P. Ignacio Garro, jesuita †
El trabajador por
medio de su trabajo tiene acceso a los bienes de producción, es decir, es
sujeto de propiedad y de dominio de lo que trabaja. Vamos a desarrollar el tema
de la "propiedad". Trabajo y propiedad están íntimamente ligados al
tema del salario, junto al derecho a tener trabajo y a recibir una justa
remuneración por él, como hemos visto anteriormente. Después de tocar los temas
del trabajo y del salario, dedicamos este tema a la propiedad privada. Lo
primero que tenemos que tener en cuenta es que la propiedad en sí misma no es
un derecho absoluto. Así J. Pablo dice: “La tradición cristiana no ha sostenido
nunca el derecho a la propiedad privada (diferenciado del sistema colectivista y
capitalista) como absoluto e intocable. Al contrario, siempre lo ha entendido
en su texto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la
creación entera: el derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho
al uso común, al destino universal de los bienes”. Laborens exercens, nº14. Y
en otro pasaje aclara: “El derecho a la propiedad es legítimo en sí mismo, pero
no puede ser separado de su dimensión social” [1]
Pero al poner el
tema de la propiedad después del tema del trabajo queremos significar un cambio
de óptica que introduce la encíclica "Laborem Exercens" en la
doctrina social. Se trata de lo siguiente: la propiedad no expresa al hombre
como "señor" del mundo en forma tan adecuada y profunda como el tema
del trabajo, que es el propio ejercicio de la actividad dominadora del
trabajador. La propiedad nos hace "dueños" jurídicamente de las cosas
que adquirimos; el trabajo está en la base de la transformación de las cosas de
las que nos adueñamos después. L.E. cree que el valor de la propiedad en sí,
oscurece el valor del trabajo, mientras que el Papa J. Pablo II, pone el
énfasis en el trabajo y desde ahí da a la propiedad su auténtica dimensión y
sentido.
El tema de la propiedad
privada es uno de los temas más arduos dentro de la DSI, y ello debido a que la
propiedad se interrelaciona con otros muchos temas como son: el trabajo, el
salario, la finalidad de la economía, la empresa, el capital, las relaciones
laborales, y los sistemas económicos. Y también tiene importancia debido a que
según el concepto que se tenga de la propiedad se deriva el valor que se le da
a la persona humana y a su dignidad, cómo se valora el trabajo humano, el
salario justo y digno; qué concepto se tiene de la sociedad y del bien común
Con relación a la propiedad
privada hay dos ubicaciones antagónicas: el liberalismo capitalista y el
colectivismo socialista-comunista. El primero hace de la propiedad privada un derecho
absoluto, una persona puede tener acceso a la propiedad privada sin límites y
hacer de su propiedad privada lo que quiera, individualismo liberal, (filosofía
liberal). El segundo dice: la propiedad privada es un mal en sí mismo y es la
causa de todas las injusticias y de todos los males sociales debido al abuso
que se hace de la propiedad. La propiedad sólo tiene sentido cuando es de todos
(colectivismo socialista). Son dos extremos irreconciliables. Dentro de este
apartado tiene una gran importancia el fundamento antropológico y moral que subyace
en la perspectiva de la moral cristiana y que ofrece una aplicación muy
concreta y actual del uso y posesión de los bienes tal y como se expone en los
documentos de la DSI, reconoce el
derecho a la propiedad privada y
reconoce que ésta no es un fin en sí misma, sino un medio, y que la propiedad privada
está comprometida con el bien social y el bien común.
5.1. ANTECEDENTES Y FUNDAMENTOS ACERCA DE LA PROPIEDAD EN LA BIBLIA Y EN LA PATRÍSTICA
5.1.1. LA PROPIEDAD EN LA BIBLIA
Se comprende como un
don recibido por la Creación. Es una invitación de Dios a dominar la tierra y a
utilizar los bienes materiales con arreglo a un reparto equitativo. La
propiedad privada de la tierra está sujeta a unos límites. La Biblia invoca
continuamente la necesidad de dar parte de los bienes a los más desfavorecidos y
se opone al acaparamiento de los bienes (avaricia).
En la Biblia
encontramos el ideal del destino común de los bienes representado en la
orientación comunitaria de la primitiva comunidad cristiana, Hech. 2, 44-45.
Este ejemplo y vivencia de la primitiva comunidad de Jerusalén fue origen de
numerosos comentarios en el pensamiento e ideologías sociales posteriores.
5.1.2. LOS SANTOS PADRES DE LA IGLESIA
Los Santos Padres
empezaron a sacar conclusiones pastorales de lo que aprendieron en la Biblia. Sitúan,
también, el origen de los bienes en el Creador; Dios, es el Señor y Dueño
Universal de todos los bienes. Si las cosas son nuestras es porque las hemos
recibido por disposición de la providencia de Dios, que es Amor y este amor se
expresa en la comunicación de los bienes. Si Dios ha querido que los bienes de
la tierra sean para todos los hombres: “Las riquezas serán injustas mientras
coexistan con la pobreza y esto prescindiendo de cómo se hayan obtenido” [2].
Veamos unos ejemplos
de los Santos Padres. S. Juan Crisóstomo: “Dime, ¿de dónde te viene a ti ser
tan rico?, ¿de quien recibiste la riqueza?; y ese otro, ¿de quién la recibió?.
Del abuelo dirás, o del padre. ¿Y podrás remontarte por el árbol genealógico, y
demostrar la justicia de vuestras posesiones? Seguro que no podrás.
Necesariamente, en su principio y en su raíz hay una injusticia. ¿Qué cómo
llego a eso conclusión? Porque al principio Dios no hizo rico a uno y pobre a
otro, ni tomó al uno y le mostró grandes yacimientos de oro, y al otro le privó
del hallazgo. No, Dios puso delante de todos la misma tierra. ¿Cómo, pues, siendo todo común tú posees tierra y el otro
ni un terrón?” [3]
Y S. Jerónimo
escribe: “Sabiamente habla el evangelio de “riquezas injustas”, pues todas las
riquezas proceden de la injusticia y uno no se puede adueñar de ellas a no ser
que otro las pierda o se arruine. Por eso a mi me parece certísima aquella
sentencia popular que dice: “el rico o es injusto o es heredero de injusto” [4].
Y S. Basilio el Grande sacaba esta conclusión “Lo que sobra al rico pertenece
al pobre” [5].
Oigamos a S. Basilio de nuevo, : “Cuando alguien roba los vestidos de un
hombre, decimos que es un ladrón. ¿No debemos dar el mismo nombre a quien
pudiendo vestir al pobre no lo hace?. El pan que hay en tu despensa pertenece
al hambriento; el abrigo que cuelga, sin usar, en tu guardarropa pertenece a
quien lo necesita; los zapatos que se están estropeando en tu armario
pertenecen al descalzo; el dinero que tú acumulas pertenece a los pobres” [6].
Y, S. Ambrosio de Milán
enseñaba : No le regalas al pobre una parte de lo tuyo, sino que le devuelves
algo de lo que es suyo, pues lo que es común y ha sido dado para el uso de
todos, lo usurpas tú solo” [7].
Los Santos Padres al
sostener que lo que sobra al rico pertenece al pobre no ignoraban que la
mayoría de los ricos pueden exhibir sus títulos de propiedad en regla, pero no
se arredran por eso y, distinguiendo entre lo “legal” y lo “justo”, cuestionan
rectamente el orden social vigente. Por eso, S. Gregorio Nacianceno argumentaba ante los ricos: “Ésas
son las leyes de los poderosos, no las del Creador”, [8].
Finalmente oigamos, entre muchos otros, a S. Bernardo cuando dice tajantemente:
“Continuamente se citan leyes en vuestros palacios; pero éstas son las (leyes) del
rey Justiniano, no las del Señor” [9]
Podemos decir que la
propiedad para los Santos Padres tiene
las siguientes notas propias:
- La propiedad tiene un valor de "uso" y de "finalidad administrativa". Es una obligación del propietario cuidar los bienes, no destruirlos, ni dejar que se deterioren (S. Basilio).
- En la propiedad se reconoce el "carácter de bien común": pues, el hombre desde su nacimiento no es propietario, sino que le adviene la propiedad para su "uso y servicio" (S. Basilio).
- La propiedad está sometida a una "ley de justicia", por la cual tiene en cuenta la situación y satisfacción de las necesidades básicas de los demás. Así pues, la propiedad privada supera en su contexto objetivo el marco del propio individuo y se orienta e integra en el horizonte del bien común (S. Jerónimo)
- Para los Padres, no sólo las riquezas son bienes, sino todo cuanto es necesario al hombre y a su desarrollo social, como la salud, la inteligencia, y otras habilidades. De algún modo, vamos a retomar este sentido amplio de la propiedad en las formulaciones de la más reciente doctrina de la DSI.
[1]
Discurso
en las plantaciones de azúcar en Filipinas, el 20 del 2 de 1981
[2]
Doctrina
Social y Económica de los Santos Padres de la Iglesia. Restituto Sierra. Edit.
Ciudad Nueva, 1990.
[3]
Homilías
sobre la Primera Carta a Timoteo, S. Juan Crisóstomo, Hom, nº 12,. PG, 62, 562-563.
[4]
Carta
120, a Ebidia, nº1, en “Cartas de S. Jerónimo”. Tomo II, BAC. Madrid, 447-448.
[5]
Homilía:
“Destruiré mis graneros”, PG, 31, 276.
[6]
Homilía
“Destruiré mis graneros”, PG, 31, 277.
[7]
Libro
de Nabot, 53. PL. 14, 747.
[8]
Discurso
XIV, “Sobre el amor a los pobres”, PG, 35, 888
[9]
Sobre
la consideración, Liber I, c. 45. Obras Completas de S. Bernardo, Tomo II, BAC,
1955, pág. 586.
Damos gracias a Dios por la vida del P. Ignacio Garro, SJ † quien, como parte del blog, participó con mucho entusiasmo en este servicio pastoral, seguiremos publicando los materiales que nos compartió.
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