P. Fernando Martínez Galdeano, jesuita
La “justicia” que salva no deriva de la ley, ni de las obras: “Sabemos, sin embargo, que Dios salva al hombre, no por el cumplimiento de la ley, sino por medio y a través de la fe en Jesucristo ” (Gal 2,16). La justicia que nos hace justos es de Dios, desciende del cielo y se hace nuestra sin dejar de ser del cielo: “La fuerza salvadora de Dios se manifiesta en el que cree a través de una fe siempre creciente, y como dice la Escritura, quien alcance la salvación por la fe, ese vivirá” (Rm 1,17). Jesucristo fue el justo y el santo por excelencia: “Vosotros negasteis al Santo y al Justo” (Hch 3,14); “Yo he manifestado tu gloria aquí en el mundo, cumpliendo la obra encomendada” (Jn 17,4).
Y la fuerza de Dios al resucitar a Jesús proclamó que todo se había cumplido.
Y sólo en Jesucristo nosotros podemos presentarnos ante Dios de forma correcta, “justificados”, como hijos de Dios: “Considerad qué amor tan grande nos ha demostrado el Padre. Somos Llamados hijos de Dios, y así es en verdad” (1 Jn 3,1). Esa vinculación salvadora con Jesucristo se realiza en la fe: “Pero es ahora, en este momento, cuando se manifiesta su fuerza salvadora, al ser él mismo salvador, y salvar a todo el que cree en Jesús” (Rm 3,26); "Con una salvación que no procede de la ley, sino de la fe en Cristo, una salvación que viene de Dios a través de la fe. De esta manera conoceré a Cristo y experimentaré el poder de su resurrección y compartiré sus padecimientos y moriré su muerte, para alcanzar así la resurrección triunfal de entre los muertos” (Flp 3,9-11).
Agradecemos al P. Fernando Martínez SJ por su colaboración.
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