142. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Los hijos de Abraham y los hijos del diablo

 


P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


V. JESÚS EN JERUSALÉN

(Fines de Septiembre - comienzos de Octubre, año 29)

LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS

142.- LOS HIJOS DE ABRAHAM Y LOS HIJOS DEL DIABLO

TEXTO

Juan 8,37-47

"Ya sé que sois raza de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Pa­labra no prende en vosotros. Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro padre." Ellos le respon­dieron: "Nuestro padre es Abraham." Jesús les dice: "Si fuerais hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham. Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Vosotros hacéis las obras de vuestro Padre." Ellos le dijeron:

"Nosotros no hemos nacido de la prostitución; no tenemos más padre que a Dios." Jesús respondió: "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que él ni ha enviado. ¿Por qué no comprendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi Palabra. Vuestro padre es el diablo y queréis cumplir los de­seos de vuestro padre. Este fue homicida desde el principio, y no se man­tuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a mí, como os digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros pue­de probar que soy pecador? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis, porque no sois de Dios."


INTRODUCCIÓN

Jesucristo, al ver la obstinación de los escribas y fariseos en aceptar sus palabras, les recrimina con gran autoridad y les da la razón de su obstina­ción: Viven bajo la influencia del diablo. Y de nuevo, vuelve a autorrevelarse como el Hijo de Dios, que vive siempre en unión con su Pa­dre, le contempla y habla y obra lo que ve en el Padre y lo que agrada al Padre. Las palabras con que el Señor acusa a los escribas y fariseos son de las más duras que encontramos en el Evangelio.


MEDITACIÓN

1) "si fuerais hijos de Abraham, haríais las obras de Abraham."

Los judíos ponían toda su gloria en ser hijos, descendencia de Abraham. Jesús no niega que sean descendientes de Abraham según la carne, pero lo único importante es que fueran hijos de Abraham según el espíritu, es de­cir, imitando la actitud de fe absoluta del gran Patriarca en Dios y de su sumisión radical a la voluntad de Dios. Y el gran Patriarca, que recibió la promesa de que de su descendencia nacería el Mesías, "exultó de gozo pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró." (Jn 8,56)

Los escribas y fariseos no eran pues hijos de Abraham en el sentido espiri­tual de esa filiación. Al no aceptar la Palabra de Jesús, al rechazarle, están rechazando a Dios y no dan fe a la Palabra de Dios. No solamente no imi­tan la fe del gran Patriarca, sino que sus obras son también contrarias a lo que Dios exige de ellos, y llegan al colmo de la maldad al intentar matar al enviado del Padre. Ciertamente, Abraham nunca podría reconocerlos por hijos.

Los fariseos y escribas sienten la gran acusación de Jesús, y contra ella re­claman ahora su filiación de Dios: "Nosotros no tenemos más padre que a Dios." Ellos no han nacido de la "prostitución". La palabra "prostitución" tiene aquí el sentido bíblico y moral de la idolatría. La idolatría era consi­derada en el Antiguo Testamento como una prostitución con los dioses pa­ganos, abandonando al Dios verdadero. Lo que quieren decir es que ellos no son hijos de paganos y de idólatras, sino verdaderos hijos de Dios, hijos del Pueblo Escogido.

Jesús les niega completamente que sean "hijos de Dios". Si tuviesen por padre a Dios, necesariamente tendrían no sólo que aceptarle sino amarle pues él viene de Dios y ha sido enviado por el Padre al mundo: y lo que él habla es lo que ha visto junto al Padre.

2) "Vuestro padre es el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre."

Tremenda acusación de Jesús contra los escribas y fariseos. Ellos que se gloriaban de ser "hijos de Abraham" y, consiguien­temen­te, "hijos de Dios", son desenmascarados por el Señor que les dice que de quien son hijos es del diablo.

Y son "hijos del diablo" porque viven bajo su influencia, su inspiración. Las obras que ellos realizan están instigadas por el diablo. Y al diablo lo llama el Señor "padre de la mentira" y "homici­da". La obra del diablo será siempre llevar al hombre al engaño, al alejamiento de toda la verdad de Dios y de la verdad de Cristo y su doctrina; y en este sentido, significa lle­var al hombre a todo pecado. El que vive en la mentira vive en el pecado. Y es llamado "homicida desde el principio". Es muy probable que Jesús hiciese alusión al primer pecado de Adán y Eva que fue la causa de que entrase la muerte en el mundo, y fue el diablo quien los sedujo para que pecasen. Puede también referirse a la primera muerte que se narra en la Biblia, la de Abel. Caín fue instigado por el diablo para cometer tal cri­men. Y da a entender el Señor que toda violencia, todo asesinato, sobreto­do, los llevados a cabo contra los profetas los enviados de Dios, eran tam­bién obra del diablo.

Por estas razones, ellos son en realidad "hijos del diablo". Se han dejado seducir por el diablo e imitan su conducta, su manera de obrar; viven en la mentira, en el gran pecado de rechazar al Hijo, enviado por el Padre, y además quieren matarlo.

3) "¿Quién de vosotros puede probar que soy pecador?"

Jesús quiere mostrarles ahora la gran contradicción que 1-ay en su vida. Se llaman a sí mismos "hijos de Abraham" e "hijos de Dios" y, sin embargo, su increencia, su conducta, su vida entera está inspirada por el diablo. Y el Señor les invita a que dejen de seguir al diablo "padre de la mentira" y "homicida", y le sigan a él, cuya vida santa está comprobada por todos los que le conocen. Nadie puede probar contra él el más mínimo pecado. Los fariseos y escribas lo acusarán de pecado, pero jamás podrán probar que una acción de Jesús sea pecado. Y Jesús ha declarado en diversas ocasio­nes la esencia de su santidad: Hacer siempre la voluntad de su Padre, ha­cer siempre lo que agrada al Padre. En esta fidelidad suma a su Padre está la santidad de Jesús.

Lo que quiere el Señor decirles a los escribas y fariseos es que resulta contradictorio y absurdo que dado ese ejemplo de santidad y de fidelidad a Dios, su Padre, no le crean, no acepten su testimonio, confirmado de tan­tas maneras; y más aún, que tengan hacia él una actitud tan agresiva que quieren matarle.

Pero el mismo Señor da la razón de esa conducta de los escribas y fari­seos: "porque no sois de Dios". Podemos interpretar estas palabras del Se­ñor apoyándonos en lo que el mismo Señor dice con respecto a sus ovejas: son las que escuchan su voz y le siguen (Cfr. Jn 10,4). "Ser de Dios" no significa aquí posesión, sino tiene el sentido moral de escuchar la palabra de Dios y cumplirla. "El que es de Dios escucha las palabras de Dios", y esas palabras de Dios no son sino las enseñanzas y doctrina de Cristo. Con esto indicaba también el Señor que "ser de Dios" se identificaba con "ser de Cristo". Una prueba más de su unión con el Padre y de su identidad en la divinidad.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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