60. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Las espigas arrancadas en sábado


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS


60.- LAS ESPIGAS ARRANCADAS EN SÁBADO

TEXTOS

Mateo 12, 1-8

En aquel tiempo vino a pasar Jesús un sábado por los sembrados. Sus dis­cípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y comerlas. Y al verlo los fariseos, le dijeron: "Mira; tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado". Pero él les dijo: "¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban?, ¿cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la proposición, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes? ¿Tampoco ha­béis leído en la Ley que en día sábado los sacerdotes en el Templo, que­brantan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo os digo que hay aquí al­guien mayor que el Templo. Si hubieseis comprendido lo que significa: "Misericordia quiero que no sacrificio", no condenaríais a los que no tie­nen culpa. "Porque El Hijo del hombre es Señor del sábado".

Marcos 2, 23-28

Un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados y sus discípulos, al pasar, se pusieron a arrancar espigas. Decíanle los fariseos: "Mira cómo hacen en sábado lo que no está permitido". El les dice: "¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le acompañaban sintieron hambre?, ¿cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, y comió los panes de la proposición, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él? Y les dijo: "El sopado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es Señor del sábado".

Lucas 6,1-5

Atravesaba en sábado unos sembrados; sus discípulos arrancaban espigas y, desgranándolas con las manos, las comían. Algunos de los fariseos dije­ron: "¿Por qué hacéis lo que no está permitido en sábado?" Y Jesús les respondió:" ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los que le acompañaban?, ¿cómo entró en la Casa de Dios, y to­mando los panes de la proposición, que no es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, comió él y dio a los que le acompañaban?" Y les dijo: "El Hijo del hombre es Señor del Sábado".


INTRODUCCIÓN

La prohibición de trabajar en día sábado según la Ley, la habían converti­do los escribas y fariseos en una casuística ridícula con normas absurdas y severísimas. Una de estas normas era que en día sábado no se podía des­granar ni una espiga; no se trataba del trabajo de hacer la siega, sino de desgranar unas cuantas espigas para comer el grano y saciar el hambre. Eso fue lo que hicieron los discípulos de Jesús. El celo hipócrita de los fa­riseos se manifiesta en seguida atacando al Señor que permitía que sus discípulos quebrantasen así el día sábado. En Mateo y Marcos, la queja de los fariseos va dirigida a Jesús; en Lucas va dirigida directamente a los discípulos de Jesús.


MEDITACIÓN

El Señor da una respuesta múltiple justificando lo que han hecho sus discí­pulos.

1) La manera de obrar de David

David, el gran rey y el gran profeta, en quien Dios había renovado todas las promesas de salvación para el pueblo de Israel, era extraordinariamen­te venerado por todos los judíos. La primera respuesta que Jesús les da a los fariseos es el ejemplo de David.

David, huyendo de la persecución del rey Saúl, pide al sacerdote del tem­plo o santuario de Nob, alimento para sus hombres; el sacerdote, no te­niendo sino los "panes de la proposición" se los dio. Eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa de oro del santuario, como homenaje perpetuo a las doce tribus de Israel en honor del Señor. (1 Sam 21,2-7)

Si el santo rey David, consideró que no era pecado, y tampoco el sumo sacerdote Abietar, que, por razón del hambre se comiesen los panes de la "proposición", que sólo podían comer los sacerdotes según la Ley; con mayor razón, los discípulos de Jesús podrían desgranar unas cuantas espi­gas en día sábado para saciar su hambre.

2) Ejemplo de los sacerdotes

Los sacerdotes, para realizar el culto divino tenían que llevar a cabo una se­rie de trabajos el mismo día sábado; y, sin embargo, no por eso se conside­ran que quebrantan la ley del descanso sabático. Lo que han hecho los discí­pulos es un trabajo tan insignificante, en comparación con el trabajo que realizan los sacerdotes en día sábado, que no tienen por qué condenarles.

3) El sentido de la misericordia

El Señor cita las palabras de Oseas dirigidas al pueblo de Israel: "Porque yo quiero misericordia, no sacrificios". (Os 6,6). El sentido de "misericor­dia" en este pasaje es el sentido de caridad, obras de misericordia con el prójimo. Y el Señor se refiere a esta "misericordia" con sus discípulos que tenían hambre.

Gran alcance tiene la frase del Señor, que puede aplicarse a otras muchas circunstancias. Cuando se trata de la caridad, de la misericordia, de la ver­dadera ayuda al prójimo necesitado, el precepto de la caridad siempre pre­valece; y más aún, contra preceptos meramente humanos.

4) "El sábado ha sido hecho para el hombre"

El sentido de la sentencia del Señor es claro: El sábado se instituyó para bien del hombre, para ayudarle con el descanso necesario y para facilitarle la obligación que tiene de dar culto a Dios; pero no se ha hecho para escla­vizarle con normas antihumanas e hipócritas. Con esta sentencia, por una parte, ataca la hipocresía de los fariseos con la multiplicación de sus nor­mas y preceptos que ponían una carga pesadísima sobre los hombros del pueblo, y que ni ellos mismos cumplían; y por otra parte, da un criterio ge­neral para otras muchas normas y leyes emanadas de cualquier autoridad.

No es el hombre para las leyes, sino las leyes para bien del hombre. Principio básico de toda legislación, incluida la legislación de la Iglesia.

5) Jesús, "Señor del sábado"

Los tres evangelistas traen esta afirmación de Cristo sobre su misma per­sona; es como una autorevelación de gran importancia. Se llama a sí mis­mo "Señor del sábado". Expresión extraordinaria en labios de Jesús que, sin duda alguna, sería interpretada por los fariseos como una blasfemia. Era atribuirse un nombre, un título propio de Dios. El sábado fue instituido por Dios y su finalidad principal era que el pueblo le diese culto. El era el único que podía llamarse "Señor del sábado". Cristo al darse a sí mismo este título habla claramente de su autoridad divina, de sus poderes divinos. Se autorevela con los mismos atributos divinos que Dios.

Esta autorevelación de Cristo, junto con otras muchas que irá haciendo en muchos pasajes de su vida, nos confirman la conciencia que tenía Cristo de su divinidad. Se experimentaba como el verdadero Hijo de Dios que compartía todo con su Padre, y compartía su misma divinidad.

La respuesta de Jesús debería haber hecho reflexionar a los fariseos. Sin embargo, les veremos en seguida volviendo a atacar a Cristo porque cura­ba en día sábado. "No hay mejor ciego que el que no quiere ver" es refrán popular, y que tiene una aplicación plena en el caso de los fariseos. Nada les hará cambiar su hostilidad contra Jesús.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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