P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
II MINISTERIO DE JESÚS EN GALILEA
(Mayo 28 - Mayo 29)
B. SERMÓN DE LA MONTAÑA
TEXTOS
Mateo 5, 27-30
"Habéis oído que se dijo: No cometerás
adulterio. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió
adulterio con ella en su corazón.
Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de
pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus
miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna. Y si tu mano
derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene
que se pierda uno de tus miembros, que no todo tu cuerpo vaya a la gehenna".
Mateo 18, 8-9
"Si, pues, tu
mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo lejos de ti; más
te vale entrar en la Vida manco o cojo que, con las dos manos o los dos pies,
ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo
y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo, que con los
dos ojos ser arrojado en la gehenna del fuego".
Marcos 9, 43-47
"Si tu mano
te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que,
con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te
es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con
los dos pies, ser arrojado a la gehenna. Y si tu ojo te es ocasión de pecado,
sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los
dos ojos, ser arrojado a la gehenna".
INTRODUCCIÓN
Así como
anteriormente el Señor se ha referido al quinto mandamiento, ahora se refiere
al sexto mandamiento y, con motivo de la guarda perfecta de este precepto, nos
da lecciones muy importantes sobre la necesidad de huir de las ocasiones de
pecado.
Los otros dos textos que citamos de Mateo y
Marcos, no hacen especial referencia al precepto de la castidad; están en otro
contexto, pero se refieren también, de manera general, a la obligación que
todos tenemos de huir de cualquier ocasión de pecado; por eso los hemos incluido
aquí, porque la doctrina es la misma.
MEDITACIÓN
1) "El que mira a una mujer deseándola, ya
cometió adulterio con ella en su corazón"
Como ya hemos
indicado en las meditaciones precedentes, en el Antiguo Testamento, sobre todo
según la interpretación de los fariseos, se daba importancia casi exclusivamente
a los pecados externos de obra. Esta actitud se daba también con respecto a la
castidad, al sexto mandamiento. Se consideraban pecados la fornicación, el
adulterio y otros pecados de obra.
En la Ley Nueva,
Jesucristo nos enseña la completa pureza del corazón. Con una sola mirada
deshonesta, con un solo mal deseo, con una mera complacencia impura, se
infringe ya la Ley, se comete ya pecado. Y el pecado interno es de la misma
especie que el pecado externo. Por eso, el Señor dirá que "quien mira a
una mujer deseándola, ya cometió con ella adulterio en su corazón".
La pureza que
exige Cristo, no es la pureza legal de la que tanto se preocupaban los
fariseos, sino la pureza interna de todos los sentimientos y deseos del
corazón. El corazón del hombre queda manchado por el pecado, no sólo cuando
comete una mala obra, sino también cuando con sus miradas, deseos,
complacencias, interiormente ya vive el pecado.
Las palabras del
Señor se refieren a la mirada morbosa, pecaminosa dirigida a cualquier mujer,
sea casada o no casada.
2) Huir de las tentaciones
El Señor añade a
continuación una exhortación muy enérgica sobre la necesidad de huir de las
ocasiones de pecar. Como hemos dicho en la introducción, esta doctrina del
Señor vale para toda clase de pecados, pero en el contexto del Sermón del Monte
se refiere de manera especial a los pecados contra la castidad.
En la moral
cristiana es una obligación grave no ponerse en tentación próxima de pecado.
Las expresiones que usa el Señor para poner de manifiesto esta obligación son figuras
retóricas, pero que añaden una fuerza extraordinaria a lo que se quiere
expresar, y que además, una vez escuchadas o leídas, no se olvidan fácilmente.
Claro está que
estas expresiones no hay que entenderlas en sentido literal. Nadie tiene que arrancarse
una mano, o un pie, o un ojo. No solamente en esta ocasión, sino en otras
partes del Evangelio, encontramos parecidas figuras retóricas que pretenden
inculcar una verdad, una enseñanza, mediante comparaciones o ejemplos
exagerados que todos entienden fácilmente su sentido verdadero, sin que tengan
que aplicarse en sentido literal. Por ejemplo, cuando el Señor indica que
algunos se hicieron eunucos a sí mismos por el Reino de Dios. Todos entienden
que lo que el Señor significaba no era la castración física, sino el voto de
castidad en el seguimiento a su Persona y por la entrega al apostolado. Lo
mismo cuando el Señor dice que es más fácil que un camello entre por el ojo de
una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios. Sólo nos indica lo difícil
que es, pero no la imposibilidad; pues a continuación dirá que todo es posible
para Dios.
La figura retórica
de nuestro pasaje está tomada del ejemplo real de la vida, donde a veces hay
que sacrificar un miembro del cuerpo para salvar la vida, para bien de todo el
cuerpo, de la persona. Lo que el Señor quiere inculcarnos es que el pecado es
algo tan dañino para el hombre y que le pone en peligro de condenación, que
debe estar dispuesto a sacrificarlo todo con tal de evitar el pecado, y muy
especialmente evitar la tentación de caer. Con tal de evitar el pecado que
lleva a la condenación eterna, el hombre debería estar dispuesto a perderlo
todo, incluso la vida. Lo que realmente interesa, lo que realmente es
transcendental en la vida de cada hombre, es entrar en la Vida, entrar en el
Reino de Dios, como nos dice Cristo.
La razón de dar
estas enseñanzas el Señor en el contexto de la guarda de la virtud de la
castidad, es sin duda, la gran debilidad humana y las muchas tentaciones que
el hombre padece en esta virtud. Y él sabe la facilidad con que el hombre, no
sólo no huye de esas tentaciones sino que con toda facilidad las busca y se
pone en peligro muy próximo de pecar.
Finalmente,
indicaremos algo que suelen considerar muchos autores. Aunque el Señor habla
aquí solamente del hombre, sin embargo, sabemos que su doctrina se refiere
siempre a todos, hombres y mujeres. También la mujer peca igual que el hombre
con miradas deshonestas, deseos morbosos, y ellas suelen también ponerse en la
tentación de caer en los pecados sexuales. E implícitamente habría que decir
que el Señor estaría también aquí condenando a la mujer que con su manera de
vestir, su comportamiento, sus gestos, su manera de actuar, conscientemente
se hace tentación para el hombre y parece que buscase ser objeto de deseo
sexual por parte del hombre. Aquí se acomodarían las frases que tiene el Señor
en otros pasajes sobre el pecado de escándalo, es decir, sobre aquellos que son
causa de que otros pequen por su culpa. Los meditaremos más adelante.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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