P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
JESÚS ENTRA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN
203.- CRISTO, HIJO Y
SEÑOR DE DAVID
TEXTOS
Mateo 22,41-46
‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies'?
Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?" Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió ya a preguntarle más.
Marcos 12,35-37
`Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies.'
El mismo David le llama Señor; ¿Cómo entonces puede ser hijo suyo?" La muchedumbre le oía con agrado.
Lucas 20,41-44
`Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra
hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.'
David, pues, le llama Señor; ¿Cómo entonces puede ser hijo suyo?"
INTRODUCCIÓN
El Señor advierte
que sus adversarios no le proponen ya nuevas preguntas; no se atreven por
temor a quedar de nuevo confundidos por la sabiduría de sus respuestas. Y es
ahora el Señor quien les hace una pregunta con el deseo de hacerlos reflexionar
sobre la naturaleza del Mesías. Cristo les manifiesta la naturaleza divina del
Mesías e, implícitamente, les está confirmando su propia naturaleza divina. Una
última oportunidad para que sus adversarios se conviertan y le reconozcan a él
como el verdadero Mesías, Hijo del Padre.
MEDITACIÓN
Cristo lo que
quiere enseñar a sus adversarios es que el mismo rey David reconocía al Mesías
como un ser muy superior a sí mismo, a quien llama "su Señor", y dice
de él que está sentado a la diestra de Dios.
Todos reconocían
que el texto del Salmo profético de David-se refería al Mesías:
"Oráculo de
Yahveh a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el
estrado de tus pies. (Salmo 110, 1)"
Jesús cita el
Salmo de David cambiando algo la primera parte.
En vez de decir:
Oráculo de Yahveh a mi Señor, dice: "Dijo el Señor a mi Señor."
Jesús aplica la
palabra "Señor" por igual a Dios y al Mesías. Y además dice que el
Mesías se sentará a la diestra de Dios. Estar sentado a la diestra de Dios,
significa que el Mesías participará de su mismo poder y dignidad.
Por lo tanto,
Jesús está indicando que el Mesías, aunque en la carne fuese hijo de David,
como estaba anunciado en las Escrituras, era algo muy superior a un mero
hombre. Siendo descendiente, hijo de David, éste le llama "mi Señor"
y reconoce en él la suprema dignidad de estar sentado a la diestra de Dios. Si
solamente fuera un mero descendiente suyo según la carne, no tendría sentido
que David le llamase "mi Señor".
El Mesías sí era
hijo de David; pero, principalmente, era. Hijo de Dios, enviado por el Padre
para cumplir su misión redentora.
Acabada su misión
volvería donde el Padre y se sentaría a su diestra, es decir, participaría de
todo poder al igual que Dios, y sería Señor al que todas las gentes tendrían
que adorar como adoraban a Dios.
Jesucristo se
había declarado muchas veces Hijo de Dios, enviado del Padre; que desde toda la
eternidad vivía junto a él; que él no era de aquí abajo sino de
"arriba". Y también había declarado que tenía todo poder sobre la vida
y la muerte, y que era el juez que habría de juzgar a todos los hombres al
final de los tiempos. Había, pues, manifestado su naturaleza divina, igual al
Padre.
De esto se habían
escandalizado los escribas y fariseos y todos sus otros adversarios. Jesús les
muestra ahora cómo el gran rey David ya había profetizado la naturaleza divina
del Mesías.
Los Evangelistas
al transmitirnos esta enseñanza de Jesús, la entienden como una nueva
revelación del origen divino de Cristo.
Los Santos Padres
han considerado que en este pasaje del salmo davídico se anuncia la divinidad
de Cristo.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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