P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
I.- LOS COMIENZOS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
(Fines del Año 27 - Principios del Año 28)
A. - PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA Y PRIMERA ACTIVIDAD APOSTÓLICA DE JESÚS
6.- TESTIMONIO DE
JUAN BAUTISTA
"EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO"
TEXTO
Juan 1, 29-34
Al día siguiente
ve a Jesús venir hacia él y dice: "He ahí el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Este es por quien yo dije: Viene un hombre detrás de mí que
se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. Y yo no le conocía,
pero he venido a bautizar con agua para que él sea manifestado en
Israel". Y Juan dio testimonio diciendo: "He visto al Espíritu que
bajaba del cielo como una paloma y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía,
pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas que
baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu
Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de
Dios".
INTRODUCCIÓN
Según los
Evangelios Sinópticos pareciera que Jesús, una vez bautizado en el Jordán y
terminado su ayuno de cuarenta días, volvió inmediatamente a Galilea y allí comenzó su
ministerio apostólico. Sin embargo, es Juan Evangelista, el que complementando
a los Sinópticos, nos narra una serie de escenas de gran transcendencia y de profundo
contenido teológico, que se intercalan entre las tentaciones de Jesús y su
vuelta definitiva a Galilea para comenzar allí su predicación.
Estas escenas
están contenidas al final de capítulo primero y en los capítulos segundo,
tercero y cuarto de San Juan. Sobre ellas haremos las meditaciones siguientes.
El texto de la
presente meditación viene a continuación del testimonio que Juan había dado de
Cristo de una manera oficial ante las autoridades judías, enviadas desde Jerusalén
para interrogarle.
Jesús ha sido ya
bautizado por Juan, y ha cumplido ya con el ayuno de cuarenta días. Y un día
se acerca a las riberas del Jordán donde estaba Juan, y parece como si se
dirigiera hacia él. Es entonces cuando el Bautista, al distinguir a Jesús y
ver que se acercaba a él, le mostró a quienes le rodeaban, y le presentó por
primera vez como: "El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
A continuación
añadió otras enseñanzas teológicas sobre la persona del Mesías.
MEDITACIÓN
1) "El Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo"
El verbo griego
que se usa en esta frase y que es traducido por "quitar", tiene dos
significaciones distintas. Puede significar "borrar", "hacer
desaparecer"; pero significa también "cargar sobre uno".
Expliquémoslo con algunos ejemplos tomados del
mismo Evangelio: "Cuando salían, toparon con un hombre cireneo, por nombre
Simón; a éste requirieron para que tomase a cuestas la cruz de El (Mt 27, 32)
"Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mi que soy manso y humilde de
corazón." (Mt 11,29)
En ambos textos el
mismo verbo griego se traduce por "tomar a cuestas", "tomar sobre
sí".
"Y ve la losa quitada del sepulcro"
(Jn 20,1) "Y a los que vendían las palomas dijo: quitad esto de aquí"
El mismo verbo se traduce aquí por "quitar", "arrojar
fuera".
Por lo tanto, de
aquí viene la discusión sobre la frase del Bautista. Cuando el Bautista usa ese
verbo griego de significado ambivalente, ¿cuál de los sentidos quiere aplicar
a Jesús? Jesús ¿es solamente el que borra, quita el pecado del mundo, o es
también el que carga sobre sí el pecado del mundo?
El problema es
bien profundo, pues de admitir el segundo sentido estaríamos afirmando que el
Bautista alude ya al sacrificio expiatorio de Cristo.
Hoy día, son
muchos los autores que creen que el Bautista incluye ambos sentidos en su
testimonio sobre el Cordero de Dios.
Conocemos los
famosos textos de Isaías sobre el Siervo de Yahvé, donde claramente aparece el
sufrimiento y la muerte del Siervo como una muerte expiatoria (Cfr. Is 53,5-6).
Y conocemos que es también el mismo Isaías el que toma la imagen del cordero
ofrecido en sacrificio para representar la muerte inocente del Siervo de Yahvé
en sacrificio expiatorio por los pecados de los hombres. (Cfr. Is 35,7) (Cfr. Is
53, 11-12)
Es cierto que en
tiempo de Jesús, la idea del Mesías doliente, la concepción del Siervo de Yahvé
de Isaías, estaba completamente olvidada, y sólo prevalecía la idea de un
mesías terreno libertador del yugo romano.
Pero podemos
pensar, que por lo menos hubo dos personas, especialmente iluminadas por Dios,
que desde los comienzos penetraron en el misterio del Hijo de Dios, Redentor de
los hombres como "Siervo de Yahvé".
Sin duda alguna,
la Santísima Virgen, desde la profecía del anciano Simeón, cuántas veces
meditaría esos cantos del Siervo de Yahvé del Profeta Isaías, hasta que vio
realizadas esas profecías al pie de la cruz de su Hijo.
Y podemos pensar
que Juan Bautista, el Precursor, y el que había de morir mártir por Cristo,
también gozó de esa luz especial de Dios para penetrar en el misterio de Cristo
como "Siervo de Yahvé" y comprender el sentido expiatorio de la
muerte redentora de Cristo.
Y en medio de esa
luz y de esa inspiración es cuando exclama delante de todos los que le
rodeaban: "He aquí el Cordero de Dios que carga sobre sí y quita el pecado
del mundo".
Este testimonio de
Juan sobre Cristo como Cordero de Dios es el primero de una serie de
testimonios que nos ofrece la liturgia eterna del Apocalipsis, donde
continuamente se nos recuerda el sacrificio del Cordero Inmaculado.
"Y en la visión oí la voz de una multitud
de ángeles alrededor del trono, de los seres vivientes y de los ancianos. Su
número era miríadas de miríadas y millares y decían con fuerte voz: Digno es el
Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el
honor, la gloria y la alabanza. Y toda criatura del cielo, de la tierra, debajo
de la tierra y del mar, todo lo que hay en ellos, oí que respondían: Al que
está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por
los siglos de los siglos." (Apoc. 5,1113) Cfr. Apoc.7,13-17; 12,11; 13,8.
Y el mismo San
Pedro en su primera carta nos recordará esta enseñanza del sacrificio de Cristo
como la del sacrificio de un cordero inmaculado. Hay que reconocer que toda la
liturgia del Cordero Pascual no era sino figura del sacrificio de Cristo,
ofrecido como víctima por nuestros pecados.
"Sabéis que
habéis sido rescatados... no con algo caduco, oro o plata, sino con la sangre
preciosísima, del cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo." (1 Ped
1,18-19)
Nunca meditaremos
bastante sobre la más profunda realidad de nuestra Redención: Cristo, cargando
con los pecados de los hombres, se ofrece víctima inmaculada al Padre por
nuestra redención.
Para entender la
gravedad del pecado no hay como mirar a Cristo crucificado. Nuestro pecado fue
el que lo crucificó. Y para comprender el amor generosísimo de Cristo, esa
misma cruz es el mejor testimonio.
2) Otras enseñanzas de Juan Bautista sobre Jesús
El testimonio de
Juan que estamos considerando, no se limita a esa confesión de fe en el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo; sino que además añade otras verdades que
atañen a la persona de Jesús a quien anuncia.
Al afirmar que era
antes que él, sin duda alguna se está refiriendo a la preexistencia divina
Jesús. Juan penetra el misterio de la divinidad de Cristo y descubre parte de
ese misterio a sus oyentes.
Al mismo tiempo
indica la manera como lo reconoció y da una prueba de su testimonio sobre
Jesús. El que le envió a bautizar en agua, le había prometido una señal,
diciéndole: "Sobre quien vieres descender el Espíritu Santo". Esa
promesa divina se había cumplido y Juan, inspirado por el mismo Espíritu y
adoctrinado por las palabras del Padre en la Teofanía del Bautismo, da testimonio
de Jesús como el Mesías que ha de venir, como el Hijo, el Elegido del Padre.
Aceptemos con toda
fe el testimonio del Bautista y hagámonos como Juan testigos del Señor para los
demás. Sólo en Cristo, el Mesías, el Hijo, el Amado, el Elegido del Padre,
pueden los hombres encontrar salvación y ser regenerados con el bautismo del
Espíritu Santo.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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