51. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Los dos caminos


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


B. SERMÓN DE LA MONTAÑA

51.- LOS DOS CAMINOS

TEXTOS

Mateo 7, 13-14

"Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas, ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran."

Lucas 13,22-24

Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jeru­salén. Uno le dijo: "Señor, ¿son pocos los que se salvan?" El les dijo: "Es­forzaos por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos preten­derán entrar y no podrán."


INTRODUCCIÓN

Los contextos de los dos textos, el de Mateo y el de Lucas son distintos; el de Mateo, se trata de una enseñanza más en el famoso Sermón del Monte, y en Lucas presupone una pregunta de algún discípulo sobre si son pocos o muchos los que se salvan.


MEDITACIÓN

1) El texto de San Mateo

La idea de los "dos caminos", el camino de los justos y el camino de los impíos, es frecuente en el Antiguo Testamento. Ya tenemos expuesta esta idea en el salmo primero: "Yahvé conoce el camino de los justos, pero el camino de los impíos se pierde" (Salmo 1,6) (Cfr. también Deut. 30, 15-18; Jer 21,8)

En este pasaje, el Señor utiliza la metáfora del camino angosto y de la puerta estrecha. ¿Qué significa esta metáfora? Son un símbolo de la vida evangélica, de la vida cristiana, de la vida que nos viene enseñando el mis­mo Señor en todo el Sermón del Monte.

En contraposición, nos habla del camino espacioso y de la puerta ancha; Esta nueva metáfora, paralela a la primera, es el símbolo contrario a la vida evangélica; es la vida que solemos llamar mundana, vida de pasiones y de pecado. Estas dos vidas son las que se contraponen aquí.

Y, ¿por qué se llama camino angosto y puerta estrecha a la vida evangéli­ca? Por las grandes dificultades que encierra esa vida a la naturaleza caída del hombre. Dificultades que nacen del mismo interior del hombre con sus concupiscencias y malas inclinaciones, estimuladas por todos los criterios y el actuar del mundo que nos rodea, e incluso por la mala influencia del mismo demonio, presente también en este mundo. Por eso la vida munda­na, la vida de pecado resulta fácil. Basta con dejarse llevar de las pasiones y de la corriente del mundo. No hay que luchar contra nada, no hay que conquistar nada. No hay que sacrificarse ni negarse a uno mismo, que es lo que más cuesta al hombre.

Y la experiencia de todos los siglos nos enseña de una manera evidente que gran mayoría de los hombres, incluidos muchos cristianos, no llevan una vida de acuerdo a las enseñanzas de Cristo, de acuerdo al Evangelio, sino conforme a la ley de la carne, la ley del pecado.

El Señor, pues, lo que hace es exhortar a todos sus discípulos a que entren por el camino angosto del Evangelio que les conduce a la verdadera Vida. Y añade, sin duda alguna con un sentido de frustración y tristeza, que son pocos lo que siguen este camino.

Surge aquí un problema muy grave. Con estas palabras, ¿Cristo está anun­ciando que son muy pocos los que se salvan? ¿Quiere decir el Señor que todos los que marchan por el camino ancho y espacioso se condenarán? Para responder a esta pregunta conviene primero analizar el texto de Lucas.

2) Texto de Lucas

En el texto de Lucas aparece claramente que las palabras de Cristo son respuesta a la pregunta de si son pocos los que se salvan. En este sentido, habría que interpretar la respuesta del Señor como una afirmación a esa pregunta. Pero hay razones que nos hacen comprender que esa interpreta­ción no es la correcta, y que la verdadera interpretación es otra, tanto para el texto que nos trae Lucas, como para el texto de Mateo.

Si leemos bien el texto de Lucas, la respuesta de Jesús no es una respuesta que directamente da su afirmación a la pregunta que se le propone. Más bien, la pregunta trata un tema que es un profundo misterio, sólo conocido por Dios. Uno de esos misterios ocultos en los designios de Dios, y que nunca Cristo ha mostrado una voluntad de revelar ese misterio. De ahí, que casi todos los exegetas interpretan de una manera distinta la respuesta del Señor.

Más bien, Jesús, tomando pie de la misma pregunta, exhorta a sus oyentes a que pongan todo su empeño en hacerse dignos de entrar en el Reino de los Cielos. No quiere decir el Señor que todos los que ahora están en el ca­mino del pecado se vayan a condenar. Es cierto que si ellos siguen adelan­te en ese camino sin volver atrás, ni a la hora de la muerte, irán a la perdi­ción eterna; pero pueden, en un momento dado, abandonar el camino an­cho del pecado y a través del arrepentimiento entrar en el camino angosto que lleva a la Vida.

Jesucristo no habla, por tanto, del último e irrevocable destino de los hom­bres, sino más bien, de la manera de obrar, buena o mala, por la cual se va a desembocar en la salvación eterna o en la condenación. No se refiere Je­sús a los que en definitiva se salvarán o se condenarán; habla del espectá­culo que ofrece el mundo, donde se ve que prevalece una mayoría de per­sonas que caminan por el camino ancho del pecado, y no por el camino an­gosto de los mandamientos de Dios.

Pero las palabras de Cristo sí son una exhortación apremiante a esforzar­nos por seguir el camino del bien y nos pone delante la realidad objetiva del peligro que tenemos de condenarnos.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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