P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
A.- HASTA LA ELECCIÓN DE LOS APÓSTOLES
25.- DISCUSIÓN CON
LOS FARISEOS: SOBRE EL AYUNO, VESTIDO NUEVO - VINO NUEVO
TEXTOS
Mateo 9, 14-17
Entonces se le
presentan los discípulos de Juan y le dicen: "¿Por qué mientras nosotros
ayunamos y los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?" Jesús les
contestó: "¿Pueden acaso los invitados a la boda estar tristes mientras el
novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio, ya
ayunarán entonces. Nadie pone un remiendo de paño sin tundir a un vestido
viejo, porque lo añadido tira del vestido, y se produce un desgarrón peor. Ni
tampoco se echa vino nuevo en pellejos viejos; pues de otro modo, los pellejos
se revientan, el vino se derrama, y los pellejos se estropean, sino que el vino
nuevo se echa en pellejos nuevos, y ambos así se conservan".
Marcos 2, 18-22
Un día en que los
discípulos de Juan y los fariseos ayunaban, vienen a decirle: "¿Por qué
mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus
discípulos no ayunan?" Jesús les contesto: "¿Pueden acaso ayunar los
invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo
al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; ya
ayunarán entonces, en aquel día. Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un
vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tira de él, el paño nuevo del
viejo, y se produce un desgarrón peor. Nadie echa tampoco vino nuevo en
pellejos viejos; pues de otro modo, el vino reventaría los pellejos y se
echarían a perder tanto el vino como los pellejos; el vino nuevo, en pellejos
nuevos".
Lucas 5, 33-39
Ellos le dijeron.
"Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y hacen oración, igual que
los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben". Jesús les contestó:
¿Podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con
ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; ya ayunarán en esos
días" Les dijo también:
"Nadie rompe
un vestido nuevo para echar un remiendo a uno viejo; de otro modo rompería el
nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo. Nadie echa tampoco vino
nuevo en pellejos viejos, de otro modo, el vino nuevo reventaría los pellejos,
el vino se derramaría, y los pellejos se perderían; sino que el vino nuevo debe
echarse en pellejos nuevos. Nadie, después de beber vino añejo, quiere del
nuevo, porque dice: el añejo es el bueno".
INTRODUCCIÓN
Inmediatamente, a
continuación de la agresión de los fariseos contra Jesús, porque perdona y
comparte con los pecadores, éstos vuelven a atacar a Jesús. Se les unen
algunos discípulos de Juan Bautista.
En el pueblo de
Israel había dos clases de ayunos: los unos obligaban a todos, y otros eran
voluntarios. Los voluntarios habían sido concretizados en una costumbre, que se
había introducido en ciertos grupos, de ayunar los lunes y los jueves. De
observar esta costumbre se gloriaban los fariseos cuando decían: "Ayuno
dos veces por semana" (Lc 18,12). Algunos discípulos del Bautista debieron
acomodarse a esta práctica.
Como hubiera allí
algunos de estos discípulos de Juan, los fariseos quisieron hacer causa común
con ellos en esta ocasión, sin duda, para autorizar más la cuestión que iban a
proponer, y ellos se avinieron al designio de los fariseos. Serían de aquellos
discípulos que en la meditación 14 vimos tenían ciertos recelos contra el
Señor.
El caso es que de
común acuerdo, unos y otros, le preguntaron al Señor el porqué de la diferencia
entre sus discípulos y los discípulos del Bautista y los de los fariseos.
La pregunta era
muy del momento, porque precisamente aquel día estaban los discípulos de Juan y
de los fariseos ayunando, como nos dice Marcos, y seguro con todo el aparato
llamativo con que solían hacerlo. Al señalar el contraste que ofrecían los
discípulos de Juan que ayunaban con los discípulos de Jesús, que estaban
celebrando un banquete, intentaban rebajar la virtud de Jesucristo y de sus
discípulos.
MEDITACIÓN
1) Respuesta del Señor, al problema del ayuno.
El Señor responde
usando la imagen de la boda. Con esta imagen hace ver que mientras los discípulos
le tengan a él, han de regocijarse como si asistiesen a una boda. Luego,
cuando él se aleje, será el tiempo de ayunar.
Jesús quiere ahora
hacer resaltar la alegría de que ha llegado el Esposo, el verdadero Mesías, y
quiere que los apóstoles disfruten de esa alegría y de ese gozo; pero al mismo
tiempo, está haciendo esta revelación a los fariseos dándoles a entender que él
es el verdadero Mesías, profetizado en el Antiguo Testamento, como el esposo
del pueblo de Israel. Los fariseos debían participar en la misma alegría y
gozo que los apóstoles, pero su obstinación y apego a sus tradiciones impide
que puedan comprender la respuesta del Señor.
La sentencia
"Ya tendrán tiempo de ayunar cuando el esposo les sea arrebatado" es
una clara alusión a su pasión y su muerte.
Jesucristo se designa como "el
esposo" (Cfr Lc 12,35 - 36; Mt 15,1-13; Jn 3,29) cumpliendo así lo que
habían dicho los profetas respecto de las relaciones de Dios con su pueblo (Cfr.
Os 2, 18-22; Is 54, 5ss). Los apóstoles son los compañeros del Esposo en las
bodas, invitados a participar con él en el banquete nupcial en la alegría del
Reino de los Cielos. (Cfr. Mt 22, 1-14)
Pero hay que hacer
notar algo importante para no interpretar mal este pasaje. Jesucristo no
condena el ayuno. Lo acepta y él mismo lo practicó cuarenta días. Con esta enseñanza
de Jesús que acabamos de explicar, el Señor nos enseña que la vida cristiana
tiene sus días gozosos sin los duelos del ayuno, y sus días de penitencia, que
son los propios para ayunar. Los mismos rabinos prohibían ayunar en los días
festivos. La Iglesia tampoco quiere que se ayune en las fiestas del Señor, ni
en los domingos, ni en todo el tiempo de Pascua. Debemos vivir la alegría de
Jesucristo resucitado.
La respuesta de
Cristo es toda una revelación sobre su mesianismo, sobre la inmensa alegría que
debe traer esa revelación que será siempre "la Buena
Nueva", y
sobre una actitud moral que clarifica el sentido de la penitencia y del ayuno.
2) Vestido nuevo - Vino nuevo.
Quedaba un
problema de fondo que había que resolver. El camino que enseñaba Cristo era
muy distinto de la piedad meramente externa de los fariseos; sin embargo, esta
piedad era muy alabada por el pueblo que los tenía por santos.
A este problema
responde el Señor con dos comparaciones: son comparaciones caseras, la una la
de un remiendo tomado de un vestido nuevo para ponerlo en un vestido viejo; y
la del vino nuevo que se echa en cuerpos viejos. El Señor hace ver que ambas
cosas son absurdas. Sería absurdo lo primero, porque habría que rasgar el
vestido nuevo y porque la pieza sacada de él, no le vendría bien al vestido viejo.
Sería también absurdo lo segundo, porque el vino nuevo fermentaría y rompería
los cueros, y así estos se malograrían y aquél se derramaría. Por eso todos cuidan
de echar el vino nuevo en cueros nuevos, para que el uno y los otros se
conserven.
La aplicación de
estas comparaciones:
Algunos han
querido ver en lo "Nuevo", el Evangelio, y en lo "Viejo",
la Ley Antigua. Pero no parece pueda aceptarse esta, interpretación. No se
puede atribuir a Cristo una oposición tan extremada entre el Antiguo Testamento
y el Nuevo Testamento, cuando él mismo enseñó que éste es complemento y
perfección de aquél.
Muchos autores
siguen la interpretación que ya fue dada por San Jerónimo. Según este Santo
Padre, la comparación propuesta por Cristo se refiere al camino que seguían los
fariseos y los discípulos de Juan por un lado, y el camino que seguían Jesús y
sus discípulos por otro lado.
Acomodarse a las
prácticas, al modo de vivir de los fariseos, y lo mismo, proporcionalmente, de
los discípulos de Juan, que, indóciles a su maestro, no se habían unido a
Jesús, sería lo mismo que echar vino nuevo en odres viejos y poner un remiendo
de vestido nuevo en un vestido viejo. Pretender que el evangelio sea vaciado en
los moldes rabínicos o en los prejuicios de los discípulos del Bautista, o que
el mismo Evangelio sea un apéndice añadido a tales moldes y prejuicios, es una
insensatez.
San Lucas añade al
final: "Ni nadie, mientras bebe el viejo, quiere el nuevo, porque dice:
mejor es el viejo".
Esta sentencia
explica, como complemento, las comparaciones; explica el por qué se resisten
los fariseos a seguir las enseñanzas del Señor. Son como hombres que tienen el
paladar avezado a una clase de vino y con dificultad la cambian por otra. Los
prejuicios, los hábitos adquiridos, la mentalidad que se ha ido creando, y
sobre todo, las pasiones arraigadas en el corazón, son la causa de rechazar las
divinas enseñanzas de Jesucristo.
El Cristianismo no
es un remiendo nuevo al antiguo traje de las leyes y prácticas judías, sobre
todo, tal y como las practicaban los fariseos. La Redención obrada por
Jesucristo implica una total regeneración interior del hombre.
Cuántos problemas
hubo en los comienzos de la Iglesia, por no entender la novedad de Cristo y
aferrarse a las leyes de pureza legal y a otras tradiciones de los judíos. La
misma circuncisión fue transformada por Cristo en el Bautismo del Espíritu. Si
aquélla hacía a los circuncidados miembros del pueblo de Israel, el Bautismo
del Espíritu nos hace miembros de la familia de Dios.
Y podríamos decir
que hoy día se repite lo que entonces sucedió. Es tal la fuerza de las
enseñanzas del mundo, de los criterios que dicta el egoísmo humano y sus pasiones,
criterios que se exponen en nombre de la modernidad, de estar con los tiempos
actuales, de ser comprensivos con todos los hombres y con todas sus conductas
por aberrantes que sean, que se quiere compaginar con la doctrina de Cristo
principios morales y conductas completamente ajenos al Evangelio. Hoy día se
considera modernidad y comprensión el aborto, las relaciones sexuales
prematrimoniales, el divorcio, incluso la homosexualidad, etc., etc. Y según
los que defienden estos principios y conductas, no es el Evangelio el que se
opone a tales conductas, sino la intransigencia de la Iglesia que quedó anquilosada
hace siglos.
La comparación de
Jesucristo tendría aquí diferentes matizaciones, pero en definitiva, lo que se
da en ambos casos es que no se puede mezclar ni unir lo que es Ley y Enseñanza
de Dios y lo que son leyes, enseñanzas y tradiciones de los hombres. Y un
hombre, apegado a sus prejuicios y apresado por sus pasiones, nunca jamás podrá
entender, y menos aún saborear, la verdadera doctrina de Jesucristo.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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