Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
I.- LOS COMIENZOS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
(Fines del Año 27 - Principios del Año 28)
A. - PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA Y PRIMERA ACTIVIDAD APOSTÓLICA DE JESÚS
TEXTOS
Mateo. 3,13-17
Entonces aparece
Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: "Soy yo el que necesita ser
bautizado por ti, y ¿tú vienes a mí?". Le respondió Jesús: "Déjame
ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia". Entonces le dejó.
Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio
al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz
que venía de los cielos decía: "Este es mi Hijo Amado, en quien me complazco".
Marcos 1, 9-11
Por aquellos días
vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. No
bien hubo salido del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en
forma de paloma, bajaba a él. Y vino una voz de los cielos: "Tú eres mi
Hijo Amado, en ti me complazco".
Lucas 3,21-22
Cuando todo el
pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se
abrió el cielo y bajó sobre él el Espíritu Santo en forma corporal, como una
paloma; y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo Amado, en ti me
complazco".
INTRODUCCIÓN
Conocemos por las
meditaciones anteriores que los Evangelistas anteponen al comienzo de la vida
pública de Jesús la predicación del Precursor, Juan Bautista. Y es Lucas el que
encuadra geográfica e históricamente el hecho de esta predicación del Bautista.
El lugar de la predicación fueron las riberas del Jordán y el tiempo del
comienzo de su actividad apostólica es probable que fuera en el otoño del año
27. Son muchos los autores que suponen que la llegada de Jesús al Jordán para
ser bautizado por Juan sería hacia fines de diciembre del mismo año.
Los Evangelistas
nos hablan de Jesús, que venido de Nazaret de Galilea, se encontraba entre la
multitud de los que escuchaban a Juan y eran bautizados por él. Pero nada se
nos dice de un hecho profundamente doloroso, que sin duda alguna, tuvo lugar
días antes. Nos referimos a la partida definitiva de Jesús de Nazaret con la
despedida a su Madre. Y se trataba de la despedida radical para cumplir con la
misión redentora de su Padre. La Virgen María tendría la intuición de que había
llegado la hora de que se cumpliese la profecía del anciano Simeón de que una
espada atravesaría su alma. (Cfr. Lc 2,34-35)
La Virgen Madre
acepta el sacrificio de la separación de su Hijo, y acepta que se cumplan en él
las profecías del "siervo de Yahvé". Pero su corazón de Madre queda
destrozado. Y el Hijo tiene que sacrificar también su amor infinito a su Madre;
y sabe que tiene que hacer sufrir a su Madre para llevar a cabo la obra redentora
que le ha encargado su Padre. La separación es prácticamente definitiva hasta
el momento de la cruz. Habrá algunos momentos en la vida pública donde vuelvan
a encontrarse, pero la cercanía del final redentor de Cristo, profundiza más y
más las llagas de dolor en el corazón de la Madre y del Hijo.
Ante este hecho
totalmente real en la vida de Jesús y María, donde ambos sacrifican los amores
y afectos más puros en sus relaciones Madre-Hijo, hemos de reflexionar profundamente
sobre toda nuestra vida afectiva, emotiva, sobre nuestra vida de pasiones e
impulsos sensibles.
Ante el ejemplo de
María y Jesús que, por cumplir la voluntad redentora del Padre y por amor a
nosotros, sacrifican lo que hay de más profundo y santo en sus afectos y
emociones mutuos, tenemos que tomar la decisión de cortar con todo afecto
desordenado que haya en nuestra vida, con todo impulso emocional que me lleve
al pecado, con toda afectividad morbosa y mundana. Ser capaces de ofrecer al
Señor, por medio de María, un corazón puro, libre de todo apego al pecado.
MEDITACIÓN
1) Jesús viene a bautizarse con el pueblo pecador
En el mismísimo
instante del comienzo de su vida pública, Jesucristo quiere ya indicarnos algo
fundamental en todo su plan redentor: será identificándose con los pecadores
cargando sobre sí los pecados de todos los hombres, que redimirá al mundo. Será
lo que nos dirá San Pablo en su segunda carta a los Corintios: "A Cristo
que no conoció pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros en
El lleguemos a participar de la vida santa de Dios" (2 Cor 5,21)
Inmensa confianza
en Cristo que de tal manera se acerca a los pecadores, que de tal manera ama a
los pecadores, que quiere cargar con sus pecados para purificarlos. Cristo, tan
cercano al pecador, que se identifica con él.
2) "Cumplir toda justicia"
San Mateo es quien
nos relata la actitud humilde de Juan Bautista; Juan Bautista no puede
comprender cómo él deba bautizar a Cristo. Cristo, el cordero inmaculado de
Dios, que nos dirá más tarde el mismo Juan Bautista, no puede recibir el
bautismo que es símbolo de purificación de los pecados. Más bien, es el mismo
Juan Bautista quien debería ser bautizado por Cristo, y así se lo dice al Señor,
y se resiste a bautizar a Jesús.
Pero Jesús le
responde: "Conviene que cumplamos con toda justicia". La palabra
"justicia" significa frecuentemente en la Biblia la voluntad de Dios.
Hombre justo, en la Biblia, es el que cumple siempre la voluntad de Dios. Por
lo tanto, "cumplir con toda justicia" significa cumplir la voluntad
santa de Dios, los designios de Dios en el plan de la salvación de los hombres.
Esto es lo que
quiso decir Cristo al Bautista. Y Cristo sabía que los planes de su Padre Dios
eran planes de humillación, de sufrimiento para redimir a la humanidad. Estos
planes de Dios aparecerán más claros en la siguiente meditación de las
tentaciones de Jesús.
3) Bautismo de Cristo
Escena de
extraordinaria importancia para los cristianos de todos los tiempos. Cristo,
sin pecado alguno personal, pero solidario con todos los pecadores recibe el
Bautismo de Juan que simboliza, conversión, purificación de los pecados. Y
recibido el bautismo, puesto en oración, como nos indica San Lucas, se rasgan
los cielos y se nos presenta esa maravillosa teofanía de la Santísima Trinidad.
En el Bautismo de
Cristo se encuentra reflejado el modo como actúa y opera el Sacramento del
Bautismo en el hombre redimido. El Bautismo de Cristo fue ejemplar del nuestro.
Y al mismo tiempo, el Bautismo de Cristo nos revela anticipadamente todos los
frutos de la redención.
En todos los
momentos importantes de su vida encontramos a Jesús siempre en oración a su
Padre. Así fue en el momento de su bautismo. Es la oración de Jesús la que hace
que se rasguen los cielos y descienda el Espíritu Santo que consagra al Hijo al
comienzo de su vida pública, y que la voz divina del Padre se deje escuchar
para proclamar la filiación divina de Jesús, su Hijo, en quien tiene puestas
todas sus complacencias.
Es la gran
revelación del Padre a toda la humanidad: "Este es mi Hijo, el amado, en
quien me complazco". El artículo "el amado" nos habla con certeza
del unigénito, del Hijo Único, absolutamente distinto, por su condición divina,
de los demás hombres. Y ésta será la conciencia más profunda que siempre
manifestará Cristo en sus discusiones con los fariseos: "Yo he salido de
mi Padre". (Cfr. Jn 8,42; 16,27)
Y sobre este Hijo
amado envía el Padre la plenitud del Espíritu Santo. Jesucristo, ya desde su
encarnación poseía esa plenitud del Espíritu Santo; pero el Padre quiso
manifestarlo de una manera visible en el momento de su bautismo con el que
daba comienzo su vida apostólica de Mesías. Las profecías del Antiguo
Testamento ya nos hablan de esa plenitud del Espíritu Santo sobre el Mesías. (Cfr.
Is 61,1-4)
4) Nuestro Bautismo
Es el mismo Cristo
el que hará de su Bautismo nuestro bautismo. Sólo en Cristo, el Hijo amado del
Padre, hecho hombre para nuestra redención, y lleno del Espíritu Santo, encuentra
hombre su salvación. Al instituir Cristo el Bautismo y mandar a todos sus
apóstoles que vayan por el mundo entero bautizando a todos los hombres en el
nombre Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo (Cfr. Mt 28,19), hace realidad en el corazón de cada cristiano todo
lo manifestado en su mismo bautismo:
Por el carácter
bautismal, quedamos consagrados a la santísima Trinidad.
Quedamos llenos
del Espíritu Santo que nos purifica y lava de todo pecado y nos llena de una
nueva vida, la vida de gracia, la vida de hijos de Dios.
Quedamos hechos,
transformados en verdaderos hijos de Dios, amados de Dios; y Dios, desde ese
momento, se complace en nosotros. A partir de ese momento, toda la vida del
cristiano no será otra cosa que vivir su bautismo, profundizando cada vez más
en las inmensas riquezas que contiene.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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