Marcos 10, 35-45
Estar junto a Jesús es un buen deseo, es magnífico; pero no busquemos a Jesús para que nos vaya bien, porque nos tocará compartir su cáliz.
¿Quién tiene el lugar de la derecha y de
la izquierda de Jesús? El que se atreve a beber el cáliz que Jesús mismo ha de
beber. En este párrafo del Evangelio hay lecciones muy importantes del Señor,
sobre la ambición, el poder y el servicio; aspectos de nuestra vida que debe
ser evangelizados. Y todo empieza por dos apóstoles que, adelantándose a los
demás, le piden a Jesús que les reserve los dos puestos más importantes en su
reino: uno sentado a la derecha de Jesús, y el otro a su izquierda. Resulta
verdaderamente lamentable que dos de los discípulos más cercanos a Jesús pongan
al descubierto esta desmesurada ambición, y precisamente ante Jesús, que había
bajado a la tierra para ser el Servidor de todos.
Jesús ha dejado el cielo, no ha dudado en
dejar allá arriba su dignidad de Dios y ha venido a estar entre nosotros y como
el menor de todos. Y resulta que sus discípulos no le han entendido, y tienen
el corazón lleno de ambiciones. A ellos les interesa el triunfo y el poder, esa
pasión tan fuerte en los seres humanos: la ambición de poder y de sobresalir.
El puesto de la derecha y el de la izquierda en el Reino de Jesús. Ellos
pensaban en la instauración de un estado poderoso establecido en torno a un Mesías
político. Y cuando llegase el momento de la entronización del rey en trono de
oro y con una corte de personajes lujosamente vestidos, entonces, esos dos
apóstoles llamados a ocupar dos sillones destacados a cada lado del trono.
Una imagen absurda, de quienes no
comprendieron al Maestro, sino muy poco a poco. Si Juan y Santiago hubieran
podido ver por adelantado la cruz en el Calvario ¿se habrían atrevido a pedir
estar a la derecha y a la izquierda de Jesús, donde estuvieron los dos ladrones
crucificados con El? Por eso Jesús les dice: No saben lo que están pidiendo.
Y después Jesús toma la palabra y les
enseña a sus apóstoles lo que debería ser el ejercicio del poder. El poder es
para servir, y no para encumbrarse con orgullo por encima de los demás. Al
menos en su reino, entre sus seguidores hay que seguir esa norma de conducta
que Jesús nos enseña con su ejemplo: el que está más arriba debe ser el
servidor de todos. Los apóstoles, y todos los seguidores de Jesús deben
distinguirse por la voluntad de servir a sus hermanos. Echar lejos de sí toda
ambición, toda superioridad, y todo orgullo. El mismo Señor lo pondrá una vez
más de manifiesto cuando en la Ultima Cena lave los pies de sus apóstoles.
Dejando esta lección del Señor que es tan
clara, también podemos ver este evangelio como un desafío para de verdad estar al lado de Jesús, muy cerca de El. Es un deseo legítimo el querer estar cerca
de El, dejando aparte si es a la derecha o a la izquierda. Pero estar cerca de
El es lo que quiere todo verdadero discípulo. Es caminar hacia la intimidad con
el Señor. Es un gran deseo querer estar cerca de todo aquel que sufre o es
pobre, porque en él esta Jesús. Porque si queremos estar cerca de El, debemos
acercarnos a aquellos con los que Jesús se ha identificado. Las personas que se
acercan al que las necesita, ésas están a la derecha y a la izquierda del
Señor. El que sirve a los enfermos, el que da de comer al hambriento. El que
comparte el dolor con el hermano que sufre.
Es evidente que para estar cerca de Jesús
hay que estar en los sitios en que está El ¿dónde lo encontraríamos en su vida?
Estaba en casa de los pecadores, estaba donde se encontraban los enfermos, los
postergados y los niños. Y un sitio donde había que estar cerca de El, es el
Huerto (y ahí los apóstoles terminaron abandonándolo), y es el Calvario. ¿Nos
atrevemos a estar cerca de Jesús en esos sitios?. Es muy difícil acompañarlo a
esos lugares, pero debe ser el gran deseo de nuestro corazón.
Y ciertamente en nuestra búsqueda de
Jesús, muchas veces nos hemos de encontrar en situaciones parecidas a esas;
parecidas al Calvario y al Huerto. Estar cerca de Jesús es también aceptar el
dolor, a veces la incomprensión y el sufrimiento. Estar cerca de Jesús es
gastar tiempo orando en su presencia. Estar cerca de Jesús es estar cerca de
los hermanos.
Así que, lo mismo que hay un deseo de
ocupar los primeros puestos junto a Jesús, que es fruto de la ambición, así
también hay un deseo legítimo de estar cerca de Jesús, que es seguir siempre
sus pasos.
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Agradecemos al P. Franco SJ por su colaboración
Para otras reflexiones del P. Adolfo acceda AQUÍ.
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