P. Mark Link, jesuita.
Día uno
“A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, que se llamaba Nazaret”
Lucas 1,26
Imagina el mundo antes del nacimiento de Cristo. La raza humana está
condenada al fracaso. No puede hacer nada para colmar sus expectativas. Está
completamente bajo el poder del espíritu del mal. Por todas partes había
pecado, desesperanza.
A ese mundo, Dios envió al ángel Gabriel para que fuera al encuentro de una joven llamada María. Gabriel le dijo:
“¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo! Ella se turbó al oír estas palabras, preguntándose qué saludo era aquel. El Ángel le dijo: Tranquilízate, María, que Dios te ha concedido su favor. Mira, vas a concebir, darás a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. Será grande, se llamará hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.
María dijo al ángel: “¿Cómo sucederá esto, si no vivo con un hombre?
El ángel le contestó: El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso al que va a nacer lo llamarán “Consagrado”, Hijo de Dios (...).
María contestó: “Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mi lo que has dicho”. Y el ángel la dejó”.
Relee este texto meditando cada
frase y habla con María sobre lo qué sintió en su corazón en el momento de la
aparición del ángel.
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Referencia bibliográfica: Desafío. P. Mark Link, jesuita. Ejercicios Espirituales de San Ignacio
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