P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
E. ULTERIOR MINISTERIO EN GALILEA: HASTA LA FIESTA DE PENTECOSTES
(Hasta fines de mayo del Año 29)
81.- JESÚS RESUCITA A
LA HIJA DE JAIRO
TEXTOS
Mateo 9,18-19; 23-26
Así les hablaba,
cuando he aquí que se presenta un magistrado y se postra ante él diciendo:
"Mi hija acaba de morir, pero ven, impón tu mano sobre ella y
vivirá". Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos.
Al llegar Jesús a
la casa del magistrado y ver a los flautistas y a la gente alborotando, decía:
"Retiraos. La muchacha no ha muerto; está dormida". Y se burlaban de
él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se
levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
Marcos 5, 21-24; 35-43
Jesús pasó de
nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él
estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado
Jairo y, al verle, cae a sus pies, y le súplica con insistencia: "Mi hija
está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se cure y
viva." Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. Estaba todavía
hablando, cuando de casa del jefe de la sinagoga llegan unos diciendo: "Tu
hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?" Jesús oyó lo que habían
dicho y dice al jefe de la sinagoga: "No temas; solamente ten fe". Y
no permitió que nadie fuera con él, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano
de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto,
unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y dice: "¿Por
qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto, está dormida." Y se
burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre
de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando
la mano de la niña, le dice: "Talitá kum", que quiere decir:
"Muchacha, a ti te digo, levántate." La muchacha se levantó al instante
y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de
estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le
dieran a ella de comer.
Lucas 8, 40-42; 49-56
Cuando regresó Jesús,
le recibió la muchedumbre, pues todos le estaban esperando. Y he aquí que
llegó un hombre, llamado Jairo, que era jefe de la sinagoga, y cayendo a los
pies de Jesús, le suplicaba entrara en su casa, porque tenía una sola hija, de
unos doce años, que estaba a punto de morir. Mientras iban, las gentes le
ahogaban.
Estaba todavía
hablando, cuando uno de la casa del jefe de la sinagoga llega diciendo:
"Tu hija ha muerto. No molestes ya al Maestro". Jesús que lo oyó, le
dijo: "No temas, solamente ten fe y se salvará". Al llegar a la casa,
no permitió entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago, al padre y a la madre
de la niña. Todos lloraban y se lamentaban, pero él dijo: "No lloréis, no
ha muerto; está dormida." Y se burlaban de él pues sabían que estaba
muerta. El, tomándola de la mano, dijo en voz alta: "Niña,
levántate". Retornó el espíritu a ella, y al punto se levantó; y él mandó
que le dieran de comer a ella. Sus padres quedaron estupefactos, y él les
ordenó que a nadie dijeran lo que había pasado.
INTRODUCCIÓN
Los Evangelistas
Marcos y Lucas, después de habernos narrado el milagro de la curación del
endemoniado de Gerasa y su retorno a la otra orilla del Lago, a la orilla
occidental, nos dicen que había gran cantidad de gente; parece como si, habiéndole
visto partir, esperaban su regreso a su ciudad de Cafarnaúm, donde se había
establecido Jesús. En desembarcando, Jesús se ve rodeado de la gente; muchos
serían aquellos mismos que el día anterior le habían oído explicar el Reino de
Dios mediante parábolas. Querrían seguir oyéndole y quizá preguntarle más sobre
el significado de esas parábolas.
Apenas, pues,
desembarcado Jesús y estando entre la multitud, se acerca un personaje
importante de Cafarnaúm, conocido por todos. Era el jefe de la Sinagoga,
llamado Jairo. Los jefes de la sinagoga tenían gran prestigio entre los
habitantes de la respectiva ciudad. Le abrirían paso y le dejarían que se
acercase al Señor para exponerle su petición.
A continuación,
los Evangelistas nos narran la petición de Jairo pidiendo que su hija sanara,
cómo el Señor, inmediatamente se dirigió con él a su casa, y el milagro de la
curación de su hija.
Los Evangelistas
intercalan en esta narración otro milagro, conocido como el milagro de la
"hemorroísa". Por ser otra escena distinta y ser un milagro de
especial significado, lo consideraremos en meditación siguiente.
MEDITACIÓN
1) La petición de Jairo
Debemos caer en la
cuenta que en el caso de Jairo, la decisión que tomó de acercarse a Jesús y
pedirle la curación de su hija, debió costarle mucha reflexión, y mucha
valentía. Como jefe de la sinagoga tenía que estar en íntima relación con los
escribas y fariseos y conocía muy bien la actitud tan hostil que éstos tenían
contra Jesús. Quizá el mismo Jairo participase en alguna ocasión al lado de los
fariseos en sus controversias con Jesús, y en sus mismas calumnias contra él.
Jairo reflexiona y conoce perfectamente que su acercamiento a Jesús puede
significar para él ganarse la enemistad de los fariseos; y, por supuesto, perder
su amistad y apoyo. También conocía que se burlarían de él y le calumniarían
delante del pueblo.
Pero existe algo
muy especial en el corazón de Jairo que le hace desafiar todos esos retos.
Siente el dolor profundo de la enfermedad grave de su hija, a punto de morir;
era su hija única. Y cuando ese dolor toca a su alma, recapacita y empieza a
comprender que sólo hay una persona que pueda ayudarle, que pueda hacer el
milagro de sanar a su hija. Es casi cierto que conocería el milagro de la curación
del hijo del centurión en Cafarnaúm. Ante el dolor que tiene y la esperanza que
brota en él pensando en Jesús, se rompieron todos los prejuicios, y no le
importó enemistarse con los fariseos y perder su amistad. Y con una decisión
valiente va adonde Jesús, y con profunda humildad, cayendo a sus pies, le
presenta su petición.
El Señor accede a
la petición de Jairo. Marcha a su casa y allí obrará el milagro. El Señor ha
comprendido la valentía que ha tenido Jairo para confesarle públicamente delante
de los demás, y arrojarse a sus pies con toda humildad y confianza.
Pero notemos, que
lo que hizo recapacitar a Jairo y llegar a comprender la verdad de Jesús
Mesías, enviado de Dios, fue su tremendo dolor; le quitó todos los prejuicios
de que le habían imbuido los fariseos, le dio fortaleza a su cobardía, le hizo
posponer intereses humanos, y finalmente le condujo a la fe en el Señor con
gran confianza en su bondad y poder.
Esto que sucedió
con Jairo es un hecho real que sucede con mucha frecuencia. Cuántas veces el dolor,
el sufrimiento, una situación adversa, han sido motivo para que el alma que
estaba alejada del Señor, se acerque a él. Muchas veces esos dolores y
sufrimientos los permite Dios, y aún los puede querer, como grandes
misericordias suyas, para atraer a los pecadores a la reflexión, a la
conversión, al acercamiento a él. El hombre, en esas situaciones, sabe que
sólo en el Señor, podrá encontrar solución a todos sus problemas. Así se
abrirá al diálogo con él y ahí encontrará su salvación.
2) El Milagro
Antes de que se
realice el milagro, Jairo tiene que pasar por una prueba muy dura, que puede
poner en duda su fe. Le vienen a avisar que su hija ha muerto y que ya no tiene
por qué seguir insistiendo al Señor. Al oír esta noticia, ¿pensaría Jairo que
ya todo estaba perdido y que su esperanza había sido una vana ilusión? Es
probable que tuviese esta tentación en su fe. Jesús, como intuyendo lo que
había en el corazón de Jairo, le dice: "No temas: sólo ten fe".
Palabras llenas de aliento que quitaron toda duda en Jairo y siguió con Jesús
el camino hacia su casa.
Encontramos aquí
otra gran lección. También sucede con frecuencia, que cuando le pedimos al
Señor en una situación dolorosa y triste, parece como si no nos oyera y que la
situación, en vez de mejorar, empeora. Es en estos momentos cuando debemos redoblar
nuestra fe en el Señor y escuchar de sus labios el mismo consejo que dio a
Jairo, consejo que vale para todos los cristianos que le invocan: "No
temas; solamente, ten fe." Cuando parece que la tempestad arrecia más, debemos
estar seguros que el Señor está muy cerca de nosotros y que nos traerá la
verdadera liberación, la que más nos convenga. Fe y confianza sin límites en el
Señor es el verdadero y único consuelo en cualquier prueba por la que tengamos
que pasar.
El Señor llega a
la casa de Jairo. Quiere realizar el milagro en la intimidad de la familia de
Jairo y acompañado de sus tres discípulos predilectos. Despide a la gente que
le acompañaba; y a los que lloraban y daban gritos de dolor por la muerte de la
niña, el Señor les dice que no lloren ni griten, que la niña no ha muerto sino
que está solamente dormida. La misma frase dirá cuando Lázaro haya muerto:
"nuestro amigo Lázaro duerme." El Señor no busca la espectacularidad
de los milagros ni quiere con ellos ganarse la popularidad del pueblo. Eso sí,
quiere mostrar su infinita bondad y su infinito poder y que ellos sean
testimonio de su verdad, de su misión mesiánica, de su divinidad.
Entra en el cuarto
donde yacía la niña. La toma de la mano y le dice con toda naturalidad y
sencillez: "Niña, a ti te digo: levántate." Estas palabras nos las ha
conservado Marcos en el original arameo en que debió de pronunciarlas Cristo:
"Talitá kum."
Al instante la
niña se levantó y comenzó a andar, y Jesús, en un rasgo humano de ternura,
pide que le den de comer. En esa sencillez con que Jesús obra el milagro,
aparece su Majestad Divina y su Omnipotencia sobre la muerte. Cristo, Señor de
la vida y de la muerte. Fe necesaria y de enorme consuelo para todos los mortales
que hemos de pasar por ese trance. Para el cristiano con Fe y confianza plena
en el Señor, la muerte es eso, un pasar por un momento difícil para llegar
adonde está Jesús, que me despertará de esa muerte para vivir eternamente con él.
"Quiero que donde yo esté, estéis también vosotros." (Jn 14,3)
Como en otros
muchos milagros, Jesús manda que no se divulgue lo hecho por él, quiere guardar
todavía el secreto mesiánico, como ya hemos explicado en otras meditaciones.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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