P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
189.- ZAQUEO
TEXTO
Lucas 19,1-10
Habiendo entrado
en Jericó atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe
de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de
la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a
un sicomoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel
sitio, alzando la vista, le dijo: "Zaqueo, baja pronto; porque conviene
que hoy me quede en tu casa. "Se apresuró a bajar y le recibió con
alegría. Al verlo, todos murmuraban, diciendo: "Ha ido a hospedarse a casa
de un hombre pecador." Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: "Daré,
Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien,
le devolveré el cuádruplo." Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la
salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo
del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido."
INTRODUCCIÓN
En su camino a
Jerusalén, el Señor llega con los que lo acompañaban a la ciudad de Jericó,
distante unos 25 kilómetros de la capital. Era una ciudad importante y de
población numerosa que se encontraba en el cruce de los dos caminos que
venían, respectivamente, de Perea y de la región norte, por el valle Jordán.
En esta ciudad había publicanos encargados de cobrar los impuestos, y el jefe
de todos ellos era un tal Zaqueo. Por los que nos narra el Evangelio, sabemos
que era rico y que tenía mala fama; había aprovechado su cargo para
enriquecerse, y esto suponía que había extorsionado a muchos ciudadanos
judíos. Por eso era mal visto por la población.
Zaqueo habría oído
hablar de Jesús como un gran maestro y que tenía poderes taumatúrgicos para
curar toda clase de enfermedades. Esto motivó en Zaqueo un deseo de conocer
personalmente a Jesús.
Ignoramos si
Zaqueo quería ver a Jesús solamente por mera curiosidad, o si sentía ya cierto
remordimiento de conciencia de su vida pasada y esperaba encontrar en él
perdón y misericordia. Lo que sí es cierto es que, por lo menos en su encuentro
con Jesús, sintió ese arrepentimiento, como lo demuestran sus palabras y la decisión
que toma de reparar sus pecados.
MEDITACIÓN
1) La conversión de Zaqueo y la misericordia de
Jesús
Zaqueo tenía un
gran deseo de conocer a Jesús y para conseguirlo no le importa hacer el
ridículo delante de la gente subiéndose a un sicomoro, una especie de higuera
silvestre, desde donde pudiese ver al Señor cuando pasase por allí delante.
Como indicamos en
la introducción, no sabemos con certeza los sentimientos que abrigaba Zaqueo
en su interior. Pero Jesús, que penetra el corazón de los hombres, vio en
Zaqueo una oveja descarriada del pueblo de Israel, y que tenía un corazón
abierto a la gracia de Dios, al arrepentimiento. Jesús no duda en salir a su
encuentro.
Y es el Señor el
que toma la iniciativa en esta conversión. Al pasar Jesús por delante de Zaqueo,
subido en el sicomoro, le dice que quiere entrar y quedarse en su casa. Zaqueo
debió sentir una profunda emoción. Aquel gran Maestro, aquel extraordinario Taumaturgo,
aquel que mostraba siempre bondad y misericordia con los pecadores quería hospedarse
en su casa, en la casa de un pobre pecador. Es muy probablemente en estos
momentos que Zaqueo, movido por la gracia de Dios, siente un gran remordimiento
de sus pecados y decide manifestar ese arrepentimiento al Señor y decirle la manera
como piensa reparar el daño que ha causado a otros.
Bien profundo y
sincero debió ser el arrepentimiento de Zaqueo, cuando, habiendo pasado su vida
tan apegado a las riquezas y, para conseguirlas, había cometido injusticias con
muchos, se decide a devolver el cuádruplo a los que había defraudado y repartir
la mitad de su fortuna entre los pobres. La gracia del Señor le acababa de
liberar de la esclavitud de la codicia, que era su principal pecado.
El Señor sentiría
también una gran alegría al ver que recobraba a la oveja perdida, y con
misericordia divina le dice: "Hoy ha llegado la salvación a esta
casa." La palabra "salvación" no significa otra cosa que el
perdón de todos los pecados de Zaqueo, la justificación de su alma, la garantía
de su salvación eterna.
Las palabras del
Señor dichas a Zaqueo son de inmenso consuelo para todos los pecadores. El
Señor quiere pronunciarlas continuamente en presencia de cualquier pecador que
le busque y se arrepienta.
Y fruto de esa
conversión y ese encuentro con el Señor misericordioso será la inmensa alegría
del corazón, como fue la alegría de Zaqueo.
Y la conversión de
Zaqueo será siempre un ejemplo de sincero arrepentimiento, que se manifiesta
no sólo en las palabras sino en obras de verdadera reparación de los pecados.
2) "He venido a buscar y salvar lo que
estaba perdido."
Cuando la gente
vio que Jesús entraba en casa de Zaqueo empezó a murmurar, como tantas veces
había ya sucedido, siempre que Jesús trataba con pecadores. Y los que
iniciarían la crítica serían los fariseos que estarían allí presentes. Ellos
nunca llegaron a comprender la misericordia del Señor; ellos se tenían por
santos que no necesitaban de la misericordia de Dios y tenían un sentimiento de
total desprecio hacia los pecadores. Era soberbia y esa actitud inmisericorde
con el prójimo fue lo que cegó sus ojos para reconocer a Cristo como el Mesías,
el enviado de Dios.
El Señor no hace
caso alguno a esas murmuraciones; no le importa que le acusen a él también de
pecador, porque anda con pecadores. Lo que le interesa es cumplir con la misión
que le ha encargado su Padre. Y es un gran misterio de amor y de bondad de
Dios que Cristo defina su misión como la de venir a buscar lo que estaba
perdido. Por esto Jesús trata con los pecadores, los busca, los lleva a la conversión,
a la salvación. Esa es su misión.
Las palabras del
Señor deben infundir en todos los pecadores una ilimitada confianza en su
misericordia. Lo que más desea Cristo es la conversión de los pecadores, que
éstos se acerquen a él.
Y si muere en la cruz será para traer el perdón a los hombres. Jamás puede un pecador dudar de la misericordia del Señor y de su perdón. Que el Señor nos conceda la gracia de confiar siempre en su misericordia.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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