P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
I.- LOS COMIENZOS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
(Fines del Año 27 - Principios del Año 28)
A. - PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA Y PRIMERA ACTIVIDAD APOSTÓLICA DE JESÚS
TEXTOS
Mateo 4, 1-11.
Entonces Jesús fue
conducido por el Espíritu Santo al desierto para ser tentado por el diablo. Y
después de hacer ayuno por cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre.
Entonces se acercó el tentador y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di que
estas piedras se conviertan en panes". Mas El respondió: "Está
escrito: No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca
de Dios". Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone
sobre el alero del templo, y le dice: "Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,
porque está escrito: A sus ángeles te encomendará y te llevarán en sus manos,
para que no tropiece tu pie en piedra alguna". Jesús le dijo:
"También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios". Todavía le
lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del
mundo y su gloria, y le dice: "Todo esto te daré, si te postras y me
adoras". Le dice entonces Jesús: "Apártate, Satanás: porque está
escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él sólo darás, culto". Entonces el
diablo le deja. Y he aquí que se le acercaron unos ángeles y le servían.
Marcos 1, 12-13
A continuación, el
Espíritu le impulsa al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días,
siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles
le servían.
Lucas 4, 1-13
Jesús, lleno del
Espíritu Santo, se volvió del Jordán y fue llevado por el Espíritu al
desierto, donde fue tentado por el diablo durante cuarenta días. No comió nada
en aquellos días, y al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le
dijo: "Si eres Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en
pan". Jesús le respondió: "Está escrito: No sólo de pan vive el
hombre". Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos
de la tierra, y le dijo el diablo: "Te daré todo el poder y la gloria en
estos reinos, porque a mí me ha sido entregado, y se los doy a quien quiero. Si
pues me adoras, todo será tuyo". Jesús le respondió: "Está escrito:
Adorarás al Señor tu Dios, y sólo a El darás culto". Le llevó a Jerusalén,
y le puso sobre el alero del templo, y le dijo: "Si eres Hijo de Dios,
tírate de aquí abajo; porque está escrito: "a sus ángeles te encomendará
para que te guarden y te llevarán en sus manos, para que no tropiece tu pie en
piedra alguna." Jesús le respondió: "Se ha dicho: No tentarás al
señor, tu Dios". Acabado todo género de tentación, el diablo se alejó de
él hasta un momento oportuno.
INTRODUCCIÓN
La tradición nos
habla de la montaña de la Cuarentena en el desierto de Judá. frente a la
antigua Jericó, donde había, y aún existen, muchas grutas naturales.
Jesucristo, después de su Bautismo, quiere disponerse a cumplir con su misión
de Mesías y Redentor retirándose al desierto para entregarse a la vida de
oración, de intimidad con su Padre, y a la vida de penitencia y ayuno. Desde
entonces, siempre será la oración y la penitencia la mejor preparación para
todo apostolado, y el ejemplo de Cristo será seguido por todos los que con
sinceridad quieren entregarse a la vida de apostolado. Verdad, un tanto
olvidada en el día de hoy, que hay que redescubrir, si se quiere llevar
verdadera eficacia a las obras apostólicas. El hecho real de las tentaciones de
Cristo no puede ponerse en duda. Lo que puede admitirse como interpretación es
que las tentaciones fueron producto de una sugestión interna por parte de
Satanás, y no hay que aceptar que, el hecho que se nos describe del traslado de
Cristo al pináculo del templo o a la cima de un monte alto, fuese una realidad
exterior. Pero Cristo, en su retiro de la primera cuaresma de la historia de la
Iglesia, siente con toda fuerza el aguijón de Mateo y Lucas son los que nos
narran con detalle las tentaciones del Señor. Marcos no hace sino notificar el
hecho de las tentaciones. Las discrepancias que encontramos entre Mateo y Lucas
son mínimas y muy fáciles de armonizar.
MEDITACIÓN
1) "El Espíritu Santo condujo a Jesús al
Desierto, para que fuera tentado"
No es que Dios sea
la causa de las tentaciones y que El quiera positivamente que su Hijo sea
tentado por Satanás. Dios prevé las tentaciones que su Hijo ha de sufrir por
parte de Satanás, y las permite y entran dentro de su plan de redención. El
Padre quiere que su Hijo aparezca en todo como verdadero hombre, hermano de los
hombres, igual a ellos en todo menos en el pecado.
"Nuestro sumo
sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, ya que El mismo
fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado."
(Hebr. 4, 15: Cfr. Fil 2,7)
Y es el Espíritu
Santo el que guía a Jesús al desierto. Toda la vida de Cristo está conducida
por el Espíritu Santo; y así será después la vida de la Iglesia y de la vida de
cada cristiano. Dejarse guiar por el Espíritu, ser dócil al Espíritu es el
único camino que lleva a la santidad, al cumplimiento de la voluntad de Dios en
todo momento, a llevar a cabo la obra redentora de Cristo.
2) Las tentaciones de Jesús
Se nos describen
tres tentaciones distintas, que ofrecen matices diferentes, pero todas ellas se
refieren a la tentación radical que sufrió Cristo.
La tentación
radical no es otra sino la rebelión contra la voluntad de Dios en el plan
salvífico de la Redención.
La redención que
propone Satanás es una redención sin sufrimientos, en comodidad y bienestar;
es una redención con gloria humana y el aplauso de todos; es una redención con
poderío y riquezas.
Este es el
verdadero sentido de las tentaciones de Cristo, y Cristo las supera mostrando
una total y absoluta confianza en su Padre Dios y una total sumisión al plan
salvífico de su Padre en humillación y en sufrimiento.
a) A la primera
tentación de convertir las piedras en pan, responde el Señor con una cita del
Deut 8,3: "No de sólo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios." En este texto se recuerda a los hijos de Israel,
cómo Yahvé los alimentó milagrosamente con el maná en el desierto. Lo que
Cristo da a entender con esta respuesta es su plena confianza en su Padre Dios
cuando le exige sacrificios: aquí concretamente, el sacrificio del ayuno.
Jamás se debe
rehusar el sacrificio, cuando Dios, en su voluntad amorosa, según sus
designios, lo exige de sus hijos.
b) A la segunda
tentación de realizar un milagro espectacular para buscar y atraer la
popularidad del pueblo, el Señor responde con otra cita del Deut. 6,10:
"No tentarás al Señor tu Dios". En este texto se alude al pasaje del Éxodo
en el que los israelitas, al faltarles el agua exigen a Moisés un milagro y él
les responde: "¿Por qué tentáis a Yahvé?".
Exigir a Dios
milagros es todo lo contrario de confiar en El. Exigir a Dios hechos
espectaculares buscando el aplauso de la gente es siempre contrario a los
designios de Dios. Es tentar a Dios y dar muestras de ninguna confianza en El
ni en sus planes redentores.
c) La tercera
tentación es la más cruda de todas. Se trata claramente de abandonar a Dios
para entregarse a Satanás manifestado en los ídolos del poder y de la riqueza.
La respuesta de
Jesús es tajante: "Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo darás
culto". Está tomada también del Deut. 6, 13 y era, podríamos decir, la jaculatoria
de los israelitas al entrar en la tierra prometida.
Y el
"¡apártate Satanás!" es una repulsa total al mesianismo terreno que
le proponía el demonio.
3) Nuestras tentaciones
Los Santos Padres
han visto en el hecho de las tentaciones de Cristo el objeto también de
nuestras tentaciones. En el caso del hombre, las tentaciones son mucho más
claras y de tendencias también mucho más bajas, pero, en cierto sentido, el
contenido de ellas lo encontramos ya en las tentaciones de Cristo.
Son las
tentaciones de saciar nuestros instintos, aún en contra de la voluntad de Dios;
es el afán de honor, de gloria, de soberbia que rige nuestra vida y las relaciones
humanas; es la pasión grosera de la codicia, del apego al dinero, a la riqueza;
y es la ambición incontrolable de poder. Es el posponer a Dios ante nuestros
ídolos de placer, poseer y poder. Es rebelarse contra los designios de Dios.
Las grandes tentaciones
del hombre serán siempre alejarse del verdadero Dios, para postrarse te el gran
ídolo del "Yo" egoísta, y ante los otros ídolos servidores del
"Yo"
Es lo que nos dirá
San Juan: “Todo lo que hay en el mundo es la concupiscencia de la carne la concupiscencia
la de los ojos y la jactancia de las riquezas." (1 Jn 2,16)
En un grado o en
otro, éstas son las tentaciones por las que han pasado todos los hombres,
incluidos los santos.
4) Superación de las tentaciones.
El ejemplo de
Cristo siempre será el estímulo más grande para poder superar toda tentación. Y
la palabra de Dios nos confirma la certeza de que podemos superar toda
tentación.
"Fiel es Dios
que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, sino que de la
misma tentación os hará sacar provecho." (1 Cor 10,13).
Cristo nos enseña
con su ejemplo que la oración, y la penitencia, la mortificación de los
sentidos, son medios eficacísimos para superar cualquier tentación.
La Palabra de Dios
meditada, hecha carne propia, sentida como motivación de nuestra vida, es
también eficacísima para superar las tentaciones.
Y al igual que Jesucristo,
vivir siempre en una total confianza en Dios y en su infinita misericordia. Y
como Cristo nos enseña en la oración del Padre Nuestro, sentir profundamente
nuestra debilidad, sentir la necesidad de la ayuda de Dios y continuamente rogarle
que no nos deje caer en la tentación. Y huir de las tentaciones.
5) Los Evangelistas terminan la narración
diciendo que el diablo dejó a Jesús por entonces, y que los ángeles le servían.
La victoria de
Cristo sobre las tentaciones trae consigo la inmensa complacencia del Padre en
su Hijo y le premia enviándole sus ángeles para que le atiendan y sirvan. Los Ángeles
aparecen siempre en la Biblia como mensajeros de Dios y servidores de los
hombres. No debemos olvidar la verdad cristiana de la ayuda y servicio que los
ángeles prestan a los hombres. Son nuestros mejores aliados en la lucha contra
Satanás y sus tentaciones. Debemos acudir a ellos.
Se nos dice
finalmente que el diablo dejó a Jesús por entonces, dando a entender que
volvería de nuevo a tentar al Señor. Y de otra gran tentación tenemos
conocimiento en el Evangelio, y puede ser que otras veces también haya sido
tentado sin que quede consignado en el Evangelio. La otra gran tentación de
Jesús fue cuando llegó la hora de su Pasión y sintió la tremenda agonía del
Huerto de Getsemaní y el abandono de su Padre Dios: "¡Dios mío, Dios mío!
¿Por qué me has abandonado?" El mismo Cristo refiriéndose a esta hora de
la Pasión, dijo: "Esta es vuestra hora y la hora del poder de las
tinieblas." (Lc 22,52)
Si Cristo fue
tentado hasta en el momento de su muerte, no nos puede extrañar el que
nosotros seamos también tentados a lo largo de toda la vida. La tentación no
nos hace malos ni peores. La tentación es el crisol donde se prueba nuestro
verdadero amor de fidelidad al Señor. Nunca debemos desanimarnos ante las tentaciones.
Contamos con el amor y la fortaleza del Señor para superarlas. Vivamos
plenamente confiados en la bondad de nuestro Padre Dios y en el amor y
fortaleza de nuestro hermano Cristo Redentor. La victoria definitiva la tenemos
garantizada en Cristo, Señor Nuestro.
"Se fiel
hasta la muerte, y te daré la corona de vida." (Apoc 2,10)
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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