129. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - El perdón de las ofensas


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA

PASA DE NUEVO POR GALILEA

(Junio - Setiembre, año 29)


129.- EL PERDÓN DE LAS OFENSAS

TEXTOS

Mateo 18, 21-22

Pedro se acercó entonces y le dijo: "Señor, ¿Cuántas veces tengo que per­donar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?" Díceles Jesús: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete."

Lucas 17, 3-4

"Si tu hermano peca, repréndele; y si se arrepiente, perdónale. Y si peca contra ti siete veces al día y siete veces se vuelve a ti diciendo: 'me arre­piento', le perdonarás."

INTRODUCCIÓN

La duda de Pedro es muy probable que estuviese suscitada por la enseñan­za de Cristo sobre la corrección fraterna. Si la corrección que se hacía al hermano tenía eficacia y se arrepentía, el Señor quería que se le perdona­se. Pero nada se había dicho sobre el caso en que volviese a caer de nuevo el pecador. Los rabinos enseñaban que se podían perdonar las injurias has­ta tres veces. San Pedro, que conoce la bondad del Señor, aumenta el nú­mero a siete, creyendo que ya era suma generosidad. La respuesta de Je­sús corrige a Pedro y le dice "setenta veces siete", que quiere decir "siem­pre", sin poner límite alguno.

San Lucas habla de "siete veces", pero hay que entenderlo también en el sentido de "siempre". El habla de "siete veces al día", expresión que está indicando ese perdón ilimitado del que habla el Señor.

MEDITACIÓN

El Señor al enseñarnos la oración del Padre Nuestro, había puesto corno condición para recibir el perdón de Dios, el que nosotros perdonásemos a los que nos ofenden (Cfr. med. 39 y 41)

Y ese perdón a nuestros hermanos que nos ofenden debe interpretarse se­gún la enseñanza de Cristo:

Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso." (Luc 6, 36)

Hemos de perdonar al que nos ofende a la manera como Dios es misericordioso y perdona a los pecadores. El perdón de Dios se extiende a todas las ofensas posibles; y además es un perdón tan generoso que no g»arda rencor al pecador ni, una vez arrepentido de su pecado, se lo vuel­ve a echar en cara; y es un perdón que le devuelve la amistad con él. Y Dios perdona siempre.

Mí debe ser el perdón cristiano. El cristiano debe estar tan lleno de cari­dad fraterna, que perdone cualquier ofensa que se le haga, no debe guar­dar rencor hacia el ofensor, debe mostrar hacia él una actitud de acogida y benevolencia, de amistad; y debe estar dispuesto a perdonar siempre.

Queremos hacer notar que, a veces, el sentimiento se rebela contra este perdón tan generoso. Quizá no podamos controlar totalmente nuestros sentimientos; pero lo que sí está en nuestro poder, con la gracia de Dios, es sobreponemos con nuestra voluntad y, por encima de cualquier senti­miento, otorgar el perdón que nos pide el Señor.




Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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