P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS
57.- JESUS ALABA A JUAN BAUTISTA
TEXTOS
Mateo 11, 7-19
Cuando ellos se
marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: "¿Qué salisteis a
ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si
no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están
en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta?
Sí, os lo aseguro, y más que profeta. Este es de quien está escrito: "He
aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, el cual te preparará el
camino".
En verdad os digo
que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista;
sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él. Desde
los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre
violencia, y los violentos lo conquistan. Pues todos los profetas, lo mismo que
la Ley hasta Juan profetizaron. Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que
iba a venir. El que tenga oídos, que oiga."
"¿Pero, con
quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en
las plazas, se gritan unos a otros diciendo: Os hemos tocado la flauta y no
habéis bailado; os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado.
Porque vino Juan
que ni comía ni bebía y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del hombre, que come
y bebe, y dicen: Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y
pecadores. Y la Sabiduría se ha acreditado por sus obras".
Lucas 7, 24-35
Cuando los
mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: "¿Qué
salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis
a ver, si no? ¿Un hombre vestido con ropas elegantes? ¡No! Los que visten
magníficamente y viven con molicie están en los palacios. Entonces, ¿qué salisteis
a ver? ¿un profeta? Sí, os lo aseguro, y más que profeta. Este es de quien se
dijo: He aquí que yo envío mi mensajero delante de mí, el cual te preparará por
delante el camino.
Os digo: entre los
nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en
el Reino de Dios es mayor que él. Todo el pueblo que le escuchó, incluso los
publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con el
Bautismo de Juan. Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo
de él, frustraron el plan sobre ellos.
¿Con quién
compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a
los chiquillos que, sentados en la plaza, se gritan unos a otros, diciendo: Os
hemos tocado la flauta y no habéis bailado; os hemos entonado endechas, y no
habéis llorado. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía ni bebía, y
decís: Demonio tiene. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís:
Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Y la
Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos".
Lucas 16,16
"La Ley y los
profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del
Reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él".
INTRODUCCIÓN
Junto con los
discípulos de Juan Bautista, había mucha gente que estaba escuchando la
respuesta que Jesús daba a su pregunta sobre si él era el verdadero Mesías; y
con toda probabilidad, habría también escribas y fariseos, que no perdían
oportunidad de espiar al Señor en su predicación y modo de actuar, para poderlo
acusar después. Los discípulos de Juan, oída la respuesta de Jesús, se
despiden, y suponemos que marcharían a comunicar a su maestro lo que habían
oído y visto en su diálogo con el Señor.
Jesús aprovecha la
ocasión para hablar a la multitud sobre el Precursor, explicando cuál fue su
misión y la grandeza de su persona, y al mismo tiempo reprochará enérgicamente
la actitud que los judíos habían tomado con respecto a él.
MEDITACIÓN
1) Jesús habla de Juan Bautista
Aunque Jesús se
dirigía a toda la multitud que le estaba escuchando, sin embargo, sus palabras
iban dirigidas especialmente a los fariseos y escribas que estaban
presentes.
Mediante la
comparación de la "caña agitada por el viento" y de "aquellos
que viven lujosamente en palacios", Jesucristo afirma la austeridad de
vida de su Precursor y la firmeza de sus creencias y de sus enseñanzas. Era un
verdadero profeta que, sin temor a nada ni a nadie, cumplía con su misión.
La comparación de la
"caña agitada por el viento" se refería a aquellos que, en el día de
hoy, podríamos llamar "oportunistas". Aquellos que no tienen
convicciones serias y que siempre andan acomodándose a todo lo que pueda
traerles ventajas. No les importa traicionar las ideas que un día han
defendido, si en esos momentos esas ideas les traen problemas, y, en cambio,
aceptan cualquier novedad, si es ventajosa para ellos.
Juan Bautista no era "caña agitada por el
viento". Hasta el martirio mostrará su fortaleza, y su única obsesión
será predicar la venida del Mesías y la inminente llegada del Reino de Dios,
que era su misión como el Precursor, anunciado ya por los profetas. Y Jesús
confirma esta misión de Juan Bautista citando el famoso texto de Malaquías:
"He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, el cual te preparará el
camino" (Malq. 3,1). Y que este texto sea profético, referido al precursor
del Mesías, aparece todavía con más claridad, si leemos la segunda parte de
este versículo primero: "Y en seguida vendrá a su templo el Señor a quien
vosotros buscáis; y el Ángel de la Alianza, que vosotros deseáis, he aquí que
viene, dice Yahvé Sebaot".
Por lo tanto,
Jesús, al mismo tiempo que alaba la vida austera de Juan Bautista y su misión
de Precursor, está confirmando implícitamente que él es el verdadero Mesías.
Cualquiera de los oyentes podría comprender esta afirmación implícita del
Señor.
Y el Señor
continúa diciendo que Juan es "más que un profeta". Jesucristo
considera la misión del Bautista como superior a la de cualquier otro profeta
del Antiguo Testamento. Juan Bautista es el precursor inmediato del Mesías y
puede señalarlo con sus mismas palabras y manos: "He ahí el Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo" (Cfr. Medit. 6). Por eso, dirá también
Jesús que la Ley y los Profetas llegaron hasta Juan. El Bautista es quien da
fin a todo el Antiguo Testamento e introduce la Nueva alianza en la Persona de
Cristo y en su Reino Mesiánico.
Y para resaltar la
grandeza de Juan Bautista, el Señor llega a decir que "no ha surgido entre
los nacidos de mujer uno mayor que Juan Bautista".
Con esta frase, el
Señor no se refiere a la santidad personal de su precursor, sino a la grandeza
de su misión. Pero esa grandeza queda limitada dentro de la historia de la
Salvación. A continuación, dice el Señor: "pero el más pequeño en el Reino
de los Cielos es mayor que él". Al decir, pues, que es "el más
grande", el Señor se está refiriendo a que su misión de Precursor es la
vocación más sublime, más digna que haya podido haber en toda la historia del
Antiguo Testamento.
Y al decir que
"el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él", se está
refiriendo a la grandeza y dignidad de los que han de ser justificados por la
gracia del Espíritu Santo, la grandeza y dignidad de los verdaderos
"hijos de Dios" que son los que han de constituir ese Reino que él
viene a traer a la tierra. Esta grandeza y dignidad es superior a cualquier
otra grandeza y dignidad del Antiguo Testamento.
Hay, finalmente,
otro texto que vuelve a insistir en la misión de Juan Bautista. El Señor dice:
"El es Elías, el que iba a venir".
Existía toda una
tradición entre los judíos que les hacia creer que el profeta Elías volvería
de nuevo a la tierra para preparar la llegada del Mesías. El texto en que se apoyaba
esta tradición lo trae también el profeta Malaquías: "He aquí que yo os
envió al profeta Elías, antes que llegue el Día de Yahvé" (Malq. 3,23).
Cristo da la verdadera interpretación del texto. No se trata de que Elías, en
persona, él mismo, vuelva a la tierra. Elías, en este texto, nos dice el Señor
que no es más que figura, símbolo de Juan
Bautista. Elías
fue el profeta más famoso del Antiguo Testamento, y por esa razón se hace
figura o símbolo del profeta que ha de venir a anunciar la llegada del Mesías.
Por eso se nos dirá también que Juan Bautista "precederá (al Mesías) con
el espíritu y poder de Elías". (Lc 1, 17).
2) El Reino de Dios sufre violencia, y los
violentos lo conquistan
Varias interpretaciones se han dado a este
texto, pero considerando el contexto en que las pronunció Cristo, según el
evangelio de San Mateo, la interpretación que parece más acertada es que el
Señor habla de la violencia que se hace al Reino de Dios por parte de los judíos,
concretamente, por parte de los fariseos y escribas. Dice que se da esta
violencia "desde los días de Juan Bautista hasta ahora". Se refiere a
las persecuciones que desde el comienzo del anuncio de la llegada del Reino de
Dios están sufriendo Juan el Bautista y el mismo Jesús.
Juan está en la cárcel,
y dentro de poco tiempo será martirizado; y Cristo era calumniado y perseguido
por los escribas y fariseos y querían hacer creer al pueblo que tenía el
demonio, y conseguirán, finalmente, que sea condenado a muerte. Y ampliando el
sentido de la frase de Cristo, podríamos decir que la historia nos enseña que
el Reino de Dios "sufrirá violencia", es decir, persecuciones a
través de todos los tiempos.
"Y los
violentos lo conquistan". La palabra "conquistar" tiene aquí un
sentido especial. No indica que los judíos, y muchos menos, los escribas y fariseos,
van a entrar en ese Reino de Dios y así poder decir que lo han conquistado. El
sentido está en consonancia con la primera parte de la sentencia de Jesús.
"Lo conquistan" significa que lo acosan, lo persiguen, lo oprimen y
como que se hacen dueños de él; pero no para recibirlo y aceptarlo, sino para
impedir que otros puedan entrar en él. "Lo conquistan", es decir, lo
arrebatan del corazón de los demás, de cualquiera que quisiera entrar en él.
Este sentido quedaría muy bien explicado con una de las maldiciones que Cristo
pronunció contra los escribas y fariseos: "¡Ay de vosotros, escribas y
fariseos, hipócritas, porque cerráis a los hombres el Reino de los Cielos; no
entráis vosotros, y a los que van a entrar no se lo permitís!" (Mt 23,13)
Tremenda
responsabilidad la de aquellos escribas y fariseos, compartida por todos
aquellos que, a lo largo de la historia, se han opuesto y han luchado contra
el Reino de Dios y han impedido que se extienda y sea aceptado por todos los
hombres.
El texto de Lucas:
"La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse
la Buena Nueva del Reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él"
(16,16), es interpretado en sentido distinto al texto de Mateo que acabamos de
comentar. Parece que Lucas lo que quiere indicar es que hay muchos que se
esfuerzan por escuchar a Cristo, aceptar sus enseñanzas y así entrar en el
Reino de Dios. Se esta refiriendo a toda esa gente sencilla y humilde del
pueblo judío que con sinceridad y entusiasmo seguían a Jesús.
3) Parábola de los niños jugando en las plazas
Por medio de una
sencilla parábola, tomada de la vida real, de las costumbres de los niños,
describe Jesús la actitud plenamente inconsecuente de los escribas y fariseos,
y en general, de los judíos, contra el Bautista y su misma persona.
Uno de los juegos
de los niños de aquel tiempo de Jesús, era el de imitar los cánticos y danzas
que se tenían en las celebraciones de bodas; y también imitar los cantos fúnebres
y los lloros y gestos de desesperación que hacían las plañideras en los entierros.
Jesús nos describe
esta escena en la plaza de un pueblo. Pero pone de relieve la actitud de otro
grupo de niños, caprichosos, rebeldes, que no quieren colaborar en esos juegos,
ni en los alegres y festivos de imitar lo que sucedía en las celebraciones de
bodas; ni en los de apariencia triste de cantos y lloros de las plañideras.
Jesús compara a
los judíos de su generación, y de manera especial, dirigiría el reproche a los
escribas y fariseos, a esos niños caprichosos y rebeldes. La aplicación de la
parábola es clara. Juan Bautista se presentó ante el pueblo judío con la
austeridad de un gran profeta, y con palabras muy enérgicas anunciaba el
castigo de Dios, si no aceptaban el Reino de los Cielos; y lo rechazan. Vieron
su penitencia que no comía ni bebía y dicen: "Demonio tiene".
Llega Jesús que,
en su vida externa, lleva una vida normal sin grandes austeridades, come, bebe,
trata con todo el mundo con enorme benevolencia, predica con especial amor a
los pobres y acude en ayuda de los enfermos y necesitados, y dicen de él:
"¡Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de pecadores y
publicanos!" Y más adelante le acusarán de expulsar los demonios en
nombre de Belcebú, y le tendrán por gran pecador que quebranta las leyes de
Dios.
Lo que el Señor
quiere decirles es que, de cualquier manera que se presente ante ellos un
profeta en nombre de Dios, lo rechazarán y lo perseguirán, porque tienen un
corazón cerrado a toda doctrina o mensaje que les hable de conversión, que les
haga caer en la cuenta de su hipocresía y que ellos juzguen que va en contra de
sus intereses. Buscarán cualquier pretexto para denigrarlo y deshacerse de él.
4) "La Sabiduría de Dios se ha acreditado por
sus obras" (Mt).
"La Sabiduría de Dios se ha acreditado por
sus hijos" (Lc).
Jesucristo termina
todo su reproche a los judíos, a los escribas y fariseos, con esta sentencia
que indica el triunfo definitivo del Reino de Dios.
Las obras que
realizó el Bautista, y, sobre todo, las obras que realizó Cristo, convencerán
a muchos de la santidad de sus personas y de la verdad de su predicación; serán
pueblos enteros los que acepten el Reino de Dios anunciado por Juan Bautista y
hecho realidad por el mismo Cristo. Y la Sabiduría de Dios quedará manifiesta
ante el mundo entero. Cristo, el Mesías anunciado por Juan, el verdadero Hijo
de Dios, será reconocido como el verdadero Salvador de la humanidad; y es por
medio de Cristo como se revela la infinita Sabiduría de Dios.
Lucas trae una
versión distinta de esta sentencia de Jesús, y en vez de decir que "la
Sabiduría de Dios se ha acreditado por sus obras", nos dice que "se
ha acreditado por sus hijos".
Lucas quiere
indicarnos que serán los mismos creyentes, los que acepten a Cristo y su
mensaje, los que entren en el Reino de los Cielos y se hagan verdaderos hijos
de Dios, los que con su vida y testimonio vivan de acuerdo al Evangelio; ellos
serán los que acrediten la infinita Sabiduría de Dios, ante el mundo entero.
Esta sentencia de
Cristo contiene una doctrina que podríamos considerar como el fundamento de la
fe cristiana, y al mismo tiempo nos enseña también la misión de los creyentes.
La verdad de Cristo se nos manifiesta a través de su vida, su predicación, sus
milagros, todas sus obras. La fe en Cristo se suscita al contemplar todo lo que
fue su vida y su muerte, y la predicación y las obras que acompañaron esa vida.
Es Cristo mismo el fundamento de nuestra fe. Y ese Cristo es la revelación
máxima de la Sabiduría de Dios. Por la teología de Juan, en su protoevangelio,
conocemos que él mismo es la Palabra del Padre, la Sabiduría de Dios encarnada.
Y se nos enseña
también la misión del creyente, al decirnos que son los que creen en Cristo los
que tienen que dar testimonio de él ante todas, y, mediante este testimonio,
hacer que Cristo sea conocido y aceptado por todos. Este testimonio de los
creyentes también acredita la Sabiduría de Dios.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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