El buen samaritano




¿Qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?

P. Adolfo Franco, S.J.

Reflexión del Evangelio del Domingo XV del Tiempo Ordinario

Lucas 10, 25-37


Este hermoso párrafo del Evangelio de San Lucas nos enseña, una vez más, qué es lo fundamental del ser cristiano. Este mandamiento del amor está muchas veces repetido de variadas formas en los evangelios y en general en todo el mensaje de Jesús: lo fundamental y lo que realmente importa es amar a Dios y amar a todos, sin distinciones. Y esto está vinculado a nuestra salvación, en la vida futura y a nuestra realización en esta vida.

La pregunta que le hace el fariseo es también una pregunta fundamental, es la gran pregunta “¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. Y ya es sumamente importante plantear la pregunta. Porque de ahí derivará el análisis serio de nuestra vida. ¿Voy por buen camino hacia la salvación? ¿La salvación eterna está en mi preocupación diaria? ¿O es algo que dejo, que casi nunca está presente en mi reflexión? La pregunta del fariseo se refiere a la tarea fundamental de nuestra vida.

Y Jesús responde con lo que el fariseo conocía muy bien, aunque no estamos muy seguros de si lo practicaba, y es recordarle el principal mandamiento de la Ley unido al segundo en que se resume todo lo que Dios nos manda: El amor a Dios total y el amor prójimo total. Y en esta circunstancia, el Señor para aclarar a este judío que le pregunta le responde con la hermosa parábola del buen samaritano.

Desde luego que los personajes que aparecen en la parábola nos cuestionan, nos ayudan a aclarar cómo reaccionamos con nuestro prójimo y sus necesidades. Unos personajes en los que no reflexionamos son los bandidos que dejan al pobre hombre despojado y medio muerto. Y sería bueno preguntarse si no hemos dejado a veces a algunos hermanos heridos y golpeados con nuestra conducta, con nuestra indiferencia, nuestro desprecio, nuestras críticas, nuestra prepotencia, nuestra discriminación. Hay personas que cargan heridas interiores que los han dejado golpeados, con golpes de los que les es muy difícil sanar. La parábola no se detiene tanto en estos personajes, pero no está de más examinar nuestra conducta con los demás.

Y vayamos al buen samaritano y examinemos lo que él hace por su prójimo, que realmente es notable; y que está culminada con el mandato de Jesús “Anda y haz tú lo mismo”.

El Señor subraya con minuciosidad todo lo que hace el samaritano cuando ve al herido; veamos: primero lo ve, después siente compasión de él, se acercó, le vendó las heridas, derramó sobre ellas aceite y vino, lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó al mesón, cuidó de él; cuando se tuvo que marchar dejó dinero para que lo cuidase el dueño del mesón, y se comprometió a pagar más si se gastaba más de lo que él había dejado pagado por adelantado. Es una descripción completa de lo que es la atención a este pobre hombre caído. Son muchas acciones las que pone el buen samaritano para llegar a la curación completa del hombre caído y golpeado.

Y Jesús nos dice: “Anda y haz tú lo mismo”. Y es que algunas veces nuestra obra de bien y nuestra caridad puede quedar satisfecha con hacer nada más algo de todo lo que hizo el samaritano: nos puede parecer que con detenernos y decirle unas buenas palabras al caído ya hemos hecho bastante; o bueno, le vendamos las heridas también, y después le decimos: disculpa, tengo mucha prisa, quédate en reposo y después te podrás valer tú solo. Nos cuesta a veces llevar la curación del prójimo hasta el final, hasta donde realmente podemos llegar.

Es verdad que hacer algo ya es caridad, pero el Señor nos pone un modelo de lo que es el verdadero amor al prójimo. Se trata de hacer lo que está a nuestro alcance… hacer de verdad lo que realmente podemos. Y ahí está nuestra salvación: es la respuesta a la pregunta inicial “¿qué debo hacer para salvarme? +


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Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.

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1 comentario:

Juan dijo...

Buenas noches gente del blog…..
Antes de acostarme les dejo un comentario. Semejante pasaje merece aunque sean un par de líneas. Hagamos un esfuerzo y no pasemos de largo.

1- Pasaje Mayor
Para mí este uno de los pasajes más bellos del evangelio. Creo que es una fuente particular de Lucas, pero no estoy seguro. Se las repito casi todos los sábados a los chicos en el catecismo. Quiero que se la graben. Quiero que la practiquemos. Aunque a veces no sea fácil.

He allí casi todo el cristianismo: ayudar al prójimo. Salirle al encuentro. No pasar de largo. He allí el mandamiento nuevo.

Creo que está magníficamente resumido por Adolfo cuando dice: “ Este mandamiento del amor está muchas veces repetido de variadas formas en los evangelios y en general en todo el mensaje de Jesús: lo fundamental y lo que realmente importa es amar a Dios y amar a todos, sin distinciones. Y esto está vinculado a nuestra salvación, en la vida futura y a nuestra realización en esta vida”. Casi no dan ganas de agregar nada…..

Solo agrego un aporte exegético y subrayo algo….

2- Problema exegético: “prójimo: amigo”
No obstante su belleza, su lenguaje encierra un problema (de allí mi postura de aunar exégesis con lectio divina). No se entiende el versículo donde dice: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?". Sencillamente no se comprende.

El domingo pasado, leyendo el comentario del biblista argentino P. Víctor M. Fernández me saqué la duda: allí prójimo significa amigo. Por eso la pregunta de Jesús es: quién se portó como amigo del malherido ?

La explicación me gustó mucho y la incorporamos al blog de mi comunidad (prueben leerla en voz alta a chicos en catequesis y una cosa que preguntan es “quien es el prójimo”. Uno por “reflejo” puede decir: el próximo el que está a mi lado. Y esta bien, pero se sigue sin entender la parte final. La pregunta de Jesús. Me pasó el otro día).

3- Vida eterna: es relevante?
Me parece significativo el ángulo comentado por Aldolfo : es la salvación algo importante en mi vida? Creo en la salvación? He reducido mi cristianismo a un código moral sin consecuencias escatológicas? A veces pienso que sí.

Por eso no está demás refrescar este punto: ordeno mi vida hacia la salvación? Que es lo fundamental en mi vida?. Me parece que hay que subrayar eso.

4- Conclusión:
Lo fundamental es practicar el amor al prójimo. Ser prójimo del prójimo. Porque a Dios podemos predicarlo, pero sobre todo, hay que practicarlo. Así -pienso yo- escribiremos nuestros nombres en el cielo (vida eterna) como reza el evangelio del 4 de julio pasado, en el pasaje lucano.

Ahora, siempre es más fácil pasar de largo que detenernos. Ahí está nuestro desafío. Así nos identificaran como cristianos: practicando a Cristo (Hch 10,38) .

Un abrazo desde Córdoba, Argentina.

Juan
Pd: para leer el comentario del pasaje:
http://www.san-pablo.com.ar/lit/?seccion=domingo&accion=verdia&fecha=2010-07-11&dia=1