P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
C. ULTERIOR PREDICACIÓN Y MILAGROS DE JESÚS
66.- LA BLASFEMIA
CONTRA EL ESPIRITU SANTO
TEXTOS
Mateo 12, 31-32
Por eso os digo:
"Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia
contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra' contra el Hijo
del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se
le perdonará ni en este mundo ni en el otro".
Marcos 3, 28-29
"Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las
blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu
Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno".
Lucas 12, 10
"A todo el
que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que
blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará".
INTRODUCCIÓN
Es uno de los
textos que más puede extrañar, porque parece que es contradicción con lo que
nos enseña la fe cristiana. Que la misericordia del Señor se extiende a todos
los hombres y a todos los pecados, sin excepción. No puede haber pecado
alguno, por grave que sea, que no pueda quedar redimido por la Sangre de
Cristo.
Nadie puede dudar
de la eficacia de la redención del Señor y nadie puede dudar de su amor
infinito que se extiende a todos los hombres, en cualquier situación de pecado
que se encuentre.
Por supuesto,
tenemos que seguir creyendo en esa infinita misericordia del Señor, y toda
interpretación de este texto que limite esa misericordia será una
interpretación equivocada.
Hay dos
interpretaciones, admitidas plenamente por la Iglesia y que con claridad pueden
dar solución al problema. Y son interpretaciones que han de ayudar mucho al
cristiano para reflexionar sobre su vida, y al no cristiano para reflexionar
sobre la actitud que ha tomado con respecto a Cristo.
Meditemos ambas
interpretaciones.
MEDITACIÓN
1) Primera interpretación: Ceguera voluntaria
ante la fe
Las palabras de
Cristo están dirigidas a los fariseos y escribas, después de la controversia
que ha tenido con ellos, sobre el poder con que El realiza los milagros. (Cfr. medit.
64)
Los fariseos y
escribas están en pleno contacto con el Señor, no porque con sinceridad quieran
examinar sus obras y escuchar sus enseñanzas; sino porque, cegados por sus
pasiones y sus propios intereses, buscan la manera de condenarle. Haga lo que
haga, aunque sea el milagro más impresionante de resucitar a un muerto que
lleva cuatro días en el sepulcro, como fue el caso de Lázaro, sin embargo,
ellos, admitiendo la realidad del milagro, la consecuencia que sacan es que hay
que acabar con Jesús de Nazaret porque, si sigue obrando esos milagros, todo el
pueblo acabará yéndose con El. Nadie ha podido con más evidencia ser testigo de
las obras y del poder divino de Cristo, que los mismos fariseos y escribas.
Pero ellos voluntariamente cegaron los ojos de su alma, cerraron su corazón a
toda posible fe en Cristo. Con plena libertad, con plena responsabilidad
rechazaron toda luz que podía iluminarlos para que creyesen en Cristo. Y, en
esta situación, no es que su pecado no pueda ser perdonado; lo que sucede es
que sin fe en Cristo, rechazando conscientemente a Cristo, no se puede recibir
el perdón; hay una incapacidad total para poder obtener el perdón. Es la
actitud de ellos, no el pecado en sí mismo, lo que impide su perdón. En otras
palabras, nadie puede recibir el perdón en contra de su voluntad, si él no lo quiere.
Los fariseos y escribas pecando contra la misma luz que se manifiesta ante
ellos con toda claridad, no quieren recibir nada de Cristo, y menos su perdón.
Cristo murió por ellos; la misericordia infinita de Cristo se extendía a todos
ellos; y hasta el final de su vida hizo todo lo posible para que cambiasen de
actitud. Pero, debido a la libertad del hombre, fracasó en su intento con los
fariseos y escribas, salvo muy raras excepciones.
Y a esta actitud
de pecado, actitud gravísima que rechaza toda posibilidad de fe, Cristo lo
llama "pecado", "blasfemia contra el Espíritu Santo". Y la
razón es que, como el mismo Cristo nos dirá en el Sermón de la Ultima Cena,
atribuye al Espíritu Santo las mociones que Dios produce en el alma para hacer que
los hombres conozcan y crean en Cristo:
"Cuando venga
el Paráclito, el Espíritu de la Verdad que procede del Padre, y que yo os
enviaré de junto al Padre, él dará testimonio de mí". (Jn 15,26)
"El (el
Espíritu de la Verdad) me glorificará porque recibirá de lo mío para
revelárselo a Ustedes". (Jn 16, 14)
"Cuando El
(el Paráclito) venga, rebatirá las mentiras del mundo demostrando quién es
pecador. ¿Quién es pecador? Los que no creyeron en mi". (Jn 16,8)
Hoy día este
pecado podría darse en aquellos ateos o agnósticos, o en los no creyentes en
Cristo, cuando esa falta de fe es plena responsabilidad culpable de ellos, por
tener un corazón totalmente cerrado a la gracia de Dios, y más todavía, cuando
a esa actitud culpable se añade una vida inmoral que quiere desconocer los
mandamientos de Dios.
2) Segunda interpretación: Cuando se ha perdido
la conciencia de pecado
En esta
interpretación tampoco se niega en absoluto que haya algún pecado que no pueda
ser perdonado. Lo que se afirma es que ese perdón no puede darse, si no hay un
verdadero arrepentimiento y un deseo sincero de enmendarse. Y puede suceder, y
de hecho sucede, que el hombre de tal manera vive enraizado en el pecado, que
llega a perder la conciencia de pecado, y consiguientemente, no siente remordimiento
de conciencia por cometer aquella acción; y esa actitud interna de su corazón
le impide pedir perdón con sinceridad de sus pecados. Es el hombre que se acostumbra
a pecar, y hace desaparecer de sí toda sensibilidad al pecado.
En una ocasión
había un médico que estaba hablando con sus colegas sobre el problema del
aborto. Y con toda naturalidad hizo esta terrible confesión: "La primera
vez que realice un aborto, no pude dormir toda la noche por el remordimiento de
conciencia que tenía; era consciente que había matado la vida de un ser humano;
pero fui repitiendo, por interés económico, esos actos abortivos y hoy día no
siento la más mínima preocupación".
Puede suceder lo
mismo con el marido que por primera vez comete adulterio. La repetición de ese
acto le lleva a la pérdida de conciencia de pecado del adulterio. Lo mismo, el
que por primera vez comete un acto delictivo de cualquier clase; es casi seguro
que sentirá remordimiento de conciencia; si lo repite frecuentemente, por un
mecanismo de autodefensa, no dará importancia a esos actos.
Lo que se quiere
indicar en esta segunda interpretación, es que aquel que ha conseguido matar el
remordimiento de sus pecados y ha hecho las paces con ellos, se encuentra
totalmente incapacitado para pedir perdón. Y en esa situación, evidentemente,
no puede existir el perdón. Y también se atribuye al Espíritu Santo toda moción
interna hacia la conversión, el arrepentimiento.
Quien ha cerrado
su corazón a esas mociones, ha cometido el "pecado contra el Espíritu
Santo", de que habla el Señor.
Una de las gracias
que debemos pedir constantemente al Señor es mantener siempre una conciencia
sensible a todo pecado. Que si por debilidad caemos, sintamos siempre el
remordimiento de haber caído. Mientras haya conciencia de pecado, mientras haya
remordimiento, siempre será fácil, con la gracia del Espíritu Santo, llegar a
un verdadero arrepentimiento y a pedir al Señor perdón con toda sinceridad, y
siempre el Señor estará dispuesto a darnos el perdón de cualquier pecado, por
grave que sea. No hay límites a la misericordia del Señor, el único límite lo
podemos poner nosotros con nuestra libertad cerrándonos a la posibilidad de
arrepentimiento y perdón.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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