Santísima Trinidad: 2° Parte - Dios existe y es cognoscible



Por el P. Ignacio Garro, S.J.
SEMINARIO ARQUIDIOCESANO DE AREQUIPA


INTRODUCCIÓN SISTEMÁTICA

Sto. Tomás en el prólogo general a la Suma Teológica señala, entre los motivos que le mueven a escribirla, la carencia de sistematización que encuentra en otros autores que  han tratado el tema de Dios, lo que fácilmente conduce al hastío y desorientación del alumno. Y es curioso que una de las cosas que corrige para evitarlo es precisamente la no distinción de los Tratados de  “Deo Uno” y de “Deo Trino”. Se trata de estudiar primero el tratado de “Deo Uno” primero, y después profundizar en el “Deo Trino”. En definitiva, se trata de estudiar diligente y sistemáticamente el misterio de Dios que, guiados por le fe, sabemos que  es  Uno – y - Trino.

Así al conocimiento de la unidad divina, el creyente puede llegar también rastreando las huellas y vestigios del Creador, pero alcanzar el misterio de la Trinidad divina es algo que trasciende por completo la capacidad natural de la mente humana. Siendo así las cosas, el orden natural lógico aconseja comenzar por el estudio de “Deo Uno”, donde concurren la revelación divina y la razón humana, para remontarse luego a la contemplación del misterio escondido en Dios Trino, ante el cual la razón humana enmudece.

Así pues, la enseñanza de “Deo Uno” viene a ser como un preámbulo al “Deo Trino”, y en la estructura mental de Sto. Tomás no es una Teodicea lo que se intenta enseñar en este tratado sino una fundación sapiencial de la Teología. Así cuando Sto. Tomás se pregunta por la existencia de Dios o por sus atributos divinos, se interroga a partir del Dios de Abrahán y de Moisés y de Jesucristo. Su Dios es el Dios de la Historia de la salvación. Aquel de quien nada se hubiera llegado a saber si, previa y gratuitamente, no se hubiera revelado, autocomunicándose a sí mismo al hombre.

También es cierto que Sto. Tomás objetiviza la teología en “ciencia sagrada” y considera legítimo descubrir el “por qué” de las cosas. Busca conscientemente las razones íntimas de las cosas. Nunca pretende “probar” el misterio de Dios, pero sí intenta clarificarlo, sistematizarlo, ponerlo en orden para hacerlo comprensible y así penetrar al máximo en su profundidad. La perfección del pensamiento, en Sto. Tomás, radica no sólo en conocer que “esto es así”, sino en descubrir “por qué es así”, o en “qué sentido es así”.

Ahora bien esta dimensión epistemológica de Sto. Tomás, ni está en oposición ni minusvalora el marco salvífico del misterio de Dios. Su punto de partida es siempre le revelación divina en las Sagradas Escrituras, nunca la razón sola. Su hacer teológico está determinado por una extrema fidelidad al dato revelado. También él hace teología siguiendo el curso de la Historia de la salvación.

Se comprende mejor a Santo Tomás en el estudio del misterio de Dios si se tiene en cuenta su concepción de la teología como “sabiduría”. Por ser un estudio acerca de Dios partiendo de Dios mismo, contempla el panorama desde la cúspide más alta y es capaz, por lo mismo de abarcar una doble vertiente: por una parte puede ver los supremos principios de la fe en el dato revelado (función sapiencial, propiamente dicha) y, por otra parte, descender con la mirada a la llanura de unas conclusiones racionales (función científica).

En su “función científica” (que es también sapiencial), el teólogo busca desentrañar todo el contenido virtual del dato revelado, que presupone y del que parte. Su objetivo no es determinar lo que hay que creer; antes, partiendo de lo que se cree, hay que indagar lo implícitamente incluido en la Historia de la salvación. Se sirve para ello de la “razón” como instrumento, del “silogismo” como medio, cuya premisa mayor es el dato revelado.

En su “función sapiencial” propiamente dicha Sto. Tomás discurre en torno de los principios revelados. No para probarlo (pues lo acepta la fe), sí para justificar “por qué” los cree, para calificarlos y para defenderlos. Siendo, pues, un creyente, razona su fe y partiendo de la fe mira la manera de establecer los preámbulos de la misma.

Rasgos característicos: A través de todo el tratado de Dios no pueden perderse de vista ciertas constantes o líneas de fuerza que caracterizan el quehacer teológico de Sto. Tomás y se pueden resumir en las siguientes :


  • La Palabra (revelada) como fermento vivificador: Aunque el uso de la razón es continuo en la forma de expresarse de Sto. Tomás, lo que le da vida y actúa como fermento vivificador es la Palabra de Dios. Es cierto que las citas son breves y sobrias, pero hay que verlas en la visión de conjunto de toda la obra.
  • Referencia constante al Dios vivo: Aunque parte de la Historia de la salvación, el objeto propio del teólogo no es la esta misma historia, sino la referencia al Dios vivo, que se va manifestando a través de los acontecimientos históricos. Es Dios en su realidad más íntima.
  • Razones de “conveniencia”: Es decir, la inteligibilidad que busca Sto. Tomás como teólogo no es la necesidad lógica que caracteriza a la ciencia aristotélica, sino la percepción de la “conveniencia” del misterio. El sabe que la Historia de la salvación depende de un “designio libérrimo” de Dios. No se pueden aducir razones necesarias, pero sí se puede estimar la “conveniencia”, la armonía; valorar por qué lo ha querido así.
  • Principio de causalidad: Hay, sin embargo, un cúmulo de verdades que, aun siendo aceptadas por fe, pueden ser adquisición racional, y ello en virtud del “principio de causalidad”. Parece evidente que las perfecciones que se hallan en las criaturas han de realizarse con mayor plenitud en el Creador, que les ha dado el ser.
  • Lenguaje  analógico: Se puede, pues, conocer a Dios y hablar de El, por mucho que el lenguaje humano sea deficiente para hablar de Dios y El esté “más allá” de toda categoría terrena. A pesar de las limitaciones, se da un contenido real. Ello se basa, por una parte, en que es posible atribuir a Dios de una forma más plena y eminente las perfecciones que se verifican en las criaturas; y, por otra parte, en que cuando Dios revela misterios escondidos, habla al hombre con palabras humanas. En la Historia de la salvación, Dios se abaja al lenguaje humano para que el hombre entienda, luego el lenguaje humano sirve para hablar del misterio de Dios usando le lenguaje analógico. 



1.2. SI DIOS EXISTE (AN SIT): DIOS EXISTE Y ES COGNOSCIBLE

Como quiera que el objeto principal de la Revelación es llevar al conocimiento de Dios, y no sólo como ser, sino también como principio y fin de todas las cosas, especialmente de las criaturas racionales, intentaremos explicar la existencia de Dios.

La Teodicea, o Teología natural acerca de la existencia de Dios, prueba con argumentos claros la existencia de un Ser infinitamente perfecto, absolutamente independiente de las criaturas y que, a su vez, es la causa eficiente de todas las cosas y también es su causa final, es decir, el fin para el que son creadas. Esto demuestra que el hombre, con las solas fuerzas de su razón natural, puede conocer y demostrar la existencia de Dios.

El Tratado de DIOS UNO forma parte de la teología sobrenatural y por ello da por supuesto todo lo que la Teodicea ha demostrado acerca de Dios. Por tanto en este apartado no se pretende  reincidir  en los argumentos a favor de la existencia de Dios. Lo que se propone este tratado es saber lo que ha manifestado Dios mediante la Revelación sobrenatural, acerca de los siguiente:

  • La capacidad que tiene el hombre para llegar a "conocer" la existencia de Dios con las solas fuerzas naturales de la razón
  • La capacidad que tiene el hombre para "demostrar" la existencia de Dios con las solas fuerzas naturales de la razón
  • La capacidad que tiene el hombre para "conocer sobrenaturalmente", es decir, como objeto de fe, la existencia de Dios.


A. POSIBILIDAD DE CONOCER LA EXISTENCIA DE DIOS CON LA SOLA LUZ DE LA RAZÓN NATURAL

TESIS 1ª.- "La existencia de Dios puede ser conocida con certeza a la luz de la razón natural por medio de las cosas creadas"

1. Explicación

El objeto de conocimiento de que habla la tesis es la "existencia de Dios". Ser supremo, distinto del mundo, causa eficiente y final de todas las cosas creadas. El sujeto de este conocimiento es el hombre en general. La tesis habla de la capacidad de la naturaleza humana en su estado actual, es decir, naturaleza humana caída (pecado original) y redimida (gracia de Cristo).

"Puede", es decir, tiene capacidad no solamente física, sino también moral para lograr conocer la existencia de Dios. Se trata de saber si en la naturaleza humana hay una capacidad intelectiva para poder conocer por sí misma, a través de las cosas creadas, la existencia de Dios.

"Con certeza", es decir, poder conocer con certeza implica que este conocimiento no es una mera opinión, ni siquiera una probabilidad, sino una adhesión firme sin temor a equivocarse.

En la tesis se afirma que el hombre, con sus propias fuerzas naturales, puede lograr de la existencia de Dios un conocimiento verdadero y claro, aunque analógico e imperfecto.

  • “Verdadero”: porque corresponde al objeto que se trata de conocer y la expresión de ese conocimiento se puede formular con proposiciones en las cuales el predicado cuadre con el sujeto.
  • “Claro”: porque nos permite distinguir a Dios de los demás seres
  • “Analógico”: porque el conocimiento natural de Dios es por analogía del ser, es decir, conocemos que existe Dios como causa de las criaturas, y por eso, que el ser se da en Dios de una manera esencial y suprema, mientras que en las criaturas se da de modo "participado".
  • “Imperfecto”: porque nuestro conocimiento humano es limitado.
  • "A la luz de la razón natural", es una fórmula con la que se expresa que el hombre con sus solas fuerzas naturales, sin ninguna ayuda sobrenatural, puede llegar a conocer con certeza la existencia de Dios.
  • "Por medio de las cosas creadas", es una expresión que indica el medio que la razón natural del hombre emplea para obtener el conocimiento cierto de la existencia de Dios y se refiere a todo lo creado visible e invisible.


2. Magisterio de la Iglesia

Concilio Vaticano I: "La misma santa Madre Iglesia sostiene y enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razón humana a partir de las cosas creadas; “porque lo invisible de Él, se ve, partiendo de la creación del mundo, entendido por medio de lo que ha sido hecho". Denz 3004

Las fórmulas del Concilio Vaticano I son definitorias y ofrecen los siguientes elementos:

  • El objeto del conocimiento es "Dios uno y verdadero, creador, y Señor nuestro", y por tanto un Dios personal que no se identifica con el mundo.
  • El principio subjetivo de este conocimiento es "la razón humana" natural en estado de naturaleza caída y reparada,  pero normalmente desarrollada.
  • El principio objetivo son" las cosas que han sido hechas" ya sea visibles  o invisibles.
  • Este conocimiento de Dios es cierto (con certeza) y posible, pero no se excluyen otras vías de conocimiento de Dios.


3. Adversarios

  • Ateísmo: personas que niegan la existencia de Dios. Unos pueden ser ateos prácticos, personas que admiten teóricamente la existencia de Dios pero viven como si Dios no existiese, tienen una fe muerta; y otros son ateos teóricos, personas que definitivamente no admiten la existencia de Dios y lo fundamentan con diversas teorías científicas o filosóficas.
  • Agnosticismo: que niega la posibilidad de conocer más allá de los fenómenos y, por tanto, niega la posibilidad de conocer la existencia de Dios. Hay agnósticos "empiristas" y "positivistas", los cuales reducen la capacidad de nuestro conocimiento a lo puramente fenoménico y externo, y conciben el entendimiento humano como un entramado de percepciones sensibles y, en consecuencia, no dan cabida a la idea de Dios, que es un ser espiritual y que escapa a los datos de la experiencia sensorial.
  • Modernistas: (Kant) distinguen entre conocimiento o "razón pura", y sentimiento o "razón práctica" que es una necesidad íntima del hombre. El concepto de Dios, según ellos, no se obtiene por la vía del conocimiento, como una convicción de la mente, sino por el sentimiento y la vida íntima, que postula y exige la idea de Dios. Renunciando así a un proceso racional discursivo para llegar al conocimiento de la existencia de Dios y se recurre a otros caminos afectivos, sentimentales o volitivos o a un cierto instinto de la conciencia.
  • Fideistas y Tradicionalistas: Son adversarios específicos de esta tesis, al sostener que la razón natural no puede conocer con certeza ni la existencia de Dios, ni las verdades fundamentales de carácter religioso. Afirman que sólo la fe (fideismo), transmitida por medio de hombres extraordinarios (tradicionalismo) en la Iglesia y en la Palabra viva de la Sagrada Escritura, es la última garantía de las certezas metafísicas que constituyen lo motivos de credibilidad en Dios. Piensan que sólo la fe o la tradición pueden dar al entendimiento humano la seguridad de la existencia de Dios y demás verdades religiosas de orden natural.


4. Sagrada Escritura

Sab 13, 1-9: “Sí, vanos por naturaleza todos los hombres que ignoraron a Dios y no fueron capaces de conocer los bienes visibles a Aquel que es, ni, atendiendo a las obras, reconocieron al Artífice; sino que al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o las lumbreras del cielo los consideraron como dioses, señores del mundo... Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando a Dios y queriéndolo hallar. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas, y se dejan seducir por lo que ven... pero por otra parte, tampoco son éstos excusables; pues si llegaron a adquirir tanta ciencia que les capacitó para indagar el Universo, ¿cómo no llegaron primero a descubrir a su Señor?

Rom 1,18.s.s. "En efecto, la cólera de Dios se manifestó desde el cielo contra la impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras : su poder eterno y su divinidad, de forma que no tienen excusa". Según estos dos testimonios de la Sagrada Escritura, el conocimiento de la existencia de Dios aparece como posible para la razón humana a través de la naturaleza. Este conocimiento de Dios aparece como natural, mediato, asequible y cierto.

Rom 2, 14, s.s: “En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente la prescripciones de la ley, sin tener la ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón ...”.

El texto da a entender que los gentiles, aunque no han recibido una Revelación sobrenatural, ni una ley positiva divina a la manera de los judíos, conocen naturalmente lo esencial del Antiguo Testamento al experimentar en su corazón el deber de observar la ley natural. Ahora bien si se admite interiormente con certeza la existencia de una ley vinculante, ello supone el conocimiento de un legislador, que no es otro que ese Ser supremo a quien llamamos Dios. Según este testimonio, es posible, por tanto, llegar al conocimiento natural de la existencia de Dios a través de ese ser creado que la propia conciencia moral.

Según estos testimonios de la Sagrada Escritura, el conocimiento de la existencia de Dios aparece como posible para la razón humana a través de la naturaleza creada. Este conocimiento de Dios aparece como natural, mediato, asequible y cierto.


5. Argumento teológico

Como los Padres enseñan con toda claridad que el hombre adquiere el conocimiento de Dios contemplando las cosas creadas, es claro que  con estas expresiones no quieren decir que la idea de Dios sea innata a la razón humana, antes bien apuntan a la facilidad y, hasta cierto punto, espontaneidad con que el entendimiento humano puede llegar a conocer, por medio de las criaturas, la existencia de su Creador, en este sentido lo entiende Sto. Toma y se pregunta: “si por medio de la razón natural podemos conocer a Dios en esta vida, y responde que, si bien no podemos ver su esencia, sí podemos conocer su existencia y su relación con las criaturas. Su razonamiento se basa en que el objeto de nuestros sentidos son las realidades sensibles, mientras que el del entendimiento es llegar a las causas últimas de las realidades. Por otra parte, esas realidades sensibles, en su calidad de contingentes, postulan una causa última en que apoyarse, la cual no es otra que Dios, el Ser necesariamente existente, principio y fin de todas las cosas. De ello deduce Sto. Tomás que el entendimiento humano, por medio de las cosas creadas, puede llegar a conocer con certeza la existencia de Dios”.

Digamos finalmente, que la tesis se enuncia en el plano de la capacidad real de la razón humana para conocer la existencia de Dios. Esto no quiere decir que de hecho todos los hombres adquieran este conocimiento siempre y en primer término como fruto de su deducción a partir de las cosas creadas. Nada obsta a la tesis el hecho de que la mayoría de los individuos tengan su primera idea acerca de Dios por enseñanza de sus padres o por la tradición cultural secular.


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Agradecemos al P. Ignacio Garro, S.J. por su colaboración.
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