Homilía del 3º Domingo de TO (C), Jesús inicia su ministerio público

 


"El Espíritu Santo en Cristo,
el Espíritu Santo en nosotros"

Compartimos la homilía de nuestro Director fundador P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
para el Domingo III del Tiempo Ordinario donde Jesús inicia su ministerio púbico.

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Teología Litúrgica - El Misterio Litúrgico de la Iglesia - Parte 3


 

Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


Continuación del Capítulo 1


Dificultad actual frente al misterio litúrgico de la Iglesia

En un artículo de Jean-Pierre Leclercq, aparecido en la revista Phase (febrero 1975) leemos que la palabra sacramento experimenta una doble reducción: "Por-una parte, y de hecho, designa sólo-los siete sacramentos. Por otra parte, los sacramentos siguen siendo entes físicos, entidad que contienen en sí la gracia y la dan en cuanto son realizados correctamente" (8).

Pero baste recordar que esta doble reducción de la palabra "sacramento" es relativamente tardía en la teología católica.

Así para Pedro Damiano la palabra “sacramento”, designaba, además de los siete ritos llamados sacramentos por los concilios de Florencia y de Trento (D. 69~; 844),.la coronación de los reyes, la dedicación de las iglesias, la  investidura de los canónigos, las consagraciones de los monjes, ermitaños y monjas (9), y en los libros litúrgicos más antiguos de la iglesia romana, la palabra "sacramento" se aplica a la Iglesia, ecclesiae tuae mirabile sacramentum (10) al tiempo cuaresmal, por eso al miércoles de cenizas es presentado como venerabilis sacramenti exordium (11), a toda la celebración litúrgica de la noche pascual, Deus qui nos ad celebrandum paschale secramentum utriusque testamenti paginis instruis... (12).

Todo esto nos indica que la palabra "sacramento" en otros tiempos tenía una riqueza de sentido teológico mayor de la que le concedió la escolástica y por supuesto, desbordaba los límites de los "siete sacramentos".

Cuando hoy el concilio Vaticano II nos ha enseñado, que la Iglesia es un "sacramento" (LG 1, 48; SC 5; GS 45), quiso devolver a esta palabra toda su riqueza teológica, como se puede ver por la relación sobre el n. 1 de la LG. Allí se dice, que por misterio no se entiende algo incomprensible, sino una realidad divina que se manifiesta de modo visible.

Es, pues, teológicamente verdadera la expresión "misterio" o "sacramento" aplicada a la Iglesia. Más aún la expresión es patrística y se presta por su anchura de sentido para elaborar una doctrina acertada y rica (13).

Por otra parte, al definir el sacramento como un signo sensible que significa y produce la gracia, empobrece el sacramento al presentarlo como "una cosa" y no como "símbolo" de la presencia viva del Señor Resucitado.

Si queremos realizar una pastoral litúrgica como la que recomienda el Vaticano II, debemos volver a la inteligencia de la causa simbólica. Esta causa simbólica esta enraizada en la experiencia religiosa de la humanidad, que ha sentido vivencialmente la presencia de las acciones salvadoras de la divinidad en la trasparencia hierofánica del rito religioso.

Esta misma experiencia nos la dio la teología católica hasta los siglos XI - XII. Por ejemplo, el cardenal Humberto escribe: "a través de ellos (sacramentos) está con nosotros Cristo desde su primera venida hasta la segunda, el mismo que estará con nosotros al final de los siglos. Estos sacramentos de tal manera son signos, que son la realidad significada"(14).

No se puede explicar con más claridad la causa simbólica, pues por el mero hecho de venir a ser una cosa determinada por un símbolo, la realidad simbolizada se hace presente en la trasparencia del objeto simbólico de tal manera, que el sujeto que contempla no capta dos entidades distintas, sino solo la realidad simbolizada manifestada por el símbolo.

El sacramento cristiano es causa de la gracia en cuanto la acción litúrgica de la Iglesia nos hace presente simbólicamente al mismo Jesús Resucitado, manifestación fontal de la gracia victoriosa de Dios. Esta presencia simbólica del Señor en los sacramentos es la que experimentaba Ambrosio cuando escribía: "Te hallo y te siento vivo en tus sacramentos" (15).

A esta vivencia religiosa cristiana quiere conducir a los fieles el Concilio Vaticano II, por eso en su definición de Liturgia ha empleado la noción del misterio cultual. Examinemos con alguna detención esta definición de liturgia.

El Concilio no ha pretendido darnos una definición rigurosa y técnica de la liturgia, más bien nos hace una descripción de ella. Lo primero que advertimos es que para el Vaticano II, Cristo, la Iglesia y la Liturgia tienen una estructura esencial idéntica. Esta estructura es la de Sacramentum o mysterium, entendidos, como una "realidad divina trascendente y salvífica, que se revela y manifiesta de cierta manera sensible" (16).

Así está estructurado Cristo (SC.5), así lo está también la Iglesia, (SC. 2.6), y de esta misma forma está estructurada la liturgia. (SC. 7) Cristo es, pues, el sacramento primordial y fontal, de donde mana la Iglesia como sacramento general, '''del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera" (SC.5). El ser sacramental de la Iglesia se manifiesta en forma cumbre en el sacramento particular y concreto, que es toda la liturgia cristiana (SC. 6).

Sobre este fondo sacramental o mistérico se pasa a describir más de cerca la naturaleza de la liturgia (SC. 7). Veamos las diversas notas de esta descripción:

- Si la 'Iglesia tiene eficacia para actualizar en cada hombre la salvación realizada por Cristo, es sólo porque Cristo está presente en ella. Pero esta presencia salvadora de Cristo en la Iglesia tiene su máxima eficacia en la acción litúrgica.

- La presencia del Señor se concretiza y aparece simbólicamente en la diafanía, de la comunidad cultual, del ministro que preside, de la palabra proclamada en la asamblea, de los ritos sacramentales, y de modo cumbre en el pan y en el vino eucaristizados.

- La presencia de Cristo ejerciendo su sacerdocio eterno santificador del hombre y glorificador del Padre es captada a través de los símbolos litúrgicos, por tanto, el Concilio pone a la liturgia en el plano del sacramento o misterio.

De ahí que se nos presente la liturgia como un conjunto de signos sensibles manifestadores de la presencia santificadora y glorificadora de Cristo en medio de la Iglesia local concreta, y por lo tanto histórica.

- Este conjunto de símbolos litúrgicos simbolizan a la vez el culto al Padre y la santificación del hombre. De esta manera el doble movimiento de la liturgia, el que baja de Dios al hombre para santificarlo y el que sube del hombre a Dios para alabarlo, ha quedado perfectamente descrito por el concilio.

Para el Vaticano II los siete sacramentos en tanto tienen valor sacramental profundo, en cuanto son símbolos trasparentes para el fiel de la presencia del Señor Jesús sentado a la derecha del Padre, el cual se manifiesta a la fe de los suyos en el aquí y en el ahora por medio de cualquiera acción cultual de la Iglesia.

Porque hemos de anotar también que para la Constitución Sacrosanctum Concilium los siete ritos mayores, es decir, "los siete sacramentos'" no son los únicos ritos capaces de poner al creyente en un contacto mistérico-sacramental con el misterio pascual de Cristo. Todas las demás acciones litúrgicas de la Iglesia, llamadas "sacramentales", tienen la posibilidad de ser para los fieles símbolos diáfanos de la Pascua del Señor (SC. 61).

Con lo cual el Vaticano II nos da a entender, que desde el punto de vista objetivo los "siete sacramentos" (SC~6) y sobre todo la Eucaristía (SC. 10) son el núcleo más auténtico de la liturgia católica, pero que a la vez se ha de mirar con infinito respeto los caminos de la gracia, la cual se acomoda a la cultura de los pueblos y a la idiosincrasia de los individuos con el fin de llevarlos al encuentro interpersonal y mistérico con el Señor resucitado.

Esta visión del Vaticano II de los sacramentos y de los sacramentales nos invita a adentrarnos en el estudio de la experiencia religiosa cristiana suscitada por el misterio litúrgico de la Iglesia.







Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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Cronología del P. Francisco Del Castillo, jesuita

 



Los siguientes sucesos en la vida del P. Francisco Del Castillo está relacionados a su formación, vida pastoral y obras sociales:


1615 - 09 de Febrero. Fecha en que nace el P. Francisco Del Castillo en la ciudad de Lima, sus padre fue Juan Rico y su madre Juana Morales, fue el menor de cinco hermanos. 

1632 - 23 de Febrero. Recibe el bautismo en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Lima.

1632 - 31 de Diciembre. Ingresa al Noviciado de los jesuitas en Lima.

1635 - 02 de Enero. Hace sus primeros votos religiosos en la Compañía de Jesús.

1635-1640. Realiza sus estudios de Humanidades, de Filosofía o Artes, como entonces se llamaban en el colegio San Pablo. Estos estudios los alternaba con la enseñanza en los colegios de San Martín (Lima) y del puerto del Callao. 

1641-1642. Periodo en que lleva sus estudios de Teología en el Colegio de San Pablo. Asimismo desarrolla la docencia en colegios de Lima y Callao.

1642 - En este año recibe el Subdiaconado (15 de Marzo) y el Diaconado (5 de Abril) en la Catedral y el Presbiterado (19 de Abril) por parte del Arzobispo de Lima, Pedro Villagómez.

1643 - Realiza sus estudios de Teología Moral y continúa con la docencia en Colegios de Lima y Callao.

1644 - Es preparado para participar en la misión de chiriguanas, el P. Antonio Ruiz de Montoya le enseña la lengua.

1645 - 06 de Mayo. Este año realiza su Tercera Probación. Continúa con la docencia en el colegio de Lima. Asimismo, inicia su trabajo pastoral con los esclavos negros. 

1648 - 10 de Marzo. Inicia su trabajo apostólico con los esclavos negros del mercado Baratillo, en el Rímac. 

1650 - 06 de Febrero. Realiza la profesión solemne de los tres votos.

1651 - Ayuda al agustino P. Bartolomé Badillo en la fundación del hospital San Bartolomé destinado a la población negra.

1653 - 02 de Marzo. La Cruz del Baratillo que usa el P. Francisco Del Castillo en su apostolado con los esclavos negros, es bendecida por el Arzobispo de Lima Pedro de Villagómez.

1655 - 13 de Noviembre. Por el terremoto que sufre Lima y Callao, el P. Francisco Del Castillo dirige por varios días los actos religiosos públicos.

1658 - Realiza misiones pastorales en poblados cercanos a Lima.

1659 - 10 de Enero. Se le designa la Capilla de Desamparados.

1660 - Funda la Escuela del Santísimo Crucifijo de la Agonía (Escuela de Cristo). El 17 de Diciembre se realiza la Solemne Procesión para instalar la nueva imagen de la Virgen de Desamparados en su Capilla.

1666 - Inauguración de la Escuela de niños pobres.

1668 - 09 de Junio. Se inician los trabajos de la Casa de Amparadas de la Purísima Concepción.

1669 - 29 de Junio. Se pone la primera piedra del nuevo templo de Nuestra Señora de los Desamparados.

1670 - 19 de Marzo. Se inaugura la Casa de Amparadas.

1672 - 30 de Enero. Es bendecida el templo de Desamparados por el Obispo de Chiapas, Cristóbal Bernaldo de Quirós.

1672 - 02 de Febrero. Se coloca la imagen de la Virgen de Desamparados.

1673 - 08 de Abril. Contrae la enfermedad de tabardillo, el 11 de Abril fallece en la enfermería del Colegio San Pablo a los 58 años de edad. El 12 de Abril se realizan los funerales en la Iglesia de San Pablo (actual Iglesia de San Pedro y Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús) y es sepultado en la bóveda del presbiterio.



...

Referencia bibliográfica: Francisco Del Castillo, El Apóstol de Lima. P. Armando Nieto Vélez S.J. Pontificia Universidad Católica del Perú. Fondo Editorial 1992. 


Sacramento de la Confirmación 2024, Testigos de Cristo

 



El Sacramento de la Confirmación 2024 en el Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús, Iglesia de San Pedro en Lima


El sacramento de la Confirmación tiene una importancia muy especial en la vida del cristiano, ya que su efecto es la efusión especial del Espíritu Santo, como fue concedida en otro tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés. Por ello confiere crecimiento y profundidad a la gracia bautismal:

  • Nos introduce más profundamente en la filiación divina.
  • Nos une más firmemente a Cristo.
  • Aumenta en nosotros los dones del Espíritu Santo.
  • Nos une de manera más perfecta a la Iglesia.
  • Nos hace testigos de Cristo con la fuerza del Espíritu Santo.

La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión más íntima con Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus dones y sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana. Por ello, la catequesis de la Confirmación se debe esforzar por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesucristo, tanto a la Iglesia universal como a la comunidad parroquial, quien es la responsable de la preparación de los confirmandos.

Esta preparación es también muy importante porque es la segunda vez que la gran mayoría de católicos reciben una preparación en la comunidad parroquial, la primera es para recibir la Primera Comunión y la tercera debería de ser para recibir el sacramento del Matrimonio. Sólo un pequeño grupo persevera en la comunidad parroquial y recibe mayor preparación.

Por ello, es una oportunidad única para incluir en la preparación elementos que permitan disponer al confirmante a la acción del Espíritu Santo, no sólo durante este período de preparación sino para su vida cristiana en adelante.

En ese sentido, en el Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús, iglesia de San Pedro en Lima, desarrolló en el 2024 su programa de catequesis de preparación para recibir el sacramento de la Confirmación dirigido a jóvenes.

La coordinación estuvo conformada por María Escobedo, Inés Pérez, Francisco Fernández y Joaquín Toguchi.

El programa de confirmación inicio el 28 de abril y finalizó el 24 de noviembre, fiesta de Cristo Rey. Se confirmaron 88 participantes (64 jóvenes del programa de San Pedro y 24 invitados de la IE Niño Jesús de Praga de Chorrillos). Estuvimos distribuidos en 4 comunidades. En total participaron 16 catequistas, que estuvieron reunidos en grupos o comunidades:

  • Comunidad Venerable Padre Francisco Del Castillo: Greta Romero, Gabriela De la Cruz, Sebastián Reyes.
  • Comunidad San Francisco de Borja: Kimberly Ramírez, Rossmery Araujo, Francisco Fernández.
  • Comunidad San Ignacio de Loyola: Pedro Jesús Salinas, Milagros Zevallos.
  • Comunidad San Francisco Javier: Liz Encarnación, Fiorella Loja, Joaquín Toguchi.

Colaboradores: Gianella Mori, Boris Canchapoma y Aníbal Rodríguez


Testimonios de Confirmantes y Catequista

Compartimos testimonios de algunos confirmantes. Ellos respondieron a cuatro preguntas:

1. ¿Qué es lo que te animó a participar de la catequesis de confirmación?

2. De todo lo que has recibido en tu preparación, ¿qué es lo que más te ha ayudado en tu formación espiritual y como persona?

3. Después de haber recibido toda tu preparación, ¿qué piensas hacer por Dios y por la Iglesia?

4. ¿Qué mensaje les darías a los jóvenes de tu edad que aún no se han confirmado?



FACUNDO REYES
COMUNIDAD SAN IGNACIO DE LOYOLA
1.
Le tengo especial cariño a esta parroquia, desde pequeño me han inculcado venir a San Pedro y también hice mi primera comunión en la cual conocí a varios de mis amigos, yo tenía planificado hacer la confirmación cuando acabe el colegio y cuando esté en la universidad, pero una amiga a la que le tengo mucho cariño me animó a hacer mi confirmación ahora y vivir esta experiencia junto a ella.
2.
Esta preparación me ha ayudado a pensar y ponerme en el lugar del prójimo, ser más empático, a tratar de sacar una sonrisa y hacerle sentir mejor porque yo no sé en qué circunstancias o momentos esté pasando en su vida y capaz con una broma mía, una risa o hablándole de algo bueno puedo hacer que mejores su día o incluso que se sienta mucho mejor.
Aparte el tema que más me ha ayudado a mí en esta confirmación fue sobre los 10 mandamientos y con mis catequistas Pedro y Milagros tocamos el tema de qué es el pecado y cómo podemos cumplir los mandamientos, los 10 que nos brinda Dios, para así poder tener una mejor vida y ser una mejor persona.
3. 
Me gustaría seguir en el camino de Dios, seguir asistiendo a Misa y seguir relacionándome con Dios. También me gustaría ser parte de la catequesis de la confirmación más adelante, ya que encuentro una forma de ayudar a la gente que lo necesita llevándolos por el camino del bien, al camino de Dios, de por sí me gusta mucho enseñar a la gente, pero enseñar cosas que me apasionan y me gustan, como viene a ser la fe hacia Jesús, sería algo muy feliz para mí.
4.
Qué lo intenten, porque es una experiencia maravillosa, yo vine acá con la idea de conocer más a Jesús y pensando que iba a ser algo estricto, pero por todo lo que he vivido les podría decir que es una experiencia maravillosa, conocer gente de mi edad, relacionarme con gente que ahora considero amigos y muy cercanas a mí, no es sólo conocer amigos y recibir charlas, es un camino de vida, algo de lo cual nunca se van a arrepentir porque la confirmación solo hay una y es lo más maravillo que pueden conseguir.



ABIGAIL TITO PEÑA
COMUNIDAD: VP FRANCISCO DEL CASTILLO
1.
Siguiendo las enseñanzas de mis padres y teniendo en cuenta que yo pertenezco al coro Los Castillos que cantamos en la Misa de las 12m los domingos, me impulso mucho a seguir este camino, seguir con el orden de los sacramentos después de mi comunión hecha aquí hace años, y ahora queriendo seguir el camino de la confirmación, para poder marcar este sello indeleble en mi vida.
2.
Lo que más me ha ayudado fue los dos retiros que hemos tenido, uno fue de un día y otro en dos días y medio. Este último me ayudó más que nada a apreciar lo hermoso que es la vida, el cómo nuestra familia nos ama incondicionalmente, cómo nos apoyan, cómo Dios está siempre al servicio de nosotros y cómo nosotros podemos estar al servicio de Él, de miles de maneras que podemos expresar nuestro amor, sirviéndole en la Iglesia o en labores sociales, de cómo el tiempo pasa demasiado rápido, pero si tú lo sabes apreciar bien, es muy corto y valioso.
3.
Lo que pienso hacer por Dios y por la iglesia, es como nos han mencionado ser semejante a Él participando en actividades de ayuda a nuestro planeta, ayuda a personas necesitadas y poder guiar tal vez más adelante a adolescentes como yo y como los de mi comunidad a poder seguir el buen camino de Dios.
4.
Me gustaría que todos sigamos este camino, al cual Jesús nos ha llamado, somos jóvenes y estamos llamados a servir siempre a Cristo, de miles de maneras de que podemos hacerlo, aunque sea algo chiquitito aportamos bastante en este mundo y recordando que también el Papa Francisco nos invita a nosotros los jóvenes quienes somos el nuevo futuro y, también inculcar a las nuevas generaciones a que sigan este nuevo camino, siendo guiados por Cristo y de la mano de nuestra madre María.



ANGEL LEONARDO RODRIGUEZ RUIZ
COMUNIDAD SAN FRANCISCO JAVIER
1.
Me motivo mi familia, mi mamá sobre todo y mi papá, ellos estaban ansiosos para que pueda pasar esta buena experiencia, fue divertido y también me enseñó muchas cosas y nuevas experiencias.
2.
De todo lo que he aprendido este año, lo que más me ha ayudado en discernir en cuál de los dos caminos que voy a decidir tomar en el futuro, son los siete sacramentos, sobre todo el orden sacerdotal y el matrimonio, me pareció muy interesantes, porque son opciones que están por venir.
3. 
He planeado venir a la iglesia todos los domingos y rezar más que todo para tener esta comunicación con Dios y planeo hacerlo costumbre, porque el año pasado sinceramente me parecía algo aburrido pero este año lo veo de manera diferente.
4.
Que no se pierdan de esta buena experiencia, por ejemplo, a mi hermano le diría yo que cambie de opinión para que pueda confirmarse, conocer nuevas personas y tener estos nuevos conocimientos sobre Dios y la Iglesia.




CAMILA SOFÍA BECERRA MALCA
COMUNIDAD: SAN FRANCISCO DE BORJA
1.
Lo que me motivó fueron los consejos de mi madre, porque yo recibí unas invitaciones de parte de mis amigos entonces se lo comenté a mi mamá y ella conversó con otras personas y me dijo que sería muy bueno participar dentro de la confirmación, y antes yo no conocía mucho sobre la religión y lo que me motivó también fue querer saber más sobre la vida de Jesús y cómo es tener una fe en nuestra religión católica.

2.
Lo que más me ha ayudado de toda esta formación han sido las jornadas, porque han sido paseos que nos han unido mucho en grupo entonces eso aparte de enseñarnos sobre la fe me ha ayudado a poder participar mejor a poderme desenvolver y saber cómo es que piensan las demás personas.

3.
Lo que pienso hacer por Dios y por la Iglesia es ser semejante a Jesús, participando en actividades de ayuda a nuestro planeta, ayuda a personas necesitadas, y poder guiar, tal vez más adelante, a adolescentes como yo y como los de mi comunidad a poder seguir el buen camino de Dios.

4.
El mensaje es que tal vez dejemos de creer que solamente debemos seguir a Jesús porque así lo quieren nuestros padres, que nosotros participemos en cosas como la religión etc., y que nos demos un tiempo de buscar algo más profundo espiritualmente en qué sostenernos porque tener una creencia es importante para seguir nuestra vida y es algo muy bonito que te ayuda a mantenerte en pie en tus momentos más difíciles.



CATEQUISTA GRETA ROMERO

1. ¿QUÉ TE HA MOTIVADO A CONTINUAR CON ESTA LABOR DE CATEQUISTA DE CONFIRMACIÓN?

Lo que me motiva y creo que es día a día, en mi propia vivencia personal, que los jóvenes se han sentido escuchados, acompañados por cada uno de nosotros los catequistas, más allá de que sean de mi comunidad, pero, los jóvenes han podido fortalecer su espíritu, han podido sentirse valorados y aceptados, porque la juventud de ahora son un tanto distinta, pero todo ello ha hecho que ellos puedan sentirse mejor en todo aspecto personal de ellos, con la familia, han podido sentirse más cercanos a sus padres, a sus abuelos, por más que ellos puedan tener diferentes problemas en las familias, ellos han podido sentirse acompañados para poder comprender mejor, escuchar mejor y valorar a ellos porque son quienes los van a acompañar hasta sus últimos días y saber que son especiales para ellos y son queridos por ellos y creo que este motivo por el cual yo continúo como catequista es ver que ellos se han sentido acompañados, se han sentido queridos, se han sentido valorados y he visto fortalecer su fe fortalecer sus propias vivencias con Jesús y esto me impulsa a poder continuar con ello, porque veo que sí hay esperanza y hay fe en que la juventud y los jóvenes de ahora han podido sentirse inmersos en la vida cristiana.

2. ¿QUÉ TE HA AYUDADO EN TU FORMACIÓN QUE TE HA SERVIDO PARA TU LABOR DE CATEQUISTA?

De todos estos 12 años que llevo como catequista, lo que me ha ayudado a mí de forma personal ha sido seguir perseverando, porque dentro de las dificultades que se han ido presentando y ver que los jóvenes superan entonces es verme también en ellos en cómo me motivan a poder continuar, porque también pertenezco a la CVX de jóvenes adultos fortalecer el espíritu en comunidad no solamente sola sino también con los jóvenes mismos en poder continuar con mi labor se que el servicio es algo muy enriquecedor de forma personal y en todo ámbito, también es en la labor de la familia, del trabajo y también creo que todo esto ayuda mucho en lo que es en el seguir hacia adelante, poder saber que las dificultades se van a seguir presentando pero creo que en la fe dentro de las adversidades, en alguna enfermedad pueda seguir en esta labor y creo que la familia que me acompaña en casa conoce y sabe el servicio que doy y doy gracias a Dios que me puedan acompañar con ello y que me puedan saber que es algo por el bien personal por el bien de la comunidad y por el bien de los jóvenes que están viniendo hasta San Pedro.

3. ¿QUÉ MENSAJE LES DARÍAS A LOS JÓVENES QUE SE CONFIRMAN ESTE AÑO?
Lo que les diría a los jóvenes de la confirmación del 2024 es de que sigan perseverando, que esa fe esa llama que recibieron los sigan fortaleciendo, sea el pentecostés, que ellos puedan continuar en su labor en el colegio, en la universidad en la academia su labor con las familias ya que conocieron a Jesús y se sienten acompañados porque saben que sus familias siempre los van a respaldar les diría de que sigan, sigan hacia adelante que no se dejen vencer ante las adversidades y que puedan seguir fortaleciendo su fe que es día a día no solo por esta temporada de confirmación sino que es día a día con sus seres más queridos y que ellos puedan darse cuenta de que todo es por un bien y el servicio que ellos desean hacer acá hacia adelante ya sea en San Pedro o en sus parroquias con sus familias y donde se encuentren puedan continuar por el bien suyo personal por su propia voluntad pueda ser un fruto bueno para que se puedan seguir formando de aquí en adelante, ya sea en confirmación como catequistas como en la primera comunión o en alguna otra pastoral en la que ellos puedan continuar su propio servicio con el más grande anhelo puedan sentir.



A.M.D.G.












Homilía: 2º Domingo TO (C), Las bodas de Caná

 


"La Madre de Jesús estaba allí"

Compartimos la homilía de nuestro Director fundador P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
dedicada a la fiesta del Bautismo del Señor

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Teología Litúrgica - El Misterio Litúrgico de la Iglesia - Parte 2

 


Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


Continuación del Capítulo 1


El símbolo religioso

Hoy, después de una larga serie de estudios, las ciencias de las religiones nos afirman que a través de las realidades sensibles el hombre se pone en contacto con un mundo trascendente al cosmos. Los autores dedicados a estas ciencias de la religión han observado con toda razón, que ciertos símbolos, como la inmensidad del desierto, la profundidad de la noche, despiertan en nosotros unas resonancias específicamente religiosas.

Esta idea ha sido magistralmente tratada por Mircea Eliade. Para él todas las realidades de este mundo cósmico son hierofanías, manifestaciones de lo sagrado, a través de cada una de ellas se manifiestan ciertos aspectos de lo divino.

El poder a través de la tormenta, la estabilidad a través del movimiento estelar, la fecundidad a través de la lluvia y el sol. Todos los estudios de este autor nos confirman en la idea de que todo símbolo nos descubre algún matiz de Dios (3).

La objetividad del simbolismo religioso está garantizada por las leyes permanentes del espíritu humano y del mundo. La simbología religiosa consiste en descubrir las correspondencias del mundo visible e invisible determinando su significación y por esto constituye un camino auténtico de acceso al mundo divino.

Pero la dificultad en señalar el significado exacto de los símbolos hace que muchos de nuestros contemporáneos pongan en duda la objetividad del conocimiento simbólico.

En efecto se preguntan: ¿la significación simbólica es determinada por la misma naturaleza de las cosas mundanas, o procede esta significación de una relación impuesta por el hombre en un determinado complejo cultural? Si ocurriera lo segundo, es claro que el valor gnoseológico de los símbolos quedaría muy reducido y la razón de hacerse esta pregunta que los símbolos presentan una plurivalencia de significados, aun contradictorios. Y esto naturalmente escandaliza al hombre occidental moderno acostumbrado a las ideas claras y a la exactitud matemática de las ciencias. Nuestra cultura técnica no puede acostumbrarse fácilmente, a que el agua, por ejemplo, lo mismo sea el símbolo de la vida y de la muerte, de la fertilidad y de la destrucción, según riegue mansamente la chacra del campesino o se desborde como un torrente incontenible.

Lo primero que se me ocurre ante esta dificultad puesta al conocimiento simbólico en general y al religioso, de modo particular, es hacer caer en la cuenta, de que a pesar de esta plurivalencia del símbolo las variaciones de significación se mantienen siempre dentro de ciertos límites. Un símbolo determinado no adquiere cualquier significado; puede oscilar dentro de un determinado ángulo de significación, pero de ahí no ha salido a lo largo de la historia humana.

Aquí nos puede prestar una gran ayuda la historia de las religiones. La comparación entre las diversas religiones nos lleva a la conclusión de que por todas partes se hallan los mismos símbolos con las mismas significaciones. El sol es considerado como expresión del poder creador divino tanto en la antigua Roma como en el Cusco incaico.

Algunos pretenden explicar este fenómeno por la influencia de unas religiones sobre otras. Hoy se está saliendo de este espejismo científico, pues para una mente imparcial esta explicación no da una respuesta definitiva y satisfactoria al fenómeno examinado.

No hay más remedio que aceptar una conclusión más serena. y esta conclusión sería, que la unidad de significación de los mismos símbolos en todas las religiones está relacionada con la captación de las mismas realidades trascendentes por hombres de diversas culturas en diferentes tiempos y lugares.

El material inmenso recogido por los estudiosos de la historia de las religiones nos permite a nosotros examinar con facilidad las diversas constelaciones de ideas y sentimientos evocados por los diversos grupos de símbolos: los símbolos celestes evocarán siempre la trascendencia de Dios, los fenómenos meteorológicos serán siempre expresión de su poder creador y destructor. Con todos estos estudios se puede establecer una ciencia de la simbólica religiosa que se apoyará en multitud de hechos comprobados fenomenológicamente. 

Esta ciencia nos muestra a la vez la plurivalencia significativa de los símbolos y las constantes de su significación, que nos garantizan la objetividad del conocimiento simbólico.

La sicología profunda nos proporciona hoy parecidos resultados. Así Jung llega a la conclusión de que los mitos de las religiones naturales no son el resultado de una mentalidad primitiva, sino que corresponden a estados permanentes de la vida síquica del hombre. Estamos en el reino de los arquetipos. Para Jung, el arquetipo es "una especie de disposición para producir siempre las mismas representaciones míticas, no se trata de representaciones heredadas, sino de disposiciones innatas que producen representaciones similares. Se trata de estructuras universales e idénticas de la psique" (4).

Para explicar más su teoría, Jung recurre a una comparación: "Un arquetipo o preforma de las imágenes arcaicas puede asimilarse, en cierto modo, al sistema axial de los cristales. El sistema axial determina como si dijéramos la formación de los cristales en el agua madre, pero no posee ninguna existencia propia. El arquetipo no es en sí más que un elemento formal, una posibilidad de representaciones dada a priori (facultas praeformandi)" (5).

El arquetipo se podría describir como estructuras inconscientes de por sí, comunes a todos los de tal modo que dirigen según sus propias leyes la energía psíquica espontánea.

El arquetipo puesto en contacto con un objeto simbólico afloraría en la conciencia mediante la imagen arcaica o motivo mitológico. Esta imagen mítica es el resultado de la combinación del arquetipo y del objeto externo captado. Reconociendo el carácter hipotético de la explicación, parece que la teoría de Jung nos señala una ruta para explicar de algún modo el conocimiento misterioso dado por el símbolo. En efecto debe de haber algo en el fondo del espíritu humano, que proporciona al hombre la posibilidad de captar facetas ocultas a los otros medios de conocimiento en los objetos mundanos, que se hacen presentes en su conciencia.

La teoría del arquetipo apunta a explicar la existencia en el alma humana de ese foco de iluminación. Podemos decir que ha existido siempre en el hombre una disposición psíquica, la cual ante una determinada constelación de datos objetivos se carga de energía y desencadena una actividad cognoscitiva de tipo intuitivo-emocional y de expresión imaginativo-poética.

Esta interacción de lo objetivo y de lo psicológico esboza un símbolo, y el objeto cósmico, que provocó la actividad del arquetipo, se carga de prestigio simbólico a los ojos del sujeto, que descubre horizontes trascendentes en una cosa común y familiar del mundo conocido.

Como vemos, tanto la historia de las religiones como la sicología profunda nos brindan fundamentos en donde pueda apoyarse la objetividad del conocimiento simbólico religioso.


Diversos niveles de los símbolos religiosos

Los primeros símbolos religiosos los hallamos en la religión natural, pues en ella Dios se revela a los hombres por medio de las cosas cósmicas.

Estamos en la primera alianza, la de Noé. El pagano es el hombre, a quien el mundo visible le habla de Dios. Para este hombre el sol y sus resplandores, la tempestad y el horror de la presencia benévola o terrible de Dios.

Hoy nadie medianamente impuesto en fenomenología religiosa piensa que el pagano adore los objetos mundanos. Sí para el pagano el objeto cósmico es venerable en la medida que llegue a ser hierofánico. Lo que adora el pagano es el mundo trascendente manifestado en el objeto sagrado. Pero este objeto se llena de prestigio religioso para él.

Los ritmos de la vida natural, el curso de los astros, las estaciones, trasparentan para el hombre religioso la fidelidad de Dios en su providencia. De esta vivencia religiosa nos habla la Escritura cuando nos narra la alianza de Dios con Noé, cuyo objeto es el orden cósmico y su signo es el arco iris (Gn 9)

Es cierto que la religión degenera fácilmente en idolatría y magia, pero tanto la idolatría como la magia lejos de ser lo constitutivo de la religión natural, son su perversión y su sustitutivo degenerado.

La religión en el paganismo es lo que lleva al hombre al encuentro con lo sagrado a través del cosmos. El sol, por ejemplo, es como un sacramento en la religión natural, en la medida que es un signo sensible de una realidad trascendente.

Existe un primer sacramentalismo que es el pagano pues los símbolos de la religión natural son símbolos, si no de la gracia de Cristo, al menos del amor fiel de Dios al hombre.

Pero la manifestación de Dios al pagano se realiza también a través del hombre y de sus gestos. Es el hombre la hierofanía más maravillosa de Dios en el mundo. Sófocles escribió bellamente: "Muchos son los misterios, pero nada más misterioso que el hombre" (6). Las realidades humanas de la familia, del trabajo y del amor, de la paz y de la guerra, se encuentran ya para el pagano en el tiempo primordial de los dioses. El mundo de los dioses viene a ser un arquetipo ejemplar cuya reproducción es la vida de los hombres en esta tierra.

Hoy en la cultura occidental el paganismo ha abandonado un tanto el símbolo cósmico y encuentra a Dios de modo peculiar en el hombre. Y el hombre occidental desacralizado descubre el horizonte divino en las situaciones límites de la soledad insoportable, de la muerte absurda y del amor siempre sediento.

La religión natural sigue teniendo. en nuestros días una vitalidad grande, pues la hierofanía a través de lo mundano seguirá existiendo mientras en este mundo exista un hombre hambriento de Dios. Y la razón es muy sencilla: Dios quiere comunicar la salvación religiosa a todo hombre que hace su entrada en este mundo (Jn 1,9). Por esto la luz de la gracia se acomoda a todas las culturas y a todas las circunstancias personales de los hombres.

Cuando Dios hace su aparición a un hombre en una cosa de aquí, esta cosa viene a ser una sacralidad. Ahora bien, el que una cosa llegue a ser sacralidad no depende del hombre sino de Dios, el cual se revela a quien quiere, cuando quiere y por donde quiere. Por tanto, el que sacraliza es Dios y no el hombre, de ahí el infinito respeto que nos debe merecer toda hierofanía y todo símbolo religioso, aunque nos parezca a nosotros infantil y ridículo.

Con la entrada de Dios en la historia de los hombres con su revelación a Abraham nos encontramos con una revelación a través de acontecimientos históricos.

A primera vista parecería que debiera desaparecer el símbolo de la vida religiosa del hombre, pues el símbolo al señalar al hombre la causa ejemplar última, solo se interesa por lo susceptible de repetición. Pero el acontecimiento histórico es irrepetible y único. Lo que ocurrió en un momento histórico es singular, inimitable e irrepetible.

Pero al irrumpir Dios en la historia, lo que era incapaz de ser reducido al simbolismo, nos muestra una dimensión simbólica. Donde está Dios, allí aparece inmediatamente el símbolo, pues Dios trasciende al cosmos y también a la historia humana. A medida que se desarrolla el plan salvador de Dios en la historia vemos que las acciones salvadoras muestran entre ellas una estrecha correspondencia, una estrecha comunicación y una semejanza admirable.

De esta manera aparece un nuevo símbolo religioso, el símbolo histórico. Se le da el nombre de tipología por referencia a dos pasajes del N.T. (Rom 5,14; Pe 3,21). La tipología tiene su fundamento en la unidad del plan salvífico de Dios, el cual se manifiestas en los diferentes planos de la historia de la salvación

La teología tipológica tiene su origen en el A.T al mostrarnos los acontecimientos de la historia de Israel como figuras proféticas de los tiempos mesiánicos. El A.T. nos muestra las maravillas obradas por Dios en favor de su pueblo, pero estos acontecimientos son sólo imagen de otras maravillas más espléndidas que el mismo Dios realizará en la plenitud de los tiempos.

La tipología, pues, es esencialmente escatológica pues mira siempre a un futuro definitivo.

La historia como realidad sensible nos hace captar las gestas salvadoras de Dios en un momento determinado y la salvación anunciada por esas gestas. Así, un pueblo esclavo en Egipto es símbolo de una humanidad esclava de Satanás y un liberador Moisés es figura de otro salvador definitivo Jesucristo.

La cumbre histórica de la intervención salvadora de Dios es Jesucristo. Con Jesús de Nazaret ha llegado la plenitud de los tiempos en el campo religioso. Esta plenitud de los tiempos se ha de entender en el sentido de que el hecho decisivo de la historia religiosa de la humanidad se ha cumplido y se ha realizado ya. Ningún invento, ninguna revolución y ningún hallazgo filosófico traerá algo tan importante al hombre para su vida religiosa como la resurrección de Jesús. Con esto el anhelo mítico de todas las religiones se ha cumplido: Dios y el hombre se han abrazado definitivamente.

El hombre Jesús es la hierofanía máxima y definitiva. Así lo explica bellamente la carta a los Hebreos: "Muchas veces y de muchas maneras habló Dios a nuestros padres por medio de los profetas, últimamente nos ha hablado por medio de su Hijo" (1,1s), y Juan en su Evangelio dice la misma idea: "Y él - la Palabra - se hizo carne y puso su morada en medio de nosotros. Pero nosotros vimos su gloria, gloria como de Hijo único que viene del Padre, lleno de gracia y de verdad" (1,14).

Entre los símbolos religiosos merece ser destacado el culto. En toda acción cultual hallamos el mito y el rito, es decir, la palabra divina con poder y eficacia irresistible y el gesto simbólico estos dos elementos hacen presentes en el aquí y en el ahora las acciones salvadoras de la divinidad realizadas en un tiempo original. EI culto también tiene los niveles correspondientes a la religión natural, judía, y cristiana.

Odo Casel nos define este culto como un misterio litúrgico y escribe: "EI misterio es una acción sagrada y cultual en la que se actualiza por medio de un rito el hecho de la salvación. La comunidad que realiza el culto bajo estos, ritos, se hace partícipe de la acción salvadora, alcanzando por ella su salvación" (7).

En la religión natural el culto celebra y descubre a los fieles la fidelidad de Dios providente en el ciclo constante de la naturaleza.

El encuentro con la divinidad fiel en dar al grupo humano presente en la acción cultual lo necesario para la vida despierta en la comunidad un ambiente incontenible de alegría y júbilo, lo cual queda simbolizado por el canto la danza y la orgía sagrada. En el culto pagano la comunidad es sacada del tiempo profano y proyectada al tiempo mítico-primordial de los dioses donde se halla la fuente de la vida, el paraíso perdido, la plenitud del ser y en donde se puede beber a torrentes y saciar la sed de intimidad imbatible. 

Por medio del culto, el hombre religioso-del paganismo contempla las acciones divinas realizadas en los tiempos míticos y esto es el misterio litúrgico explicado más arriba. Por esto en la religión natural el culto viene a ser la expresión más honda de la vivencia religiosa.

El pueblo judío celebra en su culto las intervenciones salvadoras de Yavé en favor del pueblo escogido. Se celebra ante todo las, las obras maravillosas de Dios (magnalia Dei) en la historia del pueblo.

Al encontrarse con hechos históricos singulares, el culto judío ha buscado una nueva modalidad del misterio litúrgico, se trata del memorial litúrgico.

El memorial judío, al recordar resucita ante la comunidad un hecho histórico pasado, a través de los símbolos rituales. Por medio de la acción cultual los fieles se enrolan en la acción salvadora de Yavé y captan como “ya presente” una salvación futura y definitiva.

El pasado, el presente y el futuro se dan cita en el memorial litúrgico. También aquí nos encontramos con un misterio litúrgico, pues tras los símbolos y palabras rituales se hace presente a la comunidad de los fieles el mismo Yavé, Señor de la historia, para arrastrar a los fieles de hoy en su acción salvadora del pasado, figura de la salvación mesiánica definitiva.

I

El culto cristiano también es un memorial litúrgico de la pascua de Jesucristo. El evangelio de Juan nos presenta los milagros de Jesús histórico como símbolos de que la salvación de Dios definitiva ya está presente en nuestro mundo, pero además estos milagros son figuras proféticas de la presencia del Señor resucitado en los misterios litúrgicos de la Iglesia en el tiempo que ha de correr desde la Ascensión hasta la Parusía.

En efecto entre el misterio de la Ascensión y el de la Parusía está el misterio de Jesús resucitado y sentado a la derecha del Padre. La acción cultual cristiana a través de los símbolos litúrgicos hace presente al Señor en medio de la asamblea recordando sus gestas salvadoras llevadas a cabo “en aquel tiempo” (in illo tempore) y anunciando a la vez la salvación definitiva del tiempo futuro (venturi saeculi). De ahí que el culto cristiano sea un misterio litúrgico y un memorial semejante al memorial de la liturgia judía.





Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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Teología Litúrgica - Presentación y el Misterio Litúrgico de la Iglesia - Parte 1


 

Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


PRESENTACIÓN


La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla de los Ángeles (México, 1979), comprobó que en Latinoamérica no se daba a la pastoral litúrgica la prioridad que le corresponde dentro de la labor apostólica de la Iglesia; por eso recomendaba un renovado esfuerzo pastoral orientado por la teología litúrgica nacida del Vaticano II (901, 916 - 918).

Entre las conclusiones del Documento de Puebla en torno a la liturgia se lee la siguiente: "Promover la formación de los agentes de pastoral litúrgica con una auténtica teología, que lleve a un compromiso vital" (942).

No es fácil encontrar en el Perú una obra en la que se exponga brevemente las líneas de la teología litúrgica del Concilio Vaticano II. Esta laguna me ha animado publicar estas páginas, que, tal vez puedan ayudar a los párrocos y a otros agentes de pastoral en la formación de grupos de reflexión litúrgica en las parroquias y en otros centros pastorales.

Voy a explicar los principios teológicos sobre los cuales la Constitución Sacrosanctum Concilium [SC] fundamentó su reforma de la Sagrada Liturgia. Como es sabido, el Concilio no intentó hacer una teología litúrgica completa, sólo tomó aquellos principios teológicos que consideraba más importantes para sus fines pastorales.

La SC expone estos principios teológicos muy brevemente en el primer capítulo (n. 1-13) que para mayor claridad los resumo en las siguientes proposiciones:

1a. En todo misterio litúrgico de la Iglesia los fieles tienen un encuentro religioso con el Señor Jesús, que se hace presente en la comunidad cultual a través de los símbolos litúrgicos.

2a. En el tiempo que va de la Ascensión a la Parusía el hombre pecador necesita un contacto real, empírico-corporal, aunque sacramental, con Jesús Resucitado para conseguir la salvación religiosa, que es apertura a Dios y al hombre imagen de Dios.

3a. Todo misterio litúrgico tiene una dimensión dialogal, pues en él actúan Cristo, la Iglesia y cada uno de los fieles, que participa en la celebración cultual.

4a. La dinámica de la acción litúrgica arrastra a la comunidad de los fieles a dar culto a Dios por Cristo en el Espíritu Santo.

5a. El misterio litúrgico envía a la vida cotidiana para cristianizarla y la vida cristiana cotidiana anhela de nuevo volver al misterio litúrgico.

A manera de apéndice añadiré una serie de temas de estudio modelos para ayudar a los grupos de reflexión litúrgica al análisis de las diversas celebraciones a la luz de estos principios teológicos del Vaticano II.



CAPÍTULO 1

EL MISTERIO LITURGICO DE LA IGLESIA


Uno de los aportes teológicos del Vaticano II ha sido sin duda alguna el redescubrimiento de la vertiente litúrgica de la palabra misterio.

La teología postridentina y la del Vaticano I nos había familiarizado con la definición dogmática del misterio.

El misterio es para esta teología una verdad divina inaccesible para el entendimiento humano y de la cual sólo se puede tener noticia por la revelación de Dios (D. 1670-1673; 1795).

El Vaticano II nos habla también del misterio con la visión de los padres griegos. Para ellos, misterio era lo mismo que sacramento para los padres latinos. Desde este punto de vista, misterio, más que una verdad oculta a la inteligencia humana, es una realidad divina dinámicamente presente pero escondida tras el símbolo religioso (LG 1-17; SC 2–11) y como la presencia divina de ordinario se ha hecho en todas las religiones más diáfana para el hombre en el gesto, de ahí que la palabra misterio vino a designar para los padres griegos la acción litúrgica de la Iglesia.

Esta doble vertiente de la palabra misterio nos descubre un doble camino de adentrarse en el mundo de Dios.

Se puede mirar la esfera de lo divino con la razón especulativa para hallar una contextura lógica de las verdades reveladas, y se puede contemplar esta misma esfera divina con la capacidad simbólica del hombre, la cual posibilita al corazón humano el encuentro con el Dios vivo en la trasparencia de los símbolos.

La liturgia de la Iglesia conduce a los fieles hasta el Padre y su Cristo por este camino misterioso del símbolo.

Pero el olvido práctico de la simbología con que la cultura occidental ha vivido, me obliga a estudiar la capacidad de conocer por el símbolo que existe en el hombre. Una vez hecho este trabajo preliminar, analizaré la experiencia religiosa cristiana suscitada por los símbolos litúrgicos de la Iglesia.


Conocimiento simbólico en el hombre

El hombre occidental moderno desconoce el valor gnoseológico del símbolo, porque lo considera incapaz de darle una certeza científica de la realidad. La ciencia opera con la causalidad eficiente, pero desprecia a la causa ejemplar.

La causa ejemplar parece llevamos a los cuentos maravillosos y poéticos, que fascinan a los niños, pues esta causa modela la materia a su imagen sin que intervenga el proceso mensurable causa-efecto.

Pienso yo, que tal vez este rechazo de la causa ejemplar se deba al desprecio instintivo por todo dualismo que hoy experimenta la cultura occidental. Pero una sinceridad elemental nos lleva a admitir una constatación evidente: existe el mundo de la materia inanimada y el mundo misterioso de la materia dominada e invadida por la vida: nadie puede negar que el cuerpo de un animal se trasforma según su estado emocional; el miedo, la valentía y el orgullo del animal parecen tomar forma material en su cuerpo; por así decirlo es como si la materia del cuerpo fuese modelada y remodelada a imagen de la alternancia de esos estados psíquicos. Esta breve descripción nos hace ver que los estados emocionales del animal son la causa ejemplar de las diversas formas tomadas por su cuerpo.

Si del animal dirigimos nuestra mirada al hombre, observaremos sin mayor dificultad, que el hombre exterior es una imagen esencial del hombre interior. El cuerpo humano es una imagen expresiva de la psique, un gesto espontaneo puede ser el reflejo material de un proceso psíquico.

El amor con sus infinitos matices tiene sus manifestaciones externas en los gestos y formas corporales, y lo mismo podríamos decir del odio, de la ira, del dolor, de la bondad y de la alegría. Este sencillo análisis nos ha puesto frente al símbolo. El símbolo es algo sensible por donde se hace presente al espíritu humano, por medio de una intuición, una realidad fuera del alcance de los sentidos. El símbolo produce en el hombre un tipo de conocimiento de la realidad extra-sensible, iluminativa, instintiva y emocional.


Poder gnoseológico del símbolo

Para Mircea Eliade el símbolo descubre ciertos aspectos de la realidad, tal vez los más profundos, que desafían a todo otro medio de conocimiento. Según él, los símbolos no son en modo alguno creaciones irresponsables de la psique humana; ellos responden a una necesidad del hombre y cumplen un papel irreemplazable en la vida humana: poner al desnudo las modalidades más secretas del ser (1).

Todo conocimiento simbólico lleva consigo una iluminación de lo oculto, de lo que no es accesible a la inmediatez de lo sensorial, ni puede ser objeto de un razonamiento discursivo. El símbolo tiene siempre un poder revelador y epifánico.

La sensación se detiene en la superficie de las cosas sensibles. El conocimiento discursivo opera de inferencia a inferencia, de deducción a deducción. El conocimiento simbólico es siempre intuitivo, instantáneo, a manera de relámpago ilumina lo más oculto de la realidad. Por esto el símbolo no puede explicarse, se capta o no se capta, se tiene la necesaria capacidad para vibrar con él, o se carece de ella, porque el símbolo no nos descubre el misterio de las cosas a base del rodeo insistente del razonamiento, sino por el hecho mismo de hacerse trasparente el objeto simbólico. Esta trasparencia temblorosa entrega al observador fascinado la profundidad misteriosa del ser en toda su vivencia estremecedora.

Por este conocimiento el hombre se adentró a más y más en dimensiones de realidades existentes más allá del mundo empírico, por el encuentro con estas realidades adquiere una serie de relaciones extra físicas, que lo centran y tranquilizan en la vida.

El simbolismo abre los objetos físicos para que trasparenten nuevos niveles de significación profunda. Para el observador dominado por el símbolo, los objetos cósmicos mantienen sus valores propios y concretos, pero el simbolismo les añade un nuevo valor no descubierto. Cuando se aplica a un objeto o a una acción el simbolismo los trasforma en algo abierto. El pensamiento simbólico hace estallar la realidad inmediata, pero sin disminuirla ni desvalorizarla; en su perspectiva las cosas no son algo cerrado, ningún objeto, ninguna acción humana está aisladas en su propia existencia, todo está unido por un sistema perfectamente sincronizado de correspondencia y semejanzas (2).

Las consideraciones, que acabamos de hacer, necesariamente desembocan en el símbolo religioso, pues el hombre iluminado por el conocimiento simbólico tarde o temprano se llega a descubrir como inserto en un universo físico, que le habla de una presencia misteriosa e inefable de lo realmente último y auténtico.

Por esta razón vemos en la teología católica y protestante un creciente interés por el estudio de los símbolos religiosos, entendidos como el lenguaje propio de la religión y el idioma más corriente en las relaciones del hombre con Dios.





Referencia:
“TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” -  P. Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.


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Homilía de la fiesta del Bautismo de Jesús


"Bautizados en el Espíritu"

Compartimos la homilía del P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
dedicada a la fiesta del Bautismo del Señor

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Homilía del Domingo de la Epifanía del Señor

"Levántate, ha llegado tu luz"

Compartimos la homilía del P. José Ramón Martínez Galdeano, S.J.†
dedicada a la fiesta de la Epifanía del Señor

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ESPECIAL DE NAVIDAD

 


¡FELIZ NAVIDAD!

En principio ya existía la Palabra, 
y la Palabra estaba junto a Dios, 
y la Palabra era Dios. 
Jn. 1, 1


Con motivo de las fiestas navideñas, compartimos nuestras publicaciones relacionadas a este tiempo litúrgico, para ello acceda a cada enlace:






Navidad

TEOLOGIA LITURGICA PARA AGENTES DE PASTORAL

 


TEOLOGIA LITURGICA

PARA AGENTES DE PASTORAL

 Rodrigo Sánchez-Arjona Halcón, S.J.

  

Nota previa

 Han pasado 40 años desde la publicación de “TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral”. El padre Sánchez-Arjona, retirado de la docencia teológica, se dedicaba a ministerios pastorales en el Santuario Arquidiocesano del Corazón de Jesús, la histórica Iglesia San Pedro de Lima. Como director del Apostolado de la Oración, tomó la responsabilidad de publicar varios folletos a fin de acercar a los fieles las riquezas de la espiritualidad del Corazón de Cristo. Desde esta perspectiva, volvió a su gran preocupación, el conocimiento de la Liturgia como plegaria que hace Jesucristo, dirigiéndose al Padre, de la que participamos los fieles como miembros del Cuerpo de Cristo.

La renovación promovida por el Concilio Vaticano II empezó su “vida pública” con la Constitución sobre la Sagrada Liturgia. Medio siglo más tarde, percibimos que a la mayoría de fieles se les transmitió lo más externo del documento, lo que ha dado pie a innumerables discusiones sobre ritos y rúbricas, dejando de lado su más profundo sentido, la teología litúrgica.

He conseguido un ejemplar del pequeño libro en que el padre Sánchez-Arjona condensó lo mejor de la investigación para sus clases en el Seminario de Cusco. 52 páginas a doble cara, formato 13.5 x 18 cm., papel obra, editado por Apostolado de la Prensa S.A. Difundir su contenido lo consideramos un gran servicio para los agentes pastorales, cumpliendo el deseo del autor, tal como reza el subtítulo. El medio a utilizar no serán el papel y la tinta, sino la virtualidad.

El blog Formación Pastoral para Laicos acoge la difusión libre de “TEOLOGÍA LITÚRGICA para agentes de pastoral” con la certeza de estar haciendo un servicio en espíritu de sinodalidad, compartiendo elementos fundamentales para la profundización de la vida bautismal.     




PRESENTACIÓN

 

La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla de los Ángeles (México, 1979), comprobó que en Latinoamérica no se daba a la pastoral litúrgica la prioridad que le corresponde dentro de la labor apostólica de la Iglesia; por eso recomendaba un renovado esfuerzo pastoral orientado por la teología litúrgica nacida del Vaticano II (901, 916 - 918).

Entre las conclusiones del Documento de Puebla en torno a la liturgia se lee la siguiente: "Promover la formación de los agentes de pastoral litúrgica con una auténtica teología, que lleve a un compromiso vital" (942).

No es fácil encontrar en el Perú una obra en la que se exponga brevemente las líneas de la teología litúrgica del Concilio Vaticano II. Esta laguna me ha animado publicar estas páginas, que, tal vez puedan ayudar a los párrocos y a otros agentes de pastoral en la formación de grupos de reflexión litúrgica en las parroquias y en otros centros pastorales.

Voy a explicar los principios teológicos sobre los cuales la Constitución Sacrosanctum Concilium [SC] fundamentó su reforma de la Sagrada Liturgia. Como es sabido, el Concilio no intentó hacer una teología litúrgica completa, sólo tomó aquellos principios teológicos que consideraba más importantes para sus fines pastorales.

La SC expone estos principios teológicos muy brevemente en el primer capítulo (n. 1-13) que para mayor claridad los resumo en las siguientes proposiciones:

1a. En todo misterio litúrgico de la Iglesia los fieles tienen un encuentro religioso con el Señor Jesús, que se hace presente en la comunidad cultual a través de los símbolos litúrgicos.

2a. En el tiempo que va de la Ascensión a la Parusía el hombre pecador necesita un contacto real, empírico-corporal, aunque sacramental, con Jesús Resucitado para conseguir la salvación religiosa, que es apertura a Dios y al hombre imagen de Dios.

3a. Todo misterio litúrgico tiene una dimensión dialogal, pues en él actúan Cristo, la Iglesia y cada uno de los fieles, que participa en la celebración cultual.

4a. La dinámica de la acción litúrgica arrastra a la comunidad de los fieles a dar culto a Dios por Cristo en el Espíritu Santo.

5a. El misterio litúrgico envía a la vida cotidiana para cristianizarla y la vida cristiana cotidiana anhela de nuevo volver al misterio litúrgico.


A manera de apéndice añadiré una serie de temas de estudio modelos para ayudar a los grupos de reflexión litúrgica al análisis de las diversas celebraciones a la luz de estos principios teológicos del Vaticano II.