VII. La
gracia del Bautismo
Los distintos efectos del Bautismo son
significados por los elementos sensibles del rito sacramental. La inmersión en
el agua evoca los simbolismos de la muerte y de la purificación, pero también
los de la regeneración y de la renovación. Los dos efectos principales, por
tanto, son la purificación de los pecados y el nuevo nacimiento en el Espíritu
Santo (cf Hch 2,38; Jn 3,5). (CIC 1262)
Para la remisión de los pecados...
Por el Bautismo, todos los pecados son
perdonados, el pecado original y todos los pecados personales así como todas
las penas del pecado (cf DS 1316). En efecto, en los que han sido regenerados
no permanece nada que les impida entrar en el Reino de Dios, ni el pecado de
Adán, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la más grave de
las cuales es la separación de Dios. (CIC 1263)
“Una
criatura nueva”
El Bautismo no solamente purifica de todos los
pecados, hace también del neófito "una nueva creatura" (2 Co
5,17), un hijo adoptivo de Dios (cf Ga 4,5-7) que ha sido hecho
"partícipe de la naturaleza divina" (2 P 1,4), miembro de
Cristo (cf 1 Co 6,15; 12,27), coheredero con Él (Rm 8,17) y
templo del Espíritu Santo (cf 1 Co 6,19). (CIC 1265)
La Santísima Trinidad da al bautizado la
gracia santificante, la gracia de la justificación que:
— le hace capaz de creer en Dios, de esperar en
Él y de amarlo mediante las virtudes teologales;
— le concede poder vivir y obrar bajo la moción
del Espíritu Santo mediante los dones del Espíritu Santo;
— le permite crecer en el bien mediante las virtudes
morales.
Así todo el organismo de la vida sobrenatural del
cristiano tiene su raíz en el santo Bautismo. (CIC 1266)
Incorporados a la Iglesia, Cuerpo de Cristo
El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo
de Cristo. "Por tanto [...] somos miembros los unos de los otros" (Ef
4,25). El Bautismo incorpora a la Iglesia. De las fuentes bautismales
nace el único pueblo de Dios de la Nueva Alianza que trasciende todos los
límites naturales o humanos de las naciones, las culturas, las razas y los
sexos: "Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no
formar más que un cuerpo" (1 Co 12,13). (CIC 1267)
Los bautizados vienen a ser "piedras
vivas" para "edificación de un edificio espiritual, para un
sacerdocio santo" (1 P 2,5). Por el Bautismo participan del
sacerdocio de Cristo, de su misión profética y real, son "linaje elegido,
sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de
aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz" (1 P
2,9). El Bautismo hace participar en el sacerdocio común de los fieles.
(CIC 1268)
Hecho miembro de la Iglesia, el bautizado ya no
se pertenece a sí mismo (1 Co 6,19), sino al que murió y resucitó por
nosotros (cf 2 Co 5,15). Por tanto, está llamado a someterse a los demás
(Ef 5,21; 1 Co 16,15-16), a servirles (cf Jn 13,12-15) en
la comunión de la Iglesia, y a ser "obediente y dócil" a los pastores
de la Iglesia (Hb 13,17) y a considerarlos con respeto y afecto (cf 1
Ts 5,12-13). Del mismo modo que el Bautismo es la fuente de
responsabilidades y deberes, el bautizado goza también de derechos en el seno
de la Iglesia: recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y
ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia (cf LG
37; CIC can. 208-223; CCEO, can. 675,2). (CIC 1269)
Los bautizados "renacidos [por el bautismo]
como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que
recibieron de Dios por medio de la Iglesia" (LG
11) y de participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios
(cf LG
17; AG
7,23). (CIC 1270)
Vínculo sacramental de la unidad de los
cristianos
El Bautismo constituye el fundamento de la
comunión entre todos los cristianos, e incluso con los que todavía no están en
plena comunión con la Iglesia católica: "Los que creen en Cristo y han
recibido válidamente el Bautismo están en una cierta comunión, aunque no
perfecta, con la Iglesia católica [...]. Justificados por la fe en el Bautismo,
se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el
nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia
católica como hermanos del Señor" (UR
3). "Por consiguiente, el bautismo constituye un vínculo sacramental de
unidad, vigente entre los que han sido regenerados por él" (UR
22). (CIC 1271)
Sello espiritual indeleble...
Incorporado a Cristo por el Bautismo, el
bautizado es configurado con Cristo (cf Rm 8,29). El Bautismo imprime en
el cristiano un sello espiritual indeleble (character) de su pertenencia
a Cristo. Este sello no es borrado por ningún pecado, aunque el pecado impida
al Bautismo dar frutos de salvación (cf DS 1609-1619). Dado una vez por todas,
el Bautismo no puede ser reiterado. (CIC 1272)
Incorporados a la Iglesia por el Bautismo, los
fieles han recibido el carácter sacramental que los consagra para el culto
religioso cristiano (cf LG
11). El sello bautismal capacita y compromete a los cristianos a servir a Dios
mediante una participación viva en la santa Liturgia de la Iglesia y a ejercer
su sacerdocio bautismal por el testimonio de una vida santa y de una caridad
eficaz (cf LG
10). (CIC 1273)
El "sello del Señor" (San
Agustín, Epistula 98, 5), es el sello con que el Espíritu Santo nos ha
marcado "para el día de la redención" (Ef 4,30; cf Ef
1,13-14; 2 Co 1,21-22). "El Bautismo, en efecto, es el sello de la
vida eterna" (San Ireneo de Lyon, Demonstratio praedicationis
apostolicae, 3). (CIC 1274)
...
Extractos del Catecismo de la Iglesia Católica.
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Extractos del Catecismo de la Iglesia Católica.
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