P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
JESÚS ENTRA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN
201.- EL TRIBUTO
DEBIDO AL CÉSAR
TEXTOS
Mateo 22,15-22
Entonces los fariseos se fueron y deliberaron
sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Le envían sus discípulos, junto
con los herodianos, a decirle: "Maestro, sabemos que eres sincero y que
enseñas el camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque
no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece ¿es lícito pagar
tributo al César o no?" Más Jesús, conociendo su malicia, dijo:
"Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo."
Ellos le presentaron un denario. Y les dice: "¿De quién es esta imagen y
la inscripción?" Dícenle: "Del César." Entonces les dice:
"Pues lo del César, devolvédselo al César; y lo de Dios, a Dios." Al
oír esto, quedaron maravillados y, dejándole, se fueron.
Marcos 12,13-17
Envían donde él
algunos fariseos y herodianos, con el fin de sorprenderle en alguna palabra.
Vienen y le dicen: "Maestro, sabemos que eres sincero y no te importa de
nadie, porque no miras la condición de las personas, sino que enseñas con
franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o
dejamos de pagar?" Pero él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo:
"¿Por qué me tentáis? Traedme un denario, que lo vea." Se lo trajeron
y les dice: "¿De quién es esta imagen y la inscripción?" Ellos le
contestaron: "Del César." Jesús les dijo: "Lo del César,
devolvédselo al César; y lo de Dios, a Dios." Y se maravillaban de él.
Lucas 20,20-26
No pudieron sorprenderle en ninguna palabra ante el pueblo y, maravillados por su respuesta, se callaron.
INTRODUCCIÓN
Al atardecer del
Lunes Santo el Señor volvió a Betania, y al día siguiente, muy temprano, salió
de nuevo para Jerusalén. Así nos lo parece indicar San Marcos (Cfr. Mc 11,20).
Como de costumbre, entró en el Templo y se puso a enseñar.
Los jefes de los
judíos habían quedado humillados por el Señor el día anterior; pero no cesan en
su afán de poderle coger preso. Los fariseos traman una estratagema para
sorprender al Señor con preguntas malévolas y capciosas. Esperaban que alguna
respuesta que diese el Señor fuera motivo para condenarle y desprestigiarle
ante el pueblo. Serán varias las preguntas que le harán. Pero el Señor con su
sabiduría infinita contestará de tal manera que los que quedarán confundidos
serán sus mismos adversarios. El Señor terminará su actividad en este Martes
Santo con una acusación detallada de todos los vicios de los escribas y
fariseos.
La primera de
estas preguntas capciosas es la que vamos a considerar ahora. Notemos que los
fariseos no quieren ser ellos mismos los que se presenten ante el Señor para
interrogarle. Saben que el Señor conoce su hostilidad y suponen que a ellos no
les responderá. Además no quieren ser de nuevo humillados por el Señor, como lo
habían sido en otras ocasiones.
Por eso envían a
algunos discípulos suyos y también a algunos herodianos. Estos últimos no
formaban un grupo religioso sino que constituían más bien una especie de
partido político que apoyaba al rey Herodes. Más bien eran muy poco religiosos
y se caracterizaban por una vida bastante relajada en sus costumbres.
Los fariseos y los
herodianos se consideraban enemigos entre ellos; pero se unen en su odio a
Jesús y los herodianos se prestan al nuevo juego de los fariseos. Instruidos
por ellos se presentan ante el Señor con una actitud totalmente hipócrita de
alabanza y estima para captarse su benevolencia y confianza. Y es así como le
proponen la pregunta sobre el pago del tributo al César.
Se discutía en las
escuelas de los rabinos sobre la licitud de este pago. Para ellos era como un
reconocimiento de la autoridad del César sobre el pueblo judío en contra de la
fidelidad que debían exclusivamente a Dios, el único y verdadero Rey de Israel.
La pregunta estaba muy bien pensada, porque cualquier respuesta que diese el Señor
sería ocasión para condenarle. Si respondía que no, sería acusado ante las
autoridades romanas y sería condenado por éstas; si respondía que sí, iría en
contra del pensamiento popular del pueblo judío, de toda la gente que le estaba
escuchando en el Templo, y todos se pondrían en su contra y a favor de los
fariseos. Estos ya podrían prender a Jesús y condenarle según sus leyes.
Meditemos la actitud de Cristo y su respuesta.
MEDITACIÓN
1) "Devolved al César lo que es del
César"
Lo primero que hace
el Señor es desenmascarar la hipocresía de los que le interrogan. El, que
conoce lo que hay en el corazón del hombre, como tantas veces se nos dice en el
Evangelio, nunca puede ser engañado, ni jamás podrá ser captada su benevolencia
con sólo palabras de adulación. Palabras de alabanza que brotan de un corazón
sincero, y acompañadas de buenas obras, sí serán gratas al Señor y atraerán
toda clase de gracias y beneficios.
Y la respuesta que
da el Señor deja confundidos a sus adversarios y maravillados a todos los que le
escuchan. Al mismo tiempo esa respuesta establece un principio básico de
conducta humana con relación a sus deberes con la autoridad civil.
¿Qué significa
"devolver al César lo que es del César"? De hecho, la situación
concreta del pueblo judío era de sumisión al Imperio Romano. Estaban bajo las
autoridades del Imperio, bajo la autoridad del César. Los súbditos tenían
obligación de acatar las leyes que dimanaban de la autoridad civil siempre que
esas leyes no fueran en contra de la Ley de Dios.
Al decir el Señor
"devolved al César lo que es del César", no quiere decir que los
tributos que habían de pagar fuesen para enriquecerse el César, sino que es una
manera de expresar el acatamiento que se debía a las órdenes que dimanaban de
la autoridad.
El Señor no entra
en el problema de si es justa o no la ocupación de Judea por el Imperio Romano.
De hecho, él nunca habló a favor de una rebelión contra el Imperio; él sabía
que esa rebelión no traería ninguna buena consecuencia para el pueblo judío, sino
su total ruina.
La enseñanza de
Cristo tampoco quiere decir que los pueblos tengan que tener una actitud pasiva
ante las injusticias que se cometen contra él. Debe luchar contra toda clase de
injusticia; pero esa lucha no puede desembocar en una rebelión violenta y de sangre,
sino en casos extremos y cuando se prevea que las consecuencias de esa rebelión
serán favorables para los oprimidos. Es la doctrina que siempre ha enseñado la
Iglesia: "Como es sabido, la insurrección revolucionaria - salvo en caso de
tiranía evidente y prolongada, que atentase gravemente a los derechos fundamentales
de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país - engendra nuevas
injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se
puede combatir un mal real al precio de un mal mayor." (Paulo VI,
Populorum progressio, n. 31)
La sociedad civil
y sus autoridades tienen una autonomía en todo lo referente a buscar el bien
común de todos los súbditos. Autonomía que no significa, de ninguna manera, precisión
de Dios y de sus mandamientos, sino que no depende de ninguna otra autoridad
para establecer en concreto las leyes y normas que han de regir la economía,
la política, el ordenamiento jurídico y demás aspectos de la vida de los
ciudadanos, según los principios de la justicia y de la recta moral. Por eso
la enseñanza de Cristo, sobre todo lo referente a los bienes temporales
"no sólo no priva al orden temporal de su autonomía, de sus propios
fines, leyes, medios e importancia para el bien del hombre, sino que, por el
contrario, lo perfecciona en su valor y excelencia propia y, al mismo tiempo,
lo ajusta a la vocación plena del hombre sobre la tierra." (Conc. Vat. II,
Decreto sobre el Apostolado de los Seglares, n. 7)
Y el súbdito
tendrá siempre obligación moral de cumplir con las leyes que dimanen de la
autoridad civil, siempre que no sean claramente injustas y no vayan contra los
mandamientos de Dios.
2) "Devolved a Dios, lo que es de Dios"
Lo que el Señor
quiere enseñarnos con esta sentencia suya es que jamás la sumisión a la
autoridad pública puede ser un obstáculo para el cumplimiento de todos
nuestros deberes con Dios. Y por supuesto, cuando haya conflicto entre las
leyes del estado y las Leyes de Dios, como ya hemos indicado anteriormente, siempre
debe prevalecer el cumplimiento de las Leyes de Dios.
El cristiano jamás
podrá absolutizar el compromiso político, sus ideales económicos, la misma
cultura de su país y cualquier otro aspecto de los valores humanos. Sólo Dios
es absoluto y sólo las leyes que él impone, siempre para nuestro bien, serán de
valor absoluto.
A Dios le debemos
el culto de alabanza y adoración, nuestra entrega total al cumplimiento de su
voluntad, de todos sus mandamientos, nuestra gratitud y amor por habernos hecho
hijos suyos y destinarnos a la vida eterna, Todos estos valores son valores
absolutos y primarios que deben estar por encima de cualquier otro valor.
No otra cosa es lo
que significa el primer mandamiento de la Ley de Dios: "Amar a Dios sobre
todas las cosas."
Y en este sentido
nos enseña el Señor algo fundamental en la vida del cristiano. Jamás el
cristiano deberá separar su vida pública, su vida profesional y de trabajo, su
vida política, económica, social, de lo que es su fe y de su compromiso con el
Señor. Al contrario, manteniendo la fidelidad a la autonomía que tienen las
cosas temporales, debe sin embargo procurar "instaurar el orden temporal y
el actuar directamente y de forma concreta en dicho orden, dirigidos por la luz
del Evangelio y la mente de la Iglesia y movidos por la caridad cristiana... y
buscar en todas partes y en todo la justicia del Reino de Dios... establecer
rectamente el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo."
(Conc. Vatic. II, Decreto sobre el Apostolado Seglar, n. 7)
Todos los cristianos
deberían examinarse con franqueza sobre cómo cumplen con esta enseñanza
profunda del Señor que debe regir todas sus relaciones con la autoridad civil y
todo su comportamiento en la valoración y uso de todas las cosas temporales, su
comportamiento en todos los campos de la política, economía, profesión,
relaciones sociales.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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