P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
IV. JESÚS REGRESA A GALILEA Y MARCHA A TIERRAS DE PAGANOS PASA DE NUEVO POR GALILEA
PASA DE NUEVO POR GALILEA
(Junio - Setiembre, año 29)
107.- LA PUREZA DEL
CORAZÓN
TEXTOS
Mateo 15, 10-20
Luego llamó a la
gente y les dijo: "Oíd y entended. No es lo que entra en la boca lo que
hace impuro al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que hace impuro
al hombre."
Entonces se
acercan a él los discípulos y le dicen: "¿Sabes que los fariseos se han
escandalizado al oír tus palabras?"
El les respondió:
"Toda planta que no haya plantado mi Padre Celestial será arrancada de
raíz. Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego,
los dos caen en el hoyo". Tomando Pedro la palabra le dijo:
"Explícanos la parábola." El respondió: "¿También vosotros
estáis todavía sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que entra en la
boca pasa al vientre y luego se echa al excusado? En cambio lo que sale de la
boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre. Porque
de dentro del corazón, salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios,
fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Eso es lo que hace impuro
al hombre; que el comer sin lavarse las manos no hace impuro al hombre."
Marcos 7, 14-23
Llamó otra vez a
la gente y les dijo: "Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre
que, entrando en él, pueda hacerle impuro; sino lo que sale del hombre, eso es
lo que hace impuro al hombre, Quién tenga oídos para oír, que oiga."
Y cuando
apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre la
parábola. El les dijo: "¿Con que también vosotros estáis sin inteligencia?
¿No comprendéis que todo lo que entra en el hombre no puede hacerle impuro,
pues no entra en su corazón, sino en el vientre y va a parar al excusado?"
-Así declaraba puros todos los alimentos-. Y añadía: "Lo que sale del
hombre, eso es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro del corazón de
los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos,
adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria,
insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y hacen
impuro al hombre."
INTRODUCCIÓN
Jesús había desenmascarado
la hipocresía de los escribas y fariseos en presencia del pueblo. Pero quería
algo más positivo. Ellos no hablaban sino de "pureza legal", de
purificaciones externas. Jesús va a enseñar ahora el principio básico de la
verdadera limpieza, de la pureza espiritual, interna, de la pureza del corazón
del hombre, la única pureza que agrada a Dios.
Pero como conoce
la actitud hostil de los fariseos, los deja aparte, y se dirige a toda la
gente que había estado escuchando su discusión con los fariseos; y en tono
solemne y con plena autoridad comenzará su enseñanza con las palabras:
"Oíd y entended."
MEDITACIÓN
La enseñanza de
Jesucristo es tan profunda como clara: no son los alimentos los que hacen puro
o impuro al hombre; ni tampoco el comer los alimentos con las manos limpias,
recién lavadas, purifican al hombre. Son sus pensamientos, sus deseos, sus
intenciones, las que hacen al hombre impuro o le hacen puro.
Los judíos habían
interpretado con mucha frecuencia los mandamientos de Dios en lo que tenían de prohibición
de actos y obras externas; sobre todo aquello que podía causar desorden dentro
de la misma sociedad judía. Sin embargo, daban muy poca importancia a los actos
internos del corazón humano.
Jesucristo
establecerá de una manera definitiva lo que se llama la "ley de la
interioridad", es decir, que no solamente es pecado el acto o la obra pecaminosa,
sino también cualquier intención, deseo de algo malo, aunque no se realice. Y
explica la razón de esta "ley de la interioridad": Todo pecado externo
de obra primeramente se ha concebido dentro del corazón del hombre. Los
homicidios, toda clase de injuria o daño que se hace a los demás, los
adulterios, las fornicaciones, los robos, las calumnias, nacen primero en el corazón
del hombre; y una vez concebidos en su corazón, el hombre los realiza en sus
actos. Y esos actos internos del corazón ya son pecado y participan de la misma
gravedad que los actos externos correspondientes; esos actos internos son los
que hacen impuro al hombre, le quitan la gracia de Dios y convierten al hombre
en verdadero pecador a los ojos de Dios.
Esta doctrina es
la que no habían entendido nunca los fariseos, y era natural que no la
comprendiesen por la hipocresía interna en que vivían. Pero el Señor se extraña
de que sus discípulos tampoco la han entendido; por eso les dirá con frase
dura: "¿También vosotros estáis todavía sin entendimiento?". Es muy
probable que los propios apóstoles estuviesen contagiados de la mentalidad
farisaica de la Ley; pero habían tenido ya la oportunidad de escuchar del
Señor la verdadera interpretación de la Ley. Todos ellos habían escuchado el
Sermón del Monte y en esa enseñanza el Señor había proclamado que no sólo peca
quien ofende a su hermano de palabra u obra, sino también la ira interna merecía
castigo. Había proclamado también que no sólo comete adulterio o fornicación,
quien realiza el acto externo de esos pecados, sino también se peca de
fornicación o adulterio con el solo deseo obsceno de una mujer.
Pero los apóstoles
no habían comprendido todavía el profundo mensaje moral de Jesucristo. El
Señor, con paciencia y bondad, les explica a sus apóstoles, de una manera
realista, por qué las cosas de fuera no manchan el corazón del hombre, sino lo
que nace indebidamente de ese corazón.
Hay otra enseñanza
del Señor digna de resaltar. Los apóstoles le dicen al Señor que los fariseos
se han escandalizado al oír sus palabras. El Señor a esta advertencia de los
apóstoles da un juicio muy duro contra los escribas y fariseos. Dice a sus apóstoles
que los escribas y fariseos no son plantas que ha plantado su Padre Celestial,
y consiguientemente, "Toda planta que no haya plantado mi Padre Celestial
será arrancada de raíz." Palabras éstas que tienen un claro sentido de
condenación eterna.
Y añade Jesús: "Dejadlos:
son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caen en
el hoyo."
Cuando el Señor
explicaba las parábolas, los evangelistas nos hablaban de la ceguera de los
escribas y fariseos aplicando un texto de Isaías. (Cfr. Mt 13, 14-15). Igual
que en aquella oportunidad Jesucristo se refiere a una ceguera culpable, una
ceguera de obstinación pecaminosa. Son ciegos porque quieren ser ciegos;
porque voluntariamente se han cerrado a la luz que Cristo les trae.
Pero en sus palabras,
el Señor da un consejo práctico a sus apóstoles. Les habla del riesgo que
supondría para ellos, si se dejasen guiar de los escribas y fariseos. Junto
con ellos "caerían en el hoyo", es decir, sería su ruina total. Por
eso les aconseja: "Dejadlos". Deben apartarse de ellos y, por supuesto,
no dar importancia ni hacer caso del escándalo que manifiestan ante las
palabras de Jesús.
Lección del Señor
para todos los tiempos. Desgraciados aquellos hombres que consciente y
libremente se cierran a la Luz de Dios, a Cristo, a su mensaje; y desgraciados
aquellos que se dejen guiar en sus principios y en su vida por aquellos
hombres. Hay que apartarse de ellos, pues son reprobados por Dios y cae sobre
ellos la pena de condenación.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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