se consideraban buenos y capaces, sino porque fueron conquistados por la dulzura pacificante del amor de Dios. Es la paz que san Ignacio notaba en sí con estupor cuando leía las vidas de los santos. Ser consolado es estar en paz con Dios, sentir que todo está arreglado en paz, todo es armónico dentro de nosotros. Es la paz que siente Edith Stein después de la conversión; un año después de haber recibido el Bautismo, ella escribe – así dice Edith Stein: «Cuando me abandono a este sentimiento, me invade una vida nueva que, poco a poco, comienza a colmarme y que, sin ninguna presión por parte de mi voluntad, va a impulsarme hacia nuevas realizaciones. Este aflujo vital me parece ascender de una actividad y de una fuerza que no me pertenecen, pero que llegan a hacerse activas en mí» (Psicologia e scienze dello spirito, Città Nuova, 1996, 116). Es decir, una paz genuina es una paz que hace brotar los buenos sentimientos en nosotros.

La consolación tiene que ver sobre todo con la esperanza, mira hacia el futuro, pone en camino, consiente tomar iniciativas hasta ese momento siempre postergadas, o ni siquiera imaginadas, como el Bautismo para Edith Stein.

La consolación es una paz grande, pero no para permanecer sentados ahí disfrutándola, no, te da la paz y te atrae hacia el Señor y te pone en camino para hacer cosas, para hacer cosas buenas. En tiempo de consolación, cuando somos consolados, nos vienen ganas de hacer mucho bien, siempre. En cambio, cuando llega el momento de la desolación, nos vienen ganas de cerrarnos en nosotros mismos y de no hacer nada. La consolación te impulsa adelante, al servicio de los demás, de la sociedad, de las personas. La consolación espiritual no es “controlable” —tú no puedes decir ahora que venga la consolación, no, no es controlable— no es programable a voluntad, es un don del Espíritu Santo: permite una familiaridad con Dios que parece anular las distancias. Santa Teresa del Niño Jesús, visitando la basílica de Santa Cruz en Jerusalén a la edad de catorce años en Roma, intenta tocar el clavo allí venerado, uno de aquellos con los que Jesús fue crucificado. Teresa siente esta osadía suya como un arranque de amor y confianza. Y luego escribe: «Fui realmente demasiado audaz. Pero el Señor ve el fondo de los corazones, sabe que mi intención era pura […]. Actuaba con él como niña que se cree todo permitido y considera como propios los tesoros del Padre» (Manuscrito autobiográfico, 183). La consolación es espontánea, te lleva a hacer todo espontáneo, como si fuéramos niños. Los niños son espontáneos, y la consolación te lleva a ser espontáneo con una dulzura, con una paz muy grande. Una chica de catorce años nos da una descripción espléndida de la consolación espiritual: se advierte un sentido de ternura hacia Dios, que nos hace audaces en el deseo de participar de su misma vida, de hacer lo que le agrada, porque nos sentimos familiares con Él, sentimos que su casa es nuestra casa, nos sentimos acogidos, amados, revitalizados. Con esta consolación no nos rendimos frente a las dificultades: de hecho, con la misma audacia, Teresa pedirá al Papa el permiso para entrar en el Carmelo, aunque sea demasiado joven, y le será concedido.  ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que la consolación nos hace audaces: cuando estamos en tiempo de oscuridad, de desolación, y pensamos: “Esto no soy capaz de hacerlo”. Te abate la desolación, te hace ver todo oscuro: “No, yo no puedo hacerlo, no lo haré”. En cambio, en tiempo de consolación, ves las mismas cosas de forma diferente y dices: “No, yo voy adelante, lo hago”. “Pero ¿estás seguro?”. “Yo siento la fuerza de Dios y voy adelante”. Y así la consolación te impulsa a ir adelante y a hacer las cosas que en tiempo de desolación tú no serías capaz; te impulsa a dar el primer paso. Esto es lo hermoso de la consolación.

Pero estemos atentos. Tenemos que distinguir bien la consolación que es de Dios, de las falsas consolaciones. En la vida espiritual sucede algo similar a lo que sucede en las producciones humanas: están los originales y están las imitaciones. Si la consolación auténtica es como una gota en una esponja, es suave e íntima, sus imitaciones son más ruidosas y llamativas, son puro entusiasmo, son un fuego fatuo, sin consistencia, llevan a plegarse sobre uno mismo, y a no cuidar de los otros. La falsa consolación al final nos deja vacíos, lejos del centro de nuestra existencia. Por esto, cuando nosotros nos sentimos felices, en paz, somos capaces de hacer cualquier cosa. Pero no confundir esa paz con un entusiasmo pasajero, porque el entusiasmo hoy está, después cae y ya no está.

Por eso se debe hacer discernimiento, también cuando uno se siente consolado. Porque la falsa consolación puede convertirse en un peligro, si la buscamos como fin en sí misma, de forma obsesiva, y olvidándonos del Señor. Como diría san Bernardo, se buscan las consolaciones de Dios y no se busca al Dios de las consolaciones. Nosotros debemos buscar al Señor y el Señor, con su presencia, nos consuela, nos hace ir adelante. Y no buscar a Dios porque nos trae las consolaciones, con esto implícito, no, esto no va, no debemos estar interesados en esto. Es la dinámica del niño de la que hablábamos la vez pasada, que busca a los padres solo para obtener cosas de ellos, pero no por ellos mismos: va por interés. “Papá, mamá”. Y los niños saben hacer esto, saben jugar y cuando la familia está dividida, y tienen esta costumbre de buscar ahí y buscar aquí, esto no hace bien, esto no es consolación, eso es interés. También nosotros corremos el riesgo de vivir la relación con Dios de forma infantil, buscando nuestro interés, buscando reducir a Dios a un objeto para nuestro uso y consumo, perdiendo el don más hermoso que es Él mismo. Así vamos adelante en nuestra vida, que procede entre las consolaciones de Dios y las desolaciones del pecado del mundo, pero sabiendo distinguir cuando es una consolación de Dios, que te da paz hasta el fondo del alma, de cuando es un entusiasmo pasajero que no es malo, pero no es la consolación de Dios.




Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20221123-udienza-generale.html

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EJERCICIOS ESPIRITUALES en la vida cotidiana. Programa DESAFÍO - 9



Programa del P. Mark Link jesuita, sobre Ejercicios Espirituales para desarrollarlos en la vida diaria, en esta NOVENA entrega, se comparte la DÉCIMA TERCERA semana de ejercicios espirituales. Con esta entrega terminamos esta etapa del Programa DESAFÍO. Continuaremos con la segunda etapa DECISIÓN. 

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Jesucristo, Rey del universo. Ciclo C.



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P. Adolfo Franco, jesuita

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23, 35 - 43):

En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo:

«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».

Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:

«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».

Había también por encima de él un letrero:

«Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:

«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».

Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:

«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha hecho nada malo».

Y decía:

«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».

Jesús le dijo:

«En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».

Palabra del Señor


Fiesta de Cristo Rey: alfa y omega, principio y fin. Con esta hermosa fiesta se cierra el año litúrgico.

Para esta fiesta de Cristo Rey, hoy leemos ese párrafo de San Lucas en que se nos presenta al Rey Crucificado que lleva al buen ladrón a su Reino. Y no es que la Iglesia busque el contraste y la paradoja simplemente para llamar la atención, sino que nos presenta en la crucifixión del Señor la verdad de su realeza. El título de la cruz: “Jesús Nazareno Rey de los judíos” expresa una gran verdad y que se realiza en ese momento preciso de la crucifixión y muerte de Jesús.

Siempre imaginamos al rey, como un personaje vestido con una capa de armiño que arrastra al caminar, con una corona de oro con piedras preciosas deslumbrantes, y que se sienta en un trono elevado de marfil, para desde ahí mirar con superioridad a todos los que se acercan a suplicarle, rodeado de súbditos temerosos y sumisos. Qué diferente es Jesús, un Rey desnudo, con corona de espinas y colgado en la Cruz. Y evidentemente es Jesús el que realiza la verdadera realeza, porque no son sus atributos externos, sino su corazón el que atrae a todos a su reino. Jesús nos dice así que la realeza consiste en lo que se tiene en el corazón, no en los adornos que uno se pone.

Jesucristo es Rey, es el Alfa y la Omega, es el punto a donde apunta la evolución de toda la creación, es el Primogénito de toda creatura, es el modelo de toda la creación, sin El nada ha sido hecho de todo lo que ha sido hecho. La realeza de Cristo que celebramos es ésta que nos describen los escritores sagrados, con esas fecundas palabras.

Hacia El apunta todo, todo se justifica en El. Me atrevería a decir que es el Centro Planetario del Cosmos. Entonces el ser Rey en Jesús, es el ser la meta de todo, el centro al que todos debemos ser atraídos, nuestro ideal, la aspiración máxima de todo lo creado, y especialmente del ser humano, el príncipe de la creación. Sólo en Cristo tenemos explicación y sentido los seres humanos.

Nos dicen también los textos sagrados que El es la Cabeza del Cuerpo que es la Iglesia: la Iglesia tiene sentido si aspira a Cristo, si lleva a todos hacia esa única meta, que le da vida, consistencia y sentido.

Y también la consideración de Cristo Rey, debe merecer una reflexión personal, no sólo doctrinal. Cada uno de nosotros tiene en su corazón una aspiración personal, tenemos encerrados un conjunto de ideales, una inspiración, el sueño de llegar a ser lo mejor de nosotros mismos. Algunas veces nos ponemos a soñar y nos idealizamos. Todo ese mundo interior de impulsos elevados, de ideales, de deseos de subir y de aspirar a la cumbre, está señalando un Modelo, un Horizonte una Meta, está señalando un Corazón: el Corazón de Jesús traspasado por nosotros en el momento de la salvación.

Jesús Rey, El es nuestra meta, hacia El deben marchar nuestros pasos y nuestros esfuerzos. El es el modelo según el cual fuimos creados, y esa es la obra que debemos construir con nuestra entrega y la gracia de Dios. Debemos configurarnos con Cristo; El está puesto allá arriba y decía cuando empezaba su predicación: “cuando sea elevado sobre la tierra (alude a la Cruz) atraeré a todos hacia mí”.

Mirarlo a El clavado en la cruz, debe producir en nosotros atracción. Sin embargo, al mirarlo crucificado, nos es difícil aceptarlo como modelo. Pero ahí está nuestro Rey, y sin El no tenemos ni horizonte, ni sentido. San Pablo llega a decir: vivo yo, ya no soy quien vive, es Cristo quien vive en mí. Así Cristo se convierte de hecho para mí en lo que es: Mi Rey; porque se apodera de mi vida e invade mi corazón. Y así la aspiración constante de nuestra conducta debe ser la misma que también San Palo enunciaba al decir, que debemos tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús.

Es Rey, es el centro, el punto de convergencia de todas las aspiraciones, de la creación entera: el punto de llegada perfecto de todo lo que Dios Creador ideó, es el punto hacia donde marcha y la meta adonde quiere llegar la Iglesia, el Pueblo de los rescatados. Y es para cada individuo el ideal máximo al que quiere acercarse cada vez más. Eso es lo que nos expresa esta fiesta de Cristo Rey, y lo que nos manifiesta ese Rey que se muestra clavado en la Cruz.



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Voz de audio: José Alberto Torres Jiménez.
Agradecemos a José Alberto por su colaboración.

...

Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.

 





Doctrina Social de la Iglesia - 45. La Globalización II



P. Ignacio Garro, jesuita †


8. LA GLOBALIZACIÓN

Continúa...


8.2.- La globalización económica o la economía global

El aspecto más sobresaliente de la globalización es el económico. Y se puede definir: “la globalización es un proceso dinamizador de creciente libertad e integración mundial de los mercados de trabajo, bienes, servicios, tecnología y capitales”. [1] “Una economía global es una realidad nueva para la historia, distinta de una economía mundial. Una economía global es algo diferente. Es una economía con la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria, sólo a finales del S. XX la economía mundial fue capaz de hacerse verdaderamente global en virtud de la nueva infraestructura proporcionada por las tecnologías de la información y la comunicación. Esta globalidad incumbe a todos los procesos y elementos del sistema económico”, [2].

La economía y, sobre todo, las finanzas corren hoy a gran velocidad hacia la globalización, y una de las causas principales han sido las grandes fusiones y adquisiciones empresariales (así en el mundo de la industria automotriz: la empresa de automóviles “Mercedes -  Daimler”, alemana compra la empresa norteamericana “Chrysler”; la empresa francesa de automóviles “Renault” compra el 45% del capital total de la empresa japonesa “Nissan”; la General Motors americana compra la empresa coreana Daewoo, etc.). El crecimiento y el poder de las empresa multinacionales son enormes. Hoy día las multinacionales controlan alrededor de una tercera parte de la producción mundial y dos terceras partes del comercio mundial. Y lo más significativo es que alrededor de una cuarta parte del comercio mundial tiene lugar dentro de las empresas multinacionales, al margen del control de los Estados independientes.

El proceso de globalización económica se ha acelerado por la conjunción de cinco elementos:

1º.- El fin de los controles de cotizaciones bancarias, las innovaciones financieras y el progreso en la transmisión de las informaciones, han llevado al nacimiento de un mercado financiero mundial que funciona en tiempo real.

2º.- La organización de las grandes empresas en estructuras de redes mundiales que ignoran cada vez más las fronteras soberanas nacionales .

3º.- La transmisión universal e instantánea de las informaciones vía Internet.

4º.- La alianza entre democracia y mercado comercial.

5º.- La toma de conciencia por parte de la opinión pública mundial de que ciertos problemas fundamentales de nuestra época son esencialmente transnacionales. Ejemplo: la protección del medio ambiente, se han talado en el mundo la tercera parte de los bosques tropicales y no se van a recuperar en siglos, el problema de la droga, del SIDA, del Terrorismo, el dinero negro en paraísos fiscales exonerados de impuestos, la venta de armas, etc.

La globalización económica deriva de la interdependencia cada vez más estrecha de las economías de todos los países, de la libertad absoluta en la circulación de capitales, de la supresión de barreras aduaneras y reglamentaciones y de la intensificación del comercio y del libre cambio de moneda. Nunca la economía había sido tan global, y a la vez tan volátil e inestable. La globalización incorpora una gran inestabilidad a los mercados financieros internacionales. Desde el punto de vista económico se habla mucho de la “globalización de los mercados financieros”, expresión con la que se quiere describir  dos cosas: 1.- el crecimiento exponencial de los mercados financieros; 2.- la facilidad y la libertad de movimiento de dinero entre ellos. Estas dos características hacen que estos movimientos tengan características de verdaderas avalanchas que entran y salen de los mercados financieros de los diversos países en pocos minutos y, en ese espacio corto de tiempo, pueden dar un vuelco drástico y espectacular al entorno económico de cualquier país en vías de desarrollo. Así ocurrió en la crisis de México de 1995; la del sureste asiático en 1997; la de Rusia en 1998 la crisis de Argentina en el año 2000 etc. Se estima que las operaciones  consistentes en compras y venta de moneda extranjera pueden llegar en un solo día a más de un billón de dólares 1´000.000.000.000. USA.

Por otro lado la globalización económica en el aspecto de producción laboral posibilita que cualquier producto pueda elaborarse en cualquier parte del mundo y venderse en cualquier otro, gracias a la innovación tecnológica, a los adelantos en los transportes y las facilidades de comunicación, a la libre circulación del capital. Todas estas ventajas y posibilidades que vemos en la globalización presenta a su vez puntos oscuros. No se trata pues, de bloquear el proceso de globalización sino de reorientarlo, de ordenarlo y guiarlo, respetando la democracia, es decir, el reparto de poder para que los diferentes agentes sociales puedan tomar libremente sus decisiones en este nuevo, dinámico y vasto escenario. [3]

También es verdad que el fenómeno de la globalización despierta temores. En los países ricos  el temor principal radica en que la globalización y la alta competitividad desenfrenada que ella provoca, lleven consigo a muchas trabajadores a la desocupación y a la pérdida de pensiones, de seguro de enfermedad y de vejez. Mientras en los países en vías de desarrollo (PVD) el temor consiste en quedar excluidos o dominados por nuevas entidades económicas multinacionales que no se responsabilizan ni responden a ningún poder político. Ante estas dificultades reales algunos proponen una nueva forma de gobierno global, que se organice una nueva economía mundial, en nuevos organismos que regulen y redistribuyan las grandes ganancias de los países más desarrollados en los países en vías de desarrollo. Esta nueva forma de gobierno debería estar basada en un sentido muy profundo de solidaridad, que se exprese en términos reales en colaboración tecnológica, prestación de capitales a muy bajo interés, ayudas humanitarias, etc. y que no quede excluido ningún país del progreso y del bienestar humano.

A la globalización como fenómeno mundial hay que responder con un tipo de “globalización solidaria y universal”, de manera que el proceso pueda ser visto como una promesa que avanza realmente y no como una promesa incumplida, que es la que sufren en estos momentos más de la mitad del género humano.

 

8.2.1.- Características de la globalización económica

La globalización económica que  hoy se deja sentir con más fuerza reviste las siguientes características.

1º.- La internacionalización de la producción y el desplazamiento rápido y masivo de la fabricación hacia los nuevos países del sur, con mano de obra más barata.

2º.- Las economías nacionales están cada vez más interrelacionadas, produciéndose la “unificación macroeconómica”. Esto significa que los factores determinantes  del ingreso y del empleo son cada vez más globales, menos nacionales, los patrones de producción y consumo son interdependientes; los mercados de bienes y servicios, capital, trabajo e instrumentos financieros están más integrados.

3º.- Una creciente y rápida movida del capital, sobre todo del capital internacional financiero.

4º.- Cambios en el conocimiento que han supuesto contar con comunicaciones más rápidas y eficaces.

5º.- Un rechazo de estructuras centralizadas en el poder y planificación desde el Estado.

La globalización económica es, sin duda, el resultado de expansión del capitalismo hasta los confines del planeta. Esta economía global es, por tanto, algo más que una economía internacional. Esta última respecta las soberanías y se limita a interrelacionar, mediante el comercio, la inversión, el crédito, las partes autónomas de un conjunto aún no integrado. La globalización en cambio supone no tanto la prolongación de ese proceso de interrelación como su transformación. La creciente integración de las partes constitutivas de la economía mundial confiere hoy a la globalización una dinámica que se escapa cada vez más del control de los Estados soberanos y libres. Algunas facultades propias de la soberanía, como la gestión de la moneda y de las finanzas públicas, han quedado muy mermadas. La rapidez con que, a raíz de la revolución en las telecomunicaciones, circulan por el mundo informaciones, imágenes, capitales, etc, ha hecho que las nociones de fronteras y de territorio soberano hayan quedado en muchos casos obsoletos.

 

8.2.2.- Principales causas de la globalización económica

Las tres principales causas de las globalización son:

1º.- La aceleración de los ritmos de apertura económica y de los intercambios de mercancías y servicios.

2º.- La liberación de mercados de capitales que ha integrado las plazas financieras y las bolsas de valores de todo el mundo.

3º.- La revolución de las comunicaciones y de la informática, que ha conectado el tiempo real con el espacio.

La globalización económica ha aprovechado al máximo el desarrollo explosivo de dos sectores considerados las columnas vertebrales de la sociedad moderna: los mercados financieros y los medios de comunicación.

 

8.2.3.- Cinco grandes cambios producidos por la globalización económica

1º.- La expansión de nuevas formas de producción. Estas nuevas formas de producción consisten en la desmaterialización y la desnacionalización de muchos productos y de sus procesos productivos. La desmaterialización de los productos significa que su valor añadido ha pasado a depender más los elementos inmateriales que llevan incorporados, como son: diseño del producto, imagen de marca; patentes, etc, que de la manipulación física de los elementos materiales que lo integran. Por ejemplo: en el precio de una coca-cola, hoy vale más la propaganda, la publicidad y la patente del invento que los elementos materiales que lo componen. Y así en muchos otros productos.

Cada vez podemos creer menos en lo de “Made in ...” porque los cambios recientes de las tecnologías de la información y de la comunicación y en los transportes han facilitado a las empresas la “división internacional” de los procesos productivos; existen muchos bienes para los cuales cada fase del proceso de producción puede realizarse en el país que más beneficios genera a la empresa.

2º.- Cambio en el mundo del trabajo. Hoy debido a las grandes tecnologías, los trabajadores se dividen en dos grandes categorías: los “trabajadores auto-programables” y los “trabajadores genéricos”, o dicho con palabras más sencillas: trabajadores superespecializados y trabajadores normales.

Los trabajadores auto-programables  son los que saben manejar las altas tecnologías y adaptarse continuamente a los cambios que éstas imponen, son los trabajadores que generan la parte más importante del valor añadido de los procesos y son difíciles de sustituir en la empresa. Los trabajadores normales realizan trabajos menos importantes y son fácilmente prescindibles a nivel individual. El resultado de esto ha sido el debilitamiento del poder de los trabajadores a la hora de reclamar su participación en la riqueza que la producción genera. Los resultados palpables de la globalización en el mundo del trabajo han sido, un aumento del paro, la desigualdad en los salarios de unos y otros trabajadores.

3º.- Tercer cambio. Cambio del mundo del capital. La propiedad del capital se ha hecho muy compleja. En primer lugar están los viejos ricos, cuya riqueza está ligada a la posesión del capital o de recursos naturales como tierras, viviendas, etc. Por otro lado están los nuevos ricos como el norteamericano Bill Gates, que no tienen capital ligado a recursos naturales, pero que han podido crear grandes empresas multinacionales gracias a la desmaterialización de los productos con los que trabajan.

Existen también los grandes monopolios de “Fondos de Inversión” en EEUU. Que cuenta con 90 millones de afiliados en diversas Compañía de Inversión [4]; alimentados por los ahorros de los trabajadores, pensionistas, sindicalistas jubilados, etc, que se convierten de esta manera en capitalistas, en una modalidad nueva y compleja, de la cual muchos de ellos no se dan cuenta. Estos fondos son gestionados por equipos especializados de financieros que mueven grandes cantidades de capital buscando rentabilidad a corto plazo, son muy especulativos y por lo tanto muy peligrosos. Como ejemplo relatamos el siguiente: en 1995 se movieron en un día en el mercado de capitales un billón y medio de dólares 1.500.000´000.000, cuando los pagos del comercio internacional en un día no sobrepasan los diez mil millones de dólares (10.000´000.000). Así pues, los capitales de los fondos de inversiones de pensionistas de jubilados corren a una velocidad 150 veces superior a lo que necesita la economía real.

4º.- Deterioro del medio ambiente. El modelo occidental de crecimiento occidental no es sostenible. Pero resulta que los medios de comunicación lo están transmitiendo a los países pobres como el modelo ideal y esto es irrealizable. Si todo el Tercer y Cuarto Mundo consume y vive como el Primer mundo el globo terráqueo se agotaría en menos de 50 años. El 20% de la población del Primer mundo (1.500 millones de personas) consume el 80% de lo que se produce en el mundo y el 80 % de los habitantes del mundo (4.500 millones de personas) consumen el 20% restante. Esta ecuación es insostenible desde cualquier punto de vista, hay que buscar un modelo de desarrollo sostenible.

5º.- Cambio fundamental del papel del Estado como agente económico que promueve el bien común y dirige la marcha del país. La función del Estado Nación que todos conocemos es puesto hoy día en tela de juicio, algunos dicen que es ya obsoleto, que su función está en camino de extinción. Hay que buscar formas nuevas de gobierno. Así, el modelo de mercado nacional ya no representa el punto central de la economía. Ahora todo el peso de la economía gira en el espacio mundial dominado por las grandes transnacionales. La globalización económica lleva, lenta pero inexorablemente, a una reducción de las competencias de las autoridades nacionales en materia monetaria, financiera y fiscal. El Estado Nación controla cada vez menos la macroeconomía de inversiones extranjeras, porque ésta se ha vuelto global, y aparece cada vez más despojado de soberanía real en este campo, al tiempo que se siente impotente frente al poder de los mercados financieros internacionales.

Una de las primeras características de las globalización económica es la “supremacía de la economía respecto de la política”. Ya no ocurre como en otros momentos de la historia, en los que la economía, las finanzas y la política formaban un bloque más o menos coherente, dirigido por el Estado, sino que esta relación se ha descompensado. Ahora hay una tendencia permanente de la economía a colonizar la política y domina en la sociedad un economicismo de laboratorio que no atiende a las exigencias de la política y a los costes sociales que ello implica. Un periodista español refiriéndose a uno de los mitos financieros modernos, estadounidense de origen húngaro George Soros, lo expresa muy bien,[5].

Por otra parte debemos comentar cómo aquellas instituciones Internacionales que se fundaron para procurar el desarrollo de los países más pobres como son el Fondo Monetario Internacional (FIM), y el Banco Mundial (BM), y el Banco Mundial para el Desarrollo, (BID), han obligado a los gobiernos de muchos países pobres no sólo a poner freno a la inflación pública, y a la deuda pública, sino que también obligan a los gobiernos a privatizar las empresas estatales y liberar la entrada de capitales o de empresas multinacionales. El pago de la deuda pública, en muchos países se ha hecho impagable y en otros es una carga tan pesada que impide el más mínimo desarrollo. Con estos mecanismos los ricos son cada día más ricos y los pobres cada día son más pobres. Y por ahora no se ve la vía de solución. A no ser la condonación de la deuda y la promoción de una solidaridad internacional. De lo contrario y si el mundo sigue como hasta ahora la injusticia va a ser cada vez mayor.

 

8.2.4.- La globalización tiene un carácter selectivo

En principio, se repite insistentemente que es necesaria una liberalización de todo y que alcance a todos los mercados en la creencia de que las corrientes libres del comercio, finanzas e información producirán el mejor resultado para el crecimiento y el bienestar humano. Pero luego este principio tan defendido en la teoría sufre verdaderas distorsiones  discriminatorias siguiendo el dictados y las disposiciones  de los Estados, de los Gobiernos más poderosos y de otras múltiples instancias que gozan de un poder equivalente. Piénsese en las asociaciones de los Fondos de Inversión de pensionistas en Estados Unidos, que capitalizan miles de millones de dólares en inversiones financieras en diversas partes del mundo. Estas inversiones multimillonarias quedan en manos de un Gerente general, de un consejo de dirección, que deciden invertir o desinvertir, allí donde a ellos más les interesa sin tener en cuenta el daño económico político y social que pueden realizar con este tipo de especulaciones financieras.

Esta forma de proceder neoliberal, o de fragmentación social, tiene como consecuencias un aumento de inestabilidad y de inseguridad de los ciudadanos en general y en su quehacer diario. Cuando en una democracia libre se llama a los ciudadanos a entrar en un proceso de elecciones generales, para elecciones presidenciales, etc, los candidatos políticos elegidos tienen poco, muy poco, o casi nada que decidir en el tema macro-económico y de desarrollo en el país. Nos gobiernan económicamente desde fuera. Esto, políticamente hablando, es una tragedia. Los ciudadanos no se sienten representados ni defendidos, ni promocionados por los políticos que han elegido, pues hay otras instancias económicas y extranjeras que deciden al margen de ellos. Entonces ¿para qué elecciones? ¿en qué queda la democracia? Si son otros, los forasteros los que deciden económica, social y humanamente los destinos del país. Este es uno de los problemas más graves en la vida política y social de los pueblos, sobre todo de aquellos tienen menos medios económicos y dependen casi exclusivamente de las inversiones extranjeras para poder crear puestos de trabajo y procurar el desarrollo del país.

 

8.2.5.- La globalización ha incrementado las desigualdades y la pobreza

Este carácter selectivo de la globalización acarrea, inevitablemente, un aumento de las desigualdades y de la pobreza. La globalización tiene ganadores y perdedores, acentuándose la tradicional tendencia a la discriminación entre países ricos y pobres: éste no es un fenómeno nuevo en la historia de la humanidad, aunque por un momento pareció de cambiar de sentido en el S. XX. Pero el hecho real es que la pobreza aparece con toda su crudeza en cerca del 80% de la humanidad (4.500 millones de personas humanas); vive en el desempleo masivo, o trabajo precario, salarios injustos con los que no se permite vivir ni con el mínimo necesario; mientras, los más ricos del mundo del 15% al 20%, (de 1500 millones a 1500 millones de personas humanas), cada día tienen más dinero y mejores medios para acceder a medios de producción y tener mejor nivel de vida. Tiene que haber unas reglas de juego internacionales que regulen estas desigualdades manifiestas.

Sin embargo, esta desigualdad cada día más grave no es intrínsecamente por culpa de la globalización en sí misma, sino de aquellos que se valen de la globalización para acaparar cada día más y más sin tener sentido de justicia y equidad con todas las masas pauperizadas. Hace falta que el proceso de la globalización sea controlado y sometido a criterios racionales que tengan en cuenta la equidad para todas las personas que formamos la humanidad. Esto exige trabajar contra la expansión de la pobreza que atenta contra la dignidad de la persona humana.

Cuando los estudiosos hablan de “países pobres” frente a “países ricos”, conviene no perder de vista que la pobreza es primeramente un problema de personas y grupos sociales, que está presente, si bien de forma desigual, en todos los países del mundo. La pobreza significa no sólo bajos ingresos, bajo consumo, sino también mala nutrición, mala salud, falta de poder adquisitivo, vidas más cortas, riesgo de vida, vulnerabilidad y miedo.

Los datos del Banco Mundial en el año 1998 afirman que el número de personas que viven con menos de 2 dólares diarios había pasado de 2.550 millones en 1987, a 2800 millones en 1998. Eso significa que la mitad de los habitantes del planeta viven en dramáticos niveles de pobreza. De los 2.550 millones 1.200 millones estarían viviendo en los márgenes mínimos de la vida, con menos de 1 dólar diario por persona. Según la FAO (organismo de la ONU sobre la alimentación en el mundo) seis millones de niños menores de 5 años mueren de hambre; y unos 200 millones de niños tienen problemas serios de crecimiento normal debido al hambre. Mientras tanto el 15 - 20% de los países más ricos gastan unos 300.000 millones de dólares al año en armas.

El aumento o la reducción de la pobreza varía según las regiones. En Asia Oriental, el número de personas que viven con menos de 1 dólar diario ha pasado de 418 millones de personas a 280 millones en 1998. China ha disminuido su pobreza de 305 a 212 millones de pobres. En el Sur de Asia y en el África subsahariana, junto con Latinoamérica y el caribe se ha pasado de 67 millones de personas a 79 millones de personas que viven con menos de 1 dólar diario. En los antiguos países comunistas llamados países del Este de Europa y de Asia Central, el número de personas que viven en la extrema pobreza, es decir, menos de 1 dólar diario, se ha pasado de 1,5 millones de personas a 24 millones de personas con hambre. Una última aclaración de todo ingente número de millones de personas, dentro del drama de la hambruna generalizada, los que más la padecen son las mujeres y los niños, junto a los enfermos.

Este aumento escandaloso de pobres de 255 millones de personas pobres entre ele año 1987 al 1998 sumado al número los 2.800 millones  = 3055 millones de personas pobres que viven por debajo de 2 dólares diarios, más el aumento en 16 millones de personas humanas  de los 1.200 millones de personas = 1216 de millones personas pobres que viven con menos de 1 dólar diario va en aumento cada vez más por la explosión demográfica, que ha pasado de 5.300 millones de personas en 1990 a 6.055 millones en el año 2000 y esta cifra irá en aumento pues para el año 2025 se calcula que en el planeta habrá unos 7.890 millones de personas y los ricos seguirán siendo cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Para el año 2025 habría que crear entre 35 y 40 millones de puestos de trabajo al año. A esto hay que añadir que los pobres cada vez producen menos productos agrícolas porque los países ricos sobreprotegen a sus agricultores nacionales con subvenciones millonarias e invaden sus productos básicos a nivel mundial.

Las diferencias entre ricos y pobres también se dan y aumentan en los países ricos. En EEUU, en el año 1966, el 20% más rico de la población poseía 7 veces más de renta per cápita que el 20% de renta más pobre. En 1992, esa relación era ya de 11 veces y sigue creciendo. De hecho hoy día el 1% de las familias más ricas de EEUU detentan el 39% de la riqueza total del país. A su vez los salarios de la clase media y su poder adquisitivo han ido decreciendo desde 1973 hasta el año 2000 en un 14%. Los que más han sufrido han sido los trabajadores de ingresos más bajos, cuyos salarios reales han caído más de un 20%. Los cambios tecnológicos, debido especialmente a la introducción de la informática, automatización, robotización y otros adelantos de la industria y el comercio en las empresas han contribuido a este deterioro de los salarios.

 

8.2.6.- Consecuencias económicas, sociales y políticas de la globalización

El primer dato que se connota estadísticamente es que la globalización mal aplicada ha hecho aumentar el grado de inestabilidad e inseguridad en las sociedades. Esto se origina por el fenómeno llamado “fragmentación”: la globalización, cuando no alcanza a todos por igual, trae no sólo desintegración en la sociedad sino además fragmentación, dividiendo a las comunidades, a las naciones, las regiones entre los que están integrados a la globalización y los que están excluidos.

Esta fragmentación social tiene como consecuencia un aumento de la inestabilidad y de la inseguridad de los ciudadanos en general. Entre sus manifestaciones puede mencionarse: las disparidades de ingreso “per capita” en aumento; la inseguridad en cuanto al empleo y al salario justo y bien remunerado; los vaivenes rápidos en la coyuntura económica, muy relacionados con la volatilidad financiera, hoy tan importante; la facilidad de contagio y amenaza de una recesión a escala mundial; el crecimiento de la delincuencia mundial, el crecimiento del tráfico de drogas, el comercio ilegal de la venta de armas de guerra, el tráfico ilícito de mujeres y niñas para la explotación sexual; la difusión del SIDA; los conflictos civiles y su nueva interacción con los negocios; la degradación del medio ambiente, como la tala indiscriminada de bosques. Todas estas cosas significan que la globalización aumenta las oportunidades de adelanto humano sin precedentes para algunos que tienen oportunidades de valerse de ella, pero a su vez reduce esas oportunidades para las grandes mayorías incidiendo en la inestabilidad y la inseguridad ciudadana.

La globalización bien aplicada está integrando la economía, la cultura, y la estructura de gobierno pero a la vez está fragmentando las sociedades. Impulsada por la fuerza de los mercados comerciales, la globalización en esta época procura fomentar la eficiencia económica; generar crecimiento y producir utilidades. Pero se equivoca en cuanto a las metas de la equidad en la aplicación de la justicia social, en la erradicación de la pobreza, y el realce de la seguridad humana. El que haya grandes masas de gentes sin trabajo ni posibilidad de trabajo origina habitualmente la delincuencia, el desorden público, el desorden de la sociedad. Estas premisas sociales no se pueden olvidar, por ello crear puestos de trabajo debidamente remunerados es una obligación principal de las Empresas privadas y del Estado en casos de emergencia.



[1] “Comprender la globalización” G. de la Dehesa, Alianza Edit. Pg 19.

[2] “La era de la información”. M. Castells, Pgs 119-120. Edit: Alianza Editorial, 1978.

[3] “La globalización económica” J. Arriola, pgs, 25-26: “La globalización no tiene por qué ser un fenómenos negativo. No es cierto que sólo a escala local se puedan resolver los problemas de la gente: la cuestión no es el tamaño de la economía, sino el reparto del poder para tomar decisiones. Si el proceso de globalización avanza desde la esfera financiera a la producción y distribución; de la economía a la política y a la cultura; sí “los de abajo” no están organizados para responder a escala global a estos desafíos, se facilita la centralización de poder en manos de quienes sí están participando activamente en la globalización: los grandes capitalistas, los tecnócratas internacionales, las burocracias de los organismos multilaterales”.

[4] En el periódico español “El País” del 16 de nov. del 2003, sección “Negocios”, pag 16, el periodista S. Pozzi comentaba desde Nueva York la noticia que en una de las Compañías de Fondos de Pensiones de EEUU, con más de 90 millones de afiliados, habían movido en las Bolsas de Valores de todo el Mundo, especialmente en Wall Sreet, 7 billones de dólares (7.000.000´000.000), con unas ganancias aproximadas de trescientos cincuenta mil millones (350.000´000.000) de dólares. Una de las 12 Compañías de Fondos de Pensiones e Inversión “Alliance Invest/Alliance Bernstein Capital” gestionó más de 480.000´000.000 millones de dólares. Hubo corrupción escandalosa en los dirigentes por  prácticas fraudulentas  de esta última Compañía y en un solo día los ahorristas retiraron 9.400.000.000 millones de dólares, por falta de confianza. El escándalo tiene su origen en dos prácticas de mercado detectadas en estas compañías conocidas como “late trading”, y “market timing” y que están terminantemente prohibidas. Los dirigentes de la Compañía fueron despedidos y sancionados inmediatamente por la Fiscalía General de Nueva York y por la Securiry and Exchange Commision. Esta es una pequeña anécdota del mundo capitalista en su más puro estilo.

[5] “El poder en el mundo”, J. Estefanía. Pgs: 45-46. “Los mercados votan cada día, obligan a los gobiernos a adoptar medidas ciertamente impopulares, pero imprescindibles. Son los mercados quienes tienen sentido de Estado. Esto es, son los mercados los que mandan. El poder fáctico por excelencia del S. XXI. El mercado como el gran regulador de la vida económica, el guía de los hombres y las sociedades que deben de adaptarse para sobrevivir”




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Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


Para acceder a las publicaciones de esta SERIE AQUÍ.



 





Catequesis del Papa sobre el discernimiento: 8. ¿Por qué estamos desolados?

 


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Plaza de San Pedro
Miércoles, 16 de noviembre de 2022

[Multimedia]

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días, bienvenidos!

Retomamos hoy las catequesis sobre el tema del discernimiento. Hemos visto lo importante que es leer lo que se mueve dentro de nosotros, para no tomar decisiones apresuradas, en la ola emocional del momento, solo para arrepentirnos cuando ya es demasiado tarde. Es decir, leer qué sucede y después tomar las decisiones.

En este sentido, también el estado espiritual que llamamos desolación, cuando en el corazón todo está oscuro, está triste, este estado de desolación puede ser ocasión de crecimiento. De hecho, si no hay un poco de insatisfacción, un poco de tristeza saludable, una sana capacidad de habitar en la soledad y de estar con nosotros mismos sin huir, corremos el riesgo de permanecer siempre en la superficie de las cosas y no tomar nunca contacto con el centro de nuestra existencia. La desolación provoca una “sacudida del alma”: cuando uno está triste es como si el alma se sacudiera; mantiene despiertos, favorece la vigilancia y la humildad y nos protege del viento del capricho. Son condiciones indispensables para el progreso en la vida, y, por tanto, también en la vida espiritual. Una serenidad perfecta, pero “aséptica”, sin sentimientos, nos hace deshumanos cuando se convierte en el criterio de decisiones y comportamientos. Nosotros no podemos no hacer caso a los sentimientos: somos humanos y el sentimiento es una parte de nuestra humanidad; sin entender los sentimientos seremos deshumanos, sin vivir los sentimientos seremos también indiferentes al sufrimiento de los otros e incapaces de acoger el nuestro. Sin considerar que tal “perfecta serenidad” no se alcanza por este camino de la indiferencia. Esta distancia aséptica: “Yo no me involucro con las cosas, yo tomo distancia”: esto no es vida, esto es como si viviéramos en un laboratorio, cerrados, para no tener microbios, enfermedades. Para muchos santos y santas, la inquietud ha sido un impulso decisivo para dar un giro a la propia vida. Esta serenidad artificial, no va, mientras que la sana inquietud es buena, el corazón inquieto, el corazón que trata de buscar camino. Es el caso, por ejemplo, de Agustín de Hipona o de Edith Stein o de José Benito Cottolengo o de Carlos de Foucauld. Las decisiones importantes tienen un precio que la vida presenta, un precio que está al alcance de todos: es decir, las decisiones importantes no vienen de la lotería, no; tienen un precio y tú debes pagar ese precio. Es un precio que tú debes pagar con tu corazón, es un precio de la decisión, un precio que hay llevar adelante, un poco de esfuerzo. No es gratis, pero es un precio al alcance de todos. Todos nosotros debemos pagar esta decisión para salir del estado de indiferencia, que nos abate, siempre.

La desolación es también una invitación a la gratuidad, a no actuar siempre y solo en vista de una gratificación emotiva. Estar desolados nos ofrece la posibilidad de crecer, de iniciar una relación más madura, más hermosa, con el Señor y con las personas queridas, una relación que no se reduzca a un mero intercambio de dar y tomar. Pensemos en nuestra infancia, por ejemplo, cuando somos niños, sucede a menudo que buscamos a los padres para obtener algo de ellos, un juguete, dinero para comprar un helado, un permiso... Y así los buscamos no por sí mismos, sino por un interés. Sin embargo, ellos son el don más grande, los padres, y esto lo entendemos a medida que crecemos.

También muchas de nuestras oraciones son un poco de este tipo, son peticiones de favores dirigidos al Señor, sin un verdadero interés por Él. Vamos a pedir, pedir, pedir al Señor. El Evangelio señala que Jesús a menudo estaba rodeado de mucha gente que lo buscaba para obtener algo, curaciones, ayudas materiales, pero no simplemente para estar con Él. Estaba rodeado de multitud y, sin embargo, estaba solo. Algunos santos, y también algunos artistas, han meditado sobre esta condición de Jesús. Podría parecer raro, irreal, preguntar al Señor: “¿Cómo estás?”. Y sin embargo es una manera muy hermosa de entrar en una relación verdadera, sincera, con su humanidad, con su sufrimiento, también con su singular soledad. Con Él, con el Señor, que ha querido compartir hasta el fondo su vida con nosotros.

Nos hace mucho bien aprender a estar con Él, a estar con el Señor sin otro fin, exactamente como nos sucede con las personas a las que queremos: deseamos conocerlos cada vez más, porque es hermoso estar con ellos.

Queridos hermanos y hermanas, la vida espiritual no es una técnica a nuestra disposición, no es un programa de “bienestar” interior que nosotros debemos programar. No. La vida espiritual es la relación con el Viviente, con Dios, el Viviente, irreductible a nuestras categorías. Y la desolación entonces es la respuesta más clara a la objeción que la experiencia de Dios sea una forma de sugestión, una simple proyección de nuestros deseos. La desolación es no sentir nada, todo oscuro: pero tú buscas a Dios en la desolación. En este caso, si pensamos que es una proyección de nuestros deseos, siempre seríamos nosotros quienes la programáramos, siempre estaríamos felices y contentos, como un disco que repite la misma música. En cambio, quien reza se da cuenta de que los resultados son imprevisibles: experiencias y pasajes de la Biblia que a menudo nos han entusiasmado, hoy, extrañamente, no suscitan ningún entusiasmo. E, igualmente de forma inesperada, experiencias, encuentros y lecturas a los que nunca se había hecho caso o que se prefería evitar ―como la experiencia de la cruz― dan una paz inmensa. No tener miedo a la desolación, llevarla adelante con perseverancia, no huir. Y en la desolación tratar de encontrar el corazón de Cristo, encontrar al Señor. Y la respuesta llega, siempre.

Frente a las dificultades, por tanto, nunca desanimarse, por favor, sino afrontar la prueba con decisión, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla. Y si escuchamos dentro de nosotros una voz insistente que quiere distraernos de la oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador; y no nos dejemos impresionar: simplemente, ¡hagamos precisamente lo contrario de lo que nos dice! Gracias.



Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20221116-udienza-generale.html

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Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2023


 Ascesis cuaresmal, un camino sinodal

 

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.  

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

Francisco



Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/lent/documents/20230125-messaggio-quaresima.html