P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VIII. JESÚS EN PEREA
(Diciembre año 29 - Abril año 30)
177.- CURACIÓN DE
DIEZ LEPROSOS
TEXTO
Lucas 17,11-19
Y sucedió que, de camino
a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea y, al entrar en un
pueblo, salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia
y, levantando la voz, dijeron: "¡Jesús Maestro, ten compasión de
nosotros!" Al verlos les dijo: "Id y presentaos a los
sacerdotes." Y mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose
curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en
tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra
Jesús y dijo: "¿No eran diez los que quedaron limpios? Los otros nueve,
¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este
extranjero?" Y le dijo: "Levántate y vete; tu fe te ha salvado."
INTRODUCCIÓN
Lucas vuelve a
decirnos por tercera vez que Jesús va camino a Jerusalén. Para Lucas, una vez
que Jesús deja Galilea, considera toda excursión apostólica como un encaminarse
a Jerusalén. Jerusalén era la meta definitiva de todo el apostolado de Cristo.
En esta
oportunidad, todavía no es inmediata su ida a Jerusalén. Parece más bien que el
Señor, después de descansar unos días en Efrem con sus discípulos, se encamina
de nuevo a Perea, y que, para bajar al valle del Jordán, en vez de seguir el
camino más breve por Jericó, sube hacia el norte, hacia la llanura de Esdrelón,
y, cruzando los montes de Gelboe, llega a su destino.
La planicie de
Esdrelón era el límite entre Samaría y Galilea. En esta planicie había algunas
pequeñas ciudades limítrofes entre ambas regiones. Al entrar o salir de una de
ellas es cuando sucede el hecho que nos narra el Evangelista. En las afueras de
la ciudad se encontraban diez leprosos; tenían que vivir fuera de las
ciudades, y a veces vivían agrupados. El hecho de ser un lugar común a Galilea
y Samaría explica por qué entre los leprosos se hallaba uno que era
samaritano. No podían acercarse a las personas; por eso desde lejos le gritaban
al Señor que tuviese compasión de ellos. y el Señor atiende a su súplica; les
dice que se presenten a los sacerdotes, que eran los que tenían que certificar
su curación, y mientras van de camino quedan todos curados. Y uno solo, el samaritano,
vuelve para dar gracias al Señor.
MEDITACIÓN
1) El milagro
Una vez más, el
Señor muestra su infinito poder y su infinita misericordia con estos diez hombres
que además de su terrible enfermedad tenían que vivir separados de toda
convivencia humana y eran considerados como malditos de Dios, ya que su enfermedad
era considerada como un castigo de sus pecados.
No sabemos el
grado de fe que tendrían en Jesús. Habrían oído hablar de él como de alguien
que obraba milagros y curaba enfermedades. El hecho es que se dirigen a él,
llamándole Maestro, y le piden su sanación. Jesús les responde inmediatamente
y les dice que se presenten ante los sacerdotes. Iba a realizar el milagro;
pero su sanación tenía que estar confirmada por los sacerdotes, para que
pudiesen incorporarse a la vida social y dejasen de ser proscritos y
marginados por todos. Y de camino hacia los sacerdotes, los diez leprosos;
quedan curados de la lepra. Se les caería la carne sucia y podrida de lepra y
aparecería en ellos carne nueva, limpia, como nunca la habían visto.
Es de suponer la
inmensa alegría que experimentarían los diez leprosos. Habían vuelto a la nueva
vida de personas normales y que ya podían convivir con los demás. Pero
solamente de uno se nos dice que volvió inmediatamente adonde el Señor se
encontraba, para darle gracias.
2) Acción de gracias del leproso samaritano
En el milagro que
hace Jesús se encierra una enseñanza muy importante sobre la ingratitud. De los
diez leprosos curados, solamente hay uno que vuelve para dar gracias al Señor.
El samaritano, al sentirse curado, comienza a glorificar a Dios, pero al mismo
tiempo cae en la cuenta de la transcendencia de Jesús, su bienhechor, el que le
ha hecho el milagro de la sanación. Y decide volver a él para darle gracias y
manifestarle su fe en él.
Lo más importante
para aquel samaritano no fue la curación del cuerpo, sino que a través de esa
curación llegó a la fe en Cristo, y en esa fe encontró también la salvación de
su alma.
Todos los milagros
que realizó el Señor no eran meros hechos de curaciones del cuerpo; el Señor
quería que por medio de ellos se suscitase la fe en él y que mediante esa fe el
milagro se convirtiese en un hecho de salvación moral y espiritual del alma.
Por eso el Señor, en muchos de los milagros que realiza, cuando él conoce que
el que ha recibido el don del milagro simultáneamente ha tenido una verdadera
experiencia de fe y de salvación, completa su obra de misericordia diciéndole
"Tu fe te ha salvado". Es lo que hace con el samaritano leproso que
está postrado a sus pies con su corazón lleno de gratitud y de fe hacia el
Señor: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado." (Cfr. Lc 5,20; 7,50;
8,48; 18,42).
Y con respecto a
los otros nueve leprosos también curados, el Señor muestra una actitud de
reproche. Ellos también habían recibido la gracia del milagro, pero no supieron
profundizar en la fe al Señor, y no sintieron la necesidad de volver para darle
gracias por el beneficio recibido. Para ellos el milagro no constituyó un hecho
de salvación, una experiencia de encuentro con el Hijo de Dios, el Salvador de
los hombres. Perdieron la oportunidad de oír de labios de Cristo: "Tu fe
te ha salvado".
Y es una lección
que debemos aplicar a toda nuestra vida. Continuamente estamos recibiendo
muchos beneficios del Señor. Esos beneficios deben ser motivo para incrementar
cada vez más nuestra fe en él y darle continuamente gracias. Nuestra fe y acción
de gracias por los beneficios recibidos atrae nuevos y mayores beneficios de
la bondad y misericordia del Señor. Nuestra continua acción de gracias es el
medio más eficaz para continuar recibiendo las gracias del Señor, y recibir en
plenitud la verdadera salvación.
Tiene también su
significado en el pasaje que estamos meditando, que fuese precisamente un
samaritano, excomulgado por los judíos, el que volviese a dar gracias y
recibiese la salvación de Cristo. Cristo nos quiere enseñar que cualquier hombre,
de cualquier raza y condición, puede llegar a la salvación si sale a su encuentro
con verdadera fe.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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