170. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Parábola del Mayordomo sagaz

 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


VIII. JESÚS EN PEREA

(Diciembre año 29 - Abril año 30)

170.- PARÁBOLA DEL MAYORDOMO SAGAZ

TEXTO

Lucas 16, 1-8

Decía también a sus discípulos: "Era un hombre rico que tenía un admi­nistrador a quien acusaron ante él de malbaratar su hacienda; le llamó y le dijo: ‘¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir administrando’. El administrador se dijo a sí mismo: ‘¿Qué haré, pues mi señor me quita la administración? Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya se lo que voy a hacer, para que cuando sea removido de la administración me reciban en sus casas’. Y convocan­do, uno por uno a los deudores de su señor, dijo al primero: ‘¿Cuánto de­bes a mi señor?'. Respondió: 'Cien medidas de aceite.’ El le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y escribe cincuenta.' Después dijo a otro: ‘Tú, ¿cuánto debes?’ Contestó: 'Cien cargas de trigo.' Dícele: 'toma tu re­cibo y escribe ochenta. 'El señor alabó al administrador injusto porque ha­bía obrado astutamente, pues los hijos de este mundo son más astutos para sus cosas que los hijos de la luz."


INTRODUCCIÓN

Algunos autores extienden la parábola hasta el versículo 13, y la aplican al uso de los bienes materiales; pero parece mucho más claro considerar la parábola en sí misma desde el versículo 1 al versículo 8, y referirla a la manera de actuar de los hijos del mundo y los hijos de la luz. Las ense­ñanzas que el Señor da a continuación sobre el uso del dinero pueden interpretarse como una segunda aplicación de la parábola o, como otros prefieren, como enseñanzas que tienen vigencia por sí mismas aún prescindiendo de la parábola.

MEDITACIÓN

Es una parábola que puede parecer paradójica. Nos encontramos con un mayordomo que es acusado ante su amo de dilapidar sus bienes y, por ello, es despedido. Pero antes de entregar las cuentas, el mayordomo hace una última jugada tan inmoral como astuta: llama a los acreedores de su amo y les rebaja las deudas contraídas con él falsificando los recibos. De esta ma­nera, piensa el mayordomo, el día de mañana, cuando se encuen­tre despe­dido y sin trabajo, encontrará gente que le ayudará en agradecimiento por el favor que les ha hecho. Y el amo -comenta el Evangelio- elogió la astu­cia de este mayordomo. Reconoce que la trampa que le ha hecho es inteli­gente y sagaz.

Algunos preguntan: ¿Cómo puede el Señor elogiar un acto de robo, un acto tan claramente inmoral? Esta pregunta supone que no se ha entendido la parábola. Es clarísimo que Jesús no está elogiando el acto inmoral del robo: es una sucia jugada, es un pecado de un "hijo de este mundo". Pero este mayordomo demuestra que se afana por todos los medios para conse­guir su bienestar económico y su seguridad material en la vida. Y aquí viene la comparación con "los hijos de la luz". Los hijos de la luz son los creyentes, y estos 'hijos de la luz" no luchan con tanto afán por los bienes de su alma, como los "hijos del mundo" luchan por sus bienes materiales. Este es el sentido fundamental de la parábola. Y esta enseñanza de Cristo tiene una gran actualidad. Ciertamente que los "hijos de este mundo", los apegados a las riquezas, a los placeres, a todos los bienes terrenos, se es­fuerzan mucho más para conseguir sus ideales materialistas y hedonistas que "los hijos de la luz", los cristianos, por incrementar sus bienes espiri­tuales, su vida de gracia, su entrega al Señor. Igualmente, aquéllos luchan mucho más por propagar sus ideologías y sus "códigos morales", que los creyentes por propagar el Reino de Dios.

Es toda una exhortación a los creyentes para que crezcan en su entusiasmo y en su acción por vivir su fe y por extender el Reino de Dios. El Señor quiere que en el problema de la salvación del alma y en la propagación de su Reino, los cristianos empleen toda su inteligencia, todo su esfuerzo y todos los medios posibles, buenos y honestos, que estén a su alcance; así es como obran los "hijos del mundo" en sus negocios materiales y en su lucha por hacer triunfar sus ideales humanos de ambición, honores, rique­zas, placeres.

Por supuesto, "los hijos del mundo" usarán para sus fines medios comple­tamente inmorales; el cristiano sólo debe usar los medios honestos y evan­gélicos que están a su disposición.

Cuánto cambiaría la imagen de la Iglesia, la imagen de los cristianos, si se cumpliese con la enseñanza del Señor. En todas partes falta mucho entu­siasmo por vivir la fe y muy poca preocupación por extender el Reino de Dios. Y si los "hijos del mundo" muestran ese entusiasmo y esa actividad para conquistar el mundo, tratándose solamente de bienes efímeros y bie­nes engañosos que se convertirán en su propia condenación; con cuánta mayor razón "los hijos de la luz" deberán sentir el entusiasmo y deberán motivarse a la acción tratándose de bienes eternos que traen la felicidad verdadera, y de conquistar el mundo para Cristo.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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