P. José Ramón Martínez Galdeano S.J.
Pregunta:. Son muchos los que piensan que la fe en Dios no puede casarse con la fe en la ciencia. ¿Qué opinan de esto? ¿Son mayoría o minoría los científicos creyentes?
Respuesta: Una de las cosas más llamativas de los últimos años en relación a la ciencia es el cambio que en ella se ha detectado respecto de la cuestión de Dios. Ya quedan atrás los tiempos en los que se usaba la ciencia contra la religión. Siglos atrás se defendía el determinismo más absoluto, pensando que la ciencia podría explicarlo todo, controlarlo todo y prescindir, lógicamente, de Dios. Uno recuerda los tiempos en los que se usaba la teoría de la evolución como arma contra la fe en Dios.
Las cosas han cambiado mucho. La filosofía actual parece una crisis de la que le costará levantarse, y ya no rige el ateísmo combativo de los Feuerbach, Marx, Freud, Niezsche y Sartre, sino el agnosticismo, propiciado por una filosofía que no conduce a ninguna parte. Ahí está la analítica del lenguaje como ejemplo. La filosofía, hoy en día, ya no ataca ni defiende a la religión, sencillamente porque ha perdido vigor, y reina en ella el escepticismo y la tristeza.
Pero es precisamente en la ciencia donde las cosas han cambiado a mejor, según mi parecer. De aquella ciencia arrogante del XVIII no queda ya nada, y la ciencia se está haciendo cada vez más humilde y abierta al problema de Dios.
Del Bing-Bang a la evolución
Uno de los elementos que más silencio y admiración están produciendo en el científico de hoy es el del Big Bang, la explosión inicial que ha dado origen al mundo de hoy. Los físicos han viajado a este momento inicial, el "tiempo cero" del estallido que ha dado origen a la expansión de las galaxias. Ello tuvo lugar en una fracción casi inimaginable de segundo, en la cifra equivalente a 10 de segundo, es decir, la cifra 1 precedida de 43 ceros. Y en este momento inicial todo estaba compuesto por una esfera que tenía el diámetro de 10 , millones y millones de veces más pequeña que el diámetro de un núcleo de átomo. Pues bien, todo el mundo actual procede de ese instante y de esa esfera.
Y las preguntas son ahora inevitables para los científicos: ¿qué había antes de ese momento inicial? ¿Es la creación? ¿Quién puso esa fuerza expansiva y la programó de tal modo que, si el más mínimo elemento hubiese fallado, habría conducido al más espantoso de los caos?
Si entramos ahora en el campo de la evolución, cada vez más los científicos se asombran del orden que reina en toda ella. Se han hecho cálculos para explicar el origen de una célula viva que está compuesta por una veintena de aminoácidos. Pero la función de los mismos depende de unas 2000 encimas específicas. Se ha calculado la probabilidad de que un millar de encimas diferentes se una para formar una célula viva y ello de la cifra de 10 . En palabras de F.Crick, premio Nobel de biología por el hallazgo del ADN, un hombre honesto tendría que aceptar que el origen de la vida se debe a un milagro.
Ya lo había dicho Pasteur en su tiempo: "Poca ciencia aleja de Dios. Mucha acerca a Él". Y no deja de ser curioso que la teoría de la evolución, usada en su día contra la fe, sólo se puede explicar en sus factores últimos si se cree en Dios. Su mano ordenadora explicaría lo que, de otro modo, quedaría sin explicación, toda vez que los científicos no encuentran una explicación suficiente. Ni la teoría de Darwin, hoy casi olvidada, ni la moderna teoría sintética que coloca en las mutaciones genéticas la causa del cambio de las especies, explican mucho. Las mutaciones genéticas que se conocen no cambian de especie, afectan sólo a caracteres secundarios y suelen ser regresivas. Hoy en día hay que creer en Dios para Explicar la evolución.
La fe de los científicos
Es un hecho que la mayoría de los científicos han sido creyentes. Lo fueron científicos clásicos como Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Lineo, Cuvier y Pasteur. Y han sido también creyentes los grandes de la física cuántica: Planck, Schrodiger, Heisenberg, Jordan, Von Braum y otros. Los científicos ateos, como Monod o Hawking, son una minoría.
Es un hecho que la mayoría de los científicos han sido creyentes. Lo fueron científicos clásicos como Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Lineo, Cuvier y Pasteur. Y han sido también creyentes los grandes de la física cuántica: Planck, Schrodiger, Heisenberg, Jordan, Von Braum y otros. Los científicos ateos, como Monod o Hawking, son una minoría.
Testimonios de científicos
El Dios está el principio de la reflexión de un creyente y al final de las investigaciones de un científico. (Novedades de Capellanía Universitaria de Navarra)
A. EINSTEIN: «A todo investigador profundo de la naturaleza no puede menos de sobrecogerle una especie de sentimiento religioso, porque le es imposible concebir que haya sido él el primero en haber visto las relaciones delicadísimas que contempla. A través del universo incomprensible se manifiesta una Inteligencia superior infinita».
Ch. DARWIN: «Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios, me parece, la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido frutos del azar».
N. COPÉRNICO: «¿Quién, que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes? ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?».
T. A. EDISON: «Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de todos ellos, que es Dios».
HATHAWAY: (padre del cerebro electrónico «La moderna física me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a sí misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una Causa Primera, grande, que no está sometida a la segunda ley de la transformación de la energía y que, por lo mismo, es sobrenatural».
W. VON BRAUN: «Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración».
A. M. AMPERE: «¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia, una pequeñez!».
I. NEWTON: «Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos, un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no ha podido salir sino del plan de un Ser omnisciente y omnipotente».
K. F. GAUSS: «Cuando suene nuestra última hora, será grande e inefable nuestro gozo al ver a Quien en todo nuestro quehacer sólo hemos podido columbrar».
G. MARCONI: «Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico, sino como científico».
C. LINNEO: «He visto pasar de cerca al Dios eterno, infinito, omnisciente y omnipotente, y me he postrado de hinojos en adoración».
E. SCHRÖDINGER: (premio Nobel de Física, creador de la Mecánica Ondulatoria) «La obra maestra más fina es la hecha por Dios según los principios de la mecánica cuántica».
K. L. SCHLEICH: (célebre cirujano, descubridor de la anestesia local) «Me hice creyente por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto esté a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión».
J. KEPLER: «Si Dios es grande, grande es su poder, grande su sabiduría. Alabadle, cielos y tierra. ¡Mi Señor y mi Creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarla a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla».
Sir Fred HOYLE: (gran astrónomo y matemático) «El universo de las galaxias se dilata, y se crea continuamente en el espacio nueva materia para mantener constante la densidad media del universo, y esto exige la existencia de un Creador».
A. S. EDDINGTON: (astrónomo y matemático inglés) «Ninguno de los inventores del ateísmo fue naturalista, sino filósofos mediocres. El origen del universo presenta dificultades insuperables, a no ser que lo consideremos sobrenatural».
J. barón VON LIEBIG: (químico y fisiólogo alemán) «La grandeza e infinita sabiduría del Creador la reconocerá realmente sólo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran libro que llamamos naturaleza».
E. WHITTAKER: (investigador y catedrático de la Universidad de Edimburgo) «Cuando se investiga profundamente sobre el origen del universo, no hay más opción que convertirse al catolicismo».
A. EINSTEIN: «A todo investigador profundo de la naturaleza no puede menos de sobrecogerle una especie de sentimiento religioso, porque le es imposible concebir que haya sido él el primero en haber visto las relaciones delicadísimas que contempla. A través del universo incomprensible se manifiesta una Inteligencia superior infinita».
Ch. DARWIN: «Jamás he negado la existencia de Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios, me parece, la imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime sobre toda medida, y el hombre, hayan sido frutos del azar».
N. COPÉRNICO: «¿Quién, que vive en íntimo contacto con el orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las aspiraciones más sublimes? ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas cosas?».
T. A. EDISON: «Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de todos ellos, que es Dios».
HATHAWAY: (padre del cerebro electrónico «La moderna física me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a sí misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una Causa Primera, grande, que no está sometida a la segunda ley de la transformación de la energía y que, por lo mismo, es sobrenatural».
W. VON BRAUN: «Por encima de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda adoración».
A. M. AMPERE: «¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia, una pequeñez!».
I. NEWTON: «Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos, un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no ha podido salir sino del plan de un Ser omnisciente y omnipotente».
K. F. GAUSS: «Cuando suene nuestra última hora, será grande e inefable nuestro gozo al ver a Quien en todo nuestro quehacer sólo hemos podido columbrar».
G. MARCONI: «Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder de la oración y creo no sólo como católico, sino como científico».
C. LINNEO: «He visto pasar de cerca al Dios eterno, infinito, omnisciente y omnipotente, y me he postrado de hinojos en adoración».
E. SCHRÖDINGER: (premio Nobel de Física, creador de la Mecánica Ondulatoria) «La obra maestra más fina es la hecha por Dios según los principios de la mecánica cuántica».
K. L. SCHLEICH: (célebre cirujano, descubridor de la anestesia local) «Me hice creyente por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en cuanto esté a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y la religión».
J. KEPLER: «Si Dios es grande, grande es su poder, grande su sabiduría. Alabadle, cielos y tierra. ¡Mi Señor y mi Creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarla a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla».
Sir Fred HOYLE: (gran astrónomo y matemático) «El universo de las galaxias se dilata, y se crea continuamente en el espacio nueva materia para mantener constante la densidad media del universo, y esto exige la existencia de un Creador».
A. S. EDDINGTON: (astrónomo y matemático inglés) «Ninguno de los inventores del ateísmo fue naturalista, sino filósofos mediocres. El origen del universo presenta dificultades insuperables, a no ser que lo consideremos sobrenatural».
J. barón VON LIEBIG: (químico y fisiólogo alemán) «La grandeza e infinita sabiduría del Creador la reconocerá realmente sólo el que se esfuerce por extraer sus ideas del gran libro que llamamos naturaleza».
E. WHITTAKER: (investigador y catedrático de la Universidad de Edimburgo) «Cuando se investiga profundamente sobre el origen del universo, no hay más opción que convertirse al catolicismo».
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