ESPECIAL DE NAVIDAD


 

¡FELIZ NAVIDAD!

Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.

Jn. 1, 14


Feliz Navidad

No es Feliz como ‘sin problemas’.
Ni que la vida sea fácil, ni vivir una quimera.
La dicha no es vegetar en un jardín hermoso
donde cada fruto es exquisito y hay aroma de júbilo.
Que todo eso son visiones de falsos profetas
o miradas de ave de paso,
que sobrevuela la tierra sin llegar a posarse en el suelo de lo concreto.

Feliz Navidad, es la alegría asustada de la mujer que arriesga,
y la confianza serena del receptor de la promesa.
Es el entusiasmo incierto de los peregrinos en ruta,
tras una estrella.
Es la emoción humilde de los excluidos,
testigos hoy del milagro.
Y es el gozo lúcido de Dios encarnado en niño,
cuando empieza a vaciarse por completo.
Esa fiesta celebramos,
esa historia compartimos,
esa promesa anhelamos:
Feliz Navidad.

(José María Rodríguez Olaizola, jesuita)





Navidad








Para orar en Navidad
Enlaces a Rezando voy








*Feliz Navidad - Texto de apoyo - Rezandovoy

ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO A - 4° SEMANA


 
Que ya estabas aquí

Dicen que vienes,
y siempre es tiempo, pues te esperamos
en la tierra sedienta de milagros,
en la duda que nos muerde,
en el sollozo ajeno
que estremece
e inquieta.
Te esperamos en el fracaso
que nos derriba,
y en el triunfo
(que no nos vuelva islas distantes),
en el perdón que se nos escapa,
en la calma que no alcanzamos.
Te acercas
en el vendaval que a veces nos sacude,
en el arrumaco que nos aquieta.
Te nos llegas, sorprendente.
Desbordas
nuestra espera de palabras nuevas
con respuesta eterna.
Y estás muy dentro
y muy fuera.
Vienes volviéndolo todo del revés,
puerta imprevista
a un cielo de pobres y pequeños,
hombro en que se recuestan
los heridos, los culpables,
los enfermos.

Ya, Señor,
Dios-con-nosotros,
Dios nuestro.

(José María Rodríguez Olaizola, jesuita)









IV Domingo de Adviento - A: El sueño de San José

 


CUARTO domingo de Adviento (ciclo A). El sueño de san José.
Compartimos la reflexión del P. Adolfo Franco, jesuita

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Doctrina Social de la Iglesia - 48. La Globalización V

 


P. Ignacio Garro, jesuita †


8. LA GLOBALIZACIÓN

Continúa...


8.8.- El apoyo del neoliberalismo económico: del ser al deber ser

Pero según los entendidos, ni las estrategias político-comerciales son suficientes para explicar en toda su amplitud el fenómeno de la globalización. Todo ello no hubiera ocurrido así sin el impulso ideológico que ha recibido de las teorías económicas neoliberales. El neoliberalismo ha convertido lo que era un hecho masivo y pluridimensional, en un ideal y un horizonte hacia el que encaminar toda la sociedad mundial.

Ahora bien, no hay que pensar que el neoliberalismo es solamente un propuesta económica sobre las ventajas del mercado para regular la economía y sobre la necesidad de reducir las dimensiones y las funciones del Estado. El liberalismo, lo sabemos, es partidario de que las funciones del Estado sean mínimas, que participe lo menos posible con sus empresas estatales en el comercio, en la industria, etc, a lo máximo que regule ampliamente estas áreas pero que no sea el Estado el que entra en el mundo de la Empresas ni del comercio. Todo este mundo pertenece a la Empresa libre y privada. En el sistema neoliberal se asigna una relevancia notable a la libertad individual, al libre comercio y a la competitividad. Con esto estamos pasando, imperceptiblemente, de los aspectos económicos de la globalización a la transformación cultural que ello lleva consigo.

El neoliberalismo no es un cuerpo de doctrinas homogéneas, sino más bien una tendencia intelectual y política en las que priman las actuaciones económicas de los agentes individuales sobre las acciones políticas de sociedad organizada, ya sean grupos políticos formales o informales, como gremios, asociaciones, etc. Por  eso promueve todo lo que garantice la libertad de acción de estos agentes individuales, y defiende con vigor la propiedad privada de los medios de producción, la apropiación de las ganancias y el mantenimiento asegurado de los patrimonios.

 

8.8.1.- Consecuencias de la globalización. Indicadores de graves injusticias en la actual  “aldea global”.

Nadie negará que la globalización ha facilitado los intercambios entre los pueblos: ante todo, los económicos, comerciales y financieros; y también los culturales y humanos y por lo tanto sociales y políticos. Hoy las oportunidades para todos son, en principio, mucho más abundantes que antes y a la vez hay que reconocer que hasta ahora la globalización ha desencadenado prevalentemente desajustes, divisiones, dividiendo el mundo actual en “conectados” y “desconectados”; entre los que tienen acceso relativamente fácil a las nuevas tecnologías y los que quedan excluidos de las mismas.

El peligro de la globalización, radica, sobre todo, en que ella sirva y potencie sólo a los “conectados”, es decir, a los más ricos y fuertes, ya sean pueblos o personas, y olvide a los “desconectados”, o sea, a los más débiles y pobres, ya sean personas o países enteros. La globalización tiene un fallo humano principal y es que por ahora adolece de solidaridad, es decir, no es solidaria, pero no por el método, o la forma, sino por los que la usan de manera unilateral e insolidaria. Esta insolidaridad por su propio mecanismo lleva a que cada vez haya más diferencias y separación entre los países ricos y los países pobres.

El día que la humanidad tenga mecanismos de controlar oportuna y equilibradamente este proceso de globalización, las posibilidades de progreso en términos de eficacia, organización, productividad, difusión conocimientos, de mejora del nivel de vida y de aproximación cultural y humana entre los pueblos, sus aplicaciones son ilimitadas. Los riesgos de la globalización son: “homogeneización” cultural y sociológica empobrecedora (todos querrán vivir  como viven las culturas dominantes: EEUU; Europa, Japón, etc) desapareciendo la peculiaridad, riqueza y diversidad de las culturas indígenas y autóctonas; en el ámbito intelectual racional el “uniformismo” en la forma de pensar es el denominado “pensamiento único”. Es decir, hay que aceptar las ideologías dominantes del neocapitalismo liberal, creando una masificación despersonalizante, excluyendo toda originalidad y creatividad de los pueblos autóctonos y libres y, sobre todo, exclusión de los pueblos pobres de la participación de los bienes universales de la tierra.

En el nivel económico hay una predominancia del pensamiento neocapitalista en el que el dinero, las ganancias, son más importantes que las personas que las crean. La aplicación de la globalización ha facilitado una mayor y mejor productividad pero no ha redistribuido equitativamente la riqueza con los más necesitados, al contrario ha ayudado a los más ricos a que sean cada vez más ricos con subsidios y ayudas en el área agrícola, industrial, etc, como ocurre con los agricultores de EEUU, Europa y Japón.

Mirando la actual situación económica y social mundial con los “ojos de los de abajo”, que han quedado al margen del bienestar, se habla de la “glocalización”, [1] que es preservar la propia identidad local, personal y comunitaria en medio de un mundo globalizado, es decir, tomar lo mejor de la globalización en el ámbito de las técnicas informáticas y de las técnicas del conocimiento y vivir el propio desarrollo y progreso sin perder la identidad de lo que es propio de una persona, de un grupo social o económico.

A pesar de todo lo expuesto y tal y como funciona hoy día el sistema mundial. ¿No sería más razonable hablar de “conquista” de la ideología neocapitalista que de “globalización” como intercambio de conocimiento, cultura y bienestar? ¿O no podríamos pensar más bien que a la ideología neoliberal y capitalista le viene muy bien el proceso de globalización con su ideología neocapitalista para dominar más sutilmente todo el Tercer Mundo y Cuarto Mundo? ¿Y qué tal vez por eso la promueven tanto? Pues, a mayor globalización (de los países ricos) mayor dominio sobre los países pobres. Los expertos en esta materia piensan que la solución podría estar en un término medio, en espera de mejores soluciones históricas, es decir, vivir en la “globalización” aprovechando todas los avances que nos proporciona, sin perder la identidad con las características múltiples que puede ofrecer la “glocalización”.

Por ello el proceso imparable de la globalización exige un discernimiento ético muy serio, que sepa poner en el centro del proceso a la persona humana, que sepa respetar el medio ambiente, es decir, crear un desarrollo autosostenible, sin eliminar grandes extensiones de selvas, talas de bosques, etc, y promoviendo más bien un desarrollo equilibrado, autosostenible y justo de todos los pueblos. Urge construir una estrategia positiva y eficaz para hacer que la globalización esté al servicio de todo el hombre, y no solamente de aquel que los filósofos llaman “homo oeconomicus”, hombre consumidor, compulsivo en adquirir cosas, para el que lo importante es comprar, tener objetos, ser propietario de ... cosas, olvidándose de los demás hombres que le rodean que carecen de lo más necesario para vivir dignamente.

Lo que importa de verdad es globalizar también los derechos humanos y sociales y la justicia social, la emigración pudiendo cualquier ciudadano del mundo emigrar libremente a cualquier país del mundo. El gran reto para la globalización, que deben de fomentar los países ricos, es procurar y conseguir el verdadero desarrollo humano, económico, cultural y social de todos los pueblos. No olvidemos, como hemos dicho anteriormente, que sólo el 20% de la humanidad (1.200 millones de personas) participa de este proceso de globalización efectiva, ¿dónde queda el 80% de la población mundial (4.800 millones de personas) restante?. [2]

Si pretendemos que la globalización sea algo más que un simple término retórico, resulta imprescindible desarrollar, sin reparar en el coste, el concepto de “interdependencia”, es decir, todos dependemos de todos. Todos necesitamos de todos. Empresas, trabajadores, agricultores, sindicatos, asociaciones culturales, colegios de abogados, arquitectos, universidades, la Iglesia Católica y otras denominaciones religiosas, asociaciones comunales, municipales, partidos políticos, gobiernos locales y gobiernos nacionales, dentro de un concierto mundial, todos, debemos sentirnos miembros de una misma familia humana y hacer propia la necesidad ajena configurando un único Bien Común, el Bien de la Humanidad.

Acabemos este apartado con las palabras de J. Pablo II en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 1 de enero de 1998, al afirmar: “La globalización de la economía y de las finanzas es ya una realidad y siempre más claramente va recogiendo los efectos de los rápidos progresos ligados a las nuevas tecnologías informáticas. Nos encontramos en el umbral de una nueva era, que conlleva grandes esperanzas e interrogantes inquietantes, ... Es necesario no perder nunca de vista la persona humana que debe ser puesta en el centro de todo proyecto social, ... El desafío, ciertamente, es el de asegurar una globalización en la solidaridad, una globalización sin dejar a nadie al margen”. [3]

 

8.9.- Algunos principios de la DSI aplicables al fenómeno de la globalización    

Seleccionamos tres puntos mutuamente complementarios. El primer principio es más genérico: la prioridad de la persona humana. El segundo más directamente relacionado con la economía. El tercero se refiere más propiamente a la dimensión mundial de la economía y de las discriminaciones y desigualdades que en ella se originan

8.9.1.- Prioridad de la persona humana

Que la persona humana es principio, sujeto y fin de todas las actividades e instituciones sociales y, específicamente de las socioeconómicas, quedó ya afirmado en el Conc. Vat II, y está en el núcleo central de la doctrina de J. Pablo II como un principio que ha de presidir cualquier consideración de los hechos económicos en relación con la persona humana.

Estos tres términos: la persona como sujeto, medio y fin, merecen  alguna explicación para que no se interprete como una pura acumulación retórica de palabras sin sentido:

- La persona como sujeto: el primer principio que ha de regir “la globalización es que es un hecho humano, y por ello, a priori la globalización no es ni buena ni mala. Será lo que la gente quiere que sea”, (Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias sociales, 27 abril, 2001); “es un signo claro de los tiempos y por lo tanto no es intrínsecamente perversa sino que constituye un reto moral en el que hay que descubrir los aspectos positivos y evitar los negativos”, (Discurso en el Congreso Universitario, 9 de abril, 2001; por lo tanto la globalización por tratarse de un hecho humano los principios que han de orientarla habrá que buscarlos en la persona humana y en los principios que regulan las relaciones sociales humanas teniendo como fin el bien común. Por lo tanto el ser humano tiene que tomar parte activa en la vida de la sociedad en todas sus manifestaciones, sin resignarse a ser sólo beneficiaria de la acción del  Estado, por muy positiva que ésta sea para los ciudadanos.

- La persona como medio:  es la persona humana la que ha  de dar sentido  a todas las actividades humanas y sociales, ya sean culturales, sociales económicas, políticas o de cualquier otra índole. Esto lo dejó bien claro la encíclica “Pacem in terris”, en la que los derechos humanos son presentados como base de una convivencia pacífica, en justicia, tanto en el nivel nacional como internacional. La prioridad de la persona, se concreta en subordinar todo el orden social y las actividades que en él se desarrollan a la efectiva realización de los derechos humanos como derechos universales.

 - La persona humana como fin: El primer principio que ha de regir la globalización “es el valor inalienable de la persona humana, fuente de todos  los derechos y de todo orden social. El ser humano ha de ser siempre un fin y nunca un medio, un sujeto personal y no un objeto, y tampoco un producto comercial”, (Discurso a la Academia Pontificia de Ciencias sociales, 27 abril, 2001). Por lo tanto el fenómeno de la globalización no es el fin de la economía sino la persona humana es el fin. Aunque nadie duda de este orden de medios a fines, en la práctica es frecuente que las cosas se organicen de forma bien diferente.

Por eso la encíclica “Laborem exercens” resalta la prioridad del trabajo humano sobre la importancia del capital. Sin embargo en el contexto de globalización de hoy se da prioridad principal al capital y no al trabajo humano. Es el capital el que impone las leyes, reglas de juego, intereses comerciales etc, en detrimento del trabajo humano. Se produce así una subordinación total de toda la actividad económica a los dictados de la eficiencia económica y financiera, es decir lo importante es ganar dinero, y cuanto más y más mejor.

8.9.2.- Un modelo mixto de economía

La DSI fue siempre enemiga de cualquier sistema totalitario, ya sea del totalitarismo estatal socialista y comunista como del totalitarismo del capitalismo salvaje. Por eso se opuso con todo vigor al socialismo en sus formas más radicales al final del S. XIX y comienzos del S. XX. Pero tampoco aprobó las reglas de juego que proponía el capitalismo salvaje.

Esto explica que desde los comienzos del S. XIX hasta los bien entrados del S. XX los documentos oficiales de la Iglesia mantuvieran una postura muy crítica respecto a ambos sistemas. No es extraño que emprendiese la búsqueda de una vía alternativa capaz de eliminar lo que más rechazaba de uno y otro sistema. Por eso tanto las encíclicas “Rerum novarum” (1891), como “Mater et magistra” (1961) vieran con buenos ojos la evolución que se produce en el socialismo y en el capitalismo hacia un modelo mixto de economía, que rechace los aspectos injustos y totalitarios y aprueba en buena armonía lo mejor de cada sistema. Y “Mater et magistra” dice: “Como tesis inicial, hay que establecer que la economía debe ser obra, ante todo, de la iniciativa privada de los individuos, ya actúen por sí solos, ya se asocien entre sí de múltiples maneras para procurar sus intereses comunes.

Sin embargo, por las razones que ya adujeron nuestros predecesores, es necesaria también la presencia activa del poder civil (el Estado, legítimamente constituido) en esta materia, a fin de garantizar, como es debido, una producción creciente que promueva el progreso social y redunde en beneficio de todos los ciudadanos”, M et M nº 51-52.

La necesidad de esta presencia simultánea y complementaria de la iniciativa privada y la autoridad pública del Estado queda refrendada por la experiencia histórica. Esta apuesta de la Iglesia por un sistema mixto se ha mantenido hasta Juan Pablo II, que lo vuelve a proponer como el mejor sistema, tanto para los países que salen del colectivismo comunista cuanto para los que luchan por superar el  subdesarrollo.

Por eso podemos afirmar: La complementariedad entre la iniciativa privada y una instancia que vigile y cuide los intereses generales seguirá siendo necesaria a escala planetaria, aunque las dificultades para arbitrar fórmulas concretas y operativas van a ser ahora muy superiores.

8.9.3.-  Desarrollo integral y solidario

Es en el Conc. Vat. II donde se aborda el concepto de desarrollo como categoría ética con implicaciones sociopolíticas y económicas. Sus exigencias se formulan frente a las tendencias dominantes de la época: por una parte a confundir desarrollo como mero crecimiento económico; por otra, a promover el desarrollo económico sin prestar atención a los efectos sobre  los países más pobres. También la “Gaudium et Spes” formula con precisión las dos exigencias de todo desarrollo que aspire a llamarse humano: que sea desarrollo de toda la persona (integral) y que este desarrollo no se haga con unos a costa de otros, (que sea solidario). “Populorum progressio”, nº 20-21 también aclara bien el tema y finalmente J. Pablo II en “Sollicitudo rei socialis”, toca el tema del de una visión cristiana del desarrollo. Para ello recurren a la fe cristiana en la creación y en la salvación. Creación y salvación en Cristo, SRS, nº 30-31.



[1] Filósofo alemán Ralf Dahrenddorf, entrevista, periódico el País, 20 nov. 2003.

[2] En un cálculo aproximado por técnicos en demografía y calidad de vida del PNUD, (Organismo de la ONU), en el año 2000, a nivel mundial, de estos 4.800 millones de personas aproximadamente 800 millones, viven en Países en Vía de Desarrollo (PVD) con una renta media entre 10 y 15 dólares diarios por persona; otros 700 millones, también en PVD con renta baja entre 4 y 8 dólares diarios por persona; otros 1.500 millones viven en países pobres con una renta muy baja de 2 dólares diarios por persona; otros 1.000 millones con renta mínima de 1 dólar diario por persona; y 800 millones con una renta miserable de menos de 1 dólar diario por persona.

[3] J. Pablo II, XXXI. Mensaje para la jornada Mundial de la Paz, 1998, 3 , en AAS, 90,(1998) 147-156.


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Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.


Para acceder a las publicaciones de esta SERIE AQUÍ.



 


Catequesis del Papa sobre el discernimiento: 12. La vigilancia


PAPA FRANCISCO

AUDIENCIA GENERAL

Aula Pablo VI
Miércoles, 14 de diciembre de 2022

[Multimedia]

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Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Entramos en la fase final de este recorrido de catequesis sobre el discernimiento. Iniciamos por el ejemplo de san Ignacio de Loyola; después consideramos los elementos del discernimiento —es decir, la oraciónel conocerse a uno mismoel deseo y el “libro de la vida”—; nos detuvimos en la desolación y la consolación, que forman la “materia”, y así hemos llegado a la confirmación de la decisión tomada.

Considero necesario incluir en este punto la referencia a una actitud esencial para que no se pierda todo el trabajo realizado para discernir lo mejor y tomar la decisión correcta, y esta sería la actitud de la vigilancia. Nosotros hemos hecho el discernimiento, consolación y desolación; hemos elegido una cosa… todo va bien, pero ahora vigilar: la actitud de la vigilancia. Porque de hecho hay un riesgo, como hemos escuchado en el pasaje del Evangelio que se ha leído. El riesgo es que el “aguafiestas”, es decir, el Maligno, puede arruinarlo todo, haciéndonos volver al punto de partida, es más, a una condición aún peor. Y esto sucede, por eso es necesario estar atentos y vigilar. Por eso es indispensable estar vigilantes. Por tanto, hoy me ha parecido oportuno destacar esta actitud, que todos necesitamos para que el proceso de discernimiento llegue a buen término y permanezca ahí.

En efecto, Jesús en su predicación insiste mucho en el hecho de que el buen discípulo está vigilante, no se duerme, no se deja llevar por la excesiva seguridad cuando las cosas van bien, sino que permanece atento y preparado para hacer el propio deber.

Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas, Jesús dice: «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos» (12,35-37).

Vigilar para custodiar nuestro corazón y entender qué sucede dentro. Se trata de la disposición del alma de los cristianos que esperan la venida final del Señor; pero se puede entender también como la actitud ordinaria que hay que tener en la conducta de vida, de forma que nuestras buenas decisiones, realizadas a veces después de un arduo discernimiento, puedan proseguir de forma perseverante y coherente y dar fruto.

Si falta la vigilancia, es muy fuerte, como decíamos, el riesgo de que se pierda todo. No se trata de un peligro de tipo psicológico, sino de tipo espiritual, una verdadera insidia del espíritu malo. Este, de hecho, espera precisamente el momento en el que estamos demasiado seguros de nosotros mismos, ahí está el peligro: “Estoy seguro de mí mismo, he ganado, ahora estoy bien…” este es el momento que el espíritu malo espera, cuando todo va bien, cuando las cosas van “como la seda” y tenemos, como se dice, “el viento en popa”. De hecho, en la pequeña parábola evangélica que hemos escuchado, se dice que el espíritu impuro, cuando vuelve a la casa de la que había salido, «la encuentra desocupada, barrida y en orden» (Mt 12,44). Todo está bien, todo está en orden, pero ¿el dueño de la casa dónde está? No está. No hay nadie que la vigile y que la custodie. Este es el problema. El dueño de la casa no está, ha salido, se ha distraído; o está en casa, pero dormido, y por tanto es como si no estuviera. No está vigilante, no está atento, porque está demasiado seguro de sí y ha perdido la humildad de custodiar el propio corazón. Debemos custodiar siempre nuestra casa, nuestro corazón y no estar distraídos… porque aquí está el problema, como decía la parábola.

Entonces, el espíritu malo puede aprovecharse y volver a esa casa. Pero el Evangelio dice que no vuelve solo, sino junto a otros «siete espíritus peores que él» (v. 45). Una mala compañía, una banda de delincuentes. Pero —nos preguntamos— ¿cómo es posible que puedan entrar tranquilos? ¿Por qué el dueño no se da cuenta? ¿No había sido tan bueno al hacer el discernimiento y a expulsarlos? ¿No había recibido también las felicitaciones de sus amigos y de los vecinos por esa casa tan hermosa y elegante, tan ordenada y limpia? Sí, pero quizá precisamente por esto se había enamorado demasiado de la casa, es decir, de sí mismo, y había dejado de esperar al Señor, de esperar la venida del Esposo; quizá por miedo a arruinar ese orden ya no acogía a nadie, no invitaba a los pobres, a los sin techo, esos que molestan… Una cosa es cierta: aquí se trata del orgullo malo, la presunción de ser justos, de ser buenos, de ser correctos. Muchas veces oímos decir: “Sí, yo era malo antes, me convertí y ahora, ahora la casa está en orden gracias a Dios, y estás tranquilo por esto…”. Cuando confiamos demasiado en nosotros mismos y no en la gracia de Dios, entonces el Maligno encuentra la puerta abierta. Entonces organiza la expedición y toma posesión de esa casa. Y Jesús concluye: «Y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio» (v. 45).

¿Pero el dueño no se da cuenta? No, porque estos son los demonios educados: entran sin que tú te des cuenta, llaman a la puerta, son corteses. “No va bien, venga, venga, entra…” y después al final mandan ellos en tu alma. Estad atentos a estos diablillos, a estos demonios: el diablo es educado, cuando finge ser un gran señor. Porque entra con la nuestra para salirse con la suya. Es necesario custodiar la casa de este engaño de los demonios educados. Y la mundanidad espiritual va por este camino, siempre.

Queridos hermanos y hermanas, parece imposible, pero es así. Muchas veces perdemos, somos vencidos en las batallas, por esta falta de vigilancia. Muchas veces, quizá, el Señor ha dado muchas gracias y al final no somos capaces de perseverar en esta gracia y lo perdemos todo, porque nos falta la vigilancia: no hemos custodiado las puertas. Y además hemos sido engañados por alguien que viene, educadamente se mete dentro y adiós… el diablo tiene estas cosas. Cada uno puede también verificarlo pensando en la propia historia personal. No basta con hacer un buen discernimiento y tomar una buena decisión. No, no basta: es necesario permanecer vigilantes, custodiar esta gracia que Dios nos ha dado, pero vigilar, porque tú puedes decirme: “Pero cuando yo veo algún desorden, me doy cuenta enseguida que es el diablo, que es una tentación…” sí, pero esta vez viene disfrazada de ángel: el demonio sabe disfrazarse de ángel, entra con palabras corteses, y te convence y al final es peor que al principio… Es necesario permanecer vigilantes, vigilar el corazón. Si yo preguntara a cada uno de nosotros y también a mí mismo: “¿qué está sucediendo en tu corazón?”. Quizá no sabríamos decir todo: diremos una cosa o dos cosas, pero no todo. Vigilar el corazón, porque la vigilancia es signo de sabiduría, es signo sobre todo de humildad, porque tenemos miedo de caer y la humildad es el camino maestro de la vida cristiana. 




Tomado de:

https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2022/documents/20221214-udienza-generale.html

Para anteriores catequesis del Papa AQUÍ

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Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo 22

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita


Continuamos con la publicación de las meditaciones diarias por el P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita, en esta vigésima segunda entrega presentamos la novena etapa, las meditaciones corresponden a los siguientes temas:

IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA

DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN

HASTA LA ÚLTIMA CENA

Meditaciones de la 187 hasta 194

Asimismo, se acompaña con enlaces a la Introducción y Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones presentadas por el autor, con la finalidad de dar orientaciones básicas a los ejercitantes, y se complementa con orientaciones para realizar el examen de la meditación.

Esperamos que estas publicaciones sean de provecho espiritual, con la gracia de Dios.

ACCEDA A LAS MEDITACIONES AQUÍ





Nuestra Señora de Guadalupe


Fiesta 12.12.2022

Con motivo de su fiesta, compartimos nuestras publicaciones para conocer esta muy difundida devoción:




 





ESPECIAL: ADVIENTO, CICLO A - 3° SEMANA




 

La señal del amor

Y salió el amor, a recorrer nuestros caminos,
a visitar ciudades, a mezclarse entre la gente.
Un extraño viento lo llevaba y lo traía,
y con él iba su voz, su alegría y su mensaje:
¡Hagamos del amor nuestra señal!
¡Dichosos aquellos que renuevan el amor gastado!
¡Dichosos aquellos que curan el amor herido!
¡Dichosos aquellos que encienden el amor apagado!
¡Dichosos aquellos que levantan el amor caído!
¡Dichosos aquellos que perdonan el amor equivocado!
¡Dichosos aquellos que enderezan el amor torcido!
¡Dichosos aquellos que liberan el amor atado!
¡Dichosos aquellos que entregan el amor recibido!
¡Dichosos aquellos que resucitan el amor muerto!
 
(Seve Lázaro, jesuita)