La Oración en los Ejercicios Espirituales - 5º Parte

Métodos de oración ignaciana - Continuación


La Contemplación Evangélica



Esta es una forma de oración imaginativa, recomendada por San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales y empleada frecuentemente por muchos santos. Consiste en escoger una escena de la vida de Cristo y revivirla tomando parte en ella como si ocurriese en el momento presente y tú participases en ese acontecimiento. La manera más eficaz de explicarte cómo se hace es conseguir que tú lo hagas. Para este sencillo ejercicio escogeremos el pasaje del Evangelio según San Juan 5,1-9:

«Después de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que se llama en hebreo Bezatá con cinco pórticos. En ellos yacían una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del agua. Porque el ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua quedaba curado de cualquier mal que tuviese. Había allí un hombre que llevaba enfermo treinta y ocho años. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: <¿Quieres curarte?> Le responde el enfermo: ¡Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo! Jesús le dice: . Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla y se puso a andar»

Pacifícate interiormente, como preparación para la contemplación, haciendo alguno de los ejercicios de relajación… vas consiguiendo el silencio exterior e interior… comienzas tu oración…

Ahora imagina la piscina llamada Bezatá… los cinco pórticos… la piscina… los alrededores… Toma el tiempo necesario para imaginar la puesta en escena lo más vivamente que puedas, imagínate a ti mismo viendo el lugar… ¿Qué clase de lugar es? ¿Limpio o sucio? ¿Grande o pequeño?... Observa su arquitectura… Nota el clima…

Una vez preparada la composición, haz que toda la escena se llene de vida: contempla las personas que están junto a la piscina… ¿Hay muchas personas?... ¿Qué clase de gente son?... ¿Cómo van vestidas?... ¿Qué hacen?... ¿Qué tipo de enfermedad padecen?... ¿Qué dicen?... ¿Qué hacen?...

No basta con que observes la escena desde fuera, como si se tratase de una película o de una obra de teatro… Es necesario que participes en ella… ¿Qué haces tú dentro de la escena?... Por qué has venido a este lugar?... ¿Qué sientes cuando lo contemplas y ves a estas personas?... ¿Qué haces?... ¿Hablas con alguien?... ¿Con quién?...

Fíjate ahora en el enfermo del que habla el evangelio… ¿Dónde se halla situado entre la multitud?... ¿Cómo va vestido?... ¿Está alguien con él?... Acércate y charla con él… ¿Qué le dices o qué le preguntas?... ¿Qué te responde él?... Dedica algún tiempo a recoger el mayor número de detalles sobre su vida y persona… ¿Qué impresión te produce?... ¿Qué sentimientos tienes cuando hablas con él?...

Cuando estás hablando con él, observas por el rabillo del ojo que Jesús ha entrado en este lugar…

Mira todas sus acciones y movimientos… ¿A dónde se dirige?... ¿Cómo se comporta?... ¿Cuáles crees que son sus sentimientos?...

Camina hacia ti y hacia el hombre enfermo… ¿Qué sientes en estos momentos?... Te retiras cuando comprendes que desea hablar con el enfermo… ¿Qué dice Jesús a ese hombre?... ¿Qué le responde el enfermo?... Escucha con atención el diálogo completo –introdúcelo en la narración incompleta del evangelio… Detente especialmente en la pregunta de Jesús: … Presta ahora atención a la orden de Jesús cuando dice al enfermo que se levante y ande… la primera reacción del enfermo… su intento de levantarse… ¡el milagro!... Observa la reacción del hombre… observa las reacciones de Jesús… y las tuyas propias…

Ahora Jesús se vuelve hacia ti… Entra en conversación contigo... Háblale del milagro que acaba de realizarse…

¿Sufres de alguna enfermedad?... ¿física, emocional, espiritual?... Habla de ella con Jesús… ¿Qué tiene que decirte Jesús?... Escucha lo que te responde: <¿No quieres curarte?> ¿Te das cuenta de lo que significa realmente pedir que te cure? ¿Estás dispuesto a cargar con todas las consecuencias que derivan de una curación?... Acabas de llegar a un momento de gracia… ¿Tienes fe en que Jesús puede curarte y de que quiere curarte?... ¿Tienes confianza de que así será como resultado de la fe de todo el grupo que está reunido aquí?... En tal caso, escucha las palabras poderosas que él pronuncia sobre ti para sanarte o cómo coloca sus manos en ti… ¿Qué sientes?... ¿Estás cierto de que las palabras que has escuchado tendrán un efecto sobre ti, que de hecho han producido ya ese efecto aun cuando tú no percibas nada notorio en este momento?... Pasa un rato de oración en calma en compañía de Jesús…

Ahora vamos a esquematizar el ejemplo mostrado para poder identificar qué pasos hemos realizado, el método consiste en:

  1. VER o considerar las personas que aparecen en el pasaje.
  2. ESCUCHAR las palabras dichas o supuestas (lo que dicen o pueden decir las personas del pasaje)
  3. MIRAR o contemplar las acciones que se describen (lo que hacen las personas que intervienen)

Debo tener en cuenta que:

Yo CONTEMPLO, es decir,

Como si yo estuviera presente;

Con recogimiento,

Sin apresurarme.

Esta manera de contemplar las escenas del Evangelio pone en juego la fe, la inteligencia, la imaginación, el afecto, todo mi ser.

Apliquemos estos pasos, a modo de ejemplo, a la escena de la “Tempestad” de Mateo 8,23:

Las personas

Ver a los apóstoles llenos de miedo en la barca que parece hundirse…

Mientras Jesús duerme “en la popa”, al parecer indiferente…

Las palabras

Oír el diálogo, como si yo mismo dirigiera al Señor las palabras que los Apóstoles le dirigen, o vinieran dirigidas a mí las palabras de Jesús:

- ¡Señor, ayúdanos!

- ¿Por qué tienen miedo?...

Quedarme oyendo y repitiendo una vez y otra vez las palabras, haciéndolas mías, poniéndolas en nuestra situación…

Las acciones

Contemplar a Jesús que se levanta y, de pie, ordena al mar… “Y hubo gran calma…”

Estas acciones, Jesús las sigue realizando ahora…

Y así sucesivamente, una vez y otra vez, mezclado o combinando el oír con el ver, sin apresurarme, sin querer agotar todo el tema o tener ansia por pasar adelante… al final de todo, haré un coloquio, es decir, una conversación directa con Cristo, para pedirle, darle gracias, contarle mis cosas… Y, antes de levantarme, diré un Padrenuestro u otra oración vocal que me dé devoción.

Veamos otro ejemplo: el pasaje de Zaqueo el publicano, en Lucas 19:

Las personas

Ver a la multitud.

Y entre ella, a Zaqueo, pequeño de estatura, subiéndose al árbol porque quiere ver al Señor,

Y a Jesús, avanzando hacia él…

Las palabras

Oír el llamado de Jesús (igualmente, como si me llamara a mí) “Zaqueo, bájate de allí porque es preciso que me aloje hoy en tu casa…”

Las acciones

De ese hombre escogido por Cristo:

Recibe a Jesús “con gozo”. Decide repartir sus bienes (“daré la mitad…”) y reparar el mal que ha causado (“Si a alguien estafé, le devolveré cuatro veces más”). La sola cercanía del Señor lo ha convertido…

Y de Cristo, acogido al publicano Zaqueo y en su persona a todos los publicanos y pecadores (acogiéndome a mí…)

Trayendo la salvación a esta casa.

Afrontando la incomprensión y crítica de los fariseos por estar alojado en casa de pecador…

Y así sucesivamente, como hemos dicho. Al final, un coloquio para agradecer al Señor que me acoja y perdone, para pedirle perdón u otros dones, etc. Y diré un Padrenuestro.

Después de cierto tiempo de experiencias con este método, se encontrará, quizá, algún interés en las indicaciones siguientes:

  1. Centrar el interés claramente en la persona de Jesucristo…

- En las actitudes que manifiesta, a través de las cuales se nos muestra el camino para su seguimiento hoy;

- En las intenciones que tiene para con los hombres, en especial, los pobres y los pecadores, y que son intenciones de amor, de solidaridad, de voluntad salvadora;

- En el mensaje siempre vivo que nos dirige.

  1. Verlo como el Cristo, Hijo del Dios vivo:

- Verbo encarnado, Hombre-Dios, Camino, Verdad y Vida,

- Que nos lleva al Padre,

- Salvador y liberador,

- Entregado por nuestra liberación y redención.

  1. Pasar conscientemente del Jesús histórico al Cristo actual, viviente, que sigue hoy y aquí realizando esas mismas acciones salvadoras, en nuestra historia, a través de la Iglesia, por medio del Espíritu Santo. Porque los actos del Verbo Encarnado tienen una realidad eterna y; resucitado, vive entre nosotros.

“Zaqueo (soy yo), es preciso que hoy me aloje en tu casa”

“Tomás (que soy yo), mete tu mano en mi costado”

“Cualquiera que hace la voluntad de Dios, es mi hermano y mi hermana y mi madre”

“Aquel que cree en mí hará lo que yo hago y mucho más”

Todo esto es para mí que hago oración.

Puede decirse que cada una de las escenas de Palestina recogen la realidad actual, y que cada una de las palabras de Cristo es la expresión de los sentimientos que actualmente experimenta, a la vez que marcan el camino para seguirlo aquí y ahora.



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Referencias:

Guías de ayuda para hacer los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola en la vida corriente. Ignacio Huarte, S.J.

SADHANA: un camino de oraciónAnthony de Mello S.J.

Métodos Ignacianos de OraciónEquipo de Pastoral Juvenil, Compañía de Jesús en el Perú. Lima.

Para sentir y gustar con Dios. Módulo Taller de Oración CristianaEncuentros, Casa de la Juventud, Lima. 1998.


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