35. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Venganza - Mansedumbre


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


B. SERMÓN DE LA MONTAÑA

35.- VENGANZA - MANSEDUMBRE

TEXTOS

Mateo 5, 38-42

"Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo que no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la tú­nica, déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla, vete con él dos. A quien te pida da, al que desee que le prestes no le vuelvas la espalda".

Lucas 6,29-30

"Al que te hiera la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Da a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames".


INTRODUCCIÓN

Jesucristo intenta en estas enseñanzas corregir el espíritu de venganza que predominaba en todas las sociedades de su tiempo; de hecho ese espíritu de venganza prevalece también hoy en el corazón de muchísimos hom­bres, como individuos y como grupos sociales.

La Ley del Talión era una ley admitida generalmente, que en cierto sentido quería poner freno al espíritu desmesurado de venganza. Según esta ley, había que corresponder a la ofensa recibida con otra ofensa semejante, más o menos de la misma gravedad. No debía ser excesiva, como por ejemplo sería el caso de responder a un insulto con el asesinato.

Pero Cristo condena no sólo el espíritu desmesurado de venganza, sino cualquier género de venganza, y a ese espíritu de venganza opone lo que podríamos llamar el espíritu de mansedumbre.


MEDITACIÓN

1) "No resistáis al mal..."

Sería una equivocación entender estas palabras del Señor como una invita­ción a mantener una actitud de connivencia, de dejar pasar, de total pasivi­dad ante el mal que nos rodea y ante. el malvado que provoca ese mal. El Señor jamás predica que se toleren las injusticias, que no se ponga resis­tencia a todos los males que aquejan a la sociedad y que son la causa del sufrimiento de tantísimos millones de seres humanos. Más aún, todos tie­nen obligación de luchar contra esas injusticias y esos males; y por su­puesto, de manera muy especial, los que están constituidos en autoridad, tienen obligación gravísima de hacer todo lo posible, y usar todos los me­dios justos de erradicar esos abusos y favorecer a los más pobres y necesi­tados. Cada uno individualmente podrá renunciar a ciertos derechos, pero cuando se trata de derechos de terceras personas, sobre las que hay cierta responsabilidad, la obligación estricta es la de defenderlos, reclamarlos y luchar por ellos. Todas las sentencias que el Señor pronuncia aquí no hay que entenderlas literalmente.

El Señor usa muchas veces el género literario de paradojas, hipérboles, para grabar su enseñanza en el corazón de los hombres. Pero esas paradojas y esas hipérboles no se pueden interpretar al pie de la letra. Ya consi­deramos este problema en la meditación 32 donde analizábamos el texto: "Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela y tírala de ti." Y pusi­mos otros ejemplos similares. En todas las sentencias que estamos medi­tando de este pasaje, lo que el Señor trata de inculcarnos es corregir todo lo que hay en el corazón del hombre, de cólera, odio, resentimiento, deseo de venganza, falta de generosidad para con el prójimo.

El mismo Jesucristo cuando fue golpeado en una mejilla en casa de Anás; al comienzo de su Pasión, no ofreció la otra; mas bien, se quejó del porqué le habían golpeado sin razón alguna. (Cfr. Jn 18,19-23)

Podríamos decir que la enseñanza del Señor se identifica con la bienaventuranza de la mansedumbre. "Bienaventurados los mansos de co­razón" que una de las interpretaciones que tiene es la de "Bienaventurados los que saben devolver bien por mal". Y es lo que San Pablo escribirá más tarde a los romanos: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber...; no te dejes vencer por lo malo, más bien vence el mal a fuerza de bien." (Rom 12,21)

Y esta enseñanza de Cristo deberíamos comprenderla en la contemplación de todos los misterios de su vida y en la experiencia íntima de Dios nues­tro Padre que siempre manifiesta una paciencia, misericordia y bondad con nosotros, a pesar de todas nuestras ofensas e ingratitudes.

2) "Da al que te pida"

Aquí Cristo se refiere a otra enseñanza distinta; nos enseña la generosidad en dar al necesitado. Tampoco se trata de dar a cualquiera que pida, si se trata de una persona que por sus vicios, su vida irresponsable, su vida de plena holgazanería, quiere abusar de la bondad de otros. Se trata de la per­sona verdaderamente necesitada y que se haya en circunstancias que sólo pueden solucionarse con la ayuda y solidaridad de otros.

No queremos tratar aquí con más detalle lo referente a la limosna, pues en este mismo Sermón del Monte, el Señor, al comienzo del capítulo 6 nos hablará de esta virtud, y al explicar ese pasaje procuraremos profundizar en esta obligación cristiana. (Cfr. Meditación 37)



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.









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