56. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - La embajada del Bautista


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS

56.- LA EMBAJADA DEL BAUTISTA

TEXTOS

Mateo 11,2-6

Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: "¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?". Jesús les respondió: "Id y contad a Juan lo que oís y veis: los cie­gos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dicho­so aquel que no se escandalice de mí!"

Lucas 7, 18-23

Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces, él, llamando a dos de ellos, los envió a decir al Señor: "¿Eres Tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?": Llegando donde El aquellos hombres, dijeron: "Juan el Bautista nos ha enviado para que te digamos:" ¿Eres Tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: "Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no se escandalice de mí!".


INTRODUCCIÓN

Juan había sido arrestado por Herodes (Cfr. Mt 14,3) y estaba en los sóta­nos que había en el palacio-fortaleza de Maqueronte, al otro lado del Jordán, en Perea. Sus discípulos tenían libertad para visitarlo, debido a la actitud ambigua de benevolencia del rey Herodes con respecto a Juan (Cfr. Mc 6,20).

Lucas nos dice que "sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias". Y concretamente se está refiriendo al milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naím, pues nana este hecho justo a continuación de ese milagro.

Juan aprovecha la visita de sus discípulos para enviarlos a donde está

Jesús, y les encarga que le hagan una pregunta fundamental: "¿Eres Tú el que ha de venir o esperamos a otro?"

La expresión "el que ha de venir" significaba claramente al Mesías que es­taba prometido como Salvador del pueblo de Israel.


MEDITACIÓN

1) La pregunta de Juan

Considerada en sí misma, la pregunta puede desconcertar al lector y ha­cerle suponer que realmente Juan tenía dudas sobre Cristo, si era el verda­dero Mesías o no. Y efectivamente, algunos autores así lo han interpreta­do, y suponen que Juan en la cárcel pasó por una fuerte crisis de fe.

Pero esta interpretación es improbable, si consideramos los testimonios que Juan Bautista dio sobre Jesús y la misma experiencia que él tuvo de ver al Espíritu Santo posarse sobre El en su bautismo. Y el famoso testi­monio que dio ante sus discípulos anunciándole como "El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Cfr. medit. 3 y 6). Y conocemos también la gran fortaleza del Precursor del Señor en cumplir con su mi­sión, aun en contra del odio de los fariseos y las amenazas del rey Herodes. En la siguiente meditación oiremos del mismo Señor grandes alabanzas de Juan Bautista.

La interpretación más verdadera es otra muy distinta. Juan no duda en ab­soluto de que Jesús sea el verdadero Mesías, enviado por el Padre; pero desea que sus discípulos se pasen a Jesús y no sigan tan apegados a su persona (Cfr. Jn 3,25); y les da una oportunidad para que ellos mismos salgan al encuentro personal de Jesús. Y lo mismo que pasó con Andrés, Juan y Pedro, y poco después con Felipe y Natanael, Juan estaba seguro de que, si conocían al Señor en trato personal con él, ellos mismos queda­rían convencidos de que era el Mesías y se harían discípulos suyos.

Lo que hace Juan es hacer realidad lo que pronunciara en su último testi­monio sobre Jesús "Conviene que él crezca y que yo disminuya". (Jn 3,30) El único deseo del Bautista es que todos sus discípulos dejen ya de pensar en él y acudan al verdadero Mesías, al verdadero Salvador. El ya había cumplido su función de precursor que sellará con el martirio, Juan se manifiesta siempre como el modelo de todo apóstol llamado a pro­clamar a Cristo. Jamás buscará sus propios intereses, sino que, con toda el alma, buscará solamente los intereses del Señor.

2) Respuesta de Jesús

El Señor responde a los discípulos de Juan con unas palabras tomadas del profeta Isaías (61, 1-2). Es el mismo texto que el Señor comentará predi­cando en la sinagoga de Nazaret (Cfr. Lc 4, 18ss). Es un texto profético que se refiere al Mesías. El Mesías viene a salvar a los hombres de todos sus males. Así lo entiende el mismo Jesús. Según el texto de Lucas, fue en aquellos mismos momentos que le hacen la pregunta, cuando el Señor cura a muchos enfermos, expulsa demonios, y el Señor comenta: "Los cie­gos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, y los muertos resucitan", y quiere que ésta sea la respuesta que transmitan a Juan, las obras milagrosas que hace en favor de los hombres.

"Los muertos resucitan": esta frase no está en la profecía de Isaías; pero ese poder sobre la muerte se da también en Jesús. Notemos que Jesús aca­baba de resucitar al hijo de viuda de Naím.

"Se predica la Buena Nueva a los pobres": así terminaba la profecía de Isaías. Isaías anunciaba a los desterrados de Babilonia el perdón de Dios y la vuelta a su tierra. Del mismo modo, la predicación y milagros de Jesús irán encaminados de manera especial en traer el consuelo de la liberación to­tal del hombre pecador, y llenará de esperanza el corazón de todo aquel que lo quiera recibir.

Pero de manera especial, el Señor enfatiza su misión especial con respecto a los "pobres". Este será un signo del Reino de Dios, signo imprescindi­ble. Jesús viene a salvar a todos, pero muestra una predilección especial por los "pobres" que aparece a través de todo el Evangelio y a quienes se dirigirá, en primer lugar, al proclamar sus bienaventuranzas. (Cfr. medt. 27).

Por esta razón, la Iglesia siempre también ha demostrado esa actitud de cariño y atención particular a los pobres. Es lo que llamamos "opción preferencial por los pobres", que no se trata de una opción que excluya a los demás, sino una opción de preferencia por todos aquellos que sufren, especialmente por causa de la pobreza. Este será mensaje constante de Juan Pablo II en todos sus viajes apostólicos y en muchas de sus encíclicas y cartas pastorales a todos los cristianos.

Y el Señor termina su respuesta con una frase de gran contenido salvífico: "¡Y dichoso aquel que no se escandalice de mí!".

Es un modismo hebreo que significa: el que no tropieza y cae por causa mía. (Cfr. Mt 13, 56; 26, 31)

Jesús se compara a sí mismo con la piedra que sobresale en el camino y hace caer al que pasa sin advertirla. Probablemente hace alusión a Is 8, 14-17, donde aparece Yahvé, que esconde su rostro al pueblo de Jacob, como piedra de tropiezo y roca que hace caer.

Y en otros textos, el Señor mantendrá la comparación de sí mismo con la piedra de escándalo: "La piedra que rechazaron los constructores, ésta es ahora la piedra principal. Quien caiga sobre ella se quebrará, y será aplas­tado aquel a quien le caiga encima". (Lc 20, 18)

(Cfr. 1Ped. 2, 6: "Colocó en Sión una piedra de base escogida y preciosa: quien cree en él, no quedará defraudado".)

Es fácil ver el sentido de la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan. Muchos de ellos, al igual que la mayoría del pueblo de Israel, creían en un Mesías que traería la restauración de Israel, pero en un sentido, principal­mente, político y social. Que vendría enarbolando la bandera de la justicia castigadora de Dios contra todos los enemigos de los judíos. Jesucristo no venía a encarnar la justicia y el castigo de Dios, su Padre, sino su infinita misericordia; y su redención, no era de tipo político revolucionario, sino de atraer a todos los hombres a la conversión, al arrepentimiento de sus peca­dos, y a recibir la vida de gracia, de filiación divina. Jesús quiere hacer re­capacitar a los discípulos de Juan sobre el sentido verdadero de su misión.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.


 




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