P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
VI. DESPUÉS DE LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS, HASTA LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN
ACTIVIDAD DE JESÚS EN JUDEA Y PEREA
(Mediados de Octubre a Diciembre, año 29)
160.- ELECCIÓN DE LOS
INVITADOS
TEXTO
Lucas 14,12-14
Dijo también al
que le había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no llames a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea
que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. Cuando des un
banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; y serás
dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la
resurrección de los justos."
INTRODUCCIÓN
Señor pronunció
estas palabras cuando estaba participando de la invitación que le había hecho
un fariseo, y a la comida también habían sido invitados otros fariseos y
escribas. Continuamos, pues, en la escena del convite del fariseo que hemos
considerado en las dos meditaciones anteriores.
Acababa el Señor
de dar una lección sobre la humildad; ahora el Señor Quiere dar otra lección: en
qué consiste la verdadera generosidad y la auténtica obra de caridad.
MEDITACIÓN
La lección que nos
da el Señor es que no podemos llamar generosidad ni obra de caridad lo que se
hace por intereses humanos y esperando ser recompensados por los hombres. La
generosidad y la obra de caridad deben ser motivadas por el amor a Dios y por
el amor sincero al hombre procurando su bien, aliviarle de una necesidad,
ayudarle en todo lo que se pueda, sin pretender otras finalidades egoístas de
vanidad o de otros intereses materiales.
El que obra así,
eón esa intención pura, sin ninguna clase de motivos bastardos, tendrá su
recompensa "en la resurrección de los justos", es decir, en el Reino
de Dios después de la muerte. Pero incluso podemos afirmar que también tendrá
una recompensa aquí en la tierra, aunque el Señor no lo diga en este pasaje
expresamente. Debemos recordar unas palabras de Jesús que no están consignadas
en el Evangelio, pero que nos las ha transmitido San Pablo: "Es cosa más
dichosa dar que recibir" (Hech. 20,35). El dar con generosidad y con
espíritu de auténtica caridad produce en el alma un gozo especial, que podemos
considerar como una recompensa de Dios concedida ya en esta tierra.
El Señor habla
concretamente de invitar a los pobres y desvalidos, y no a aquellos que van a
retribuir la invitación que se les hace. El Señor aprovecha el banquete al que
está participando para poner este ejemplo. Pero puede haber motivos
justificados por los que no se crea prudente ni conveniente llevar a cabo esa
obra de caridad en concreto; por ejemplo, hoy día podría ser hasta peligroso
introducir en la propia casa a personas completamente desconocidas, dada la
proliferación de enfermedades contagiosas y la frecuencia de la delincuencia y
del terrorismo. El Señor pone este ejemplo que puede sustituirse por cualquier
otra obra de caridad. Se trata de manifestar siempre un gran espíritu de
solidaridad para con los pobres y enfermos y desvalidos, y hacer todo lo
posible para que no carezcan de comida ni de los cuidados que necesitan. Un
ejemplo de este espíritu de caridad lo da la Iglesia de nuestro Perú
multiplicando en todas las parroquias los comedores infantiles para dar de
comer a tanto niño pobre y desnutrido.
Finalmente,
queremos indicar que el Señor tampoco condena la invitación que suele hacerse a
familiares o a amigos. Es una manifestación del amor familiar y del amor de
amistad; pero lo que el Señor indica es que, en esas oportunidades, no se trata
propiamente de una obra de caridad, de ayuda desinteresada al necesitado. Y lo
que sí condenaría el Señor es que, aun en esas ocasiones, se busquen intereses
egoístas y una retribución humana.
Profunda lección
de generosidad y caridad que todos los cristianos deberíamos aprender y poner
en práctica en nuestra vida diaria.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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