67. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Los fariseos piden una señal

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

67.- LOS FARISEOS PIDEN UNA SEÑAL

TEXTOS

Mateo 12,38-42

Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: "Maestro, queremos ver una señal hecha por ti". Mas El les respondió: "¡Generación malvada y adúltera! Una señal reclama, y no se le dará otra señal que la del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el seno de la tierra. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; por­que ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón". (Cfr. Mt 16,1-4)

Lucas 11,29-32

Habiéndose reunido la gente, comenzó a decir: "Esta generación es una generación malvada; busca una señal, y no se le dará otra señal que la se­ñal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía se le­vantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás".


INTRODUCCIÓN

La narración de esta escena, Mateo y Lucas la colocan después de la con­troversia que Jesús ha tenido con los fariseos (Cfr. medit. 64) y de la ex­plicación que ha dado sobre el pecado contra el Espíritu Santo. Los fari­seos y escribas se ven fuertemente atacados por la respuesta de Jesús a sus calumnias, que atribuían su poder de echar los demonios al mismo Sa­tanás. El Señor les ha demostrado claramente que no es así, que echa los demonios con el poder de Dios. Y que ellos al no admitirlo están pecando contra el Espíritu Santo, pues cierran los ojos ante la evidencia de que él es el enviado de Dios. (Cfr. medit. 66) Fariseos y escribas quieren defen­derse y dar razón de su incredulidad.

Hasta ahora Jesús no ha realizado ningún milagro espectacular. Y eso es lo que le piden al decirle: “Maestro, queremos ver una señal hecha por ti”.

Se trata de un milagro cósmico de la naturaleza, o de un milagro que bajo otros aspectos pueda llamarse, ser considerado como milagro espectacu­lar. Había una creencia por la que se juzgaba que el Mesías tenía que obrar esa clase de milagros. Los escribas, que interpretaban las Escrituras, se apoyaban en el conocido texto de Yahvé cuando le dice al rey Ajaz: "Pide para ti una señal de Yahvé tu Dios en lo profundo del seol o en la más alta cima" (Is 7, 11). Lucas, en el versículo 16 del mismo capítulo 11, habla claramente que lo que exigen los fariseos y escribas es "una señal que venga del cielo". Recordemos la segunda tentación de Jesús, cuando Satanás lo que propone a Jesús es precisamente esta acción espectacular, que se tire desde lo alto del pináculo del Templo, que los ángeles cuidarán de él. Ante ese hecho tan maravilloso la gente creerá en él. Es a esta pre­gunta a la que responde Jesús.


MEDITACIÓN

1) "¡Generación malvada y adúltera! Una señal reclama"

La "generación" se expresa en la persona de sus jefes, escribas y fariseos, que son los que piden la "señal". Es "depravada", porque ellos piden, bus­can señales espectaculares para poder creer en Jesús. Y es "adúltera"; el tema del adulterio aplicado a Israel procede directamente del Antiguo Tes­tamento refiriéndose al pueblo de Israel, que continuamente con sus peca­dos están rompiendo la Alianza de Yahvé con su pueblo, comparada con la alianza matrimonial.

La causa de esta condenación tan fuerte por parte de Jesús es esa actitud de los fariseos y escribas que, como dirá el Señor al rechazar su segunda tentación en el Desierto, es "tentar a Dios". El Señor había respondido a Satanás: "No tentarás al Señor tu Dios" (Mt 4,7)

"Tentar a Dios", es decir, pedirle señales, prodigios, grandes milagros para poder creer en El, es un pecado muy grave querer poner a Dios exi­gencias para poder aceptarle y aceptar su palabra.

Y por otra parte, la misma experiencia del Pueblo de Israel muestra que tampoco servirían esas pruebas para creer en Dios y obedecerle. Enormes fueron los prodigios que hizo Dios con su pueblo desde la salida de Egipto y a través de toda su peregrinación por el desierto y en la conquista de la tierra prometida y, sin embargo, fueron continuas las rebeliones de ese pueblo contra Yahvé.

Y volvemos a verlo en el caso de Jesús: obra toda clase de milagros, sobre la naturaleza calmando la tempestad, multiplicando los panes y los peces; sobre la enfermedad y la muerte curando toda clase de enfermos y resuci­tando muertos; sobre los demonios expulsándolos de los posesos; y ningu­na de esas señales fueron motivo de conversión y de reconocimiento de su mesianidad. Y es el sentido que tiene la advertencia del Señor en la pará­bola del rico y el pobre Lázaro: "Si no oyen a Moisés y los profetas, tam­poco se convertirán, aunque un muerto resucite". (Lc 16,31)

Si no hay una actitud de apertura de corazón a Dios, con humildad y un corazón limpio, por más milagros que haya, los milagros no llevan a la fe y a la conversión. Y esa actitud de pedir milagros para creer se puede dar en nuestros días. Se oye a veces decir que si Dios obrase ahora milagros, todo el mundo creería en él.

La experiencia demuestra que no es verdad. Tenemos más que suficientes razones, tenemos razones convenientes para creer en Cristo. Toda su vida es el argumento más grande para creer en Cristo. Toda su vida es el argu­mento más grande para creer en El. Eso es lo que dirá Jesús en la conti­nuación de su respuesta.


2) La señal de Jonás

Jesús se niega a aceptar el reto de los escribas y fariseos.

No se les dará la señal que ellos piden. Pero, a continuación, habla, de una manera velada, sobre su futura resurrección que será el sello definitivo a la prueba de su mesianidad y de su divinidad.

"De la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches en el vien­tre del cetáceo, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres no­ches en el seno de la tierra".

Clarísima alusión a su Pasión y Muerte y a su futura Resurrección. Por su­puesto que no pudieron entender el significado de estas palabras de Jesús los fariseos y escribas. Pero fue una revelación de Cristo para todos los tiempos, por la que conocemos que la prueba más evidente de toda la ver­dad de Cristo es su Resurrección al tercer día de su muerte. Así nos lo confirmará San Pablo en su famoso pasaje sobre la resurrección de Cristo y la futura resurrección de todos los hombres. (Cfr. 1 Cor 15)

En Marcos no encontramos esta respuesta de Jesús. Solamente se conten­tará con decir que "no se dará a esta generación ninguna señal". Y en Lucas tenemos la señal de Jonás, pero en otro sentido, que consideraremos al explicar lo que Mateo y Lucas nos dirán sobre la predicación de Jonás a los ninivitas.


3) La predicación de Jonás a los ninivitas

Igual que Jonás, profeta enviado desde lejos para predicar la conversión a los habitantes de Nínive, Jesús se presenta a esta generación. Jesús viene de lejos, en el sentido de un profeta enviado por Dios, como Jonás. Y El es algo más grande que Jonás. La única señal que se dará a esta generación es la misma predicación de Jesús. La verdadera prueba es Jesús mismo, que está por encima de todos los profetas, y que lo muestra con su predicación, y con toda su vida.

Y los habitantes de Nínive, paganos, se convirtieron e hicieron penitencia ante la predicación de Jonás. Ellos, los escribas y fariseos, y en general, todo el pueblo judío, es el pueblo elegido por Dios, y, sin embargo, ante la predicación de Jesús, muy superior a Jonás, no se convierte y permanecen endurecidos en sus pecados. Por eso, en el día del Juicio se "levantarán", es decir, resucitarán y estarán de pie para acusar y condenar a los judíos. Jesús les indica claramente que los judíos no se arrepentirán y serán aven­tajados por los gentiles en el Juicio Final.


4) La Reina del Mediodía (del Sur)

La Reina del Sur se refiere a la Reina de Sabá, cuya visita a Salomón se narra en 1 Re. 10, 1-29 y en 2 Cr. 9, 1-12. Sabá era un pequeño reino, de población mayoritariamente semita, situado en la región sudoccidental de Arabia. La reina acudió a Salomón porque había oído hablar de su fama de extraordinaria sabiduría, y en su encuentro con el rey Salomón queda profundamente admirada de la sabiduría del rey.

La consecuencia aquí es paralela con la anterior sobre Jonás. Esa reina, pagana, pudo comprender la sabiduría del rey de Israel, sabiduría concedi­da por Dios al guía de su pueblo. "Y aquí hay algo más que Salomón". Jesús quiere indicarles que toda su predicación, toda su enseñanza es muy supe­rior a cualquier sabiduría, aún a la sabiduría proverbial del rey Salomón. Jesús es plenamente consciente de ser la misma Sabiduría del Padre. Los judíos, al rechazarle a El, están rechazando la Sabiduría de Dios.

Igualmente, la Reina de Sabá se "levantará" en el día del Juicio para con­denar al pueblo judío. De nuevo se recalca la no conversión de los judíos y la entrada de los paganos en el Reino de los Cielos, incluso como jueces del Pueblo de Israel, el pueblo que fue especialmente escogido por Dios para que un día recibiese al Mesías.

Jesús es infinitamente superior a Jonás y a la Reina del Sur. No se trata de una superioridad de grado, sino de esencia. Jesús, Hijo de Dios, es tan in­finito como el Padre. Pero, aquí Cristo se contenta con indicar su superio­ridad sobre estos dos personajes, e implícitamente está diciendo que es su­perior a cualquier rey o profeta del Antiguo Testamento.


Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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