100. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Jesús, Pan de Vida - Promesa de la Eucaristía


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


E. ULTERIOR MINISTERIO EN GALILEA: HASTA LA FIESTA DE PENTECOSTES

(Hasta fines de mayo del Año 29)


100.- JESÚS, PAN DE VIDA

c) DISCURSO EN LA SINAGOGA DE CAFÁRNAUM

2ª Parte: PROMESA DE LA EUCARISTIA

TEXTO.

Juan 6, 52-59

Discutían entre sí los judíos y decían: "¿Cómo puede este darnos de comer su carne?": Jesús les dijo: "Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en voso­tros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Lo mismo que me ha enviado el Padre que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.

Este es el pan bajado del cielo, no como el que comieron vuestros padres y murieron; el que coma este pan, vivirá para siempre". Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

INTRODUCCIÓN

Debieron de interrumpir el discurso que Jesús estaba dando en la sinagoga, la discusión y el murmullo, y quizá, hasta la protesta y rebeldía, que protago­nizaron escribas y fariseos al escuchar a Jesús que daría su propia carne como comida. Jesús no se intimida ante esos murmullos y quejas, y en vez de atenuar su frase y dar una explicación metafórica que hubiera satisfecho las dudas y protestas de los oyentes, todo lo contrario, reafirma el sentido real y verdadero de su carne como comida y revela nuevos aspectos sobre el mis­terio insondable de la Eucaristía.

MEDITACIÓN

Jesucristo nos revela en estas palabras los misterios principales que adora­mos en la Eucaristía.

En primer lugar, es el mismo Cristo en persona el que estará en ese verdade­ro pan que nos dará a comer. La presencia real de Cristo en la Eucaristía está garantizada por las mismas palabras del Señor, tanto en su promesa como en la institución de este misterio.

Se nos manifiesta también el aspecto sacrifical al hablarnos Cristo de "co­mer su carne" y de "beber su sangre". La separación de estos dos elemen­tos se explica con la muerte violenta de Jesús. Y anteriormente había habla­do el Señor de "dar mi carne por la vida del mundo" como verdadero ali­mento. "Por la vida del mundo" es un término plenamente sacrifical.

Y esta "verdadera comida" y "verdadera bebida" es causa de vida. Y no puede tratarse de otra vida que 1 a vida de gracia, la vida de hijos de Dios, que Cristo vino a traer al mundo, que para que todos "tengan vida y vida abundante" (Jn 10,10) Y esa vida no es otra que la vida sobrenatural. A esta vida se refiere Cristo cuando dice: "Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros".

Y el Señor explica con detención los frutos de esa vida que él nos comunica en este banquete eucarístico: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tie­ne vida eterna, y yo lo resucitaré el último día." Esa vida de gracia, esa vida sobrenatural que nos comunica en la Eucaristía, infaliblemente tiende a cre­cer y a expandirse hasta tocar los mismos cielos; se transformará en vida eterna y en resurrección. Es promesa infalible del Señor: quien se acerque dignamente y con frecuencia a la Eucaristía, tiene la plena garantía de su sal­vación, de su resurrección, de su vida eterna feliz junto al Señor.

Y añade la promesa de que: "Lo mismo que me ha enviado el Padre que vive, y yo vivo por el Padre, también el que me coma, vivirá por mí." Es de­cir, "de mí recibirá la vida y la misma vida que yo tengo." La mejor explica­ción a estás palabras podía ser la que el mismo Cristo dará en el Sermón de la Ultima Cena sobre la alegoría de la vid y los sarmientos "Yo soy la vid y vosotros los sarmientos" (Jn 15,1-17). Así como el sarmiento recibe toda la savia de la cepa de la vid, así el cristiano en su vida sobrenatural, en su vida de gracia, en su vida de fe, esperanza y caridad, en su vida apostólica, todo lo recibe de Cristo. Es a través de la Eucaristía como principalmente la mis­ma vida divina de Cristo se transvasa a nosotros. No hay medio más eficaz para crecer en la misma vida de Cristo e irnos transformando en él, que la comunión frecuente recibida con toda dignidad y con todo fervor.

En la institución de la Eucaristía, en la Ultima Cena, el Señor profundizará más en su aspecto sacrifical al hablarnos de "Cuerpo que se entrega por vo­sotros" y de "Sangre de la Nueva Alianza, sangre derramada para el per­dón de los pecados." También en la Ultima Cena el Señor unirá la Eucaristía a la promulgación de la Ley de la caridad:"Amaos unos a otros como yo os he amado"; desde la misma Institución de la Eucaristía, desde las primeras comunidades cristianas, la Eucaristía será ya inseparable del amor fraterno y será banquete de auténtica caridad para todos los que participen en ella.

Misterio insondable que sólo la Omnipotencia Divina, la Sabiduría infinita de Dios y sobre todo, el Amor sin límites de un Dios que quiere entregarse a los hombres en la forma humillante de un poco de comida y un poco de bebida, pudieron crear este profundísimo misterio de la Eucaristía.

De nuestra parte queda agradecer al Señor este don incomparable. Y acer­carnos con todo amor, lo más frecuentemente que podamos, a recibir al Se­ñor en este sacrosanto misterio, que como nos dice el Concilio Vaticano II: "El Sacrificio Eucarístico es fuente y cumbre de toda la vida cristiana." (Lumen Gentium, n, 11(1))



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.




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