72. Meditaciones: Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - Parábola del trigo y la cizaña


 

P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita

Introducción

Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones

Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo


II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA

(Mayo 28 - Mayo 29)


D. DISCURSO DE LAS PARÁBOLAS

72.- PARÁBOLA DEL TRIGO Y LA CIZAÑA

TEXTOS

Mateo 13,24-30; 36-43

Otra parábola les propuso diciendo: "El reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gen­te dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y hecho luego espiga, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo fueron a decirle: Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? El les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto. Le dicen los siervos: ¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?'. Díceles: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los se­gadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.

Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus dis­cípulos diciendo: "Explícanos la parábola de la cizaña en el campo. El res­pondió: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el Mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los Hi­jos del Maligno; el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mun­do. El Hijo del hombre enviará sus ángeles que recogerán de su Reino to­dos los escándalos y a los agentes de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos bri­llarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos que oiga".


INTRODUCCIÓN

Parece que en tiempos de Jesús, en los campos de Palestina, crecía mucho la mala yerba; y se nos dice también que entre los mismos judíos había tremendas venganzas, y una de ellas era quemar los campos del enemigo, por lo menos, malograrlos sembrando en ellos mala yerba, cuando el due­ño no estaba vigilando su campo.

La parábola se refiere, en primer lugar, a la situación real en su tiempo. Estaban los apóstoles, los discípulos que seguían a Jesús; y estaban los enemigos de Jesús, principalmente los escribas y fariseos.

La enseñanza central de la parábola se refiere a la actitud que hay que to­mar ante la coexistencia del bien y del mal en el mundo. Por tanto, es una enseñanza que va mucho más allá de la amenaza y condena a los fariseos y escribas; es una enseñanza que toca el mayor drama de la humanidad, el drama de la coexistencia de buenos y malos en este mundo. Y Jesús nos enseña cual es la respuesta suya a este problema.

"Los hijos del Reino" y "los hijos del Maligno" se refieren a la gente que camina siguiendo las enseñanzas del Reino de Dios o a los que van por el camino del mal y están bajo la influencia de Satanás.


MEDITACIÓN

1) La pregunta de los criados del amo

Los siervos o criados pareciera que dan a entender que la culpa podría ser del mismo amo. "¿No sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?". Por lo menos, sería falta de cuidado al elegir la semilla, o al sembrarla o al no haber primero quitado la cizaña. La negligencia del mismo amo sería la causa de que haya crecido tanta cizaña en el campo.

Podríamos ver aquí, en estos criados, reflejada la actitud de aquellas per­sonas que echan la culpa a Dios de todos sus males, y de los males del mundo.

Un autor comenta: "Reflejan aquellos que ante el mal levantan colé­ricos los ojos y los puños contra el Cielo".

Son personas que nunca han entendido que Dios es infinitamente bueno y que sólo quiere el bien y felicidad para nosotros; que la causa de todos los males está en el pecado cometido por la libre voluntad del pecador. Quite­mos el pecado del mundo, y este mundo sería ya un paraíso en la tierra. Pero Dios, al creamos "a su imagen y semejanza", nos ha creado con inte­ligencia y con voluntad responsable, con libertad; y Dios respeta la libertad que ha concedido a sus hijos, no la coacciona, pero siempre les está invitando a que obren el bien. Es responsabilidad del hombre su pecado y las consecuencias malas que de esos pecados se derivan para él mismo y para los demás.

2) Respuesta de Jesús a los criados

El amo contesta muy claramente a los criados que la culpa no es suya, sino que "algún enemigo ha hecho esto". El enemigo es quien ha plantado la ci­zaña. Y en su explicación, conocemos quién o quiénes son esos enemigos: El enemigo es el Diablo, pero también hay que entender por enemigos a "los hijos del Diablo", es decir, los que viven arraigados en el pecado y por donde pasan van sembrando el pecado en el mundo. Recordemos que Cristo, en una oportunidad, llamó a los fariseos "hijos del Diablo", porque realizan los deseos del Diablo". (Jn 8,44).

Con esta respuesta de Jesús queda muy claro lo que indicábamos anterior­mente: Dios no es culpable de nuestros males. Es el hombre pecador, que en vez de seguir a Cristo, sigue a Satanás, en complicidad con sus pasio­nes y los criterios del mundo.

3) Actitud de los criados: arrancar la cizaña

A los criados les pareció, lo más lógico, ir en seguida al campo y arrancar la cizaña. También Cristo quiso indicar esta actitud de violencia de los cria­dos, y que parecía la más lógica, para reflejar en ella la actitud de muchos que quisieran también a través de la violencia sobre los malos, terminar con la cizaña en el mundo. Imponer el bien y acabar con las injusticias a través de la violencia ha sido una tentación permanente para muchos cristianos.

Y ya en el Evangelio mismo tenemos dentro del grupo apostólico esta ten­tación. Recordemos el pasaje donde se nos narra que los samaritanos no quisieron recibir al Señor. "Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dije­ron: Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consu­ma?" Lucas añade muy escuetamente: "El Señor volviéndose, les repren­dió; y se fueron a otro pueblo."(Lc 9,54-55)

Una falsa Teología de la Liberación ha propuesto el camino de la violencia y de la Lucha de Clases como solución a muchos problemas.

Es otro ejemplo más de haber caído en la tentación que ya tuvieron Santia­go y Juan. La providencia de Dios tiene otros caminos, que aunque a los ojos del hombre parezcan que no conducen al fin que se pretende, son, sin embargo, los caminos de la Sabiduría de Dios y los únicos que llevarán al hombre a su triunfo final y definitivo.

4) La estrategia de Jesús: "Dejadla crecer"

De ninguna manera quiere decir que el Señor es condescendiente con el mal moral del hombre. Su juicio es bien claro: los que siembran la cizaña y la cizaña misma son los que viven enraizados en sus pecados, y a quie­nes llama "hijos del Diablo". Pero el Señor ha venido a salvar a los peca­dores, ha venido a redimir "lo que estaba perdido". Y conoce muy bien el corazón de hombre. La idea fundamental de Cristo es que ahora es tiempo de "paciencia", tiempo de espera.

El Señor dice que no se arranque la cizaña, no sea que al mismo tiempo puedan sufrir daño, sean arrancadas también las espigas buenas. ¿Qué sentido tiene esta frase del Señor? Si nos quedamos solamente en el hecho real del campo donde hay espigas y hay cizaña, quizá sea difícil entender la frase del Señor. Pero es que el campo de las almas es muy diferente. En las almas, puede haber una conversión sincera. El buen ladrón se convirtió en el último momento de su vida. Lo que busca Cristo es la salvación de todos, que no se pierda ninguno; por todos ofreció su vida; y su paciencia es infinita con el pecador hasta el último instante de su existencia en la tie­rra. Y de hecho, cuántas almas que han sido cizaña se han convertido en buen trigo, cosa que no sucede en la naturaleza.

Y más aún, Cristo sabe también que muchas veces trigo y cizaña están mezclados en una misma alma. No todo lo que hay en un alma que consi­deramos buena, es puro trigo; la experiencia nos dice, y tenemos que reco­nocerlo con profunda humildad, que con mucha frecuencia la cizaña ha entrado en nuestro corazón. Paciencia de Cristo con esas almas también, para que vayan consiguiendo convertir todo lo que hay en su corazón en puro trigo.

Paciencia con el pecador, odio al pecado, amor al pecador, esa es la gran lección de Cristo ante el grave problema de la coexistencia de buenos y malos. El nos precede con su ejemplo.

5) Desenlace final

Jesús nos está exhortando a ser trigo, a convertirnos en trigo; si por des­gracia, cuando llegue la hora de la muerte, somos cizaña, ahí se acabó ya la hora de la paciencia de Dios. Cristo se muestra como supremo Juez en la hora del juicio final, y con lenguaje apocalíptico, nos hace ver a los án­geles como ejecutores de su sentencia. Y las imágenes con que expresa el castigo están tomadas del lenguaje de los profetas que hablan de la cólera de Dios que abrasa a los malos (Cfr. Na 1,9; Mal 4,1; Is 66,24).

La realidad bajo estas imágenes es la condenación eterna en el infierno. Y "recoger el buen trigo en su granero", significa la entrada de los justos en el Reino de Dios, el reino escatológico de vida eterna. También aquí Cris­to se apoya en textos del Antiguo Testamento cuando dice que "los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre." (Cfr. Mal 4,20; Dn 12,3). Ese brillo no será sino una manifestación de la visión beatífica de Dios, que es todo luz infinita en su esplendor.

Para los condenados "será el llanto y el rechinar de dientes", expresión que dramáticamente describe su rabia y desesperación.



Examen de la oración


Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.


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