IV. Quién puede
recibir el Bautismo
"Es
capaz de recibir el Bautismo todo ser humano, aún no bautizado, y solo él"
(CIC, can. 864: CCEO, can. 679). (CIC 1246)
El Bautismo de adultos
En
los orígenes de la Iglesia, cuando el anuncio del Evangelio está aún en sus
primeros tiempos, el Bautismo de adultos es la práctica más común. El
catecumenado (preparación para el Bautismo) ocupa entonces un lugar importante.
Iniciación a la fe y a la vida cristiana, el catecumenado debe disponer a
recibir el don de Dios en el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. (CIC
1247)
En caso de pareja de adultos convivientes, deben recibir además el sacramento del Matrimonio en la misma ceremonia que reciben los sacramentos de Iniciación (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), para regularizar su situación, de esta forma podrán participar plenamente en la Iglesia.
Previamente, en todos los casos, el catecumenado debe recibir una adecuada catequesis que los introduzca en el misterio de la salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que celebra la Iglesia.
Por este motivo se exhorta a las instituciones correspondientes a elaborar y desarrollar planes de formación religiosa para estos casos que no sólo contengan temas de doctrina, sino una base espiritual para que se dispongan adecuadamente a recibir los sacramentos y puedan desarrollar una vida sacramental con sentido y así aprovechar las gracias que se reciban.
En caso de pareja de adultos convivientes, deben recibir además el sacramento del Matrimonio en la misma ceremonia que reciben los sacramentos de Iniciación (Bautismo, Confirmación y Eucaristía), para regularizar su situación, de esta forma podrán participar plenamente en la Iglesia.
Previamente, en todos los casos, el catecumenado debe recibir una adecuada catequesis que los introduzca en el misterio de la salvación, en la práctica de las costumbres evangélicas y en los ritos sagrados que celebra la Iglesia.
Por este motivo se exhorta a las instituciones correspondientes a elaborar y desarrollar planes de formación religiosa para estos casos que no sólo contengan temas de doctrina, sino una base espiritual para que se dispongan adecuadamente a recibir los sacramentos y puedan desarrollar una vida sacramental con sentido y así aprovechar las gracias que se reciban.
El Bautismo de niños
Puesto
que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original,
los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf DS 1514)
para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la
libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los
hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se
manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los
padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le
administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf CIC can. 867; CCEO,
can. 681; 686,1). (CIC 1250)
Los
padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su
misión de alimentar la vida que Dios les ha confiado (cf LG
11; 41; GS
48; CIC can. 868). (CIC 1251)
La
práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la
Iglesia. Está atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy
posible que, desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando
"casas" enteras recibieron el Bautismo (cf Hch 16,15.33; 18,8;
1 Co 1,16), se haya bautizado también a los niños (cf. Congregación para
la Doctrina de la Fe, Instr. Pastoralis actio 4: AAS 72 [1980] 1139).
(CIC 1252)
Fe y Bautismo
El
Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene
necesidad de la comunidad de creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia puede creer
cada uno de los fieles. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe
perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. Al
catecúmeno o a su padrino se le pregunta: "¿Qué pides a la Iglesia de
Dios?" y él responde: "¡La fe!". (CIC 1253)
En
todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del
Bautismo. Por eso, la Iglesia celebra cada año en la vigilia pascual la
renovación de las promesas del Bautismo. La preparación al Bautismo sólo
conduce al umbral de la vida nueva. El Bautismo es la fuente de la vida nueva
en Cristo, de la cual brota toda la vida cristiana. (CIC 1254)
Para
que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los
padres. Ese es también el papel del padrino o de la madrina, que
deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado,
niño o adulto, en su camino de la vida cristiana (cf CIC can. 872-874). Su
tarea es una verdadera función eclesial (officium; cf SC
67). Toda la comunidad eclesial participa de la responsabilidad de desarrollar
y guardar la gracia recibida en el Bautismo. (CIC 1255)
V. Quién puede
bautizar
Son
ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia
latina, también el diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de
necesidad, como enfermedad terminal, enfermos en agonía (niños, adultos), etc., cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar (cf CIC can.
861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal
trinitaria (N., Yo te bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo). La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la
Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de esta posibilidad en la voluntad
salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo
para la salvación (cf Mc 16,16). (CIC 1256)
VI. La necesidad del
Bautismo
El
Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (cf Jn
3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a
todas las naciones (cf Mt 28, 19-20; cf DS 1618; LG
14; AG
5). El Bautismo es necesario para la salvación en aquellos a los que el
Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este
sacramento (cf Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el
Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna; por eso está
obligada a no descuidar la misión que ha recibido del Señor de hacer
"renacer del agua y del Espíritu" a todos los que pueden ser
bautizados. Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, sin
embargo, Él no queda sometido a sus sacramentos. (CIC 1257)
Desde
siempre, la Iglesia posee la firme convicción de que quienes padecen la muerte
por razón de la fe, sin haber recibido el Bautismo, son bautizados por su
muerte con Cristo y por Cristo. Este Bautismo de sangre como el deseo
del Bautismo, produce los frutos del Bautismo sin ser sacramento. (CIC
1258)
A
los catecúmenos que mueren antes de su Bautismo, el deseo explícito de
recibir el Bautismo, unido al arrepentimiento de sus pecados y a la caridad,
les asegura la salvación que no han podido recibir por el sacramento. (CIC
1259)
"Cristo
murió por todos y la vocación última del hombre en realmente una sola, es
decir, la vocación divina. En consecuencia, debemos mantener que el Espíritu
Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo conocido sólo por Dios,
se asocien a este misterio pascual" (GS
22; cf LG
16; AG
7). Todo hombre que, ignorando el Evangelio de Cristo y su Iglesia, busca la
verdad y hace la voluntad de Dios según él la conoce, puede ser salvado. Se
puede suponer que semejantes personas habrían deseado explícitamente el
Bautismo si hubiesen conocido su necesidad. (CIC 1260)
En cuanto a los niños
muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia
divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran
misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (cf 1 Tm
2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que
los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos
permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren
sin Bautismo. Por esto es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no
impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo.
(CIC 1261)
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Extractos del Catecismo de la Iglesia Católica.
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