P. Ignacio Garro, jesuita †
6. LA EMPRESA. CONFLUENCIA DE CAPITAL Y TRABAJO
(Continuación)
6.7.- MODELOS DE RELACIONES ENTRE EL CAPITAL Y EL TRABAJO. POSTURA DE LA IGLESIA
Una vez aclarados los
términos de "capital" y "trabajo" pasemos a examinar los
principales modelos de relaciones entre capital y trabajo a la luz de la DSI,
presentándolos brevemente en su origen y trayectoria histórica y en su
proyección hacia le futuro. especialmente estudiaremos el régimen de sociedad o
"cogestión", apuntando las importantes implicaciones que contiene.
6.7.1.- EL CAPITALISMO LIBERAL [1]
Es el
sistema económico que se basa en la supremacía del capital sobre el trabajo,
esto es, que otorga la última instancia de las decisiones que controlan el
proceso productivo a aquellos que poseen el capital. El surgir del capitalismo
fue propiciado por la convergencia de varias circunstancias históricas, y
coincidió con el comienzo de la revolución industrial. Entre estas circunstancias,
las principales fueron las siguientes:
a.- Los rápidos progresos de la tecnología que reveló la posibilidad de
utilizar nuevas formas de energía (energía de vapor, eléctrica, etc), dando
lugar a nuevos procesos de producción, sustituyéndose la producción de tipo artesanal
por la producción en serie.
b.- La enorme ampliación ofrecida a los mercados europeos, por la
colonización de Asia, Africa y las Américas.
c.- El aplastamiento de las estructuras corporativas de la Edad Media, que
reglamentaban el ejercicio de las profesiones u oficios y controlaban la competencia.
Podemos decir, que
el capitalismo nació bajo el signo del liberalismo que inauguraba una total
libertad de la iniciativa privada en el proceso productivo y excluía de este
proceso la intervención del Estado.
Como sistema económico,
el capitalismo no tenía ética alguna. Se reglamentaba exclusivamente mediante
las indicaciones de mercado y, en éste, mediante mecanismos de la formación de
los precios, que obedecía a la ley de la oferta y la demanda. Así pues, los
comienzos del capitalismo fueron marcados por un violento espíritu de
competencia, en el cual los diferentes productores veían aumentar sus
ganancias, al disminuir los precios de producción. El capitalismo fue responsable
de tremendas injusticias contra la clase trabajadora, obligada a trabajar a
cambio de salarios de hambre, hasta quince horas diarias, incluyendo a mujeres
y niños menores de edad. Como vimos anteriormente, esta situación originó la
situación que se llamó la "cuestión social", como situación de verdadera
injusticia de parte de los capitalistas en contra de los trabajadores.
En breve tiempo se
vio que el sistema capitalista tenía defectos muy graves y de difícil solución.
El mecanismo del sistema capitalista sólo es sensible a las necesidades que se traducen
en dinero, es decir, en ganancia material. Son múltiples las deficiencias de
este sistema. En primer lugar su carácter impersonal y anónimo, que deja la
determinación de los niveles del salario al mecanismo de la ley de la oferta y la demanda, sin ninguna consideración de tipo
ético o social. En un auténtico régimen capitalista, donde la oferta de mano de
obra excede la demanda, el salario debe bajar, aunque alcance niveles
inferiores a los de la mera subsistencia, esto origina una auténtica situación
de injusticia humana y social.
Consideraciones de
tipo moral no hallan lugar en el sistema capitalista, porque, para éste, la
economía como la política representan compartimentos separados cuya única regla
es la eficacia. El segundo defecto económico del capitalismo reside en el hecho
de que la competencia rara vez tuvo los efectos que de ella se esperaba. Los
monopolios, "holdings", y todo tipo de asociación monopólica iban
contra el poder adquisitivo del trabajador. Los capitalistas dominando con enorme
fuerza financiera, conseguían imponer leyes que les garantizaran en la
permanencia de sus privilegios. Por todo esto, el capitalismo nunca ha
conseguido eliminar el tercer defecto, que es le de las crisis periódicas de la
superproducción y el crecimiento, creando las condiciones para las cuales la
única salida de esta crisis es la destruir enormes cantidades de bienes, yendo
en contra de una humanidad necesitada y hambrienta.
¿Por qué razón
semejante sistema se llama capitalismo? Porque en el proceso sociopolítico y económico
se atribuye la superioridad indiscutible del capital sobre el trabajo. El
capitalismo está apoyado en la filosofía liberal llamada
"liberalismo", que nace de una concepción de la persona y de la
sociedad de una manera individualista. Por ello, capitalismo, liberalismo e
individualismo son así tres caras, orgánicamente solidarias, de la misma
realidad histórica que marcó el S. XIX y cuyos residuos (algo controlados)
permanecen hasta nuestros días. Es verdad que en nuestros días no existe el capitalismo
primitivo del S. XIX, ya que la presión de varios factores ha originado una
gran variedad de nuevos modelos neocapitalistas. Estos se distinguen por la
mayor o menor intervención del Estado en los mecanismos de control en la
cuestión económica, en la determinación de los precios y salarios. El
neocapitalismo parte de su rudeza, si embargo, aunque haya tolerado o asimilado
muchas novedades, en las relaciones de trabajo, todavía conserva el principio
inamovible de que el capital es más importante que el trabajo.
Por ello la DSI
desde León XIII en la RN, nº 6, demostraba que tenía una visión clara de la
situación de la injusticia social que reducía a una condición casi servil a la
inmensa multitud de trabajadores por la injusticia de los bajos salarios. Anota
como causa de esta situación la destrucción de las corporaciones artesanales o
gremios, que dejaban a las clases más pobres a merced de la ganancia y de la
competencia desleal de la oferta y la demanda. León XIII no llegó a percibir que
la situación se configuraba dentro de una forma y un sistema que entonces se
iniciaba y cuyo nombre era "capitalismo".
Fue le papa Pío XI,
cuarenta años más tarde, quien en su encíclica QA, nº 102-103, identificó el sistema que se llamó "régimen
capitalista", y que consideraba uno de los extremos que ha de ser evitado,
por cualquier tipo de régimen sociopolítico. En efecto, no considera el
capitalismo como un régimen
"condenable por sí mismo ni vicioso por su misma naturaleza", sino que
es condenable y vicioso e la medida en que "el capital esclaviza a los
obreros o a la clase proletaria con tal fin y tal forma, que los negocios y por
tanto, todo el capital, sirvan a su voluntad y a su utilidad, despreciando la
dignidad de la persona humana de los trabajadores, la índole social de la
economía y la misma justicia social y el bien común" .
Como hemos visto a
través de este tratado, la Iglesia se opuso de manera determinante a este
sistema económico por las injusticias a las que llevaba.
Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.
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