P. Mark Link, jesuita.
Día cinco
“Unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está ese rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a rendirle homenaje”
Mateo 2,2
Un mago llamado Artabán dejó su casa para acompañar a otros magos a
Jerusalén. En su alforja había preciosas joyas para el nuevo rey. En el camino
encontró a una pobre madre y a su hijo enfermo. Se detuvo para ayudarlos. Su
amabilidad, sin embargo, lo retrasó y se separó de los otros magos.
Artabán viajó solo, tratando de darse prisa. Esta vez vio a una familia necesitada. Tomó una de las joyas preciosas, alquiló un techo y les compró comida. Artabán nunca llegó a alcanzar a los otros magos. Peor aún, terminó regalando todas sus joyas y sin poder hacer el viaje de retorno a su tierra.
Los años pasaron y Artabán era viejo y débil. Terminó sus días sin un centavo en un lugar lejano llamado Jerusalén, donde sobrevivía como mendigo. Cierto día vio a un criminal que marchaba para ser crucificado. Su corazón saltó. Por alguna razón se sintió cercano a este hombre que volteando hacia él dijo: “Sana tu corazón herido. Tú me has estado ayudando durante toda la vida” (Adaptado de “El cuarto rey mago”).
En tu imaginación, trata de sentir lo que Artabán sintió al escuchar que Jesús le hablaba. Habla con Jesús sobre sus palabras al viejo mago y su significado personal para ti.
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Referencia bibliográfica: Desafío. P. Mark Link, jesuita. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
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