132. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Jesús camino de Jerusalén es rechazado en Samaria


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA

PASA DE NUEVO POR GALILEA

(Junio - Setiembre, año 29)

132.- JESÚS CAMINO DE JERUSALÉN ES RECHAZADO EN SAMARIA

TEXTO

Lucas 9, 52-56

Envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de los samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía in­tención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?" pero volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.

INTRODUCCIÓN

Jesús, para ir a Jerusalén, escogió el camino que pasa por Samaria y no siguió el camino que bordea el río Jordán, que era más largo. En general los judíos que iban de Galilea a Jerusalén solían escoger el camino más largo para evitar la hostilidad de los samaritanos.

El Señor, que iba acompañado de los apóstoles, envía a dos de ellos a que busquen una posada donde pasar la noche. Pero estos dos apóstoles, que no sabemos quiénes eran, fracasaron en su intento, fueron rechazados de mala manera por la única razón de que eran judíos y que iban a Jerusalén.

Era conocida de todos la enemistad y rivalidad que existía entre los judíos y samaritanos; cuando los judíos tenían que pasar por Samaria solían ser hostigados y no eran acogidos en las posadas para pasar la noche.

Y se nos nana a continuación la reacción de Santiago y Juan, que conoce­mos eran de carácter muy impetuoso. Eran llamados "los hijos del trueno." (Cfr. Mc 3, 17). La indignación de los apóstoles se debía al desprecio que habían hecho a su Maestro; y dada la fe y el amor que le profesaban, creían que no podían tolerar tal ultraje. Se acordarían del hecho narrado en 2 Rey. 1, 9-10; cuando el profeta Elías mandó caer fuego del cielo que consumiera a los enviados del rey Ococías, para tenderle una trampa.

Y, efectivamente, el fuego los devoró. Ellos sabían que Jesús era mucho más que Elías, y creyeron oportuno pedir el mismo castigo para los que le habían rechazado: "¿Quieres que mandemos caer fuego del cielo que los consuma?"

La respuesta del Señor fue una reprensión. Y algunos manuscritos añaden "no sabéis de que espíritu sois."

MEDITACIÓN

1) Enemistad entre judíos y samaritanos

La razón de esa enemistad era que los samaritanos se habían apartado de la ortodoxia judía y tenían su culto a Yahvé en el monte Garizim; ellos odiaban a los judíos y los judíos odiaban a los samaritanos.

Desgraciadamente estas rivalidades y odios entre grupos y pueblos, por motivos religiosos, se han multiplicado a través de toda la historia, hasta nuestros mismos días; y se ha llegado con frecuencia a terribles persecu­ciones y a luchas encarnizadas entre los hombres.

La Iglesia, en la actualidad, está haciendo un esfuerzo muy grande para mostrar comprensión y respeto para los que profesan otra religión y, para los que siendo también cristianos, se han apartado de la verdadera Iglesia de Cristo. No es condescender con los errores, pero es reconocer que el camino del verdadero cristiano nunca puede ser el camino del odio y de la violencia; y por eso, ha pedido públicamente perdón por lo que ha tenido de pecado en épocas anteriores con relación al trato con los miembros de otras religiones y con los hermanos separados, los protestantes.

Lo que la iglesia propone hoy en día, a través de su doctrina del Ecumenismo, es el diálogo con todos los hombres, desde los ateos y no creyentes hasta con los ortodoxos que son los que están más cerca de ella. Diálogo con todas las religiones, respeto mutuo y caridad para con todos. Esté es el único camino que el Señor quiere para la reconciliación de todos los hombres. El odio y la violencia nunca pueden habitar en el corazón del cristiano.

2) Actitud de los apóstoles y respuesta de Jesús

Los apóstoles manifiestan un espíritu de justicia extrema que podría pare­cer justificado. Se ha despreciado al Señor, se le ha rechazado haciéndole la injuria de no querer darle posada, ni siquiera para una noche.

La respuesta del Señor es un ejemplo más de lo que él predicó en las Bienaventuranzas: "Bienaventurados los mansos de corazón", que una de sus interpretaciones es "no devolver mal por mal", sino tener paciencia ante los desprecios e injurias que nos hagan. Este es el espíritu de Cristo que no habían entendido sus apóstoles. El Señor da comienzo a la era mesiánica donde no tiene lugar el espíritu de venganza, sino el espíritu de perdón y de misericordia.

A Cristo y su Evangelio no se le ha de defender con violencia. El Señor no permitió más violencia, que la violencia pasiva, la que él sufrió para redi­mirnos. El no vino para aniquilar a sus enemigos, ni para usar su justicia divina castigando a los hombres, vino para redimirlo con su infinita pa­ciencia ante las injurias y el sufrimiento. Entregar la propia vida por Cristo y su Evangelio es la única manera de defender al mismo Cristo y de hacer fructificar su enseñanza. Y es así como todos los apóstoles extendieron el Reino de Cristo en el mundo. 




Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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