Día tres
“Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra” Salmo 8,1
Un padre de familia llevó de campamento a su hijo por las montañas. A fin
de hacer el viaje más agradable, contrató un guía experimentado para
acompañarlos. El guía los llevó por el camino que llegaba al corazón de un gran
bosque. El niño estaba sorprendido de cómo el guía veía cosas que una persona
común no podría ver. Un día, luego de que el guía les había enseñado algunas bellezas
que se escondían en el bosque, el niño exclamó: ¡Te apuesto a que incluso podrías ver a Dios aquí! El guía contestó: Chico, aquí se me está haciendo difícil ver otra cosa que no sea Dios.
La respuesta del guía nos recuerda las palabras de la poeta Elizabeth B.
Browning:
La tierra se ha confundido con el
cielo
Y un arbusto cualquiera nos
acerca a Dios
Pero sólo el que mirar sabe, mira
y se descalza;
El resto se sienta alrededor
y se dedica sólo apelar cáscara
de una fruta.
¿Cuándo fue la última vez que te detuviste para mirar el atardecer o para
escuchar la melodía de un pájaro? Dile a Dios que te dé ojos para mirarlo
claramente en la naturaleza.
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Referencia bibliográfica: Desafío. P. Mark Link, jesuita. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
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