P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IX. JESÚS SUBE A JERUSALÉN PARA LA FIESTA DE LA PASCUA
DESDE LA ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALÉN HASTA LA ÚLTIMA CENA
(Fines de Marzo - Primeros de Abril, año 30)
JESÚS ENTRA EN EL TEMPLO DE JERUSALÉN
202.- LA RESURRECCIÓN
DE LOS MUERTOS
TEXTOS
Mateo 22,23-33
Les respondió Jesús: "Estáis en un error, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios. Pues en la resurrección, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo. Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído aquellas palabras de Dios cuando os dice: 'Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?' No es un Dios de muertos, sino de vivos."
Al oír esto, la gente se maravillaba de su doctrina.
Marcos 12,18-27
Jesús les contestó: "¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las Escrituras ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos. Y acerca de que los muertos resucitan, ¿No habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: `Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?' No es un Dios de muertos, sino de vivos. Andáis muy equivocados."
Lucas 20,27-40
Jesús les dijo: "los hijos de este mundo toman mujer o marido; pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en el otro mundo y en la resurrección de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer ni ellas marido, ni pueden ya morir, porque son como ángeles, y son hijos de Dios, siendo hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al Señor 'el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob'. No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven."
Algunos de los escribas le dijeron: "Maestro, has hablado bien." Y ya no se atrevían a preguntarle nada.
INTRODUCCIÓN
Esta vez son los
saduceos los que, probablemente instigados también por los fariseos, se
presentan ante el Señor para interrogarle.
Y es clara la
intención que llevan: burlarse del Señor y dejarle en ridículo delante de la
gente que lo escuchaba.
Los saduceos
venían a constituir la aristocracia dentro del pueblo judío. Pertenecían a la
casta sacerdotal y habían tomado el nombre de "saduceos" del sumo
sacerdote "Sadoc" que ejerció su oficio en los reinados de David y
Salomón (Cfr. 2 Sam.8, 17; 15, 24). Se caracterizaban por su escepticismo religioso
y por su vida de lujo y comodidades; eran muy ajenos a la vida del pueblo y estaban
muy distanciados de él. Ellos no creían en la resurrección de los muertos, y
por eso le proponen al Señor el ejemplo de siete hermanos, que, por cumplir
con la ley de levirato, sucesivamente se fueron casando con la misma mujer sin
dejar ningún hijo. Si existiese la resurrección de los muertos se daría un
grave conflicto en la otra vida: ¿De cuál de los hermanos podría considerarse
esa mujer una verdadera esposa, ya que había estado casada con los siete? El
ejemplo mismo que ponen ya es ridículo; lo que pretendían era que el Señor, no
pudiendo dar una respuesta satisfactoria a su pregunta, quedase
desprestigiado.
Según la ley del
levirato (Cfr. Deut. 25,5-10), cuando varios hermanos vivían juntos y uno de
ellos, casado, muere sin dejar hijos, otro de los hermanos debía tomar a la
esposa del difunto para poder tener descendencia de ella y que la descendencia
continuase el nombre de la familia, y poder así también conservar los bienes patrimoniales
del hogar.
El Señor, con
paciencia y serenidad suma, se digna responder a la pregunta malintencionada
de los saduceos. Y serán ellos los que queden desprestigiados y confundidos
ante todos los oyentes. Por el contrario, la gente, al oír la respuesta del
Señor, "se maravillaba de su doctrina".
MEDITACIÓN
1) "Estáis en un error por no entender las
Escrituras ni el poder de Dios."
Como dijimos, los
saduceos no creían en la resurrección de los muertos; pero los fariseos, y la
gente sencilla que les seguía, tenían una idea equivocada respecto a cómo
sería la vida después de la resurrección. Ellos creían que la vida de los
hombres sería muy similar a la que tenían sobre la tierra, con sus necesidades
y sus instintos; la diferencia estaba en que sería una vida feliz donde el
hombre, sin enfermedad ni dolor alguno, pudiese satisfacer todos sus deseos.
El Señor afirma la
resurrección y nos indica que esta verdad de fe estaba ya anunciada en las
Escrituras. Una supervivencia del justo, como premio a sus buenas obras
durante su vida, la encontramos en muchos pasajes del Antiguo Testamento; pero
la misma resurrección aparece clara en algunos textos.
"Revivirán tus muertos, sus cadáveres resurgirán, despertarán y darán gritos de júbilo, los moradores del polvo." (Is 26,19)
se levantará sobre la tierra.
Después con mi piel me cubrirá de nuevo, y con mi carne veré a Dios Yo, sí, yo mismo le veré, le mirarán mis ojos, no los de otro." (Job 19,25-27)
"Al llegar a
su último suspiro dijo: 'Tú, criminal, nos privas de la vida presente, pero el
Rey del mundo a nosotros, que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida
eterna. " (2 Mac. 7,9)
Y podemos decir
que los capítulos del 2 al 5 del libro de la Sabiduría son también una
revelación anticipada, aunque algo velada, de la resurrección de los justos.
Pero será el Señor
el que, en su Evangelio, nos repetirá muchas veces la verdad de esta
resurrección, centro de nuestra fe y esperanza cristiana, y que fue predicada,
desde el comienzo de la actividad misionera de la Iglesia, por todos los
apóstoles.
Y el Señor, a
continuación de decirles que no comprendían las enseñanzas de las Escrituras,
les añade que tampoco comprenden el poder de Dios. Dios, infinito en su poder,
Creador de cielos y tierra, tiene también el poder de resucitar a los muertos y
con una resurrección de naturaleza muy distinta a como la concebían los
fariseos. Los cuerpos resucitados ya no tendrán ningún género de necesidades materiales;
serán transformados a la manera de cuerpos espirituales, a imitación de los
ángeles, y gozarán de la incorrupción y participarán de la misma gloria de
Dios. San Pablo nos describirá la naturaleza de esta resurrección:
se siembra corrupción, resucita incorrupción;
se siembra vileza, resucita gloria;
se siembra debilidad, resucita fortaleza;
se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual." (1 Cor 15,42-44)
Esta es la
grandeza del poder de Dios capaz de resucitar a los muertos y transformar los
cuerpos viles y miserables que tuvimos durante la vida, en cuerpos llenos de
luz, de gloria, de inmortalidad.
En la otra vida,
pues, no habrá matrimonios ni se sentirán las concupiscencias de la carne.
Seremos como ángeles de Dios, en continua alabanza y adoración de la Santísima
Trinidad, y en felicísima participación de toda la infinitud de la bondad y del
amor de Dios.
Quien crea en Dios
y en su poder infinito no podrá dudar jamás que su poder se extiende hasta el
hecho de la resurrección de los muertos; y si El nos lo ha revelado, la santa y
consoladora obligación del hombre será prestar su asentimiento a esta verdad de
fe.
2) "Dios no es un Dios de muertos, sino de
vivos."
Los saduceos parece
que no admitían como verdadera Escritura Santa sino el Pentateuco, los cinco
primeros libros de la Biblia, lo que se llamaba el Libro de la Ley. Por eso el
Señor escoge un texto del libro de Éxodo para probar que los muertos resucitan.
El texto que utiliza
el Señor se refiere a la definición que Dios da de sí mismo a Moisés cuando
sale a su encuentro en el monte Horeb y se le aparece en forma de llama de
fuego, en medio de una zarza. Dios dice a Moisés: "Así dirás a los hijos
de Israel: Yahveh, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre, por él seré invocado de generación en generación." (Ex.3, 15)
El argumento es
fácil de entender. Si los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob hubieran vuelto a
la nada con su muerte, Dios no podría llamarse Dios de Abraham, Isaac y Jacob.
Dios no puede llamarse a sí mismo Dios de lo que no existe, Dios de la nada.
Luego los Patriarcas siguen viviendo después de la muerte y están llamados a una
vida plena de resurrección de sus cuerpos.
Podría decirse que
las palabras del Señor probarían solamente la supervivencia del alma de los
Patriarcas en el Sheol, a donde iban las almas de los justos después de la
muerte. Esta era la creencia judía. Pero el Señor da a entender que la
supervivencia del alma exige la resurrección de los cuerpos. Los judíos no
concebían una vida auténtica y plena del hombre sin el cuerpo. Dios, que ha
creado al hombre como ser compuesto de alma y cuerpo, y que es principio y origen
de toda vida, infundirá de nuevo en esos cuerpos muertos el soplo de vida y
hará que resuciten para unirse al alma, y pueda así el hombre gozar de la
plenitud de la vida que le corresponde. E implícitamente el Señor nos dice también
que éste será el destino de todos los que mueran en su amistad, en su gracia.
Los saduceos y los
que escuchaban las palabras del Señor entendieron el razonamiento. Algunos
escribas que estaban escuchando alabaron su respuesta; comprendieron perfectamente
que era una confirmación de la creencia que ellos tenían, la creencia en la resurrección
de los muertos.
La gente se
maravillaba de su doctrina, nos dice Lucas. Los saduceos tuvieron que
retirarse confundidos y no se atrevieron a insistir en su pregunta o proponer otra
nueva.
Con este episodio termina Jesús sus controversias con los escribas, fariseos, herodianos y saduceos. Su sabiduría infinita había quedado manifestada en sus respuestas; y por otra parte también manifestada la mala intención de los que le interrogaban y su gran ignorancia.
...
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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