P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
V. JESÚS EN JERUSALÉN
(Fines de Septiembre - comienzos de Octubre, año 29)
LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
135.- JESÚS HABLA SOBRE SU PARTIDA
TEXTO
Juan 7,31-36
Y muchos entre la
gente creyeron en él y decían: "Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales
que las que hace éste?". Se enteraron los fariseos que la gente hacía
estos comentarios acerca de él y enviaron guardias para detener a Jesús.
Entonces él dijo:
"Poco tiempo
estaré ya con vosotros, pues me voy al que me ha enviado. Me buscaréis y no me
encontraréis. Donde yo esté, vosotros no podéis venir."
Se decían entre sí
los judíos: "¿Adónde se irá éste que nosotros no le podamos encontrar?
¿Se irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?
¿Qué es eso que ha dicho: me buscaréis y no me encontraréis, y donde yo esté
vosotros no podéis venir?"
INTRODUCCIÓN
El primer intento
de detener a Jesús había sido frustrado. Pero los jefes judíos al ver la
reacción del pueblo que se entusiasmaba cada vez más con Jesús; decidieron
intentar de nuevo prender a Jesús y, para eso, envían a ministros,
probablemente la policía que cuidaba del Templo, para que le tomasen preso.
Tampoco tuvo resultado este segundo intento; quizá no atrevieron a hacerlo al ver
la multitud que se apiñaba junto a Jesús. Mientras tanto, Jesús seguía
enseñando en el Templo y ante esas tentativas de prenderle dirigiéndose,
probablemente, hacia los jefes judíos, escribas y fariseos, les habló de su
partida y, de una manera misteriosa, que ellos no podían comprender, les indicó
la condenación a que ellos mismos se exponían.
MEDITACIÓN
1) “Me voy al que me ha enviado”
Jesús se refería a
su propia muerte y nos manifiesta como él consideraba esa muerte que iba a
padecer: "Me voy al que me ha enviado."
Profundísima
definición de lo que es la muerte, no sólo para él sino para todos sus
discípulos que crean en él. Para el cristiano su propia muerte es un volver a
Dios, volver a la casa del Padre. San Agustín decía: "Nacemos para morir, pero
morimos para nacer". La muerte es como un nuevo nacimiento, un nuevo
despertar a una nueva vida que es la vida bienaventurada y eterna junto a
Dios. Nadie como Jesucristo tuvo siempre presente su muerte como ese paso de
este mundo al Padre. "Vuelvo al Padre" fueron palabras que brotaron
frecuentemente de los labios de Jesús y que nos revelan el anhelo que tenía de
llegar a la casa del Padre. Y ahora anuncia está cercana esa hora.
Por supuesto, que
ninguno de los oyentes entendió lo que quería decir. Por eso se preguntaban
dónde iría; había muchas comunidades judías en muchas de las ciudades del
imperio romano; formaban lo que se llamaba "la diáspora", es decir,
las comunidades judías dispersas por todo el Imperio, pero que se mantenían
fieles a su fe y tradiciones. Pero sospechaban los judíos de Jerusalén que como
había fracasado Jesús en su predicación con ellos, iría a predicar a los
paganos o griegos, como dice el texto.
2) "Donde yo esté, vosotros no podéis
venir."
"Donde yo
esté" se refiere a su estado glorioso en alma y cuerpo después de su
resurrección, una vez que haya vuelto al Padre.
Tampoco los judíos
pudieron entender las palabras del Señor; pero fueron palabras con un horizonte
trágico para los judíos. El Señor sabía que no sólo los jefes, los escribas, los
fariseos y los sacerdotes del pueblo judío le iban a rechazar, sino, en
general, el mismo pueblo acabaría por rechazarle. Este rechazo les cerraba las
puertas del cielo; ellos mismos se cerraban a toda posibilidad de salvación.
Terrible presagio para toda aquella generación.
San Pablo concebía
su gloria después de su muerte como un "estar con el Señor", y
escribía a los fieles de Éfeso: "Deseo partir y estar con Cristo".
(Efes 1,23).
Y el mismo Señor
para consolar a los apóstoles de todos los trabajos, que él sabía habían de
padecer, les dijo: "En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os
lo habría dicho: porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya
preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo esté, estéis
también vosotros." (Jn 14,2-3)
Que el Señor nos
conceda la gracia de acogerle siempre, de vivir de acuerdo a sus enseñanzas,
para que eternamente podamos estar junto a él, en la gloria eterna.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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