152. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - "Estén preparados"


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


VI. DESPUÉS DE LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS, HASTA LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN

ACTIVIDAD DE JESÚS EN JUDEA Y PEREA

(Mediados de Octubre a Diciembre, año 29)

152.- "ESTEN PREPARADOS"

TEXTOS

Lucas 12, 35-48

"Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas, y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a su mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigi­lia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos! Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a que hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. Vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre."

Dijo Pedro: "Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos"? Respondió el Señor: "¿quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el Señor pondrá al frente de su servidumbre para darle a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, cuando lle­gue, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir', y se pone a golpear a los criados y criadas, a comer y a be­ber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espe­ra y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho, y a quien se le confió mu­cho, se le pedirá mucho."

INTRODUCCIÓN

Lucas pone esta enseñanza del Señor en conexión con la parábola del Rico Insensato, a quien la muerte le cogió completamente desprevenido.

Se trata de un señor o amo de casa que sale de viaje para celebrar su boda confía a sus siervos tareas de trabajo que tienen que cumplir hasta que él vuelva; les indica cuál es su voluntad y los siervos deben cumplir con ella. y, cumpliendo esa voluntad de su señor, deben estar siempre vigilando y reparados para recibirle cuando vuelva de su viaje.

La imagen "estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas", es tina imagen muy fácil de entender para los que vivían en aquellos tiempos en Palestina. Los judíos vestían amplias vestiduras que se las levantaban y Ceñían a la cintura cuando se disponían a realizar un trabajo; y "tener las lámparas encendidas" indicaba la actitud propia del que espera la llegada de alguien por la noche.

Ejemplos y enseñanzas muy semejantes a las que encontramos en este pa­saje de Lucas, las hallamos también en Mateo y Marcos. Ellos las ponen tomo conclusión del Sermón Escatológico de Cristo pronunciado el Mar­tes Santo. Las meditaremos al explicar el Sermón Escatológico.

(Cfr. medit. 212)

El contenido fundamental de la enseñanza de Cristo, en este pasaje de Lucas que estamos estudiando, es la transcendencia de estar preparados para cuando el Señor vuelva a pedirnos cuenta de nuestra vida.

MEDITACIÓN

1) La llegada del Señor

Dios, en sus designios y Providencia, ha ocultado a los hombres la hora de su muerte, y tampoco ha querido revelar cuándo sucederá el fin del mundo y su segunda venida a la tierra, para juzgar a todos los hombres. Pero sa­bemos que cada hombre, después de su muerte, comparecerá ante el juicio particular del Señor: "Así está establecido, que los hombres mueran una vez; y después de esto el juicio." (Hebr. 9,27). Del mismo modo el Señor nos enseña repetidamente que al fin del mundo, El vendrá en su gloria de Rey y Juez universal, para proclamar el veredicto defini­ti­vo y público so­bre la salvación o condenación que hayan merecido los hombres. Cada hombre, tanto en el juicio particular como en el juicio universal, será juz­gado de acuerdo a cómo haya obrado durante su permanencia en la tierra.

Son estas verdades fundamentales de nuestra fe cristiana que deben hacer reflexionar profundamente a todos los hombres. A cada uno de nosotros, Dios nos ha encargado una misión que cumplir en la tierra; esta misión, en definitiva, se reduce a procurar nuestra salvación cumpliendo los manda­mientos de amar a Dios y amar al prójimo. Cada uno tiene que cumplir esta misión de acuerdo a su estado de vida y a las circunstancias en que Dios le ha puesto, pero la finalidad del trabajo y de la vida de todos los hombres será la misma, conseguir su salvación.

Todos hemos de encontrarnos un día con el Señor para rendirle cuenta de nuestra vida. Las palabras "segunda vigilia", "terce­ra vigilia", significan al atardecer, a medianoche, de madrugada. No tienen otro significado sino el de expresar que no sabemos cuándo llegará la hora de nuestra muerte, cuándo llegará la hora de la Segunda Venida de Cristo para el juicio uni­versal, y que esa llegada del Señor puede retrasarse.

2) Exhortación a la vigilancia

El estar despierto y vigilando, esperando la llegada del Señor es la conse­cuencia lógica de estas verdades de nuestra fe que acabamos de explicar. Lo que el Señor pretende es manifestar la transcendencia definitiva que ha de tener para nosotros ese momento del encuentro con él después de nues­tra muerte. El juicio universal no será sino una confirmación solemne y pública del juicio particular que se ha llevado a cabo en privado entre el Señor y el hombre después de su muerte. El bien, la felicidad, la vida eter­na del hombre depende de ese momento de su encuentro con el Señor. Si la muerte sorprende al hombre en pecado, sin la gracia de Dios; si su vida ha sido una vida alejada de Dios y ha vivido centrado solamente en los bie­nes de esta vida terrena, la sentencia que resultará de ese encuentro con el Señor, será una sentencia de condenación eterna.

Todos los textos en que Cristo habla de la posible condenación del hom­bre, no hay que tomarlos como una amenaza inmisericorde del Señor; son, al contrario, una prueba de su amor que nos amonesta anticipadamente de los peligros que tenemos, para que podamos evitarlos y para poder así lle­gar un día a la bienaven­tu­ran­za del cielo.

La respuesta a la exhortación del Señor a estar preparados, a la vigilancia, debe ser una actitud de agradecimiento. Con ella nos abre los ojos para que comprendamos la vanidad de todas las cosas del mundo y nos ofrece una motivación extraordinaria para que podamos obrar siempre, sin perder nunca de vista la transcendencia de ese momento que nos espera, el momento de nuestro encuentro con el Señor, para rendirle cuenta de toda nuestra vida.

En la respuesta que da el Señor a Pedro se nos dice claramente que, en ese juicio, el Señor tendrá en cuenta las circunstancias concretas de cada per­sona, la responsabilidad que ha tenido, los dones de gracias y beneficios que ha recibido. A mayor responsabilidad y a mayor gracia, las exigencias en el juicio serán mayores: "A quien se le dio mucho, se le reclamará mu­cho; y a quien se le confió mucho, se le pedirá mucho."

3) Premio a la vigilancia

"Dichosos los siervos, que el Señor al venir encuentre despiertos. Yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa, y, yendo de uno a otro, les servirá."

Jesucristo, con esta imagen, nos está indicando su infinita bondad y amor para con los siervos que le han sido fieles, han estado despiertos y vigilan­do esperando su llegada. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nue­vo Testamento, se ha compa­ra­do la gloria eterna con un gran banquete de intimidad y felicidad en la casa del Padre. Y Jesucristo añade aquí el ras­go de infinita deli­ca­deza y sencillez, al decirnos que él mismo será quien se ponga a servirnos en ese banquete celestial. Quiere indicarnos la intimi­dad a la que llegaremos con él en la vida eterna.

'También dice el Señor: "le pondrá al frente de toda su hacienda." Expre­sión que significa que el siervo fiel gozará de todos los bienes de Dios, participará de la plenitud e infinitud de Dios, de toda la felicidad y gloria de Dios. Con gran profundidad decía San Pablo: "Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al pensamiento del hombre se le pudo ocurrir lo que Dios preparó para los que le aman." (1 Cor 2,9)



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.





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