P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, jesuita
Breves indicaciones para hacer con fruto las meditaciones
Acto de fe, esperanza y amor a Jesucristo
I.- LOS COMIENZOS DE LA VIDA PÚBLICA DE JESÚS
(Fines del Año 27 - Principios del Año 28)
A. - PREDICACIÓN DE JUAN BAUTISTA Y PRIMERA ACTIVIDAD APOSTÓLICA DE JESÚS
2.- PREDICACIÓN DE
JUAN BAUTISTA: DIVERSOS GRUPOS SOCIALES
TEXTOS
Mateo 3, 7-10
Juan al ver venir
muchos fariseos y saduceos a su bautismo, les dijo: "Raza de víboras,
¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, digno fruto de
conversión, y no os contentéis con decir en vuestro interior: tenemos por
padre a Abraham; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a
Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no
de buen fruto será cortado y arrojado al fuego."
Lucas 3,7-14
Decía, pues, a la
gente e venía para ser bautizada por él: "Raza de víboras, ¿quién os ha
enseñado huir de la ira inminente? Dad, pues, dignos frutos de conversión, y
no andéis diciendo en vuestro interior: tenemos por padre a Abraham; porque os
digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Y ya está puesta el
hacha la raíz de los árboles: y todo árbol que no de buen fruto, será cortado y
arrojado al fuego."
La gente le preguntaba:
"¿Pues qué debemos hacer?". Y él les respondía: "El que tenga
dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que
haga lo mismo. "Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron:
"Maestro, ¿qué debemos hacer?". El les dijo: "No exijáis más de
lo que os está fijado". Preguntáronle también unos soldados: "Y
nosotros, ¿qué debemos hacer?" El les dijo: "No hagáis extorsión a
nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra paga."
INTRODUCCIÓN
Conocemos por la
meditación anterior el tema general de la predicación del Bautista:
"Convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos". Y se trataba,
por supuesto, de la conversión del corazón. No se trataba en absoluto de
revolución política y social, sino de revolución interior de los corazones.
Pero los
Evangelistas Mateo y Lucas no se contentan con repetir la predicación general
del Bautista sobre la conversión del corazón, sino que concretizan más esa
predicación y la acomodan a diversos grupos de oyentes.
MEDITACIÓN
1) Juan Bautista se dirige a los fariseos y
publicanos
Juan conocía muy
bien a estos grupos sociales que constituían la élite espiritual y política
del pueblo judío. Los fariseos y los maestros de la ley o rabinos constituían
las autoridades religiosas, los verdaderos jefes espirituales que guiaban al
pueblo judío; y éstos se caracterizaban por su orgullo, su vanidad, sus
formalidades externas, su casuística moral, y sus exigencias insoportables
para el pueblo; y al mismo tiempo faltaban a la justicia y a la caridad. A
través de todo el Evangelio iremos conociendo más y más a estos fariseos que
fueron los principales enemigos de Jesús.
Los saduceos, sin
embargo, se distinguían por su epicureismo, hedonismo, y su escepticismo
religioso. Aunque enemigos de los fariseos, ambos grupos se unirán cuando se
trate de atacar a Jesús.
Juan advierte que
entre los que se acercan a él en las riberas del Jordán hay grupos de fariseos
y de saduceos. Lo más probable es que no fueran para escuchar con humildad la
predicación del Bautista y convertirse, sino que irían, o bien por curiosidad,
o bien como espías de las autoridades de Jerusalén para tratar de poder acusar
en algo a ese hombre que estaba revolucionando al pueblo judío, y poderlo
coger preso. Que esta fuera la actitud de ellos se desprende de la diatriba tan
dura que dirigió contra ellos Juan Bautista.
"Raza de
víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira venidera? Haced frutos dignos
de penitencia y no comencéis a decir dentro de vosotros mismos: a Abraham
tenemos por padre. Porque yo os digo que poderoso es Dios para de estas piedras
hacer salir hijos de Abraham."
La confianza de
los fariseos y la seguridad que tenían de que Dios estaba con ellos era el
proceder de Abraham, ser descendientes de Abraham, a quien Dios había hecho la
promesa de salvación. Este orgullo y esta confianza muy mal entendida, es lo
que quiere destruir el Bautista. De nada les ha de servir pertenecer a la
familia de Abraham, si sus obras no son dignas de Dios, si su conducta queda
reducida a formalidades externas de cumplimiento de ritos y diversas observancias,
pero su corazón está interiormente alejado de Dios. Jesucristo llegará a
llamarlos "sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por
dentro están llenos de huesos y de toda inmundicia." (Mt 23, 27)
Con estas mismas
palabras de Juan Bautista quedaba totalmente condenada la vida mundana, de
vicios y pecados de los saduceos.
Juan sabe el poder
de que gozan estos grupos sociales de los fariseos y saduceos; pero, siente la
fortaleza que Dios le da, y con toda valentía, en público, les echa en cara su
vida de pecado, y les exhorta a la verdadera conversión: "Haced frutos
dignos de penitencia". Y más aún, no teme amenazarles con el castigo del
infierno. Si no producían frutos dignos de penitencia, frutos de santidad,
serán cortados y arrojados al fuego. Y les hacía comprender que Dios podía
rechazarles definitivamente por sus hipocresías y obstinaciones, y con su
infinito poder crear otra raza de hijos de Abraham, que fuese verdadera
descendencia espiritual del gran Patriarca.
Por los relatos
evangélicos posteriores, conocemos que la predicación de Juan a los fariseos y
saduceos cayó en corazones duros como piedra; no quisieron recibirla, se
obstinaron en sus pecados, y así, despreciando las advertencias del Bautista,
dejaron pasar para ellos la hora de la infinita misericordia de Dios, que los
llamaba a la conversión.
2) Otros grupos de pecadores
Contrasta con la
violencia de su predicación a los fariseos y saduceos, la benignidad con que se
dirige después a otros grupos de pecadores. El Pueblo era pecador, pero se
acercaba a Juan con verdadero deseo de aprovecharse de sus enseñanzas y se esforzaba
por llegar a la conversión; por eso, eran multitudes las que pedían a Juan ser
bautizadas en el Jordán, como signo externo de su arrepentimiento.
La gente que
acude, oye repetir a Juan la palabra "Convertíos," y con sinceridad
la gente le pregunta a Juan qué significa esa conversión, en concreto. Y Juan les
responde poniendo todo el acento y fuerza en la virtud de la caridad, de la
solidaridad, de la mutua ayuda de unos con otros. Dominar de manera radical las
pasiones del egoísmo y de la codicia. Con dos ejemplos concretos les hace ver
esta conversión del egoísmo a la caridad:
"El que tenga
dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que
haga lo mismo."
No es que la
conversión se limitara exclusivamente a la práctica de la caridad. Sin duda
alguna, Juan les hablaría de otras muchas cosas; pero los Evangelistas nos
indican lo que consideraron más transcendental. Y efectivamente, quien supera
el egoísmo, y vive en actitud continua de caridad hacia el hermano, ha conseguido
lo más difícil en la conversión, y de ahí podrá dar todos los pasos siguientes
para una verdadera santidad.
Incluso se
acercaron a Juan publicanos. Esos personajes eran odiados por el pueblo judío
por su connivencia con el poder romano y por su pésima fama de cometer toda
clase de injusticias en la exigencia de los impuestos. Lo frecuente era que
cometiesen toda clase de extorsiones en el cobro de los tributos.
Por la respuesta
de Juan, podemos deducir que estos publicanos acudían con sinceridad, y es muy
probable, que muchos de ellos sintiendo un profundo arrepentimiento quisieran
cambiar de vida. En el Evangelio se nos habla de publicanos que se convirtieron
radicalmente, por ejemplo, el jefe de publicanos Zaqueo; y sabemos también que
uno de los Doce Apóstoles elegidos por el Señor, Mateo, fue publicano.
San Lucas resume
en una frase la respuesta de Juan a estos publicanos que le preguntaban qué
tenían que hacer. Y la enseñanza de Juan se centra en el pecado más arraigado
entre ellos, en su gran codicia: "No cobren más de lo debido".
También algunos soldados,
quizá oficiales, con mando militar, se le acercaron a Juan preguntándole qué
debían hacer ellos para prepararse a la llegada del Reino de los Cielos. Juan
les respondió señalándoles los pecados que solían ser los más comunes entre
ellos y más escandalosos: sus injusticias arbitrarias, su abuso de poder y
autoridad, incluso calumnias que podían constituir verdaderos chantajes.
Como ya indicamos
anteriormente, no pretenden los Evangelistas sino enseñarnos algunos de los
puntos principales de la predicación del Bautista. Pues el mismo Lucas nos
dirá: "Y así muchas otras cosas más, exhortándolos, evangelizaba al
pueblo." (Lc 3,18)
Pero notemos que
los pecados y vicios que ataca el Bautista tienen también plena vigencia en el
día de hoy. El egoísmo, fuente de toda codicia, extorsión, injusticia, abuso de
autoridad, ansia de placeres; religiosidad falsa y de ritos; hipocresías,
orgullo, soberbia, etc., siguen siendo los pecados de nuestros días.
Preguntemos todos también a Juan qué debemos hacer para convertirnos y alcanzar
el Reino de los Cielos.
Referencia: Meditaciones Vida, Muerte y Resurrección de Jesucristo - P. Fernando Basabe Manso de Zúñiga, SJ.
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Siéntete en libertad de compartir en los comentarios el fruto o la gracia que el Señor te ha regalado en esta meditación.
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