P. Mark Link, jesuita.
Semana 2
ENCARNACIÓN
¿Por qué Jesús es uno de nosotros?
“Tanto amó Dios al mundo, que dio a su hijo único para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él” Juan 3,16
Mark Twain escribió una historia llamada “La terrible catástrofe”. Trata de un grupo de personas que se quedan atrapadas en una penosa situación. Están destinadas a morir y no hay manera de escapar.
Mark Twain no quería que la historia terminara mal, sin embargo, no encontraba el modo de salvar a los personajes. Así que concluyó su historia con estas palabras: “Tengo a estos personajes tan atrapados que ni yo puedo salvarlos. Si alguien cree que puede hacerlo, sea bienvenido en el intento”.
Podemos imaginar a la humanidad atrapada como los personajes de la historia de Mark Twain. El pecado presente en el mundo, extendiéndose como un incendio. La especie humana condenada al fracaso. No había modo de salvarla. Dios contempla la trágica situación y decide entregar a su único hijo al mundo “para ser su salvador” (Juan 3,17). Este es el increíble misterio del amor de Dios por nosotros, en el que se centra esta semana de meditaciones.
Lo que pedirás antes de ellas será: “íntimo conocimiento de nuestro Señor, que se adaptó a nuestra vida absolutamente en todo menos en el pecado”, para así poderlo amar más y lograr seguirlo de una manera más cercana.
El primer paso del plan de Dios para salvarnos era encontrar a alguien que fuera la madre de su hijo. Dios escogió a “una joven prometida a un hombre de la estirpe de David, de nombre José; la joven se llamaba María” (Lucas 1,27).
En honor a María y su rol en el plan de Dios, concluye cada meditación de la semana rezando la Salve. Este era el rezo que los marinos de Cristóbal Colón decían cada noche para encontrar su destino en el viaje hacia América:
Dios te salve, reina y madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva
a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Señora y abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos
y después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce virgen María.
Meditaciones de la semana:
Día uno
Día dos
Día tres
Día cuatro
Día cinco
Día seis
Día siete
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