P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
B. SERMÓN DE LA MONTAÑA
46.- "LA PROVIDENCIA DE DIOS"
TEXTOS
Mateo 6,25-34
"Por eso os
digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo,
con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más
que el vestido? Mirad las aves del cielo que no siembran, ni cosechan, ni
recogen en granero; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros
mucho más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se
preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué
preocuparos? Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni
hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se pudo vestir como
uno de ellos.
Pues si la hierba
del campo, que hoy es y mañana va a ser echada al horno, Dios así la viste, ¿no
lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No andéis preocupados
diciendo: ¿Qué vamos a comer? ¿qué vamos a beber? ¿qué vamos a vestir? Que por
todas esas cosas se afanan los gentiles; y ya sabe vuestro Padre celestial que
tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas
esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el
mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su
inquietud."
Lucas 12,22-32
Dijo a sus
discípulos: "Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué
comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis; porque la vida vale más
que el alimento, y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos que ni
siembran ni cosechan; que no tienen bodega ni granero, y Dios los alimenta.
¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! Por lo demás, ¿quién de vosotros puede,
por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Si, pues, no
sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? Fijaos en
los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su
gloria, se pudo vestir como uno de ellos. Pues, si la hierba que hoy está en el
campo y mañana va a ser echada al horno, Dios así la viste, ¡cuánto más a
vosotros, hombres de poca fe! Así pues, vosotros no andéis buscando qué comer,
ni qué beber, y no estéis inquietos. Que por todas esas cosas se os darán por
añadidura.
No temas, pequeño
rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el
Reino".
INTRODUCCIÓN
Nos encontramos
ante uno de los textos mas bellos de Evangelio, pero al mismo tiempo más difíciles
de comprender y, todavía, más difícil aún de vivir su contenido en nuestra vida
diaria.
No intentemos leer
estos textos sólo con nuestro entendimiento; nuestra inteligencia no puede
entender muchas veces la lógica de Dios y menos en este caso concreto que estamos
meditando, al tener la experiencia aparente de que lo que aquí promete el Señor
no se cumple. Sólo puede meditar este pasaje quien tenga una fe absoluta en el
Señor y una confianza plena en su providencia; quien sepa leer y meditar estos
pasajes con el corazón de hijo de Dios, que ha puesto toda su confianza en su
Padre.
MEDITACIÓN
1) "No andéis preocupados por vuestra
vida."
En esta sentencia
podría resumirse la principal enseñanza de Cristo. Evidentemente, todos
tenemos que "ocuparnos" de las cosas de este mundo, y concretamente
de las necesidades primordiales, como son la comida y el vestido. Y San Pablo
llegará a decir que el que no quiera trabajar no tiene derecho a comer:
"Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma."(2 Tes. 3,10)
Pero lo que dice
el Señor no es "No andéis ocupados por vuestra vida", sino "No
andéis preocupados por vuestra vida". Hay una diferencia grande entre
"ocuparse" y "preocuparse".
"Preocuparse"
significa ocuparse en algo con una actitud de intranquilidad, falta de paz; en
algo que de tal manera me absorbe que las demás cosas quedan en un segundo
plano. Podríamos decir que esa "preocupación" se convierte incluso en
angustia.
Esta actitud es la
que condena el Señor. Quiere que sus hijos vivan en un pleno abandono a su providencia,
y que sepan que su Padre Celestial conoce todas estas necesidades de los
hombres y que está dispuesto a proveerlas, por supuesto, con la ayuda de los
mismos hombres.
Y el Señor de tal
manera quiere inculcar esta confianza en la providencia amorosa de Dios, que
pone los ejemplos de los lirio Lie' campo, de toda hierba, y de las aves del
cielo, que encuentran lo que necesitan para su subsistencia, porque Dios cuida
de ellos, de los animales y las plantas. Y la consecuencia que saca el Señor es
de una gran lógica: Si Dios provee a los animales y a las plantas que valen
mucho menos que el hombre, cuánto más proveerá al mismo hombre que vale
infinitamente más, es objeto de su amor paternal, y de un amor que le llevó
incluso a enviar a su Hijo al mundo, para redimirlo. (Cfr Jn 3,16)
Para aceptar,
comprender esta enseñanza del Señor, es necesario tener un corazón desprendido
de las cosa materiales, y una vida de especial intimidad con Dios, con experiencia
continua de su providencia y amor. De aquí que el Señor ponga como una especie
de condición para poder vivir en esta experiencia.
2) "Buscad primero el Reino de Dios y su
justicia, y estas cosas se os dará por añadidura."
En la meditación
de las bienaventuranzas meditamos la cuarta que dice "Bienaventurados los
que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados".
Conocemos ya lo que significa el Reino de Dios y lo que significa también la
palabra "justicia". Pues bien, aquellos que viven en una búsqueda
sincera de ese Reino de Dios (Cfr. med. 39), y en un esfuerzo continuo por
lograr la verdadera "justicia", la santidad en el cumplimiento de la
santísima voluntad de Dios, y que supone, por lo tanto, una vida consagrada a
los intereses de Dios y de trato muy íntimo con El, esos cristianos son los que
reciben la promesa de esta especialísima providencia de Dios en sus necesidades
materiales.
Y es promesa hecha
por Cristo, que no puede ni equivocarse ni engañarnos. El entendimiento
humano, y lo que anteriormente hemos llamado "experiencias aparentes",
podrán oponer a la enseñanza de Cristo un sin fin de razones y objeciones. Esta
promesa de Cristo es una de sus enseñanzas que nunca podremos probar con
argumentos a quien no tenga la experiencia viva y continua de Cristo. No es
promesa para hombres "de poca fe", como dice el mismo Cristo. Y menos
aún, para los no creyentes o "gentiles" de los que también habla
Cristo.
Experimentar en la
vida la providencia amorosa de Dios, vivir en una actitud continua de total
abandono a su santísima voluntad, vivir cada día sus inquietudes y problemas,
sin perder la paz por lo que pueda suceder el día de mañana, es una de las
mayores gracias que podemos obtener de la bondad de Dios. Es fuente de una paz
imperturbable en el alma.
Pero tampoco
podemos equivocarnos al interpretar esta promesa de Cristo, como si nunca
fuera a entrar en nuestra vida el dolor y el sufrimiento. En ese "buscad
primero el Reino de Dios y su justicia", entra también esa actitud del
alma de no temer la cruz del Señor, y reconocer también la providencia amorosa
de Dios, cuando hace que podamos compartir los sufrimientos redentores de su
Hijo.
3) "No temáis, pequeño rebaño, porque a
vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino"
Según San Mateo,
el Señor en el Sermón del Monte, se dirige a toda la multitud que le escuchaba;
San Lucas, en cambio, pone estas palabras del Señor sobre la providencia,
dirigidas muy especialmente a sus discípulos. Y con gran ternura llama al grupo
de sus apóstoles "pequeño rebaño". Los apóstoles son las ovejas queridas
de Cristo, y son ovejas entregadas por su Padre a El para que las cuide, las
proteja y las conduzca al Reino de los Cielos. (Cfr. Medit. 147)
Ellos no deben ser
"hombres de poca fe", sino hombres que sientan de manera muy especial
el amor de su Padre Dios, sientan la alegría de vivir confiados a su
Providencia; y Jesús les añade una promesa que transciende todos los bienes
terrenos y humanos. El Padre se complace en comunicarles a ellos todos los bienes
del Reino Celestial.
Pero en estos
apóstoles, debemos ver representadas a todas las ovejas de Cristo a través de
los siglos. Los discípulos del Señor, que le aman y le siguen con sinceridad,
no tienen que tener temor alguno. Aún en medio de todas las vicisitudes que
puedan experimentar, deben mantener la fe cierta de que Dios cuida de ellos y,
de que es promesa hecha a ellos también, la promesa del Reino de los Cielos.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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