P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
V. JESÚS EN JERUSALÉN
(Fines de Septiembre - comienzos de Octubre, año 29)
147.- LA PARÁBOLA DEL
BUEN PASTOR
TEXTO
Juan 10,1-21
"En verdad,
en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
sino que sube por otro lado, ése es un ladrón y un salteador; pero el que entra
por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas
escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando
ha sacado sus ovejas, va delante de ellas, y sus ovejas le siguen, porque conocen
su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen
la voz de los extraños." Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron
lo que les quería decir.
Entonces Jesús
dijo:
"En verdad,
en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido son
ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta;
si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El
ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su
vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no
pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, -el lobo
hace presa en ellas y las espanta- porque es asalariado y no le importan nada
las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a
mí, como me conoce el Padre y yo a él, y doy mi vida por las ovejas. También tengo
otras ovejas que no son de este redil; también a ésas tengo que llevarlas y
escucharán mi voz; habrá un solo rebaño, un solo pastor. El Padre me ama porque
doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente.
Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; ésa es la orden que he
recibido de mi Padre."
Se produjo una
disensión entre los judíos por estas palabras. Muchos de ellos decían:
"Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué le escucháis?" Pero otros
decían: "Estas cosas no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio
abrir los ojos de un ciego?"
INTRODUCCIÓN
El Evangelista
narra esta parábola a continuación de la curación del ciego de nacimiento.
Debió pronunciarla Jesús durante su permanencia en Jerusalén, después de
terminada la fiesta de los Tabernáculos. Al final de la escena se menciona el
milagro de la curación del ciego, como algo reciente y conocido por todos a los
que Jesús se dirigía.
Jesús vuelve a
utilizar el género parabólico para darnos enseñanzas profundas y sublimes
sobre su misión redentora y sobre su relación personal e íntima con todos y
cada uno de los que creen en él y le siguen.
Como toda
parábola, sus elementos están tomados de la vida real de Palestina, y,
concretamente, de Galilea, país de agricultores y pastores. Era la costumbre
que hubiera un redil grande, muy amplio, que diese cabida a varios rebaños de
diversos pastores.
El redil se
dividía en compartimientos, y cada pastor tenía asignado uno de esos
compartimientos. Un cerco protegía todo el redil y había una sola puerta por la
que iban entrando las ovejas, una a una, o de dos en dos, para que fácilmente
pudiesen ser contadas por el pastor que las traía, y estar cierto de que no
faltaba ninguna. Cuando temprano, a la mañana siguiente, volvían los pastores
para sacarlas a sus pastos, cada pastor con sus silbidos y voces llamaba a las
suyas, y éstas, que conocían su voz, salían a su encuentro, y el pastor iba delante
de ellas guiándolas hacia los mejores pastos. Y casi siempre los pastores eran
los mismos dueños de sus rebaños; por eso, el cuidado y cariño con que las
trataban. Todas y cada una de ellas suponía un gran valor para el pastor.
Al terminar Jesús
de exponer la parábola se nos dice que sus oyentes no la comprendieron. Sin embargo,
si conocían las profecías donde se describía al Mesías como el Buen Pastor,
deberían haber comprendido que el Señor quería aplicarse a sí mismo esas
profecías, que el Señor daba a entender que esas profecías tenían cumplimiento
en su persona, y que por lo tanto era el verdadero Mesías.
El Señor, al igual
que hizo con la parábola del Sembrador, explicará en forma alegórica la
parábola del Buen Pastor.
MEDITACIÓN
1) Jesús es la puerta del redil
La explicación
alegórica que Cristo nos da de la parábola encierra dos alegorías distintas
que se complementan mutuamente. El es la Puerta del Redil y él es el Buen
Pastor. Siguiendo el mismo orden que siguió Jesús en su explicación,
meditaremos primero la primera alegoría.
¿Qué nos quiere decir
Cristo al llamarse a sí mismo "la Puerta del Redil"? El redil es la
Iglesia, la comunidad de los redimidos, la comunidad de los que esperan la
salvación que él nos ha traído. Nadie puede formar parte de esta comunidad,
sino aquellos que han entrado en ella a través de Cristo, es decir, a través de
la fe en Cristo, del seguimiento a Cristo. Sólo aceptando a Cristo y sus enseñanzas
se puede entrar en la comunidad de salvación, destinada a la vida eterna. Es
lo que Cristo nos dirá más adelante: "Nadie va al Padre, sino por mí"
(Jn 14.6). "Si alguno no permanece en mí será echado fuera." (Jn 15.6).
Los ladrones, los
salteadores, los que no son los verdaderos pastores, no entran por la puerta,
sino que saltan el cerco y pretenden robar a las ovejas y engañarlas. Jesús está
haciendo alusión clara a los escribas y fariseos y en general, a todos los
jefes judíos. Todos ellos se unieron en el rechazo a Cristo, intentaron por
todos los medios posibles apartar de Cristo a las ovejas y a la gente sencilla
del pueblo judío. Las ovejas que les sigan a ellos no encontrarán sino ruina y
muerte. En cambio, las ovejas que son de Cristo, no siguen a los escribas y
fariseos, y encontrarán en Cristo una vida abundante y plena.
"Yo he venido
para que tengan vida y una vida en abundancia." Esta es la misión de
Cristo: traer a los hombres una vida nueva, vida sobrenatural, vida de gracia,
vida de hijos de Dios. Y una vida que tendrá su plenitud en la bienaventuranza,
de la gloria eterna. Sólo en Cristo está la salvación: "Si uno entra por mí,
estará a salvo."
2) Jesucristo, el Buen Pastor
Jesucristo hace
una segunda alegoría. Antes nos ha dicho que es la Puerta de las ovejas; ahora
se identifica con el buen pastor que cuida fielmente de sus ovejas.
Y la primera
característica de este buen pastor es el amor profundo a sus ovejas, hasta el
extremo de llegar al sacrificio de dar la vida por sus ovejas. Y Cristo se
refiere a un hecho real, no es una suposición: "Yo doy mi vida por mis
ovejas". Y se contrapone así a los malos pastores, a los pastores
mercenarios que abandonan a sus ovejas ante cualquier peligro. Y, refiriéndose
especialmente a los fariseos, no sólo los califica de malos pastores, sino que
además alude a ellos cuando habla de lobos que destruyen el ganado.
El Señor aclara
después un gran misterio. El entrega su vida, porque esa es la voluntad de su
Padre, y su Padre le ama a él, porque cumple con su misión redentora de
sacrificar su vida en redención de los hombres. Dios permitió la muerte de su
hijo en Cruz, porque a través de esa muerte redentora se iba a manifestar el
infinito amor de Dios a los hombres, y se iba a obtener el fruto de la plena
liberación del hombre del pecado y de la muerte.
El hijo, en
correspondencia al infinito amor de su Padre para con él, acepta esa voluntad del
Padre, pero la acepta con toda libertad. No es una muerte forzada y debida a la
debilidad de Cristo, es una muerte a la que Cristo va libremente, movido por el
amor a su Padre, y movido también por su amor a los hombres: "Nadie me quita
la vida, yo la doy voluntariamente."
Y el misterio de
la muerte del Buen Pastor se aclara definitivamente al anunciar Cristo su
resurrección. No es muerte que termina en total fracaso; es muerte para la
resurrección gloriosa: "Tengo poder para dar mi vida y poder para recobrarla
de nuevo." Y esa es también la suprema voluntad del Padre.
3) Relaciones de intimidad del Pastor con sus
ovejas
La segunda
característica de Cristo, como Buen Pastor, es la intimidad que muestra en el
trato con sus ovejas. Jesús conoce a todas y cada una de sus ovejas, y sus
ovejas también le conocen a él. No se trata de un mutuo conocimiento teórico y
frío, sino un conocimiento de plena vivencia de amor e interés de Cristo por
sus ovejas; y para expresar ese conocimiento lo expresa comparándolo con el
mutuo conocimiento que existe entre el Padre y el hijo: "Conozco mis
ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo a él." Y
de manera semejante, el conocimiento que las ovejas tienen de Cristo, no es
tampoco un mero conocimiento intelectual, sino un conocimiento hecho
intimidad, entrega, seguimiento y amor.
Preciosa
revelación de Cristo que nos confirma su conocimiento y amor al hombre, no de
una manera universal y general, sino individualmente, a cada uno de los hombres.
El hombre jamás será un número más en el anonimato de una multitud, sino que
cada uno es conocido y amado por Cristo, y por cada uno, individualmente, ha
muerto Cristo. ¡Cómo debería corresponder cada hombre a este amor de Cristo tan
personal y tan individualizado!
4) Misión universal del Buen Pastor
Cristo mira su
obra redentora con perspectivas proféticas a través de todos los siglos. Cristo
funda su Iglesia, que será su verdadero redil; y su único anhelo es que todos
los hombres entren dentro de ese redil. Jesús contemplaba todo el mundo del
imperio pagano romano, y los hombres que habitaban toda la tierra. Cristo
quiere que todos los pueblos gentiles se incorporen a su rebaño: "Tengo
otras ovejas que no son de este redil; también a esas tengo que llevarlas y escucharán
mi voz; habrá un solo rebaño, un solo pastor."
Cristo nos habla
de su misión universal; ya no habrá división entre judío y pagano. Todos son
llamados a recibir los frutos de la redención de Cristo. Desgraciadamente, el
anhelo de Cristo se frustra por la maldad de los hombres; pero sí vemos hoy a
la Iglesia plantada en todos los países del mundo, cuya misión es únicamente
predicar a Cristo y su mensaje, y hacer que se cumplan los deseos de Cristo de
que sólo haya un rebaño y sólo un pastor.
Todo cristiano,
que conoce y ama al Señor, debería sentir internamente un celo ardiente para
ser instrumento del mismo Señor para hacer que otros le conozcan y le sigan y
entren en el redil de su Iglesia.
En toda esta
parábola del Buen Pastor hay una aplicación muy especial para todos los que
están llamados por el Señor para ser pastores de su rey. Cristo será el modelo
a quien hay que imitar para cumplir con la misión que les confía de hacer que
las almas entren en su redil. Y la esencia de este pastoreo será siempre el
amor y el sacrificio por las almas, el trato humilde, lleno de comprensión, la
cercanía e intimidad con ellas, y el proporcionarle el pasto de la verdadera
vida, que no es otra cosa que el mismo Cristo y su Evangelio.
La parábola del
Buen Pastor se completará con la parábola de la Oveja Perdida, que traen Mateo
y Lucas en sus evangelios.
5) Reacción de los judíos
La reacción de muchos al discurso de Jesús es la conocida a través de todo el Evangelio: la de rechazo y agresividad; y en esta ocasión vuelven a repetir el insulto a Jesús llamándole endemoniado y loco. Nada podía cambiar la actitud de los fariseos y escribas. Y las divisiones de opinión se re-/rían no solamente al discurso que acababa de pronunciar, sino también al hecho milagroso de la curación del ciego de nacimiento. Otros sí aceptaron la palabra del Señor.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
Volver al índice de la serie AQUÍ
Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario